Norman Baillargeon
“El anarquismo ha sufrido punzantes
fracasos en el plano político
y social, pero al menos hay un campo en el que no deja de llevarse brillantes victorias, es el de
las artes y las letras”
Henri Arvon
¿Existe
un arte y una literatura propiamente anarquistas? ¿Existe una estética, es decir, una teoría
del arte que pudieran
reclamar uno y otra? Algunos lo piensan y han intentado demostrarlo. Pero para mí no han sido
muy convincentes.
Lo
que no es sorprendente si pensamos que un arte que fuera anarquista perdería por definición
casi todo su interés y dejaría
de ser vivo e innovador en proporción a su sumisión
a los dictados en los que se dejara encerrar.
Muchos
anarquistas se han interesado en el arte y han escrito sobre él, empezando por Proudhon y
Kropotkin. Aunque sus escritos
sobre el arte son poco conocidos (y a decir verdad
poco interesantes), otros escritos libertarios sobre el arte son famosos y conservan cierto interés -los
de Tolstoi por ejemplo (¿Qué es el arte?- Pero nada de todo eso permite delimitar una estética específicamente
anarquista en la que se
expondrían posiciones libertarias sobre problemas como la naturaleza de lo bello, el significado
del arte y otras cuestiones
relevantes de la teoría del arte.
Dicho
esto, también hay que convenir que ha habido ligámenes ricos y fecundos que han
unido, con una constancia destacable,
el mundo del arte y de la literatura al de los anarquistas.
De hecho, la simple enumeración de todos los escritores,
pintores y artistas que se han inspirado en el anarquismo
o simplemente, que han sido ellos mismos anarquistas,
ocuparía todo el espacio que puedo dedicar aquí
a ese tema. Desde Shelley, Courbet, Pissarro, Ibsen y Signac, a Duchamp (que se llama
“anartista”), John Cage, los
surrealistas, la lista es enorme.
Anotemos
sin embargo que los lazos entre el anarquismo y el
mundo del arte no fueron nunca tan numerosos y ricos como a finales del siglo XIX a través del
simbolismo y el impresionismo.
Buscando
las razones que expliquen la abundancia y constancia
de estos ligámenes, podemos pensar que los creadores no son insensibles respecto al lugar
que ocupa la libertad para los
anarquistas, así como el individualismo, la revuelta
y la ruptura con las tradiciones. El pintor Signac describía su trabajo como “un esfuerzo
personal de toda su individualidad
contra las convenciones burguesas oficiales”.
Además,
es destacable que su amor apasionado por la libertad haya hecho presentir a los anarquistas
el gran peligro que corría el
arte auténtico si era controlado políticamente. Por
eso no hay apenas, en las diferentes corrientes anarquistas, un programa que asignara al arte
una función de propaganda o que intentara ceñirlo a la defensa y a la
promoción de un determinado
programa político. Lejos de intentar
dominar el arte, el anarquismo prefiere girarse hacia
el acto creador más que hacia el creador, evitando así cualquier culto a la personalidad y su
cortejo de mitologías.
En
fin, que de la misma manera que se negó a suscribir el reduccionismo económico e histórico que
desarrollaría la estética
marxista hasta la caricatura en el realismo socialista (un programa del que Marx tenía una muy
pobre opinión), el anarquismo
siempre ha querido que miremos hacia
el futuro y lo desconocido.
[Texto
extraído del libro El orden sin el poder. Ayer y hoy del anarquismo, que
en versión digital completa es accesible en https://ia800602.us.archive.org/35/items/00015ElOrdenSinPoder/00015%20El%20Orden%20Sin%20Poder.pdf.]
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