Humberto Decarli
Recientemente se efectuó un plebiscito en Chile para consultar al pueblo sobre la materialización de una nueva constitución y la manera de elaborarla, es decir, si por una asamblea constituyente o un organismo mixto entre electos directamente para este fin y un número de parlamentarios. Es importante indicar que alrededor del cincuenta por ciento de los electores se abstuvo, interpretado como una señal de rechazo a esta vía porque la consideran superflua. De la restante mitad de los sufragistas un contundente ochenta por ciento escogió elaborar una nueva Carta Magna a través de una constituyente electa de acuerdo a los formalismos de la democracia representativa.
El exitoso golpe de Estado de 1973
La defenestración de Salvador Allende no fue solo una expulsión del médico socialista de la primera magistratura. Aparte de las implicaciones de la guerra fría, los militares coparon al aparato de dominación y presentaron un nuevo proyecto castrense. Inicialmente tuvieron una economía desequilibrada pero con la asesoría de los Chicago Boys construyeron una nueva arquitectura en múltiples planos reflejado en dígitos macroeconómicos aparentemente congruentes. Pero no pudieron romper la desigualdad ni alcanzar varios aspectos de la vida habitual, como la educación y la salud.
Con la asonada se redujo la influencia cubana y soviética en el sur de América meridional. Además, se puso en experimentación las políticas neoliberales a través de una férrea dictadura irrespetuosa de los derechos humanos y demás garantías personales y sociales. La idea era promover un esquema gubernamental militarista pero eficaz desde el ángulo económico. Incluso, implementaron la operación Cóndor mediante la cual persiguieron y asesinaron dirigentes políticos y militares de todo el cono sur, Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, donde reinaban los milicos en todas sus variedades.
Sin embargo, al lograr la estabilización política comenzó a ser innecesaria tanta represión y violación de varias potestades personales. Se inició la descomposición del régimen y Estados Unidos, su principal patrocinante, estimó necesario su reestructuración. Para lograr esos objetivos detuvieron Pinochet en Inglaterra por una orden del juez español Baltazar Garzón (el mismo que defiende en Cabo Verde a Alex Saab) debido a uno de sus múltiples crímenes.
Las presiones sobre Pinochet fueron insistentes y lograron convencerlo de ir a un referéndum para ratificar o no su experiencia gubernamental. A cambio le ofrecieron impunidad por todos los homicidios y latrocinios cometidos, el nombramiento directo de varios senadores y la comandancia de las fuerzas armadas que ejerció durante veinticinco años. Perdió la consulta aunque intentó desconocerla pero fue infructuosa.
Los gobiernos post Pinochet
Ulteriormente hubo coaliciones entre los partidos de izquierda (socialistas, Izquierda Cristiana, los Radicales y los dos MAPU), además de una organización paraguas de los socialistas llamada Concertación por la Democracia y los demócratas cristianos. La derecha con la UDI y Renovación Nacional también participó en los torneos electorales. Se sucedieron varios gobiernos entre ellos y en alternancia Michelle Bachelet y Manuel Piñera fueron electos dos veces.
Se había creado un mito mediático sobre la eficacia de la experiencia liberal chilena que desbordaba la diversificación de la economía, unos dígitos macroeconómicos estables, la reducción de la pobreza y una relativa paz social. Además, había presencia de los antiguos izquierdistas parte de la experiencia de la Unidad Popular como garantía de haber una democracia representativa respetable. El problema es el mismo del poder en América Latina, la izquierda y la derecha son complementos con enfoques distintos pero fines idénticos.
La sorpresa: la insurrección social
Se fue incubando un ingente sentimiento de insatisfacción, y como señala el premio Nobel de economía Joseph Stieglietz, las comunicaciones democráticas a través de las redes sociales permitieron a la gente acceder a información vedada y tomó consciencia de la inicua situación social atravesada. En octubre de 2019 los sectores populares salieron a los espacios públicos a protestar y fueron reprimidos implacablemente por los carabineros. El gobierno debió aumentar los sueldos, las jubilaciones y las pensiones, que de otra manera no hubiese ocurrido y de alguna forma se palió la coyuntura. Además, un formidable movimiento feminista se expandía a lo largo y ancho del largo país austral llegando a marcar pauta con un himno denominado “El violador eres tú” y una consigna bien pertinente: “El Estado represor es un macho violador”. Adicionalmente, los mapuches activaron sus exigencias de satisfacción de derechos como pueblos originarios y recibieron su buena dosis de perdigones, chorros de agua, detenciones, heridos, muertos y gases lacrimógenos.
