Por Ira
Nahomi
No es novedad que muchos de los análisis que se hacen desde
Europa sobre Venezuela, están plagados de simplismo, superficialidad,
ignorancia, romanticismo y mucho de eurocentrismo. Lo novedoso es que ante los
graves acontecimientos que vienen ocurriendo en el país los últimos cinco
meses, son precisamente los medios de comunicación que se definen como
independientes, partidos políticos y organizaciones europeas de pensamiento de
izquierda (que no perciben fondos del gobierno venezolano, quienes si están fuera
de estas consideraciones) que por antonomasia defienden los Derechos Humanos
(DH) y abanderan las causas más justas del planeta, hoy cierran sus ojos, oídos
y voces, cuando quienes reclaman respeto por los DH y justicia son venezolanas
y venezolanos. Una sociedad civil liderada por jóvenes estudiantes, seguida y
apoyada por ciudadanas/os de cualquier perfil social, económico, político y que
algunas/os líderes políticas/os decidieron secundar.
Según
los argumentos (retóricos y cargados de todo lo mencionado anteriormente) y la
actitud de muchos de los actores europeos de izquierda, pareciese que el pueblo
venezolano que está en las calles, no tuviese el mismo derecho y legitimidad
que otras sociedades para exigir sus derechos, denunciar al gobierno que los
viola, reclamar justicia e incluso pedir apoyo internacional. Se equivocan
gravemente y lo vienen haciendo desde hace años, cuando pretenden entender y
explicar la realidad venezolana bajo el prisma de su identidad europea, su
simplicidad política: derecha-izquierda, sus conflictos sociales, sus problemas
económicos y sus lacras históricas. Evidentemente hay muchos aspectos
estructurales, culturales e históricos que nos acercan, pero ni Venezuela es
una extensión distorsionada de Europea ni America Latina lo es. Por lo tanto,
el error de la izquierda europea es de raíz y quizás donde más se refleja
actualmente, es en su fervientemente afirmación (aunque recientemente no hayan
estado en el país y quizás nunca, que suele ser así) que quienes protestan en
Venezuela son burguesas, capitalistas, fascistas, delincuentes y cualquiera de
los mismos calificativos que el gobierno usa para desacreditar a quienes
piensan diferente o simplemente no quieren seguir viviendo escasez de
alimentos, medicamentos, precariedad laboral, económica e inseguridad.
Si bien
la realidad política, social y económica de Venezuela es compleja y para
intentar entenderla desde Europa hay que hacer un profundo ejerció mental,
vivencial y de mucha lectura, la realidad de lo que pasa ahora en las calles
venezolanas no es difícil de entender y menos de comprobar. Sin embargo, todas
esas posturas de la izquierda europea continúan reacias a ver lo que no quieren
ver, a buscar excusas, justificaciones y a seguir defendiendo por encima de los
DH, un proceso de cambio que no llega a ser, que fracaso. Lo ideal seria que
visitaran el país e intentaran vivir como una venezolana/o cualquiera, sin los
privilegios que el tour chavista/madurista ofrece y fuera del recorrido único
que hace (el que muestra las pocas y buenas cosas que el gobierno durante estos
15 años ha hecho). Así se acercarían a la realidad, verían que la burguesía
venezolana la conforman las/os integrantes del gobierno, los altos cargos
militares y una pequeña parte de la antigua burguesía que se congracio con
ellos, el resto hace años se marcho del país. También constatarían que los
únicos imperialistas y capitalistas son también ellos/as, que pueden viajar con
total facilidad y comodidad precisamente a los países imperialistas y capitalistas,
consumir sus productos, promocionarlos y reproducir el estilo de vida que tanto
critican.
En
cuanto a quienes son los delincuentes, aparte del hampa común que no responde a
nadie, los mayores delitos están siendo cometidos por el propio gobierno, a
través de fraudes, abuso de poder, robos multimillonarios, narcotráfico y
legitimando la violencia para agredir a quienes protestan de forma pacífica. Y
sobre la habitual señalización de fascista, por parte del gobierno a quien le
critica, unas pocas semanas bastarían para que corroborasen que el único que se
apega fielmente a la definición es el propio gobierno.
Son más
de 13 años de un excelente lobby internacional de la “Revolución Bolivariana”
una buena estrategia de marketing sobre el socialismo del siglo XXI, una
magnifica política exterior de compra de alianzas, votos, conciencias y un muy
buen discurso anti-yanki, que ha tapado la intromisión y dependencia más
elevada que hemos tenido de ellos. Un trabajo perfecto que engaña y adormece a las/os
más críticas, reaccionarias y que por otras causas son admiradas. Un gran favor
le hacen a este sistema político que justifica y ampara la violencia, que
durante estos meses ha estado implicado en la muerte de más de 40 personas,
torturas, desapariciones, heridos y todo ello es verídico, no es un montaje,
una ilusión o una mala publicidad del gobierno del tío San. Es una realidad que
está ahí y aunque la quieran seguir sin ver, negándola o tapándola, no va dejar
de estar ahí, de ser real.
Por otra
parte, existe un gran y molesto complejo de superioridad de la izquierda
europea, cuando subestima la capacidad mental, opinión política y sentido
critico de las miles de personas que están protestando en las calles
venezolanas, mostrando su inconformidad con el gobierno, denunciando la
precariedad en la que viven y la violación de DH. Todas esas personas no son
ignorantes, manadas de borregos o robots que terceros pueden manejar a su justo
e intereses, tampoco son pagadas por la CIA, ni adoradores del capitalismo
salvaje o de las potencias mundiales, son personas que viven o mejor dicho,
sobreviven, entre la inseguridad y las carencias el día a día. La mayoría de
ellas crecieron escuchando cuan diferente era el país antes, cuantas cosas se
han perdido, degradado, politizado, marginalizado y empobrecido, mientras la
generación que vivimos y conocimos la otra Venezuela, hemos sido testigo de lo
poco que se ha mejorado (para lo mucho que se prometió y con todas las
condiciones y posibilidades que el gobierno tuvo) y lo mucho que hemos
retrocedido, sobre todo en igualdad social, seguridad y soberanía. Sí, porque
si antes éramos el patio trasero de Estados Unidos, ahora no solo lo seguimos
siendo si no que se suma el patio de Cuba, China y Rusia.
Nadie
mejor que las venezolanas/os conocemos nuestra historia, la de América Latina,
nuestras miserias, nuestras grandeza, los multimillonarios intereses económicos
que hay detrás de nuestros recursos naturales, el juego político internacional
del que somos parte y todo lo que Estados Unidos ha hecho y es capaz de hacer.
Periodistas, políticas/os y organizaciones europeas de pensamiento de
izquierda, no somos tontas/os, no pretendan darnos clases de lo que nosotras/os
conocemos mejor que ustedes, no se escuden en su utopía, no les sean infieles a
sus principios humanitarios y no culpabilicen a un pueblo por revelarse ante el
opresor, por llamar a la desobediencia civil y menos por pensar diferente,
porque nadie se merece estar tras las rejas, un tiro o un perdigonazo en la
cabeza por hacerlo, aunque sea venezolana o venezolano.
Ira
Nahomi
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