Carlos Solero
En la madrugada del 20 de diciembre de 2001 fuimos uno más en la multitud sin banderas que ruidosamente copo el centro de Rosario al grito furioso de Que se vayan todos.
Veníamos de una larga jornada la del 19 que dejó un tendal de muertos y heridos. La fuerza bruta policial sembró de cadáveres los barrios.
En la madrugada del 20 de diciembre de 2001 fuimos uno más en la multitud sin banderas que ruidosamente copo el centro de Rosario al grito furioso de Que se vayan todos.
Veníamos de una larga jornada la del 19 que dejó un tendal de muertos y heridos. La fuerza bruta policial sembró de cadáveres los barrios.
El estallido social fue reprimido ferozmente. Esas muertes de hijas e hijos del pueblo permanecen impunes.
Decimos con indignación que transcurridos 17 años de esas jornadas la amnesia parece invadir a gran parte de esta sociedad. Alienada, indolente frente al nuevo genocidio en marcha.
Miles de pobres y empobrecidos. Niñas y niños al borde del abismo, ancianos librados a su maldita suerte de expoliados. Miles de desempleados lanzados hacia la exclusión social.
El 20 de diciembre de 2001 fue una especie de Apocalipsis, es decir de revelación. Quedó en evidencia una vez más la capacidad predadora del Estado y el capital. También nos deja una enseñanza aun es países como este en los que han sembrado con eficacia el terror en los cuerpos las multitudes salen a las calles cuando se sienten hastiadas del escarnio.
Puede que no sea por última vez. Si fuimos capaces de desafiar los dictados del poder en 2001.
¿Por que no otra vez?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.