Periódico Todo por Hacer (Madrid)
Desde
el pasado septiembre, es decir, nada
menos que durante cinco meses hasta
el momento de escribir estas líneas, el fuego devora los bosques australianos
a una escala sin precedentes. Las
cifras, por el momento, son de 26 personas
y en torno a 500 millones de mamíferos,
aves y reptiles muertos, con más
de 10 millones de hectáreas calcinadas (una superficie más grande que Portugal).
“Según la Oficina de Meteorología, 2019 fue el año más seco y caluroso registrado
en Australia. En comparación con el
período 1961-1990, la media nacional de
precipitaciones para 2019 fue un 40% menor
y la temperatura media de Australia fue
1,52°C más alta, superando el récord anterior
de +1,33°C en 2013” [1]. Sin embargo,
para el primer ministro australiano Scott Morrison y su gobierno, los incendios no tienen nada que ver con el cambio climático [2].
De
hecho, aunque sostiene que los incendios
en Australia “siempre han existido”,
esto tampoco parece importarle mucho, dado que en los últimos años los servicios contra incendios australianos
han sufrido continuos recortes. En Nueva Gales del Sur, uno de los estados más afectados por el fuego, el servicio antiincendios urbano sufrió recientemente un recorte de 20 millones.
Pero lo más impactante es que el cuerpo
de bomberos/as destinado a las zonas
rurales y naturales está compuesto
en su gran mayoría por voluntarios/as
no remunerados/as, que han tenido que
enfrentarse al infierno durante meses sin siquiera poder ganarse la vida
con ello. No fue hasta el 4 de
enero que el gobierno convocó
a 3.000 militares para sumarse
a los trabajos de extinción.
Tras
el shock inicial, llega la respuesta popular. El 10 de enero se
celebraron manifestaciones
multitudinarias en todo el
país, con cerca de 50.000 personas en Sydney
y 30.000 en Melbourne, entre muchas
otras, pidiendo la dimisión de Scott
Morrison, la contratación de los bomberos
voluntarios y la transición hacia el abandono de los combustibles fósiles, especialmente del carbón, del que Australia es el tercer mayor exportador
a nivel mundial. Habrá que esperar a ver si esto puede ser el comienzo de algo o si el descontento se va a ir apagando al tiempo que las llamas.
Para
hacer un pequeño repaso de lo que
está pasando en Australia más
allá del fuego y tratar de
comprender lo que queda por
delante, hemos traducido un
artículo publicado originalmente en
la revista estadounidense Jacobin, que
creemos que resulta interesante para
acercarnos un poco al otro lado del
globo. [3]
Destructores del clima
Los
incendios forestales no son nuevos en Australia, pero el aumento de las temperaturas en un mundo cada vez más caliente los hace más calurosos, más intensos y más difíciles de combatir.
Empiezan antes, duran más y llegan a
lugares que antes no estaban afectados.
Todo
esto, por supuesto, concuerda tanto
con las tendencias internacionales como
con las predicciones específicas para
Australia. En 2007, por ejemplo, el Panel
Intergubernamental de Expertos sobre
el Cambio Climático (haciéndose eco de cantidad de informes australianos)
advirtió que “las olas de
calor y los incendios
aumentarán en intensidad y frecuencia”.
A
pesar de tales advertencias, Australia ha seguido aumentado la tasa y la magnitud de la extracción y el consumo de carbono. El país ahora se clasifica como el tercer mayor exportador
de combustibles fósiles del mundo (después de Rusia y Arabia Saudí). Además de eso, recientemente jugó un papel protagonista en el colapso de las conversaciones climáticas de la COP 25, donde el empeño de Australia en aferrarse a los llamados créditos de emisiones
hizo fracasar los intentos de establecer objetivos más ambiciosos.
Al
mismo tiempo, tanto el gobierno federal
como el estatal quieren que el gigante
multinacional Adani abra una enorme
mina de carbón en Queensland, un proyecto que facilitará la extracción
de gas de esquisto en la cuenca Beetaloo,
y nuevos proyectos de extracción de carbón y gas en las cuencas North Bowen y Galilee, que sumarán 4.600 millones de toneladas de carbono a la atmósfera.
