Yago Álvarez (diario El Salto, Madrid)
China anuncia que ha registrado en su oficina de Propiedad Intelectual la vacuna contra el covid-19 que está desarrollando la empresa CanSino Biologics junto al Instituto Científico Militar chino. Las acciones de la empresa china suben casi un 14% en una mañana mientras las acciones de Moderna o Quidel, dos compañías en la carrera por lograr la vacuna, bajaban en esa misma sesión.
No es el único bandazo en las bolsas que se está viviendo durante esta carrera. Es tan solo un ejemplo de otros tantos. Por ejemplo, la estadounidense Inovio Pharmaceuticals dobló su valoración entre el 22 y 25 de junio para volver a caer el 1 de julio y la gráfica de cotizaciones de Gilead Sciences, la empresa estadounidense que en marzo y abril fue laureada como “la empresa que más cerca está de conseguir la vacuna”, tiene la forma de la más terrorífica de las montañas rusas: de los 67 dólares a los que cotizaba a finales de febrero, ha llegado a alcanzar los 84 dólares en dos ocasiones de abril. Actualmente, con las expectativas más desinfladas, la americana ronda los 68 dólares acción.
Y aun con los bandazos arriba y abajo, el crecimiento en las acciones no tienen nada que envidiar al que sufrieron los tulipanes holandeses en 1637 cuando un bulbo llegó a valer 3.000 florines, más de 50.000 euros actuales. Es el caso de la estadounidense Novavax Inc que va ganando la carrera bursátil en términos relativos. Al cierre de esta semana, sus acciones cotizaban a 143 dólares aunque ha llegado a alcanzar los 178,50€ (todas las empresas estadounidenses se han resentido tras los anuncios de los hallazgos en Rusia y China). Lo que deja sin respiración es comparar su valor actual con el que tenía en la primera sesión de esta año. Entonces sus acciones acciones valían 4,45 dólares. Lo que significa que las acciones se han revalorizado un 3.800% en lo que va de año o, lo que es lo mismo, que la empresa vale 38 veces más que hace ocho meses. Vaxart, también norteamericana, cotizaba a 36 céntimos al comenzar el año, llegó a los 17 dólares a principio de julio y ahora está sobre los 8,30$. Una subida del 2.800% en lo que va de año. Ibio, con sede en Delaware, el estado norteamericano conocido por su casi nula fiscalidad para empresas, ha subido un 960% desde enero. Las también estadounidenses Arcturus Therapeutics, Vir Biotechnology e Inovio pharmaceutical han subido más de un 300% cada una. La alemana BioNTech ha subido un 108% en el mismo periodo.
Como en el caso de Novavax, todas ellas se han resentido tras los anuncios de Rusia (con la puesta en escena de Putin clamando que la había probado con su propia hija) y la patente de CanSino por la parte China. Ibio se dejaba un cuarto de su valor, Inovio Pharmaceuticals un 23%, Novavax un 16% y Moderna un 4%.
No hace falta, ni tan siquiera, encontrar la cura para el virus para ganar o perder dinero en la carrera. Las especulaciones, los rumores, los anuncios intencionados, las filtraciones, las “dudas” de países u organismos internacionales o los ataques de los conglomerados de medios de comunicación son ingredientes fundamentales del vaivén especulativo de los mercados. La carrera por el desarrollo de la vacuna no es inmune. Los picos de sierra que se pueden ver en la gráfica de Gilead y en varias de las empresas farmacéuticas son perfectos para que los cortoplacistas o los que se posicionan en corto (apuestan que las acciones caerán) ganen dinero y también, claro, para que otra gente lo pierda.
Mejor el remedio que la cura de la enfermedad
Incomprensible pueden resultar los aumentos de valorización de las empresas si observamos las cifras del posible beneficio que reportará el descubrimiento. Según los cálculos de la multinacional financiera estadounidense Morgan Stanley, las ventas podrían aportar entre 10.000 y 30.000 millones de dólares en ventas, en función de factores como la presión política sobre los precios, la capacidad de negociación de los países y los efectos de la pandemia sobre el sur global. Esos mismos cálculos prevén que la empresa o empresas que la comercialicen podrían repartirse entre 2.000 y 25.000 millones de dólares anuales. Diversos analistas creen que la cifra estará más cerca de la parte baja de la horquilla porque el tratamiento sanitario se convertirá en habitual y probablemente se desarrollen diferentes opciones que competirán entre ellas por el mismo mercado. En la actualidad, el mercado total de vacunas ronda los 35.000 millones de dólares anuales. Es importante resaltar que estas cifras se refieren a las ventas y no a los beneficios. Los costes de investigación y testeo, que no son pocos dada la premura de este proceso, así como los de producción y distribución deberían ser descontados del cálculo para hacernos una idea más aproximada del beneficio real.
Un beneficio que podría no corresponderse con la carrera bursátil. Moderna ha incrementado su capitalización bursátil en unos 18.000 millones de euros, la china CanSino Biologics en unos 20.000 millones, Novavax ha subido 8.000 millones, Quidel Corporation otros 6.000 millones, Vir Biotechnology se ha revalorizado más de 5.000 millones... En general, todas las empresas que se encuentran han incrementado notablemente su valor, superando incluso el premio de los que lleguen primero a la meta. Si Moderna o CanSino tuvieran su propio Amancio Ortega, o sea un accionista mayoritario con el 60% de las participaciones, se podría dar la paradoja de que un solo accionista habría ganado más con la revalorización de las acciones que lo que ganarán varias empresas que descubran y vendan juntas la vacuna.
