Rosa Fraile
La llamada nueva normalidad no me gusta nada. Están intentando hacernos creer que lo que nos acontece es «normal». Este discurso imperante identifica lo normal con lo común, por tanto con lo bueno y aceptado. Es peligroso y falaz. Tiene como finalidad que prácticas nada buenas, dentro y fuera del ámbito laboral, se asuman como normales y se consientan. ¿Qué hay de bueno impedir que crezcan los pies de las niñas? ¿Era bueno el derecho de pernada tan normalizado en el Medievo? Y, tras décadas de lucha por salir del hogar y ocupar el espacio público, ¿qué mejoras nos trae la imposición del corsé del teletrabajo a las mujeres? ¿Será normal que el 8M [8 de marzo, día internacional de la lucha feminista] traiga más pandemias y que Eva se tenga que comer siempre la manzana bajo la mirada de una culebra y un Adán babeando por morder la fruta?
Bromas aparte, me temo que nos esperan desagradables sorpresas de aquí al próximo 8M y que se quieran normalizar cuestiones intolerables, así que debemos planificar cuidadosamente nuestras actuaciones colectivas y definir sin dilación nuestros objetivos y estrategias.
Lo normal debe ser avanzar contra viento y marea hacia un futuro igualitario y solidario, con un modelo económico justo, feminista, sostenible y respetuoso con el planeta. Ello requiere empeño y nos obliga a plantearnos personalmente el día a día, cuidando de nuestro entorno y de los seres vivos que nos rodean. Si desde esta consciencia individual, nuestros actos y decisiones tienen un interesante «efecto mariposa», a nivel colectivo y de organización ese «efecto» podría ser tremendo. ¿Qué provoca cada bocanada de aire de una mujer en el África Central? ¿Un pestañeo en Europa, desataría un tornado verde en Argentina? ¡Pues no lo sabemos! Pero desde sus orígenes el feminismo posee la capacidad de introducir importantes perturbaciones en el sistema caótico de este capitalismo antropocéntrico y patriarcal, más aún si es un feminismo de clase trabajadora organizada y con vocación internacionalista.
Es necesario efectuar una serena reflexión de lo acontecido y sus efectos, continuar hablando y analizando, contrastar opiniones, debatir todo lo que haga falta, con un sentido constructivo y enfoque de género, para presentar un frente anarcofeminista unitario y fortalecido, con la ruta claramente marcada, dispuesto a no dar un paso atrás en la lucha feminista por la igualdad y la emancipación.
¡Nuestro aleteo, provocará tornados!
[Artículo publicado originalmente en el periódico CNT # 425, Valladolid, octubre-diciembre 2020. Número completo accesible en https://www.cnt.es/wp-content/uploads/2020/10/425-WEB-1.pdf.]
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