Ana Cervera
CEM:
campos electromagnéticos.
REM:
radiaciones electromagnéticas.
EHS:
personas electrosensibles.
En la
actualidad una de las principales amenazas para la salud de la sociedad es “la
electrocontaminación no ionizante de origen tecnológico”. Es especialmente
perniciosa porque escapa a la percepción de los sentidos, fomentando una
actitud inconsciente en relación a la protección personal. La naturaleza de la contaminación
es tal que no hay lugar donde esconderse. El ser humano en su conjunto es un
campo electromagnético, funciona por impulsos eléctricos que van a ser
interferidos por las REM –radiaciones electromagnéticas- emitidas por las antenas,
teléfonos móviles, wifi y cualquier aparato inalámbrico. El primer efecto
vendría determinado por la cantidad de energía de microondas absorbida por
nuestro cuerpo, que depende de la distancia al foco de emisión y de la potencia
a que éste emite. El resultado es una alteración de la temperatura del cerebro.
Este aspecto ha sido el único que la legislación ha limitado de forma desigual,
así podemos observar como Salzburgo permite 1,1 micro vatios / cm2, Rusia 2,4;
Suecia 2,2; China 6,6; Italia 10 y España permite 400 micro vatios / cm2.
El
segundo efecto tendría su origen en la forma “pulsante” en que se emiten estas ondas,
pulsación que entraría en el rango de las ondas cerebrales alfa y delta, en el caso
de los teléfonos móviles de transmisión discontinua, donde los efectos ya no serían
solo térmicos, sino de interferencia en los procesos biológicos del organismo, como
confirman los estudios científicos.
Esta
tecnología se instaló sin estudios científicos independientes que avalaran su
inocuidad,
sin respetar el principio de cautela, que es un concepto esencial a la persona
humana y al entorno donde se desarrolla.
Primum non nocere -primero no dañar-, criterio que desde hace
siglos los profesionales de la medicina mencionan en el Juramento Hipocrático y
que nos coloca ante un riesgo grave e irreversible. Este principio está
recogido por la CEE y la ONU en tratados y convenios internacionales suscritos
por España, como la Declaración de Bergen, el Tratado de Maastricht y otros. Luego
la mera sospecha fundada de que las radiaciones EM pueden ser peligrosas en los
límites aprobados, es motivo suficiente para su aplicación.
La población
en general y los electrosensibles en particular, se ven abocados a sometimiento
involuntario durante 24 horas al día a las microondas que emiten las antenas,
los wifis y móviles, etc. El entorno de estas personas está permanentemente contaminado
de forma extensiva: colegios, calles, hospitales, autobuses, lugares de trabajo,
viviendas. Se trata de una situación completamente inaceptable que plantea cuestiones
éticas serias y contraviene el Código de Núremberg, tratado firmado por todos
los países aliados tras la II Guerra Mundial, que prohibió la experimentación con
la población sin su consentimiento.
Son las
personas afectadas quienes ya pueden demostrar la agresión a su salud por las REM,
pues son sujetos involuntarios de un experimento en masa. Idea que defiende el
científico inglés Barrie Trouve, conocedor de los efectos de las emisiones de
microondas tras su paso por la inteligencia militar durante más de una década.
Este científico ha decidido dedicar su vida a denunciar públicamente sus
peligros, declarando de la telefonía móvil: “esta industria, este Gobierno y
sus científicos serán responsables de más muertes de civiles en tiempos de paz
que todas las organizaciones terroristas juntas”. Él estudió los efectos de las
emisiones de microondas en la salud, especialmente en el funcionamiento del
cerebro, selecionó una lista de 40 frecuencias y los cerca de 60 efectos que
las mismas provocaban en el ámbito mental: deterioro cognitivo, pérdida de
concentración y memoria a corto plazo, tendencias suicidas, agresión sexual. En
el ámbito físico: disminución del sistema inmune, daño cromosomático y aumento
de la incidencia de cáncer. Concluye que los teléfonos móviles, los
inalámbricos,la tecnología wifi y cualquier dispositivo que emita microondas
tiene una capacidad especial para interferir en la moléculas del agua, el
cuerpo humano
funciona con el 80% de agua, y todas nuestras señales químicas y eléctricas
requieren agua en el organismo, concluye: “la industria de telefonía móvil ha elegido
la peor opción del espectro electromagnético, porque daña a los adultos y en
especial a los niños”.
