Carlos Taibo
A duras penas habría podido imaginar que me tocaría en suerte escribir el prólogo de un libro que se interesa por la relación entre anarquismo y fútbol. Uno y otro se me han presentado casi siempre como dos mundos separados, cuando no enfrentados. Si el primero forma parte de mis adhesiones conscientes y perseverantes, y me ha aconsejado entregar a la imprenta media docena de libros, cuando tenía que justificar la atracción que el segundo me producía siempre invocaba el derecho, que a todas nos asiste, de conservar un ámbito de irracionalidad que nos permita escapar a la locura dominante. Ese deseo de hurgar en lo irracional explica, tal vez, que hace tres años publicase un librito, en gallego-portugués, sobre el mejor equipo del mundo: el Deportivo de A Corunha. Y que lo hiciera –creo- con cintura y con sentido del humor, no vaya a ser que la irracionalidad se nos escape de las manos.
A duras penas habría podido imaginar que me tocaría en suerte escribir el prólogo de un libro que se interesa por la relación entre anarquismo y fútbol. Uno y otro se me han presentado casi siempre como dos mundos separados, cuando no enfrentados. Si el primero forma parte de mis adhesiones conscientes y perseverantes, y me ha aconsejado entregar a la imprenta media docena de libros, cuando tenía que justificar la atracción que el segundo me producía siempre invocaba el derecho, que a todas nos asiste, de conservar un ámbito de irracionalidad que nos permita escapar a la locura dominante. Ese deseo de hurgar en lo irracional explica, tal vez, que hace tres años publicase un librito, en gallego-portugués, sobre el mejor equipo del mundo: el Deportivo de A Corunha. Y que lo hiciera –creo- con cintura y con sentido del humor, no vaya a ser que la irracionalidad se nos escape de las manos.
En el caso, improbable, de que alguien se pregunte, aun así, si los caminos del anarquismo y del fútbol no se me han cruzado nunca, responderé que -no creo que la memoria me falle- lo han hecho en dos ocasiones, claro que de forma más bien liviana. La primera me invita a recordar que años atrás, y aquí en Madrid, un grupo de fanáticos tuvo a bien fundar, con mi activa colaboración, una peña deportivista que, más bien virtual, recibió el nombre de Curuxás, el apodo de un connotado maquis anarcosindicalista que campó por sus respetos, en la Galicia interior, hasta la década de 1960. La segunda subraya que en un libro que publiqué hace poco, titulado Anarquist@s y libertari@s, de aquí y de ahora, al amparo del propósito de trazar un balance del escenario presente de nuestros movimientos anarquistas/libertarios/autogestionarios, incluí un comentario que, para llamar la atención sobre la conveniencia de estimular visiones heterodoxas en los ámbitos más diversos, hurgaba en la posibilidad de concebir el deporte en general, y el fútbol en particular, conforme a reglas y valores diferentes de los que marcan sus manifestaciones modernas.
Aunque semejantes antecedentes de cruce son –lo repito- livianos, me sitúan cerca del contenido de este trabajo que el lector tiene entre las manos. En sus páginas despuntan muchas materias de interés. Las menciono de forma somera, sin más objetivo que abrir el apetito de ese lector que acabo de invocar: el solapamiento, aunque relativo, en lo que hace al origen cronológico del anarquismo y del fútbol; la deriva popular, la proletarización, de un invento burgués que permitía una práctica barata y, por ello, asequible; la relación del deporte rey con el sindicalismo y, más aún, con el anarcosindicalismo; las críticas, a menudo agrias, vertidas contra el fútbol –homologado, en su estímulo del vicio, a bares y prostíbulos- desde determinadas atalayas anarquistas, o, y por dejarlo ahí, la defensa, desde otras de estas últimas, del deporte aficionado. Con ese panorama de fondo, por estas páginas pasan un equipo chileno que tomó el nombre de un almirante, la singularísima peripecia del Júpiter barcelonés, los espasmos futbolísticos del zapatismo chiapaneco o la condición presente y pasada de clubes como Sankt Pauli, Argentinos Juniors o Corinthians, de la mano de casuísticas que nos obligan a viajar de Argentina a Chile, de España a México, de Inglaterra a Italia, de Croacia a Francia, o de Brasil a Uruguay. De por medio se revelan, en suma, compromisos recios y activos con luchas que remiten al antifascismo, al antirracismo, a la contestación del machismo, a la defensa de los refugiados, a huelgas de muy diverso cariz, al repudio de la represión o a la solidaridad internacionalista.
