Dimas Morillo
Venezuela a lo largo de estos últimos dos años y medio ha estado sumergida en una creciente crisis que lejos de resolverse o de que el gobierno busque medidas efectivas que tengan como objetivo mejorar la situación, lo que se observa en las calles es el incremento de la desidia, la corrupción y las riquezas de una cúpula de adeptos en los altos cargos del gobierno, además de los ricos de siempre.
Situación que acaba por azotar en mayor medida a la clase obrera y al pueblo pobre, quienes actualmente cuentan con la mayor cantidad de problemas acuciantes como: la falta de efectivo en las calles e incapacidad de adquirir productos de la cesta básica a causa de la escasez y la hiperinflación, incansables colas diarias para realizar todo tipo de trámites y diligencias en las cuales muchos han de pasar hasta 5 y 6 horas, tomándoles todo un día hábil de trabajo para realizar tales acciones.
A esto le sumamos problemas de la vida cotidiana como es la conexión por parte del servicio en líneas telefónicas e internet a las áreas rurales y más apartadas de las capitales del país (las cuales son abismalmente golpeadas gracias a la centralización de las políticas estatales), complicándose en gran medida poder comprar productos debido a lo mencionado anteriormente mediante los puntos de venta electrónicos, sumando a que en su mayoría están dañados. Lo mismo sucede con el internet, imposibilitando además las transferencias online, en cuanto que otros comercios se niegan a aceptar las transferencias bancarías como método de pago. En cohesión a esto, usuarios bancarios han reportado casos de corrupción en la solicitud y entrega de los puntos de venta por parte de la banca tanto privada como estatal, donde le han de entregar tales herramientas de comercios al mayor postor.
Así como las contiendas electorales y de calle que se han presentado en el transcurso del 2017 han colocado en evidencia una cuestión que salta a la vista, la cual vendría siendo el constante desprestigio de las fuerzas políticas, tanto de parte del oficialismo como de la oposición, mientras que por abajo el deterioro de la condición material de los trabajadores se desarrolla cada día en mayor escala. Como afirmaría un obrero entre comentarios sarcásticos y un tono irónico: “Míralos a ellos todos gordos… y nosotros… que ni podemos caminar porque nos desarmamos (…) Las camisas nos quedan como batas y los pantalones hay que amarrarlos con mecate”.
Sumemos el incremento de los artículos de la cesta básica que semanalmente sufren un aumento desproporcionado y descabellado a causa de la inflación que ya se estima para este año 2017 ha de cerrar para los más optimistas en 720% como para otros analistas en 1400% anual. Artículos como los huevos (los cuales en muchas casas eran la proteína que venían a sustituir las mismas de la carne) se encuentran en las calles y comercios a un precio de 22 mil BsF el medio cartón, 44 mil el cartón, mientras que el aceite y el azúcar han despegado a una cifra abismal de entre treinta 30 y cuarenta (40) mil BsF el litro y el kilo. Como manifestara un trabajador que buscaba adquirir el producto: “Eso es demasiado. Para alguien que gana sueldo mínimo, se le hace cuesta arriba adquirir el azúcar a ese precio. Yo resolveré comprándola detallada en las bodegas”.
Por otro lado las condiciones de los ambulatorios y hospitales se encuentran en el olvido, a tal punto que los pacientes deben comprar o llevar los insumos en caso de que se le pueda brindar la asistencia médica, así mismo la aplicación de tratamientos médicos (en casos especiales incluso exigen a los pacientes comprar artículos como yelcos o soluciones intravenosas para poder aplicarlas). Mientras que en el caso de las medicinas, éstas siguen incrementándose de acuerdo a los niveles inflacionarios y el dólar paralelo, además en su mayoría están en completa extinción en el mercado.
Aunado a esto, un peligro ha estado acechando a la clase obrera y los sectores populares en este 2017, y tal es el asunto que concierne a la desnutrición de la misma. De acuerdo a la organización Cáritas de Venezuela hasta abril de este año, se registró en el país 11,4 % de desnutrición infantil, que incluye casos graves de menores que han perdido cerca de 60 % de peso, lo que implica una situación de “crisis” según parámetros de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Para la nutricionista y experta en seguridad alimentaria de esta organización, Susana Raffalli, “Ya se superó el umbral de 10 y estamos en 11,4 %, ya salimos de la situación de alarma a la de crisis”, al referirse al último reporte con datos aportados hasta abril sobre 1.090 niños, señalando que esta es una "crisis de desnutrición aguda severa". Y aun cuando para el estudio solo se tomaron en cuenta cuatro estados (Zulia, Vargas, Miranda y el Distrito Capital) la situación es generalizada a lo largo y ancho del país. De acuerdo a esta especialista, “Hasta 5 % es aceptable, de 5 al 10 % es alarma, entre 10 y 15 % es crisis y ya cuando llegas al 30 % es un desastre y en términos alimentarios se llama hambruna”, explicando que cuando el índice de desnutrición infantil severa pasa de 11 % “es para que el Estado actúe y surta de inmediato los dispensarios y hospitales pediátricos con fórmulas infantiles terapéuticas” , lo que asegura, no ha ocurrido.