Las explicaciones oficiales y de la izquierda tradicional fueron de la misma catadura de siempre. En su opinión se trata de grupúsculos anárquicos incontrolables. La derecha indicó que Cuba y Venezuela estaban involucradas en la explosión. Son racionalizaciones simplistas para dar alguna justificación ante lo imprevisto. Hubo acciones en las manifestaciones estimulantes de mayor persecución policial como la quema de las iglesias.
Pero lo importante fue el rechazo de los hombres y mujeres chilenos hacia la estructura jurídica del Estado. Por fin se entendió que el dictador había dejado un legado incólume, su constitución. Tantos años de su retiro y todavía quedaban sus recuerdos, una expresión cimera de la pirámide kelseniana intacta y contentiva de unas regulaciones decapitadoras de los derechos reemplazados por la plataforma de la mano invisible del mercado.
El dominio busca soluciones
Ante la indetenible actitud de la gente en su activación popular el cuadro político organizado comenzó a explorar soluciones más allá del incremento en los beneficios sociales. Se buscó un consenso alrededor de la elaboración de una nueva Carta Magna y de esa manera cubrir con el manto oficial a los gritos contestatarios de los sectores oprimidos. Carnavalizar la marmita social apelando al fetiche de redactar una nueva máxima expresión del ordenamiento jurídico como panacea de respuesta a los reclamos de los seres humanos.
Las organizaciones representadas en el parlamento coincidieron y aprobaron ir a una constituyente. Crearon dos preguntas, la primera si estaba de acuerdo con una nueva constitución; la segunda, precisar quién la redactaría si una representación electa o un organismo mixto con presencia de parlamentarios.
Resultados del plebiscito
A pesar de la polarización alrededor de los valores del pinochetismo, la asistencia al plebiscito fue del cincuenta por ciento. Los resultados fueron aplastante, con más del ochenta por ciento de los participantes aprobando la redacción de una nueva máxima ley y que lo hiciera un organismo electo democráticamente. El rechazo a Pinochet fue brutal por deletéreo y nocivo a la sociedad chilena. Solo cinco comunas de más de trescientas rechazaron la iniciativa y dieron un no. En el área metropolitana de Santiago dos de ellas, Las Condes y Vitacura, sedes de la clase media en adelante, .
Tantos muertos, desaparecidos, torturados y heridos para seguir siendo la nación austral una productora de materia prima. El cobre, un conmodities, es la mayor entrada de divisas, lo cual condena a repetir el fenómeno de la región, ser un proveedor barato de productos primarios para el capitalismo mundial.
Tramitación constituyente
Las distintas entidades políticas pretenderán controlar la constituyente para estar concentradas en la forma cómo diluir la protesta de la sociedad, controlarla y diseminarla. Está en juego el futuro del poder y deberían actuar en consecuencia, vale decir, ablandar al pueblo para conducir la inconformidad por mecanismos legales y políticos oficiales.
La tarea no es fácil porque los movimientos populares han adquirido mucha experiencia en los últimos años y están plenamente conscientes de los alcances del cuadro político organizado, presto a defender su estatus para continuar con la sumisión de los chilenos, recién despertados luego de su larga inhibición. Pero será una tarea ciclópea para todos.
Frente al órgano redactor de la nueva constitución irán a la par los conflictos sociales irresolutos por el gobierno. Será un enfrentamiento en la búsqueda de iniciativas para continuar con el establecimiento a través de medidas gatopardianas o cambiarlo hacia el futuro. Nada de socialismo autoritario ni estalinismo sino de un modelo económico y social humano distinto al pinochetismo.
Futuro pendiente
Haciendo abstracción de cuáles serán los resultado de la actividad constituyente se puede apreciar los objetivos a cumplir por los movimientos sociales activos en Chile para buscar soluciones autónomas.
Primero, la actividad dinámica de las redes y núcleos de la sociedad actuando como acicate de las medidas conservadoras del Estado chileno y su gran aliado, los partidos políticos destinados a medrar del erario en sus múltiples planos nacionales, regionales y municipales.
Segundo, la emergente ebullición del feminismo que ha irrumpido de manera inédita contra todos los pronósticos en medio de un patriarcado bien instalado ancestralmente.
Tercero, los pueblos originarios son irreductibles y están dando la batalla ante un régimen represivo cuya pretensión es desconocer los derechos sobre la tierra de los mapuches.
Adicionalmente, se desmorona el mito de la eficacia del modelo neoliberal al apreciarse sus costuras de desigualdad de las grandes mayorías. Incluso, la diversificación de la economía está en dudas y el extractivismo se reproduce a sus anchas demostrando ser un país productor de bienes primarios como el resto de la América Latina, hoy más que nunca hundida en las profundidades de generación de conmodities.
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