En la parte tercera de esta obra el lector encontrará, por lo demás, cumplidas explicaciones en lo que atañe a una cuestión importante: la de cuándo corresponde atribuir a un club, o a su hinchada, una condición anarquista y la de cuándo lo que despunta en ese club o en esa hinchada son prácticas de corte libertario que, vinculadas ante todo con la autogestión, no necesariamente llevan aparejadas una adhesión identitaria, o doctrinal, al anarquismo. Creo que en ambos casos está justificada, de cualquier modo, la inclusión de esas instancias en este libro. La propia invocación de las categorías de fútbol alternativo y fútbol popular contribuye –me parece- a perfilar con aristas más complejas, y más finas, el argumento correspondiente.
Entiendo, en suma, que el trabajo de Miguel Fernández Ubiría aporta herramientas sólidas para perfilar cuál ha de ser la opción deportiva promovida por los movimientos anarquistas y, de forma más general, por los movimientos de vocación emancipatoria. En ella tienen que darse cita, por fuerza, la desmercantilización del deporte, la búsqueda de fórmulas que no hagan de la competición y del triunfo el elemento mayor de la actividad correspondiente, la apuesta por la dimensión colectiva y cooperativa del juego, el rechazo de los elementos de alienación interclasista y sexista que puedan presentarse, el despliegue de prácticas de carácter autogestionario, el vínculo con la realidad cotidiana de barrios y pueblos, y, en suma, la crítica, insorteable, de lo que acarrean las instituciones deportivas y, con ellas, el llamado fútbol moderno.
Queda por determinar, eso sí, qué futuro tienen las reglas, el proyecto, que acabo de invocar. No vaya a ser que llevase razón Oswaldo Bayer cuando afirmó que los anarquistas argentinos no tardaron mucho en darse cuenta de que cambiar el fútbol es más difícil que hacer la revolución. De ser así, habrá que inventar –supongo- otro juego que se dispute con los pies y con la cabeza. Y con un balón.
[Tomado de https://www.carlostaibo.com/articulos/texto/?id=632.]
Anexo:
Del Júpiter al Rayo Vallecano: un libro revela las raíces anarquistas de varios clubes
Danilo Albin
Una línea histórica, fina y compleja, atraviesa el tiempo y el océano. 18 de julio de 1936: el golpe de estado franquista se consuma. De todos los lugares donde la resistencia podía guardar armas, había uno por demás original: cuentan que debajo de la tribuna del Júpiter, un equipo de fútbol del barrio Poblenou de Barcelona, militantes cenetistas tenían guardado un arsenal. 5 de marzo de 2015: en un bar de Río de Janeiro se funda el Radical Contra Fútbol Club. Su emblema: el rostro del anarquista Buenaventura Durruti, aficionado de aquel Júpiter. Ambas historias forman parte de "Fútbol y anarquismo", una extensa investigación realizada por Miguel Fernández Ubiría que acaba de ser publicada por la editorial Catarata. "Fútbol y anarquismo suelen aparecer como mundos disociados, si no enfrentados, por sus irreconciliables intereses y desarrollos", destaca la reseña.
"Denostado por ser una invención burguesa, sus efectos despolitizadores y alienantes y por haberse convertido en un omnímodo negocio que ha arruinado su sentido lúdico, amateur y popular, el deporte rey y sus vínculos y afinidades con los movimientos anarquistas o de corte libertario no son tan inusitados como pudiera parecer en principio", señala la editorial.
