Daniel Di-Negri
La sociedad chilena actual se encuentra en un momento de transformación y superación del neoliberalismo, impuesto a sangre y fuego luego de la derrota del reformismo marxista en 1973. Hagamos memoria: con la complicidad de los partidos políticos tradicionales, los medios de comunicación fascistas y los “nacientes” rostros televisivos, lograron reeducar y conductizar a la población, con el terrorismo militar como “música de fondo”, inculcándoles los “más sagrados intereses de la patria”: la religión, el patriotismo y el libre mercado. Cuando el sistema “tuvo los beneficios esperados” -esto es el 90% de la población sobreviviendo con el 40% de las utilidades económicas totales -, los elementos utilizados por la dictadura pinochetista para “mantener el control” de una sociedad adversa y radicalizada, se transformaron en leyes, órdenes, instituciones, cultura, etc. Pasó el tiempo, el sistema tuvo una lógica crisis, mientras la resistencia popular -inspirada entonces por un marxismo más “confrontacional” que el de antaño- sufrió serios golpes represivos que permitieron al sistema neoliberal llegar a un acuerdo con los partidos políticos que no se declaraban abiertamente “revolucionarios”, quienes buscaban una sucesión en el poder, para ellos disfrutar de tal suculento botín impunemente ¿Qué tiene esto que ver con la dominación religiosa de América latina y la próxima visita del “santo Padre” a esta región?
La sociedad chilena actual se encuentra en un momento de transformación y superación del neoliberalismo, impuesto a sangre y fuego luego de la derrota del reformismo marxista en 1973. Hagamos memoria: con la complicidad de los partidos políticos tradicionales, los medios de comunicación fascistas y los “nacientes” rostros televisivos, lograron reeducar y conductizar a la población, con el terrorismo militar como “música de fondo”, inculcándoles los “más sagrados intereses de la patria”: la religión, el patriotismo y el libre mercado. Cuando el sistema “tuvo los beneficios esperados” -esto es el 90% de la población sobreviviendo con el 40% de las utilidades económicas totales -, los elementos utilizados por la dictadura pinochetista para “mantener el control” de una sociedad adversa y radicalizada, se transformaron en leyes, órdenes, instituciones, cultura, etc. Pasó el tiempo, el sistema tuvo una lógica crisis, mientras la resistencia popular -inspirada entonces por un marxismo más “confrontacional” que el de antaño- sufrió serios golpes represivos que permitieron al sistema neoliberal llegar a un acuerdo con los partidos políticos que no se declaraban abiertamente “revolucionarios”, quienes buscaban una sucesión en el poder, para ellos disfrutar de tal suculento botín impunemente ¿Qué tiene esto que ver con la dominación religiosa de América latina y la próxima visita del “santo Padre” a esta región?
Hablemos de la Iglesia Católica chilena: la misma que durante siglos hizo ostentación de un pensamiento ultra derechista y conservador, que amenazaba con excomulgar a las mujeres “por usar bikinis” y “tomar la pastilla anticonceptiva” en la década de 1960, la que tenía amplios controles sobre el pensamiento y la orientación ideológica de la sociedad, la que penalizaba en público lo que gustaba de hacer en secreto (y no solo nos referimos a los múltiples “casos aislados” de pedofilia, abortos y violaciones dentro de la iglesias). La misma que “asumió” la “defensa de los Derechos Humanos”, durante los años más sangrientos de la dictadura, y tuvo un NULO aporte para salvar las vidas de los recluidos en los campos de concentración (recordemos la visita del Cardenal Silva Henríquez al Estadio Nacional el 22 septiembre 1973 y su ineficacia para solucionar la situación de los detenidos, torturados, asesinados, desaparecidos, etc.). La misma Iglesia que a solo 7 días del Golpe de Estado hizo un Te Deum celebrando las “Glorias del ejército” y a la Junta de Gobierno, la que esperaba junto a la DC que los militares “limpiaran la casa”, para que luego estos vinieran a entregarles el poder en bandeja, la que sirvió para ideologizar a los oprimidos con la repugnante fábula de la “democracia” capitalista, autoimponiéndose como mediadora entre “el Pueblo y el Gobernante”, logrando un Acuerdo Nacional que hasta hoy tiene sometida a la región. Algo no salió bien en sus planes: no contaban con la organización, disciplina y empuje de los oprimidos y su determinación de combatir con armas al fascismo militar. Justo sería recordar que para esa época, el pensamiento anarquista no estaba al alcance de los oprimidos como en la actualidad, sino que se daba preponderancia a la interpretación marxista de la situación, esto es: como tomar el poder del Estado. No se hablaba de revolución, se hablaba de “democracia”, de “sacar a Perrochet”.