El
año pasado, el más cálido en la historia de Australia, con temperaturas
de 1.52 grados por encima de la
media, el gobierno dio la
aprobación ambiental a la
compañía energética noruega Equinor para un pozo petrolero en la Great Australian Bight, una importante zona de cría para la ballena franca austral en peligro de extinción.
Carbón y ‘troleo
El
entusiasmo personal del primer ministro
Scott Morrison por el carbón, (una
vez blandió un trozo del mismo en el parlamento) explica de alguna manera su extraña indiferencia sobre la crisis actual.
En
noviembre, cuando el comisionado del Servicio de Bomberos Rurales de Nueva Gales del Sur, Shane Fitzsimmons,
advirtió de que las condiciones “catastróficas”
elevaban el riesgo hasta “lo
desconocido”, Morrison envió por Twitter
sus “pensamientos y oraciones” a
las víctimas de los incendios forestales, seguido
de una foto suya en un evento deportivo en Brisbane. “Va a ser un gran
verano de cricket”, dijo, “y para nuestros bomberos y
comunidades afectadas por el
fuego, estoy seguro de que nuestros muchachos les darán algo por lo que
alegrarse”.
En
diciembre, cuando las condiciones empeoraron, no se encontraba a Morrison por ninguna parte hasta que los periodistas lo ubicaron de vacaciones
en Hawai. Una foto ampliamente difundida
lo mostraba en pantalones cortos,
sosteniendo una cerveza y haciendo el gesto de shaka ante la cámara.
Cuando
en las elecciones de mayo los
liberales en el poder lograron una victoria
inesperada, interpretaron este resultado
como una confirmación de que
los llamados “australianos silenciosos” sienten una creciente hostilidad
hacia la agenda progresista
“elitista”, en la que incluyen
la acción contra el cambio climático.
El
parlamentario conservador Craig Kelly,
por ejemplo, instó a los miembros de
los Amigos Parlamentarios de las Exportaciones
de Carbón (¡sí, eso existe!) a “quemar
tanto petróleo y gas como sea posible durante el verano: ponga su asado
en un horno de gas, llene sus
bombonas de gas y vuele de un
extremo del país al otro”.
El
gobierno se sintió tan seguro de la
indiferencia pública hacia el cambio climático
que prometió una legislación draconiana
contra Extinction Rebellion y otros activistas, y el Ministro del Interior, Peter Dutton, describió a los ambientalistas como “marginales”,
que deberían ser avergonzados públicamente
y cumplir sentencias de
cárcel. “Estas personas no son
manifestantes, son anarquistas”,
explicó. “No creen en la
democracia, no creen en nuestra
forma de vida”.
La
estrategia de “carbón y ‘troleo” de Morrison significó que, durante gran parte del año, los liberales
consideraron que reconocer en
modo alguno la relación entre el
calentamiento global y los incendios forestales era hacer una concesión
inaceptable a la izquierda.
Por
lo tanto, en septiembre, cuando
las condiciones en el su-reste
de Queensland y el norte de Nueva
Gales del Sur rompieron récords
en el Índice McArthur de Peligrosidad
de Incendios Foresta-les, el
ministro de sequía y desastres naturales,
David Littleproud, dijo en una
entrevista que no estaba seguro de “si el cambio climático es de origen antrópico”.
Incluso
en una fecha tan avanzada como el 31 de diciembre, el ministro de Energía, Angus Taylor, publicó un artículo en la publicación negacionista de Murdoch, The Australian, titulado: “Deberíamos estar orgullosos de
nuestros esfuerzos de cambio climático”. Fue una declaración que coincidió con la imagen ampliamente difundida de cinco mil personas acurrucadas
en una playa en la ciudad costera de Mallacoota sumergiéndose en el agua para escapar de las llamas invasoras.
La reacción
No
es sorprendente que el gobierno se enfrente ahora a reacciones en su contra. Cuando, por ejemplo, Scott Morrison visitó la ciudad de Cobargo, devastada por el fuego, los lugareños le increparon en la calle. “No obtendrás ningún voto aquí, amigo”, gritó un residente. Un bombero se
negó a estrechar la mano del
primer ministro (aunque Morrison la agarra de todos modos). “Estoy seguro
de que está cansado” fue la
justificación de Morrison. “No”, respondió un funcionario, “acaba de perder su casa”.
De
repente, el popular Scott Morrison parece un David Brent de las antípodas.