La comunidad científica toma la palabra y se
compromete
En 2002
médicos alemanes expertos en medicina medioambiental y otras especialidades
firmaron un documento llamado “Declaración de Friburgo” en el que alertaban de
los riesgos a la salud y el dramático aumento de enfermedades graves y crónicas:
trastornos en el aprendizaje, descontrol de la presión arterial, trastornos del
ritmo cardiaco, infarto en personas cada vez más jóvenes, enfermedades
cerebrales, cánceres como leucemia y tumores cerebrales. Observaron la aparición
de diversos trastornos que a menudo se diagnosticaban erróneamente como
psicosomáticos -dolores de cabeza, cansancio crónico, inquietud interna, zumbidos
de oídos, inmunodeficiencias, que no resultaban explicables por las causas
habitualmente conocidas.
En
2000-2004 la UE encargó el Estudio Reflex a 12 equipos de científicos que investigaron
los posibles efectos de las REM, presentando resultados preocupantes tales
como: las REM de la telefonía móvil provocan efectos genotóxicos (daños genéticos
y celulares) en las investigaciones in vitro. La Dra. Trillo (directora del
equipo español) explicó que en este estudio observaron: alteraciones cerebrales,
daños en el ADN e incremento de radicales libres. El coordinador del estudio
-dejado de financiar por la CEE en 2004- Dr. Adlkofer, catedralicio alemán, en
2007 en una conferencia declaró que los sistemas de telefonía móvil UMTH son
capaces de romper cadenas de ADN con REM 40 veces menores de los límites
legales establecidos y tiene un impacto diez veces mayor que el sistema GSM. Él
ha pedido a los políticos que apliquen ya el principio de cautela para evitar
daños irreversibles como ocurrió con el tabaco, el amianto y las radiografías
El
“Informe Bionitiative 2007”, realizado por 14 científicos expertos en salud pública,
analizó más de 2.000 estudios para documentar la evidencia sobre la afección de
los CEM hasta ese momento y fue apoyado por la Agencia Europea de Medio Ambiente.
Concluyó que los límites de exposición no eran adecuados hasta que sepamos si
hay un límite mínimo por debajo del cual no ocurren efectos biológicos ni perjuicios
para la salud, por lo que no parecía sensato continuar desarrollando nuevas
tecnologías que incrementaran la exposición. En 2012 se volvió a revisar el
estudio añadiendo 1.800 nuevos estudios y afirmaron: “cinco años después del
primer informe existe mucha más evidencia de riesgos para la salud que afectan
a miles de millones de personas en todo el mundo”.
Dr. Olle
Johansson, neurocientífico e investigador en el instituto Karolinska de
Estocolmo, ha participado en los estudios Reflex y Bioinitiative y en la
elaboración de las conclusiones finales que fueron enviadas a todos los
gobiernos de la UE y a todos los medios de comunicación. Plantea la necesidad
urgente de proyectos de investigación independiente, libre de cualquier tipo de
interés, financiados por fondos públicos para proteger la salud pública en el mundo,
y en especial a la infancia.
En las
observaciones científicas han visto que los CEM afectan a los neurotransmisores
que estimulan el síndrome de hiperactividad, fragmentan el ADN y rompen la
barrera hematoencefálica.Tras estas conclusiones han planteado: no wifi en escuelas,
casas, lugares públicos, protección a las personas electrosensibles y bajar ya
los límites de potencia para evitar daños irreversibles. Este científico vive
amenazado por hablar claro y ser ético.
La
Asociación Americana de Medio Ambiente -2012- emitió una advertencia pública
sobre el wifi en las escuelas: “existen y están bien documentados en la literatura
científica efectos adversos para la salud por exposición a los CEM procedentes
de dispositivos inalámbricos, como problemas de aprendizaje, respuesta inmune
alterada o dolores de cabeza”.
El Dr.
Martín Pall, profesor emérito de Bioquímica y Ciencias Médicas Básicas de la
Washington State University (EEUU), especializado en Medicina medio ambiental,
profundiza sobre el viejo paradigma que tenía solo en cuenta efectos térmicos
de las REM, este ha sido sustituido por otro nuevo que plantea que estas
radiaciones electromagnéticas pueden alterar los canales del calcio dependiendo
del voltaje, lo que permite explicar las conclusiones de más de 20.000 trabajos
de la literatura científica que no son explicables con el viejo paradigma. Del buen
funcionamiento de esos canales del calcio depende la síntesis proteica, las
funciones neuronales, el control respiratorio, la apoptosis o la expresión
génica; teniendo en cuenta que la mayoría de las células del sistema inmune y
el sistema nervioso poseen canales de Ca.
El
profesor resalta que los canales del calcio activan la mayoría de las hormonas,
las células del sistema inmune, las células del sistema nervioso. Las células marcapasos
tienen densidades muy altas de canales de Ca y por tanto son susceptibles de ser
activadas por la REM, y en el corazón una hiperactividad de los canales de Ca
produce taquicardia y arritmia, lo que a veces lleva a la muerte súbita
cardiaca -ha sido probado en animales-. Hay diez efectos de las microondas bien
documentados, sostiene el Dr. Pall, como
consecuencia de la activación de los canales del Ca: estrés oxidativo, rotura
de la hélice del ADN, la ruptura de la barrera hematoencefálica, el cáncer, la
reducción de la melatonina, las disfunciones del sueño y la infertilidad
masculina y femenina.