Los oprimidos, al ver que la poca comida desapareció de sus mesas, salieron a las calles a movilizarse y combatir con palos, piedras, cuchillos y armas caseras. Muchos cayeron combatiendo, y los que quedaron vivos fueron sumándose al pensamiento “demócrata y electoralista”. No obstante, gracias a la astucia y determinación individual de los oprimidos, la dictadura recibió serios golpes: una creciente pero inexperta resistencia armada -recordamos lo trascendente que fue el atentado fallido a Pinochet en el Cajón del Maipo el 7 septiembre 1986, además de una creciente unión demócrata de centro capitaneada por la DC. Muchos decían que Pinochet no lograría sobreponerse a todo esto y debería dejar el poder por la “puerta chica”. Se necesitaba un salvavidas y este llegó en abril de 1987: su Santidad, el anticomunista polaco Karol Wojtila, conocido también como Juan Pablo II.papapinochet
El fascismo pinochetista, consciente de que el poder “se les iba de las manos” utilizó la visita del papa con fines indisimulados hasta el día de hoy: la pacificación de la rebelión popular y su apoyo a “la democracia” como sistema de gobierno, el nulo cuestionamiento a la mitología religiosa, la aceptación de una autoridad en el cielo y la tierra, etc. Pasó el tiempo, Pinochet perdió en una elección revocatoria, la DC ganó el control del Estado por 10 años, el “pueblo” sonrió esperanzado con la democracia y el poco de comida volvió a aparecer en el plato de cada uno, el sistema neoliberal se había salvado.
A comienzos del nuevo siglo, el pensamiento y la acción anarquista recuperan su lugar histórico en la lucha por la emancipación. El pensamiento marxista, deslegitimado por la evidente traición de sus “partidos revolucionarios”, se atrinchera en la “lucha electoral” y se suma al acuerdo político donde inicialmente no fueron incluidos. Casi podríamos decir que hicieron “conducta” a sus amigos del poder ilimitado y estos los aceptaron en el negocio, felices. Todo esto, acompañado de una actualización opresiva: se pasa de la DISPI a la ANI en el año 2004, después de la visita del presidente yankee a la región, con la excusa del foro APEC. Se definen los nuevos “enemigos internos”: mapuches, anarquistas y delincuentes comunes. El sistema asesina de forma selectiva e impune a quien se le cruce en su camino, lo encarcela, o lo “compra” con un puesto en tal municipio u ONG.
Ya el año 2010 el sistema neoliberal se resquebraja al ser puesto a prueba: por primera vez en más de 50 años, la derecha “oficial” asume el poder ejecutivo a través de Sebastián Piñera. El control de “la Concertación-Nueva Mayoría” sobre una amplia base juvenil desenfoca y readecua la protesta popular del 2011-2012 y solo se obtiene una reforma mínima ampliamente promocionada, además se “adquieren” nuevas figuras políticas -como un grupo de jóvenes amaestrados recientemente para su trabajo como “legisladores” (los diputados “del pueblo movilizado” y con posiciones “avanzadas” Boric, Jackson, Cariola, Vallejo y Fuentes). Se multiplican los montajes policiales (Caso Bombas, allanamientos a comunidades indígenas, masacre Cárcel de San Miguel, etc.), las detenciones selectivas, las muertes sin culpables. Reasume el poder la “Nueva mayoría” el 2014… La derecha solo preparó el camino para lo que vendría en el marco jurídico y represivo: una nueva forma de control social.
Bachelet, consciente de la presión que se estaba incubando en la mayoría oprimida, decide pasar a la ofensiva con el estado neoliberal y “limpiarlo” de sus excesivos peligros: la mafia electoral financiada por las empresas a las cuales deben “regular” con sus “leyes”, la mafia policial que “hasta el momento” se robó 25.500 millones de pesos, la mafia empresarial que doblega con hambre y cesantía a la región, etc. Nuevamente algo no fue incluido en sus planes y es nuestra capacidad -como oprimidos- de rebelarnos contra su sistema. ¡Ah! Lamento avisarte que todas las llamadas de teléfono, mensajes, escritos, serán guardadas por nuestras amadas agencias de inteligencia para su posterior análisis y determinación de responsabilidades penales. Ya es ley.
Por ahí, más de alguno dirá “¿Y esto que tiene que ver con la visita de Francisco a tres ciudades de Chile, pasando por cárceles de mujeres, territorios mapuches, hogares de beneficencia y otras exhibiciones de “la pobreza”? ¿Quién es el papa Francisco? ¿Que sabemos -como anarquistas- sobre él?
