Revista Planeta Popular (Mérida)
La agroecología y el consumo local son unas de las alternativas. “El Simposio de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) sobre Agroecología en 2014 destacó la importancia de las prácticas agroecológicas en el desarrollo de sistemas alimentarios sostenibles, en particular por sus contribuciones a la sostenibilidad de los sistemas agrícolas familiares y tradicionales”. Específicamente, una de las conclusiones fue que “la base ecológica y el enfoque del sistema alimentario de la agroecología proporciona un enfoque orientado a la acción para desarrollar simultáneamente sistemas alimentarios alternativos, transformando el modelo industrial actual”(FAO 2015). Entre todos los puntos positivos señalados en el informe, también desde el punto de vista social (justicia, inclusión social, reducción de la pobreza), podemos mencionar la resiliencia: “Porque fortalecen la resiliencia ecológica y socioeconómica, los sistemas agroecológicos están en mejores condiciones de recuperarse de desastres como sequías, inundaciones o huracanes, y de resistir los ataques de plagas y enfermedades. La diversificación ayuda a reducir la vulnerabilidad de los productores en caso de que falle la producción de un solo cultivo o producto básico. Reducir la dependencia de insumos externos aumenta la autonomía de los productores y reduce su vulnerabilidad a los riesgos económicos”.
Ahora bien, ¿qué podemos hacer aquellos que no podemos empezar un proyecto agroecológico o que vivimos en la ciudad? En el documental francés “El mañana” se concentran una serie de acciones que dan respuesta a esta pregunta. Acciones que se pueden iniciar desde abajo. Propuestas llevadas a cabo por gente común y corriente, gente como tú y como yo. Gente que abrió sus ojos y se dio cuenta que es hora de dejar de esperar que los que tienen el poder solucionen el lío en el cual ellos mismos nos han metido. Es hora de hacer algo, y es nuestra responsabilidad tomar el control de nuestras vidas y decidir cómo queremos que sea nuestra dieta y el futuro de nuestros hijos. Ante la problemática mundial relacionada al hambre y a las amenazas para la producción alimentaria mundial, en el documental se proponen acciones tanto individuales como comunitarias y políticas.
Entre las acciones individuales que se recomiendan para generar cambios en relación a la problemática alimentaria se encuentra el hecho de comer orgánico y menos carne. Como ya hemos visto la ganadería y la agricultura industrial con sus agroquímicos nos matan, tanto a nosotros como al planeta, destruyendo a la selva y a nuestros organismos para alimentar sus ganancias.
El verde del dinero y el verde del mañana
¿Dónde encontramos esa comida orgánica? ¿En las grandes cadenas de supermercados? Estudios han demostrado los graves daños que nacen a partir de las grandes cadenas de supermercados. Esto lo podemos apreciar en un artículo publicado en la revista Scripta Nova sobre la distribución agroalimentaria y su influencia en la pobreza campesina. De acuerdo a esta “la gran distribución agroalimentaria tiene una influencia decisiva en la acentuación reciente de la crisis tradicional de la agricultura campesina, tanto en el mundo subdesarrollado como en el desarrollado. Su creciente poder y expansión territorial y económica en el mundo le permite controlar la totalidad de la cadena alimentaria. Esto significa que sólo elige a los productores capaces de cumplir con sus estrictas normas… lo que la vincula estrechamente con la agroindustria y con los modelos agroexportadores.
Para aumentar su control y seguir consiguiendo beneficios, las empresas transnacionales de la distribución agroalimentaria necesitan que el libre comercio en materia agrícola y de servicios progrese en el mundo, situación que tiene enormes costes ecológicos y de exclusión social entre los agricultores más pobres”. 7 No se trata de solo pensar en nosotros, hay que pensar en los campesinos pobres de la otra parte del mundo como en los productores locales cerca de dónde vivimos que pueden aguantar la misma dominación del agro-negocio que impone su “libre comercio” desigual, contaminante y no sostenible. Entonces, comer orgánico y menos carne está bien, es parte de la solución, pero lo ideal sería no pasar por estos canales que tienen de verde solo el color de los dólares. Hay que verlo del otro sentido: comer local tratando estos cambios comunitarios, a nivel mundial se organizan mercados de agricultores, y un movimiento, tal vez un poco menos conocido pero en alto crecimiento, es el movimiento de los grupos de consumos agroecológicos. Grupos de consumo que cada vez son más y que necesitan nuestro apoyo.
Los grupos de consumo contra la industria alimentaria
Los grupos de consumo son grupos de personas que compran productos de forma directa del agricultor o del productor. Es una relación beneficiosa para productor y consumidor: alimentos ecológicos, sin intermediarios, locales y con un precio a veces acordado por ambas partes. Los grupos de consumo tienen un cierto funcionamiento que requiere un compromiso por parte de sus miembros.
El funcionamiento de los grupos varía según los acuerdos establecidos entre los miembros y los productores, que se organizan generalmente a través de asambleas y grupos de trabajo. En términos generales, los productores realizan una entrega semanal en forma de cestas en las que se incluyen todo tipo de alimentos: hortalizas, frutas, pan, queso, huevos, grano y cereales, cosmética ecológica, productos de limpieza, carne, etc. El suministro es variado y dependerá en gran medida de las necesidades de los miembros que conformen el grupo de consumo y de la disponibilidad de los productos.
En un estudio realizado en Ohio (en Estados Unidos) sobre los beneficios de la localización de alimentos se analizó los impactos dela producción de comida local y se llegó a la conclusión de que el apoyar a los agricultores locales tiene mucho sentido cuando tomamos en consideración lo siguiente: “los negocios locales pueden ayudar a crear 3 veces más puestos de trabajo. Además de eso, la producción ambientalmente sostenible de los alimentos es fundamental para mantener los hábitats saludables, aire, agua, suelo y ecosistemas necesarios para mantener a las personas sanas. De igual manera conocer a un agricultor o ganadero tiende a aumentar la confianza del consumidor en la salubridad de sus productos. Los alimentos locales también suelen implicar menos procesamiento, lo que significa menos productos con químicos y aditivos.
La última razón, pero no menos importante del porqué consumir local tiene que ver con el incremento de la participación cívica: la experiencia de compra es fundamentalmente diferente desde el de un supermercado típico. En un supermercado se trata de encontrar y comprar alimentos rápido. En un mercado de agricultores o grupo de consumo, en cambio, se trata de consumidores charlando unos con otros, aprendiendo y desarrollando relaciones con la comida local, productores y vecinos interactuando entre sí. Toda la literatura sociológica subraya que las comunidades caracterizadas por negocios locales dan como resultado un mayor bienestar cívico, menos conflictos sociales y mayor igualdad”.8 Los grupos de consumo son una pieza fundamental para cambiar la situación en la cual estamos. Hay que salir de un modelo de producción que también implica un cierto modelo de consumo. Los grupos de consumo permiten eso, liberarse de una dominación capitalista y colonial que impone su modo de producción en todo el planeta, al precio de nuestros enfermos, desempleados y destrucción común, porque la destrucción del planeta y de los pueblos es también la nuestra. Vamos por lo local, vamos por lo orgánico, cultivando así otra manera de vivir que promueve el equilibrio con los ciclos del planeta, la paz y la justicia en nuestras comunidades.
[Extraído del artículo “La importancia de los grupos de consumo”, publicado originalmente en la revista Planeta Popular # 2, Mérida, octubre 2020.]
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