Grupo Solenopsis
La reciente polémica por la política de privacidad de Whatsapp ha desencadenado una serie de debates sobre la importancia de la ciberseguridad y el rol de las corporaciones en el uso de la tecnología y la información personal. Lo que comenzó como una forma sofisticada de mostrarnos publicidad en internet, se está transformando en una herramienta política sin precedentes para los Estados, que utilizan estas tecnologías para la vigilancia, la represión y el control social.
Al mismo tiempo, en la región chilena se impulsan leyes represivas y dispositivos jurídicos para la persecusión política y la potencial criminalización de “ciudadanos peligrosos”. La modernización de la ANI, la Ley de Delitos informáticos y el TPP-11 buscan sentar bases institucionales para la implementación de sistemas de vigilancia. Estas iniciativas reflejan el rol del Estado como el brazo armado del Capital transnacional, utilizando el monopolio de la fuerza, la diplomacia de los tratados internacionales y el blindaje jurídico para facilitar el saqueo extractivista en la región.
Actualmente avanzamos en todo el mundo hacia sociedades de vigilancia total que nos recuerdan la distopía Orwelliana de 1984. Las grandes potencias se disputan la infraestructura y el control de la información, siendo el 5G la última de sus manifestaciones. Desde dispositivos móviles, micrófonos, cámaras de celulares y notebooks hasta drones y satélites, todos tributan a una red global de información al servicio de las grandes corporaciones y de los Estados más poderosos. El propósito es claro: el control del Big Data y la infraestructura de las comunicaciones permitirá a los gobiernos totalitarios saber virtualmente todo lo que hacen todas las personas en todo momento, en cualquier parte del mundo.
Donde hay poder hay resistencia. Hoy nos encontramos en una etapa de transición en la cual mantenerse informades y desarrollar una posición crítica resulta fundamental para anticiparnos a lo que viene. Las organizaciones civiles con enfoque de derechos han denunciado públicamente el sistema de videovigilancia por reconocimiento facial y la geolocalización como contrario a los derechos humanos, a la ley, a la constitución, y a los pactos internacionales de derechos civiles y políticos. Frente a esto han realizado campañas para solicitar mayor regulación e impulsar una reforma a la normativa sobre protección de datos personales, un debate democrático en el Congreso previo a la implementación de esta tecnología y solicitando aumentar la fiscalización por parte de autoridades estatales de control, apelando a una reforma de los programas policiales de vigilancia. Sin embargo estas iniciativas parten de la premisa de que el propósito del estado es protegernos.
Desde una perspectiva ácrata, apuntamos a la organización y a la autodefensa digital como la mejor forma de enfrentar el asedio de vigilancia masiva por parte de los estados totalitaristas. Millones de personas alrededor del mundo están desarrollando colaborativamente sistemas operativos, navegadores y softwares que protegen nuestros datos de los gobiernos y las empresas, utilizando código abierto y los principios del software libre.
Colectivos como RiseUp ofrecen aplicaciones y servicios de correo, VPN y almacenamiento seguro de datos, sustentados en los principios del software libre y el establecimiento de una red internacional de colaboración y comunicación entre experiencias y proyectos antiautoritarios. En la región chilena, grupos como el Colectivo Disonancia proporcionan información y material educativo totalmente gratuito sobre criptografía digital o cómo cifrar nuestras comunicaciones [43].
Existe una larga lista de aplicaciones y sistemas operativos disponibles para organización y comunicación cifrada. Motores de búsqueda como DuckDuckGo que no almacenan la información del usuario. Redes sociales como Mastodon y Diaspora o Jitsi son alternativas a Facebook, Twitter y Zoom. Aplicaciones de mensajería cifrada y de código abierto como Signal, Telegram o Briar se han vuelto cada vez más populares. El principal problema es el monopolio de las redes sociales y aplicaciones de mensajería de las grandes empresas transnacionales. Una red social no funciona sin personas. Sin embargo, no debemos subestimar el poder de la contrainformación y la capacidad de las personas de cambiar sus hábitos en el uso de tecnologías cuando alguien se da el tiempo de explicarles las implicancias de esta decisión: luego de la polémica por las políticas de privacidad, Telegram tuvo 25 millones de descargas en todo el mundo, en sólo 72 horas [44].
