Revista Fenrir
Mientras que los materiales radioactivos liberados
por la central nuclearde Fukushima después del desastre del 2011 han sido
registrados en lasarenas y en las aguas saladas subterráneas hasta a
una distancia de 100kilómetros del lugar, y las arenas que contienen el
cesio radioactivo loestán liberando lentamente en el océano, en el
lugar de la central hanempezado las operaciones de recuperación de los
desechos radioactivosy de desmantelamiento de la instalación.
La enorme tarea de saneamiento requerirá
operaciones de ingeniería que nunca se habían hecho antes, unos 30-40 años de
trabajo y un coste de más de 75.000 millones de dólares, que son sólo una parte
del coste total del desastre de Fukushima, que sería de unos 205.500 millones
de dólares, aunque muchos consideran que las cifras están muy subestimadas.
Como si, entre otras cosas, fuese posible calcular con dinero los daños
irreversibles causados por un desastre nuclear a la salud de los ecosistemas y
de los seres vivos en un radio de centenares o millones de quilómetros. Las
dificultades principales de los trabajos desaneamiento son ahora la gestión de las miles de
barras de combustible,junto a los desechos deformados de los reactores y
al agua utilizada paraenfriarlos.
Aún hoy, a siete años del accidente, cada día se
hace circular el agua deliberadamente en cada reactor para enfriar el
combustible que hay dentro, pero la instalación se encuentra en una pendiente y
el agua de la lluvia sigue cayendo dentro del edificio. Los trabajadores han
construido un elaborado sistema de limpieza que drena con agua el cesio, el
estroncio y decenas de otras partículas radioactivas; una parte de esta agua la
hacen volver a circular por los reactores, y otra parte termina en los enormes depósitos
del lugar. Hay alrededor de un millón de toneladas de agua conservándose en mil
depósitos, y el volumen crece 100 toneladas al día respecto a las 400 toneladas
de hace cuatro años. Para impedir que se filtre más agua en el terreno y se
contamine, han pavimentado más del 90 por ciento del lugar. También han
construido una serie de canales de desagüe y barreras subterraneas, entre las
que hay un “muro”, supuestamente impermeable, de tierra congelada, que ha
costado 325 millones de dólares, para impedir que el agua se introduzca en los
reactores y en el océano.
Sin embargo, estos inventos aún no han funcionado
según lo previsto,especialmente durante los tifones, cuando las
precipitaciones aumentan al máximo y, por lo tanto, las faldas acuíferas
continúan contaminándose. La TEPCO, ente de gestión de la instalación, aún no
ha decidido qué hacer con toda el agua almacenada, porque liberarla de nuevo al
océano (como se ha hecho después del desastre) acarrearía muchas críticas en el
país y en el extranjero, pero la principal preocupación es que otro gran
terremoto pueda causar la fuga de los depósitos.
Para manejar el combustible, es decir, los trozos
de uranio fundido, y las barras de combustible inservibles y las no utilizadas,
almacenadas en los reactores, se están utilizando sondas robóticas y técnicas
de imaging 3-D. TEPCO pretende utilizar los robots para desenterrar el
combustible fundido y conservarlo en contenedores antes de enviarlo a su punto
de eliminación final. En cuanto al aspecto del lugar en unos decenios, los
funcionarios del gobierno japonés han decidido no adoptar la solución tipo
Chernobyl de conservarlo en estilo sarcófago, porque quieren hacer volver
habitables lo antes posible las áreas que hay en torno a la instalación de
Fukushima..
[Publicado originalmente en la revista Fenrir # 9, 2018. Numero completo
accesible en https://vozcomoarma.noblogs.org/files/2018/11/Fenrir-9-ESP_ridotta.pdf.]
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