Fernández Ubiría, natural de Donostia y residente en un pueblo de Sevilla, se define como "libertario y amante del fútbol". De ahí precisamente que durante una visita a Uruguay realizada en 2015 mantuviese un encuentro con Juan Carlos Mechoso, un histórico anarquista uruguayo. Y de ahí también que durante una comida entre ambos surgiese una historia que marcaría sus próximos cuatro años. "Salió el tema del fútbol. Mechoso vive en el barrio El Cerro de Montevideo. Me contó que en el barrio de al lado, llamado La Teja, había un equipo de fútbol fundado por anarquistas", relata el autor. Se trataba concretamente del Club Atlético Progreso, hoy en primera división del fútbol uruguayo.
Posteriormente, Fernández se adentró en la "historia increíble" del Júpiter –actualmente en la categoría primera catalana–, ligado también al mundo libertario y, en concreto, al anarcosindicalismo de CNT. "Entonces pensé que tenía que haber más. Empecé a indagar, y comencé a ver equipos fundados en los inicios del siglo pasado en Uruguay, Argentina, Brasil, Chile... de hecho el 80% de todos estos equipos fueron fundados en Sudamérica por italianos y españoles", señala.
En el libro aparecen casos de clubes emblemáticos, como Argentinos Juniors, donde se formó y jugó Diego Armando Maradona. Fernández relata que este equipo, fundado en 1904, "comenzó llamándose Mártires de Chicago", en homenaje a los militantes anarquistas condenados a penas de muerte tras las protestas surgidas en EEUU para reivindicar la jornada de ocho horas. A ellos se les debe la celebración del 1 de Mayo como Día Internacional de las Trabajadoras y Trabajadores. "Todas las referencias a sus fundadores coinciden en señalar que se trataba de obreros anarquistas, seguidores de Bakunin", explica el autor en el apartado dedicado a Argentinos Juniors.
En ese contexto, Fernández ha documentado que en las décadas posteriores a los asesinatos de los mártires de Chicago "una gran cantidad de equipos de fútbol fundados por trabajadores" fueron bautizados "con el nombre de Club de Fútbol Primero de Mayo". "Solo en Argentina existen, por lo menos, una docena", relata el autor, mientras que a nivel de Sudamérica la cifra alcanza "de 50 a 60".
A lo largo de sus más de 200 páginas, "Fútbol y anarquismo" aborda las historias de unos 40 equipos de 11 países que, de una forma u otra, han estado influidos por la corriente libertaria. "De por medio se revelan, en suma, compromisos recios y activos con luchas que remiten al antifascismo, al antirracismo, a la contestación del machismo, a la defensa de los refugiados, a huelgas de muy diverso cariz, al repudio de la represión a la solidaridad internacionalista", señala en el prólogo el reconocido escritor y profesor universitario Carlos Taibo.
En el caso de España figura, además del Júpiter, el Rayo Vallecano. Fernández explica que decidió incluirlo porque "de unos años a esta parte ha cogido un carácter bastante libertario y está muy implicado con su barrio". A su juicio, el equipo de Vallecas "es un club distinto". "Ha hecho huelga cuando los demás no lo hacían, las pancartas que hay en el campo denotan que allí hay anarquistas, comunistas y socialistas… También los criminalizan, como ha ocurrido hace poco con el nazi Roman Zozulya", afirma.
Fútbol zapatista
En otras páginas aparecen nombres muy conocidos del fútbol mundial, como el Corinthians de Brasil o el Independiente argentino. También se incluye la historia de la selección del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), formada en 1999, así como los vínculos que se establecieron entre el movimiento liderado por el subcomandante Marcos y el prestigioso Inter italiano.
"Miguel Fernández Ubiría ha realizado un trabajo de investigación tan completo y municioso sobre la relación del anarquismo y el comunismo con el fútbol que enriquece nuestro conocimiento y, al mismo tiempo, nos da más argumentos para seguir disfrutando de este juego que nos apasiona, sin necesidad de oponerlo a nuestro interés político", escribe en el epílogo el ex futbolista y escritor argentino Ángel Cappa.
[Tomado de https://www.publico.es/politica/jupiter-rayo-vallecano-libro-revela-raices-anarquistas-clubes.html.]
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.