Al mismo tiempo, artistas y diseñadores han desarrollado técnicas y dispositivos Do It Yourself para hackear el reconocimiento facial: maquillajes, joyas y jockeys con luces led [45]. Otras personas han diseñado vestuario y estuches para celulares que impiden el rastreo satelital de celulares por GPS [46]. Colectivos anarquistas y antidesarrollistas en la región europea están implementando el proyecto Low Tech Magazine, realizando tutoriales para implementar una red de internet autónoma con infraestructura de baja tecnología [47], además de redes de pares o P2P, que implican una participación colectiva en cómo se organiza la comunicación en línea [48]. Grupos de economía social y solidaria en distintas regiones están utilizando blockchain y aplicaciones móviles de código abierto para realizar intercambios comerciales con moneda social, una forma de economía comunitaria anticapitalista [49]. En 2018, una empresa de cartografía rusa hizo desaparecer los sitios de operaciones militares sensibles en Turquía e Israel, lo que acabó revelando su existencia e impulsó a algunos usuarios a localizar estos sitios en otros mapas de código abierto [50]. En la región chilena, el grupo Evade la Vigilancia realizó un mapeo de las cámaras de vigilancia en el territorio con la plataforma uMaps basada en Open Street Maps, una plataforma gratuita, colaborativa y de código abierto [51].
El capitalismo, en la medida en que adquiere mayores niveles de complejidad y dificultad para administrar sus contradicciones internas y el malestar latente, ha comenzado a implementar mecanismos de control social cada vez más eficientes, utilizando los últimos avances científicos y tecnológicos e impulsando a su vez el desarrollo de nuevas tecnologías con esta finalidad. El estado china es hoy la principal manifestación de esta forma de capitalismo, y su camino a controlar la infraestructura de comunicaciones en Abya Yala está pavimentado representando una importante amenaza a la autonomía de la región.
Cuando la empresa de navegación asistida Waze de Google prohibió reportar controles policiales en las ciudades, la gente comenzó a reportarlos como “animales muertos”. Debemos aprovechar la inteligencia colectiva para utilizar las mismas tecnologías en nuestro beneficio. La adaptabilidad de nuestra especie a estas nuevas formas de represión parece necesaria, y los planteamientos teóricos del transhumanismo parecen coherentes. Sin embargo tenemos que considerar que no son aplicables en todos los contextos, como en zonas del no-ser, regiones del Sur Global devastadas por la guerra, el totalitarismo y el necrocapitalismo. Aprender nociones básicas sobre baja tecnología y computación permitiría fortalecer una red de agrupaciones invisibles como foros y comunidades internacionales compartiendo información de forma invisible a la vigilancia del Capital-estado gracias a plataformas de videollamada como Jitsi desarrolladas por personas anónimas que deciden colaborar en ello como forma de resistencia política pero no es una solución para todes.
Dmytri Kleiner, activista por el software libre, planteaba que los hackers no pueden solucionar el problema de la vigilancia: “La vigilancia masiva y el control social no son un problema técnico que requiera más expertes en programación ni en ingeniería: sólo a través de la vinculación con movimientos sociales y su organización podemos enfrentarlo” [52]. Esto nos lleva a pensar en lo que Silvia Rivera Cusicanqui planteaba como la necesidad de desarrollar una ética india y una técnica occidental.
Notas:
[44] https://www.technologyreview.es/s/11282/si-no-regulamos-las-imagenes-de-satelite-nos-vigilaran-las-24-horas
[45] https://umap.openstreetmap.co/en/map/ubicacion-de-camaras-de-vigilancia-en-chile_2598#4/-38.34/-71.46
[46] https://www.dw.com/es/telegram-gana-25-millones-de-usuarios-en-72-horas/a-56211248
[47] https://blogs.publico.es/strambotic/2019/10/burlar-reconocimiento-facial/
[48] https://cnnespanol.cnn.com/2012/04/29/como-enganar-a-la-tecnologia-de-reconocimiento-facial/
[49] https://solar.lowtechmagazine.com/es/2015/10/how-to-build-a-low-tech-internet.html
[50] https://colectivodisonancia.net/autonomia/redes-p2p/
[51] https://monedapar.com.ar/funcionamiento-del-sistema/
[52] https://colectivodisonancia.net/2020/11/un-desafio-colectivo-para-enfrentar-la-vigilancia/
[Parte final de un ensayo más extenso titulado "Vigilancia masiva, tecnocapitalismo y estado policial: análisis crítico y estrategias de autodefensa digital", que en versión original en extenso es accesible en https://lapeste.org/2021/01/vigilancia-masiva-tecnocapitalismo-y-estado-policial-analisis-critico-y-estrategias-de-autodefensa-digital.]
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