Jorge Zavaleta
El anarquismo tiene en América Latina una amplia historia, que se remonta hacia 1860 en que llegan de Europa las ideas de Prohudon y Bakunin sobre luchas pacíficas y violentas, en manifestaciones de heroísmo individual y colectivo, en esfuerzos organizativos, en propaganda oral, escrita y práctica, en obras literarias, en experimento teatrales, pedagógicos, cooperativos, comunitarios, etc.
El anarquismo tiene en América Latina una amplia historia, que se remonta hacia 1860 en que llegan de Europa las ideas de Prohudon y Bakunin sobre luchas pacíficas y violentas, en manifestaciones de heroísmo individual y colectivo, en esfuerzos organizativos, en propaganda oral, escrita y práctica, en obras literarias, en experimento teatrales, pedagógicos, cooperativos, comunitarios, etc.
Esta historia nunca ha sido escrita en su totalidad, aunque existen algunos buenos estudios parciales.Algunos historiadores desconocen los hechos o consideran al anarquismo o como una ideología marginal y absolutamente minoritaria y desdeñable. Otros, saben lo que el anarquismo significa en la historia de las ideas socialistas y comprenden su actitud frente al marxismo, y por eso se esfuerzan en olvidarlo o en desvalorizarlo como fruto de inmadurez revolucionaria, utopismo abstracto, rebeldía artesanal o pequeño burguesa, etc.
En las siguientes líneas en un estante de libros, en una aldea de los Andes, en casa de un latifundista, recuerdo haber visto dos carátulas de esos libros: Mi primera excursión, junto con veinte compañeros de la escuela dejábamos por primera vez la tutoría familiar para un viaje de promoción desde Caraz a Chiquián, en el límite entre las regiones de Ancash-Lima. Década de los 50. Después del breve saludo de bienvenida, frente a cada uno de los visitantes se formó un fila de niños como nosotros. Pedro Jaramillo, me tendió la mano, cogió mi maleta y me dijo “contigo nos vamos a casa”. De pronto me convertí en miembro de familia. Abrieron un dormitorio y me invitaron a descansar.
Solo, en silencio, con la luna llena que se veía desde la ventana me detuve a mirar la fotografía de un hombre a caballo, cubierto de un sombrero de paja. No esperé mucho y salí de la habitación a la sala, donde la familia conversaba con entusiasmo sobre la cosecha de la hacienda. Y al fondo, también, en lugar preferente, la misma fotografía. Y así empezé a conocer más sobre quien era Luis Pardo (1879-1909)
En la plaza central de Chiquian, los pobladores suman hasta ahora historias de sus héroes populares que forman parte de la ciudad, y de la Pampa de Lampas, donde permanece el busto de Luis Pardo Novoa: “Hijo Ilustre y Benefactor de los Pobres”, obra cincelada por el escultor peruano Vidal León. Y la calle principal de la ciudad también lleva el nombre de Luis Pardo.
Escritores, compositores y poetas como: José Diez Canseco, Enrique Cornejo Villanueva, Alberto Carrillo Ramírez, Rubén Barrenechea Núñez, Manuel Justo Arredondo, Raúl Zárate Aquino, Julio Rosas Olivera Oré, Alfredo Grados, Darío Mejía, Pedro Arana Quiróz, Filomeno Zubieta Núñez, Vidal Alvarado Cruz, Mario Reyes Barba, Alejandro Aldave Montoro, Héctor Gamarra Espinoza, Mauro Aquino Albornoz, Guillermo Pardo Novoa, Sonia Pardo Loarte, Luis A. Ramírez, y centenas de investigadores de diferentes vertientes han escrito semblanzas, cuentos, poemas, dramas, canciones e himnos. En 1929 se filmó la película Luis Pardo, con la dirección de Enrique Cornejo Villanueva, que terminó de consagrar al Luis Pardo: luchador social y figura romántica.
“El canto de Luis Pardo” o “La andarita”. A su muerte apareció el semanario Integridad, que dirigió Abelardo Gamarra “El Tunante”, en el cual se publicó un poema de once décimas de autor anónimo titulado: El Canto de Luis Pardo, cuya música en ritmo de vals se atribuye a Justo Arredondo. El poema habla de la muerte de sus padres y la de su amada Andarita, así como también narraba sus pesares y el porqué de su rebeldía contra las autoridades. La versión más conocida y emblemática de este vals fue la de un conjunto peruano: Los Troveros Criollos, 1956.
Estudiantes del Colegio San Ignacio de Loyola de Piura, en la frontera con Ecuador, en un portal sobre Luis Pardo plantean tres interrogantes: ¿El bandolerismo es una gesta popular? ¿Porqué el arte popular glorifica a sus bandoleros héroes? ¿Qué hay trás la mítica concepción popular de sus bandoleros héroes? Estas interrogantes son respondidas con amplitud. En la Biblioteca del Congreso de Washington-Biblioteca Digital de la Unesco, existe infinita información del anarquismo y diferentes expresiones que cuestionan el orden tradicional. Juan Pablo Damondo ha llamado la Narrativa del Bandolero, para referirse a la heterogeneidad de discursos de identificación con el “ladrón noble que quitó a los ricos para entregar a los pobres”.
Por eso, Luis Pardo en la película de Enrique Cornejo Villanueva, en palabras del crítico Bedoya, motivó a la composición de huaynos, valses sobre este personaje cuya identificación popular hace de él un ladrón que sustrae el rico, en protesta individual con el drama cotidiano que observa cada instante no solo en el mundo rural sino después en la ciudad que expulsa al débil hacia los cerros y arenales, una pincelada de lo que es pensar o querer el bienestar para todos, como soñó este héroe popular del Peru de los olvidados.
Y hoy, julio del 2020, con la pandemia que invade el aire, el citadino, empezando por los sectores de altos ingresos y sus gobiernos de turno, no se atreven a reconocer que la estructura económica y social acabará más rápido con la vida de los olvidados del planeta.
[Versión resumida de artículo original accesible en https://diario16.com/el-anarquismo-en-los-andes.]
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