Jorge Bergoglio es un sacerdote fascista argentino, que recibió los hábitos jesuitas a los 35 años y que militó en la “Guardia de Hierro” de la derecha Peronista hasta el golpe militar argentino de 1976; un golpe cruento y devastador que dejó 30.000 desaparecidos y casi 200 niños que fueron quitados a sus padres torturados, asesinados y hechos desaparecer, 200 niños que fueron entregados en adopción a familias militares con otro nombre y apellido, con otra vida. Jorge Bergoglio entregó una condecoración al Almirante Massera (un psicópata militaroide, genocida como Pinochet) como “Doctor Honoris Causa” de la “Universidad del Salvador” en 1973. Ayudó a que los servicios de “inteligencia” argentinos (como la Alianza Anticomunista Argentina -AAA-, entre otras) tomaran presos y desaparecieran a dos sacerdotes jesuitas, sus nombres: Orlando Yorio, Francisco Jalics, ¿sus crímenes? Ayudar a la población de las “Villas del Bajo Flores” durante la represión. Bergoglio los expulsó de la “Compañía de Jesús” y a los días, los sacerdotes desaparecieron en las manos parapoliciales. Citamos de una causa donde declaró Bergoglio el 2010: “Algunos secuestrados vieron sotanas en la ESMA. Otros llegaron a presenciar una misa o les ofrecieron confesarse. Obispos, monseñores, en el centro del horror, fueron algunas de las imágenes que nos trajeron los sobrevivientes. Incluso se les adjudica la idea de los ’vuelos de la muerte’ [*arrojar los cuerpos asesinados desde helicópteros militares al Río de La Plata o al mar], por ser una “forma cristiana de morir”.
No contento con eso, Bergoglio participó en visitas a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), en aquella fecha convertida en campo de concentración y exterminio. Allí, ayudó a los genocidas a encubrir sus crímenes tanto hacia los detenidos como a sus hijos. De esta época, se recuerda el caso de Elena de la Cuadra, asesinada y desaparecida en 1977, a quien le quitaron a su hija Ana Libertad y se la entregaron a una familia de militares; con el correr de los años y la posterior búsqueda de las madres de plaza de mayo, se logró ubicar su paradero, convirtiéndose en el caso N°115 de “nietos recuperados”. Al ser interrogado por la “justicia”, Bergoglio repitió los lugares comunes de los involucrados en estos crímenes contra la humanidad: “no se nada”, “no lo recuerdo”, “no estuve presente”, “me enteré hace pocos años de la real existencia de los desaparecidos”, “no alteré los documentos de la época para encubrir los crímenes”, “no tengo ninguna relación con las desapariciones”. Se le dejó en paz dada “su inocencia” y tres años después -para ser más precisos el 13 de Enero del 2013- se convertiría en el “primer latinoamericano elegido sumo pontífice”, “el salvador de los pobres e indefensos”, “el papa del pueblo”, etc. América Latina volvió su cara a la iglesia católica y esta le sonrió expectante.
Ahora bien, ¿a qué viene el papa a Chile, sino es a entregar un “nuevo salvavidas” al Estado chileno? La historia se repite y se repite; a toda la historia que acabamos de contar (tanto de la región chilena y la argentina) podríamos sumar la de cualquier región del continente (desde México a Uruguay) y nos encontraremos con similares características: la iglesia católica como “vanguardia” del capitalismo mundial, como “verdaderos dueños” del negocio, como los componedores y encubridores de las “malas maniobras” del sistema, como “pacifistas”, “comprensivos” y “encausadores” del pensamiento social latinoamericano, aun creyente en aquella mitología barata y poco creativa, inexacta y contradictoria, llamada “cristianismo”.
Los pocos meses de gobierno que le quedan a Bachelet están delineados de antemano, y cada chileno puede decirlo con seguridad: septiembre y las celebraciones “patrias”, octubre y noviembre con la “elección” del presidente, diciembre con el viejo pascuero y enero con su Santidad, febrero con los bikinis y el bloqueador y marzo con un nuevo parásito asumiendo el control de la comisaría llamada Chile. Su Santidad sonreirá a las cámaras y llorará con la pobreza, le sacarán muchas fotos y besará a muchos niños, se volverá a adoctrinar a los oprimidos con la necesidad de una autoridad en el cielo, en la tierra, en todo lugar. Se gastarán miles de millones de pesos mientras por año mueren casi 7.000 personas sin recibir atención médica de calidad en los servicios “públicos”, se direccionarán las cámaras hacia el blanco celestial de la placa dental de “su Santidad”, mientras la Presidenta de Chile sonriente le agradece el salvavidas… la única jugada que les faltaba, la que siempre han hecho.
Bien decía Buenaventura Durruti algo que es aplicable al control ideológico y religioso de América Latina: “¡Al fascismo no se le discute, se le destruye!”
¡Salud y siempre Anarquía!
[Tomado de revista Rebeldía # 2, Santiago de Chile,invierno-primavera 2017. Número completo accesible en https://revistarebeldias.files.wordpress.com/2017/09/rebeldias-web.pdf.]
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