Dánae Vílchez
En una pequeña calle sin salida de la Colonia Miguel Bonilla, en Managua, hay una casa con un distintivo particular: una gran bandera de arcoíris ondea en la entrada. Contrasta con el intenso azul de las paredes, una de ellas marcada por unas letras que anuncian que has llegado a La Rizoma, un centro cultural fundado por Gabriel Pérez Setright.
Este joven de 24 años, convirtió su casa en un centro comunitario y se denomina a sí mismo como anarquista y anticapitalista. Es escritor y artista visual, y presentó su obra “Otro (fin del) mundo es posible”, en el que contrapone las icónicas fotografías de la Revolución Sandinista, capturadas por Susan Meiselas, con imágenes de la Managua moderna, con grandes edificios y comercios trasnacionales.
“Yo introduzco un término que es la disonancia generacional. Yo sé que es bien feo decir que la revolución no funcionó y que no generó lo que se quiso generar, pero la época neoliberal fue el claro ejemplo de que se perdieron todos los valores que supuestamente se habían fomentado en los 80s y se convirtió todo en una sociedad increíblemente capitalista e individualista”, explicó el artista.
Su propuesta consiste en varios montajes fotográficos que actualmente se encuentran en exhibición en el Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica (IHNCA) de la Universidad Centroamericana (UCA). Ahí se puede ver al “hombre del molotov”, en su gesta en frente a un local de McDonalds, o a las guerrilleros celebrando el triunfo de la revolución en el parqueo de Galerías Santo Domingo.
“Busqué íconos bien reconocibles, quiero que pensemos en el contexto actual del neoliberalismo y contrastarlo con los valores que vienen de los 80s y por otro lado, cómo se viera si nos tomamos Galerías o si hubiera una revolución en la Managua de ahora. Y también que nos demos cuenta que las cosas cambiaron radicalmente. Cuestionar la Managua que estamos viviendo ahora”, indicó Gabriel.
Gabriel es licenciado Psicología y Filosofía por la Universidad Warren Wilson en Carolina del Norte, Estados Unidos. Su trabajo formal consiste en atender y coordinar a delegaciones universitarias de ese país organizando excursiones académicas a Matagalpa, la Costa Caribe y Cuba. Su padre es nicaragüense y su madre norteamericana.
Su labor habitual además gira en torno a tres ejes. Tres proyectos principales que aunque funcionan en separado se retroalimentan y complementan entre sí. El primero, es la Casa Cultural La Rizoma. Gabriel convirtió el hogar donde creció en un espacio abierto al público. Lo gestiona con dos compañeras más, Kenia Castaldo y Aparecida Argüello, y juntos, organizan conciertos, exposiciones artísticas y espacios de reflexión. Albergan también a investigadores extranjeros que se encuentran de paso en Nicaragua para desarrollar proyectos.
El nombre proviene de una teoría creada por los filósofos Gilles Deleuze y Félix Guattari que conceptualiza un modelo o diagrama sin centro, subterráneo, fluido, activo, y en constante movimiento. En la botánica, una Rizoma es un sistema de raíces que crece horizontalmente. Según Gabriel, un concepto aplicable a los valores insignia de su colectivo: Horizontalidad, experimentación e interconexión.
“Nosotros queremos crear espacios seguros. No queremos cobrar por eventos, o hacer cosas que generen dinero, no es el tipo de comunidad que queremos crear, queremos crear una comunidad basada en respeto, en horizontalidades y que esté abierta a todo publico. Aquí los centro culturales operan de una manera muy burocrática, elitista hasta cierto punto y bien inaccesible. Trabajamos para descentralizar el poder de las ONG y estos centros que tienen mucho dinero”, manifestó Gabriel.
“Necesitamos mas espacios pequeños por toda la ciudad, y así poder gestionar eventos sin la necesidad de ir a través del Estado o los centros culturales que tienen fama y dinero, no es que sus eventos son malos, es que tienen el poder y decisión de decir qué proyecto sí va y qué proyecto no va. Si uno crea una red de personas fuera de ahí, uno puede gestionar su cultura”, añadió el joven.
Los otros dos proyectos son el blog Dissensus Nicaragua y el grupo artístico Experimental Colectivo.
Disentir en el sistema actual
Gabriel considera que cada una de las acciones que realizamos tiene una connotación eminentemente política. Para él, la base de su planteamiento, como escritor y como artista, es cuestionarse lo que sucede en el país y para ello retoma corrientes ideológicas como el anarquismo, el feminismo y el antineoliberalismo.
En su blog, Dissensus Nicaragua, reflexiona sobre cosas como la moda y el uso de elementos culturales en beneficio del capitalismo y las grandes empresas. Además analiza el discurso actual y da otros significados a las prácticas políticas.
“Mi posición es de trabajo comunitario y de relacionarse en un lugar pequeño y actores que se conocen, y que comparten una historia, no nos interesan las soluciones que vienen a través de las elecciones. El anarquismo está en contra de la centralización de todo a través del Estado. Para mí, las necesidades se resuelven a través de organizaciones comunitarias. Mi esperanza para el futuro es que la gente confíe en el poder que tiene para cambiar las cosas”, reveló el artista.
El anarquismo es una corriente de pensamiento entre cuyos principales exponentes se encuentran el ruso Mikhail Bakunin y el británico William Goldwin. Su filosofía política y social pretende la desaparición del Estado, de sus organismos e instituciones representativas y defiende la libertad del individuo por encima de cualquier autoridad.
¿Pero qué significa ser un anarquista en la sociedad moderna? Según Gabriel, implica estar consciente del sistema en el que vivimos y enfrentarlo diariamente a través de las acciones cotidianas. En un mundo que se desarrolla con una base enfocada en la conformación del Estado como centro y rector de la vida, además de una economía basada eminentemente en la producción de riquezas para el gran capital, para los anarquistas como Gabriel, el poder está en conocer cuáles son a las contradicciones a las que puede enfrentarse y repensar las maneras tradicionales de participar en la política del país.
“A los jóvenes nos han dado un número de herramientas y nos dicen ocupá estas herramientas para cambiar el mundo. Nosotros lo que hacemos es cuestionar las herramientas mismas que nos están dando para componer el mundo. Cuando el juego político se hace a través del Estado y la juventud está viendo que no está funcionando, pues busca nuevas formas de hacer política, ya sea a través de arte, de los cuentos, de la danza, de la música”, manifestó el artista.
“Yo hablo de crear nuevos imaginarios. El ejemplo claro que yo pienso es cuestionarse la aceptación del Neoliberalismo, ese sistema que está aquí para quedarse y la retórica de que debés comenzar un negocio, tener una familia, ganar dinero, comprar una cosa, eso es lo que estamos intentando cuestionar”, agregó Gabriel.
[Tomado de https://dev.niu.com.ni/una-revolucion-la-managua-hoy.]
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