Expandiendo la Revuelta
Este escrito pretende ser una crítica a nuestras propias actitudes y posicionamientos anárquicos, así como también una tensión que apunta a la radicalidad de nuestras acciones, y nunca a una limitación de manual hacia quienes se sientan apuntados en las opiniones que acá se plantean.
Si bien esta publicación parte desde y hacia el territorio denominado buenos aires, el termino liviandad viene de una visión abiertamente globalizada y por lo general hace referencia a este momento político, social y económico dentro del sistema capitalista, en que asesinadas las anticuadas plataformas marxistas (en todas sus variantes) por las dictaduras en esta región del mundo, nos encontramos con un vacío tanto en las practicas y posibilidades revolucionarias como en una posición antagónica al estado y el capital, en este sentido no es sorprendente que parte de una generación haya sido fácilmente sumada a las filas del cómodo progresismo, sabiendo al mismo tiempo que la izquierda, a quien nada le pedimos más que su desaparición, nunca puede representar un peligro real al orden imperante.
Dentro de este vacío es en donde la anarquía encuentra su lugar y se expande como propuesta negadora de esta realidad, encontrando afinidades entre quienes no se resignan a la tortura y al asesinato en los barrios, o en las comunidades de distintos pueblos originarios que enfrentan con dignidad envidiable, en muchos casos, el avance del estado en su versión abiertamente genocida, versión que muchxs parecían haber olvidado en los últimos años.
Es en este caminar, en medio de una mediatización exacerbada por todos los medios de comunicación y bajo la lupa represora con la mira en lxs anarquistas, que es pertinente pensar nuestras limitaciones y potencialidades, con la firmeza necesaria para no caer en paranoias y alentar nuevamente la revuelta.
Pensarnos en la liviandad
Lo liviano es digerible, transportable, intercambiable, lo
liviano se comporta como la información, en un
intercambio sencillo en términos de movimiento, de difusión, de imagen, lo liviano es el medio en que nos movemos, pero también la etiqueta de nuestras ideas y en muchos casos nuestras acciones, lo liviano como forma ajena a la materia, o desintegrador de la materia, como una foto de la miseria, un tatuaje de corta duración con nuestras convicciones, liviandad porque no pesa en nuestros hombros, por el contrario, los atrofia por la falta de peso, como una gravitación alrededor de los hechos, alrededor del mundo y de lo que creíamos como verdad.
La liviandad que sentimos al estar horas cada día relacionándonos con un mundo virtual, llega a nuestras proyecciones y en un mundo de slogans, de títulos panfletarios, no estamos ajenos a sus lógicas y definitivamente a su influencia, pero el punto en que nos distanciamos y rechazamos la mera teorización y su banalidad, es en que sin duda rechazamos este mundo, incluyendo su virtualidad y sus lógicas de intercambio, así como las llamadas “redes sociales” y los distintos métodos del espectáculo que nos impone una sociedad cada día más refugiada en la simulación y el aislamiento.
Si bien la crítica parece ser casi obvia, ya que por ejemplo, Facebook y todo su arsenal mediático son de las corporaciones más visibles del capital, es en esta liviandad donde se le resta importancia a la participación en ellas y su relación directa con los métodos represivos, la misma futilidad con la que terminamos entendiendo esta civilización que supuestamente queremos destruir. No resulta menor el hecho que le demos a la policía nuestros datos, nuestras ideas “radicales”, nuestra IP y por lo tanto la dirección de nuestra casa, y nuestra conexión con otras personas igualmente “radicales” para armar un expediente y ponerle el sello de asociación ilícita.
En este sentido sería ridículo afirmar que se es más o menos revolucionario por tener o no un Facebook, el punto en todo caso sería creer que la virtualidad es un lugar a tener en cuenta, un lugar en donde publicar nuestras ideas o coordinar proyectos, ya que simplemente si los aparatos represivos no están interviniendo en tantas habladurías vacías, es porque somos solo livianxs y no un peligro real.
La liviandad se refleja tanto en nuestras acciones nimias como en aquellas grandilocuentes, se hace presente en los discursos que minimizan la lucha y transforman cualquier posicionamiento en un nihilismo pasivo, son las palabras de la resignación repetidas al unísono hasta volverse impedimento de acción, lo liviano se manifiesta en las relaciones efímeras, no por propia decisión, sino por falta de voluntad, en la tibieza de nuestras convicciones y por lo tanto en nuestro compromiso con la guerra social.
Entender la anarquía de forma liviana puede significar olvidar el carácter ofensivo de nuestra propuesta, como también jerarquizar nuestras acciones y hacer de la destrucción una imagen más a ser difundida en la pantalla, liviandad como falta de seguridad y por lo tanto de proyección en un espejo hedonista sin perspectiva de los movimientos propios y del enemigo, liviandad como falta de posición, como espacio abierto, vacío y hasta intercambiable en que se mezclan discursos y posturas, como lo alternativo, lo genérico, lo cultural, como pluralidad de voces que se esquivan unas a otras evitando confrontarse y liviano también como la tradición falta de cuerpo que se escuda en la retórica para esquivar la barricada.
[Introducción y primera parte del folleto del mismo titulo, que en versión integral es accesible en https://expandiendolarevuelta.noblogs.org/files/2019/01/Liviandad-print.pdf.]
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