Respecto
a los contadores inteligentes de la luz, instalados sin nuestro consentimiento,
es contundente: “deben ser prohibidos porque utilizan pulsaciones de microondas
muy cortas y de alta intensidad” y se sabe desde hace treinta años que pueden
causar un gran daño celular.
La Dra.
Magda Havas ha demostrado que se produce taquicardia cuando se expone a una persona
a un teléfono móvil, resalta que en la actualidad hay una epidemia de
taquicardias, arritmias y muertes cardiacas repentinas a pesar de que la
enfermedad cardiaca isquémica está en retroceso, y nos sitúa ante hechos que requieren
una reflexión.
El Dr.
Ceferino Maestú, científico relevante que estudia los CEM y dirige el
laboratorio de Bioelectromagnetismo en la UPM de Madrid, es una de los 200 científicos
que han firmado el “Manifiesto Internacional contra los CEM en la CEE”, en el
que piden a los gobiernos sensibilidad y precaución ya que los efectos biológicos
reconocidos por la ciencia son el imperativo para proteger la salud de la
ciudadanía. Considera que el wifi es incompatible con el ser humano desde el punto
de vista biológico, utiliza la misma frecuencia del protón del agua al
someterlo a una radiación: “nosotros somos el 80% agua y cuando utilizamos wifi
estamos produciendo un calentamiento general en nuestro sistema”. De seguir
así, se pone en riesgo el sistema inmunológico que se verá obligado a responder
de forma aguda —caso de los EHS—. Esto no quiere decir que el de los demás no
vaya a hacerlo según aumenta la taxa de exposición. Opina que el 60% de las
personas afectadas de EHS son mujeres, el número de afectados se calcula del 3
a 5% en la CEE. Resalta que en Atención Primaria reconocen que ven a una parte
de la población con síntomas específicos de EHS: cansancio, pérdida de memoria
a corto plazo, desconcentración, escozor de ojos, acúfenos, rigidez muscular,
nerviosismo, alteraciones tiroideas.
Nos
preguntamos: ¿cómo puede calificase este despropósito? Se está radiando a la
población a gran escala a nivel del planeta como un gran experimento durante
más de 15 años, y ahora comenzamos a ver las consecuencias graves para la salud
humana y de los seres vivos.
La
sociedad consciente necesita apoyar a los científicos y a los médicos, que en
medio de las presiones de las grandes corporaciones, levantan la bandera de la
ética hipocrática, apoyando a las personas afectadas, y denunciando esta agresión
a la salud. Los sindicatos, asociaciones que defienden la Salud Integral y las
personas EHS, tendrán que pedir responsabilidades ante este atropello llevado a
cabo por las corporaciones de telecomunicaciones y los poderes políticos, por
haber permitido los elevados niveles de radiación y no tener en cuenta el
principio de cautela, protección de la ciudadanía. En nuestro país estamos a la
cabeza en emisiones permitidas, 400 microvatios/cm2. Urge cambiar la ley de
telecomunicaciones, urge controlar los niveles de emisión de las radiaciones en
el entorno y en el mundo laboral, urge cortar el wifi de las escuelas antes de
que sea demasiado tarde, y es vital que las personas afectadas sean atendidas
por especialistas en el SNS. La salud es el bien más valioso a preservar, sin
ella somos frágiles, indefensos y no podemos afrontar la vida con creatividad y
vitalidad.
Las
personas electrosensibles tienen derecho a vivir, trabajar, estudiar y ser
atendidas en los hospitales y Centros de Salud en un entorno saludable, libre
de wifi y CEM. Ninguna persona tendría que ser desahuciada de su casa, de su
trabajo porque en su entorno haya radiaciones que no puede evitar. La infancia,
la más afectada, necesita protección frente al wifi, es por ello que algunos
países de la UE lo están retirando de las escuelas, guarderías y bibliotecas.
La
Asociación Médica de Austria y el Departamento de Salud Pública de Salzburgo
advirtieron de este peligro en escuelas y guarderías, y han elaborado un
protocolo para atender a las personas electrosensibles -EHS-.
[Publicado
originalmente, en dos partes, en el periódico Rojo y Negro # 305 y # 307,
Madrid, octubre y diciembre 2016. Números completos accesibles en http://www.rojoynegro.info/sites/default/files/rojoynegro305octubre.pdf
y en http://rojoynegro.info/sites/default/files/rojoynegro307diciembre.qxd_.pdf.]
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