Incluso el ministro de Transporte de
Nueva Gales del Sur, Andrew Constance (miembro del propio partido del primer ministro) ha reconocido que Morrison “probablemente merecía” el trato que recibió en Cobargo.
Aunque
el aparente colapso de la popularidad de Morrison deja una puerta abierta
para el Partido Laborista (ALP), no
está claro si su liderazgo traería consigo
alguna mejora significativa. El actual
líder del ALP, Anthony Albane-se,
sí habla abiertamente de la relación entre
estos incendios y el calentamiento global, pero los laboristas siguen estando del lado del Partido Liberal en lo que respecta a su compromiso con el carbón. Por ejemplo, Albanese
recientemente atacó el sentimiento anti-carbón
dentro de su partido, con el
clásico argumento del “traficante de drogas”:
“Si Australia dejara de
exportar hoy”, dijo,
“no habría menos demanda de
carbón: el carbón vendría de otro sitio”
. Eso fue el 9 de diciembre,
con el país ya bien en llamas.
En Queensland, es una
administración laborista la que está impulsando
el proyecto de la mina de Adani
y un primer ministro laborista el
que pide el encarcelamiento de los manifestantes
climáticos.
Todos
hemos escuchado discursos grandilocuentes
sobre el cambio climático por parte de Al Gore y Barack Obama. Pero sabemos que han marcado
muy poca diferencia para la gente común.
Hasta la fecha, las conferencias internacionales
sobre el medio ambiente han logrado proporcionar un telón de fondo para tales vuelos oratorios, incluso a medida que las emisiones de carbono aumentan año tras año.
En
Australia, la catástrofe de los incendios forestales ofrece una oportunidad para un enfoque diferente. Después de todo, el cambio climático ya no representa un
posible futuro en este país.
Evidentemente, es algo que está
sufriendo la gente común aquí y
ahora.
Por
lo tanto, existe una oportunidad para vincular la reparación a
corto plazo y las soluciones a
largo plazo con, por ejemplo,
la necesidad obvia de planes de
rescate en las áreas afectadas
que legitimen reformas estructurales
para una economía descarbonizada.
En
el pasado, los esfuerzos por
romper con la dependencia de
Australia del carbón podrían haberse
visto como una amenaza para el
empleo en la Australia rural. Pero la devastación actual en el entorno rural muestra cómo la viabilidad a largo plazo de las comunidades del país depende de una “transición justa” hacia el abandono de la minería.
Ya
hemos visto a sindicalistas negarse
a trabajar en la neblina contaminada
de Sydney, una movilización concreta que muestra el potencial
para una acción climática más amplia.
Del mismo modo, la ira de esas personas
en Cobargo sugiere un sentimiento que podría unir la energía e idealismo de las huelgas climáticas estudiantiles con el poder social de la clase trabajadora. Por supuesto, es fácil
hablar sobre un nuevo movimiento climático,
y no es tan fácil construirlo, especialmente
dado el estado de la izquierda. Pero, ¿qué otra opción tenemos?
El
alcance de los incendios de este año
sugiere lo que está por venir. Lo que
enfrentamos hoy representa solo el
comienzo de lo que enfrentaremos a
medida que las temperaturas globales cambien.
No todos los países tendrán incendios.
Algunos enfrentarán sequías, inundaciones
o heladas. Pero no hay ningún
lugar que no se vaya a ver afectado por lo que se avecina. El desastre que afecta a Australia presagia una crisis más amplia a la que la izquierda internacional
debe responder.
Notas
[2]
Para saber más sobre quién es
este personaje de Scott
Morrison, podéis leer la traducción
del artículo de la revista Jacobin
titulado “The Scott Morrison
Honeymoon Is Over” (“se acabó la luna de miel de Scott Morrison”) en: www.todoporhacer.org/scott-morrison
[3]
Lo que sigue a continuación son extractos
del artículo “Australia’s
fires five us a glimpse of
what’s coming”, extraído y
traducido de la revista Jacobin:
www.jacobinmag.com/2020/01/australia-bushfires-climate-change-new-south-wales-scott-morrison
[Artículo
publicado originalmente en el periódico Todo
por Hacer # 109, Madrid, febrero 2020. Numero completo accesible en https://www.todoporhacer.org/wp-content/uploads/2020/01/Todo-por-Hacer-n%C2%BA-109-febrero-2020.pdf.]
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.