Sobredosis de dinero
Que el dinero fluya tanto hacia esta industria se debe a dos motivos. Por un lado, la fuga de los inversores de sectores que sí que se han visto fuertemente afectados por la pandemia hacia otros mercados o hacia valores refugio como el oro (actualmente en máximos). Y por otro lado, el dopaje que viven los mercados. Los bancos centrales, encabezados por el Banco Central Europeo (BCE) o la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) y seguidos por el británico o el japonés, llevan varios meses inundando los mercados de dinero. “Darle a la maquinita del dinero”, le llaman algunos. Los bancos y otros actores financieros disponen de ingentes cantidades de dinero y de tipos de interés cercanos a cero o incluso negativos (les pagan por recibir dinero) pero claro, ¿por qué razón trasladar ese dinero a la economía real y productiva cuando existe un mercado y unas empresas a las que todo el mundo mira? Les resulta mucho más rentable comprar acciones y derivados, tal y como el propio Banco de Inglaterra acaba de anunciar que ha sucedido con su política monetaria que aplica desde la anterior crisis financiera de 2008, el Quantitative Easing (QE).
Luis Flores, de la Comisión de Antiglobalización de Ecologistas en Acción, asegura que el dopaje de los mercados mediante la intervención de los gobiernos y los bancos centrales está siendo “un experimento histórico, con todo el significado de la palabra, de una magnitud tan desproporcionada y tan concentrada exclusivamente en inundar de liquidez a las empresas y los mercados, que esa liquidez que hay que colocar está disparando el precio de multitud de activos”. Según él, la señal fundamental para ver que “los mercados han dejado de funcionar como tales” y que “hay algo mal, muy mal” es que la bolsa de Estados Unidos, los bonos y el oro están en máximos históricos, incluso tratándose de una de las peores crisis económicas desde que existen registros. “Los bancos centrales vuelven al ‘whatever it takes’, compran bonos, swaps de divisas para estabilizar las monedas. Esto reflota las bolsas y juega un papel importante, aunque no el único, en la burbuja de estas biotecnológicas”, explica el economista de la consultora Ekona Sergi Cutillas.
Empresas que valen más de lo que pueden llegar a ganar, muchas empresas compitiendo por un mismo premio, un sector en el que hay puestos demasiados ojos y esperanzas, y un mercado inundado de liquidez son los componentes perfectos para la fórmula de una burbuja bursátil. “Se generan expectativas de que se vayan a producir muchas vacunas o, mejor dicho, creen que se van a vender muchas, pero no todas van a encontrar la cura o van a poder producirla”, matiza Cutillas, que ve un peligro en aquellas que no lo hagan y sus acciones se desplomen: “Que haya empresas que hayan aumentado su valorización más de un 3.000% es obviamente una burbuja y si no encuentran la vacuna, esto va a pinchar”. Según argumenta, actualmente nos encontramos en un momento de gran incertidumbre, algo que se traduce también en estrés de los mercados, en los que “estos valores hinchados convierten la inversión en estas empresas de vacuna unas inversiones de alto nivel especulativo”.
¿Y si la carrera se convierte en un maratón?
Según gran parte del mundo farmacológico y biotecnológico, las expectativa de tener la vacuna testada y distribuyéndose a finales de este año parecen demasiado optimistas. El proceso se podría alargar mucho más o, como en el caso del síndrome respiratorio agudo severo (SRAS), que se controlase antes la pandemia y se abandonara la carrera sin llegar a meta.
“Al final va a haber mucha geopolítica y política de Estado”, apunta Cutillas, que explica que el anuncio sobre la vacuna rusa tiene efectos directos sobre los mercados pero además genera un impacto político internacional. “Los Estados, que tendrán que elegir qué vacuna es la buena, no solo se guiarán por criterios médicos sino también políticos”. Afirma que Estados Unidos no comprará la vacuna rusa y explica cómo, para asegurarse el abastecimiento para su población, Alemania ha entrado en una de las empresas que compite en el país germano por encontrar el remedio. Se refiere a la compañía biofarmacéutica CureVac, de la que el Gobierno alemán compró un 23% de sus acciones mediante la inyección de 300 millones de euros para, como apuntaba Cutillas, asegurarse el autoabastecimiento, dotarla de recursos económicos para la investigación y, de paso, evitar que sean otros países los que tomen la delantera con sus propias empresas: Trump había ofrecido en marzo a la empresa financiación a fondo perdido, a cambio de derechos de patente para su derecho exclusivo.
Al final, la euforia bursátil parece ir en sentido contrario al miedo en las calles. Los oligopolios, al igual que en el sector financiero, controlan los mercados y corren a un ritmo muy distinto del que lleva la economía real, la no financiarizada. Del mismo modo que en la anterior crisis, la salida se antoja en manos de muy pocas personas. Cutillas se despide con una lectura positiva: “Igual que la anterior crisis nos hizo preguntarnos sobre la estructura la del oligopolio financiero y bancario, esta crisis podría servir para preguntarnos lo mismo de la industria farmacéutica. Preguntarnos quién gestiona los tiempos, los controles o por qué tiene que haber estas burbujas en la bolsa para que se puedan financiar las carreras por las vacunas cuando se podrían hacer desde lo público. Espero que sirva para abrir el debate de que la industria farmacéutica debería ser pública y común”.
[Tomado de https://www.elsaltodiario.com/industria-farmaceutica/burbuja-bursatil-especulacion-negocio-carrera-vacuna-covid-19.]
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