Carlos Solero
En el turbulento presente de la región Argentina, donde, lo que parece importar es solo el ritmo en la escalada del dólar y no el exponencial incremento de los padecimientos en la población expoliada por el capital además cada idea buscan imponer neologismos.
En el turbulento presente de la región Argentina, donde, lo que parece importar es solo el ritmo en la escalada del dólar y no el exponencial incremento de los padecimientos en la población expoliada por el capital además cada idea buscan imponer neologismos.
En efecto, no podemos sino remitirnos a la distopia de George Orwell 1984 ya que allí aparece la cuestión de la neolengua, vigilada tenazmente por la llamada "policía del pensamiento". Mencionar el reperfilamiento de deuda, el paraguas cambiario y otras metáforas climáticas y hasta de navegación no es otra cosa que la expresión superestructural de la crisis de un sistema predador y su lógica de dominación. El horror económico, como explica Viviane Forrester, produce shocks en diversas esferas materiales y simbólicas.
Los multimedios de comunicación no son más que los propaladores que difunden y amplifican los discursos del poder. A lo sumo se polemiza acerca del modelo de acumulación y nunca se admite la puesta en cuestión del sistema como totalidad que condiciona y moldea subjetividades que pretende dóciles, delegativas y obedientes.
Magno grado de alienación social que produce de continuo hambrientos y carecientes de amparo.
Las patotas sindicales colaboran con la represión como en Chubut.
El sistema pone en escena su asistencialismo como un eslabón porque su esencia es perpetuar los privilegios y el sometimientote las personas más vulnerables.
En uno de sus celebres ensayos Fredy Perlman afirma: "En cuanto los seres humanos aceptan el dinero como equivalente de la vida, la venta de la actividad humana se convierte en condición de su supervivencia física y social. " Miserable sociedad la que encadena de ese modo cosificándolo todo, transformándolo todo en mercancía. En este devenir, la vida es tan desechable como cualquier objeto y no aceptamos ni aceptaremos ese destino de muerte planificada.
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