Mientras que por otro lado, para expertos de la Red de Médicos por la Salud, como el doctor Julio Castro: “Venezuela no ha llegado al nivel de la hambruna; sin embargo, se observan escalas de desnutrición de forma acelerada, según la cifra de Cáritas avanza 1% por mes". Además "cuestionó que en Venezuela no funcione de forma correcta el Sistema de Vigilancia Alimentaria y Nutricional por lo que en el país no se cuenta con estadísticas específicas del nivel de nutrición”. Es de constatar que de acuerdo a la FAO, la desnutrición en Venezuela pasó de 10,5% a 13 % en últimos 10 años.
Durante una entrevista realizada por quien escribe este artículo a una doctora que labora en el C.D.I (Centro Diagnóstico Integral) y hospital de Churuguara, estado Falcón, y que pidió permanecer en anonimato debido al hostigamiento laboral, esta comenta qué: “En un estudio realizado a la población se logró observar que las adolescentes y madres en estado prenatal, presentan una considerable disminución de peso que afecta tanto a los fetos como a posibles problemas pre-natales, pre-parto y post-parto”. Agregando que “Por otro lado, en las tablas de percentiles usadas para determinar los niveles de nutrición en Falcón y el municipio Federación, se detectaron casos de desnutrición adulta e infantil, a tal grado que le ha afectado en la disminución de la estatura promedio de la población”.
Los precios de artículos como las fórmulas maternas y la leche se encuentran por las nubes (igual los pañales) entre 60 mil BsF y 100 mil las fórmulas. Muchas madres luego del parto ni siquiera pueden lactar debido a la mal nutrición. La situación en las escuelas no deja de ser distinta, las cocineras alegan estar única y exclusivamente cumpliendo horarios debido a la falta de alimentos tanto en las escuelas como liceos.
De acuerdo a un reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Venezuela fue el país del continente que experimentó la mayor alza en subalimentación, al aportar 1,3 millón de los 1,5 millón de nuevas personas con hambre en América Latina entre 2014 y 2016 respecto del bienio previo, quedando el país entre los seis países que aumentó la proporción de personas subalimentadas. Actualmente se desconocen cifras oficiales por parte del gobierno debido al hermetismo institucional que desde hace años vienen tratando de ocultar a la población.
Mientras que una de las fuentes primarías de proteínas como lo son las carnes, hoy en día son literalmente inaccesibles al trabajador. Es por esto que el incremento del precio de la carne ha traído como consecuencia la disminución del consumo del alimento por parte de muchos compradores, quienes alarmados por los costos de este producto optaron por sustituir de su dieta la proteína animal que se consigue en los mercados a un precio que oscilaba a principios de octubre entre Bs. 32.000 y Bs. 40.000, siendo que su precio aumenta semanalmente en Caracas.
Debido a esto, muchas familias obreras han recurrido a la medida de implementar la rutina alimentaria de dos comidas diarias, y éstas se encuentran basadas únicamente en carbohidratos. En muchas ocasiones la han denominado “La Dieta del esclavo” ya que solo le proporciona las energías suficientes para el trabajo más no para estar debida y propiamente alimentado. Unos tantos de estos alegan sentirse tan debilitados físicamente, que sienten solo bastarle las energías para el caminar. Otros han prescindido de tan siquiera hacer actividades recreativas y deportivas.
Tal es el caso de este humilde trabajador que les escribe él cual ha de medir 1,70 y pesar 60kg, dónde la regla establece que diez kilos por debajo del resultante después del metro de estatura se puede considerar como indicio de malnutrición, y le sumamos a eso una cifosis que empieza a ser notable. Y eso solo con mencionar a un solo integrante de una familia de 5 personas que se encuentran en la misma condición, al igual que la mayoría de los trabajadores y los sectores pobres.
[http://www.laizquierdadiario.com.ve/Producto-de-la-crisis-la-subalimentacion-y-desnutricion-afectan-al-pueblo-trabajador-y-pobre?id_rubrique=5442.]
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