Una Comadre Púrpura
Hace unos días
comencé a presentar debilidades en mi salud, algunos síntomas comenzaron a
decirme que estaba enferma. Los
dolores en el cuerpo, el horrible y mordaz dolor de cabeza me tumbaron en la
cama durante 4 días que parecieron una eternidad. Evidentemente
sospeché que podía ser covid-19 y enseguida el pánico me inundó. Ya verán el
porqué.
Vivo en un país cuyo
sistema de salud pública está literalmente desahuciado, en el piso y es poca o
nula la atención que puede brindarnos así que muchxs de las y los venezolanos
cuando supimos el decreto de la cuarentena en el mes de marzo del presente año,
comenzamos a tomar todas las medidas necesarias para protegernos, porque
sabemos que enfermarse en Venezuela no es una opción, ciertamente nadie quiere
enfermarse pero nosotrxs tenemos prohibido enfermarnos, porque las condiciones
de nuestros hospitales están en tal deterioro y detrimento por la falta de
agua, de mantenimiento, de insumos, de personal de salud que es preferible ni
acercarse por allí.
Mucha gente no acató
las medidas de bioseguridad necesarias para prevenir el virus, no solamente los
de a pie que resuelven la papa diaria (porque en Venezuela se resuelve la
comida al día), nuestra economía está tan deteriorada que 4$ dólares mensuales
evidentemente no alcanzan para nada, la hiperinflación es como un tornado o una
gran ola en la que a veces te ahogas y sales a flote como puedes -los que
pueden- muchxs otrxs no están aquí para contarlos, pues han fallecido producto
de la desnutrición severa. Muchas
madres y padres salen a la calle todos los días a resolver el plato de comida y
eso los expone al virus. Otrxs han hecho caso omiso porque no
creen, porque se consideran super poderosxs, por ignorancia, por lo que sea. Y
otrxs han decido continuar sus celebraciones y encuentros fiesteros haciendo
honor a lo dicharacheros y lo tropical que somos las y los venezolanos.
Entre estos últimos
contamos con personalidades del alto gobierno, hijos pródigos del gob, amiguis,
etc, que no han parado de rumbear en tiempos de pandemia y en tiempos de
cuarentena radical en nuestro país. Pues sí. Desde la primer corona party en
Los Roques, pasando por la rumba de Los Palos Grandes, La rumba electrónica de
Los Naranjos y la rumbita donde Fidel Madroñero (absurda Konducta) hacía de
host y Mc, y muchas otras (vale resaltar que han dado positivo en COVID19) nos
quedamos estupefactas al ver el tratamiento diferencial que se les da a unos y
a otros.
No destacaré aquí las
mega rumbas de El Coqui «nuestro
jefe» del Para Estado que controla los barrios caraqueños: Cota
905, El Cementerio y el 70 de El Valle. Tales rumbas han sido descomunales y
ningún organismo policial ni de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) se atreve
a disolverlas, las razones de ello son aspectos para desarrollar en otro escrito.
Mientras seas pana y
familia de los de arriba te tratan como a unos muchachitos que se portaron mal
y no hicieron caso y que se merecen una nalgada y luego un heladito para
consentirles, pero si tú que eres de abajo se te ocurre caminar por el
Boulevard de Sabana Grande, Altamira, Lídice con el tapa boca medio torcido
porque la liga está vencida y te queda grande, porque medio se te movió, porque
medio te lo moviste pues te cuesta respirar con la tela en la nariz, o lo que
sea, prepárate, porque lo que viene es represión (Vale recordar que existe una
fuerte escasez de mascarillas y tapabocas, y que al inicio de la cuarentena las
farmacias las vendían en 10$ cada una, por ende, la gente comenzó a inventar
tapabocas de tela que no cumplen con las medidas de bioseguridad, pero ¡algo es
algo!).
Ante el mínimo
descuido y el uso erróneo del tapabocas no tardan en aparecer el FAES, miembros
hostiles del PSUV, GNB y colectivos armados, entre otros, te detienen por 3
horas, te amedrentan, te tratan como un delincuente, en fin te hacen pasar un
momento de terror y de pánico bajo la amenaza de que te van a encarcelar porque
eres un bio terrorista que quieres destruir la vida de miles de venezolanxs.
Nada de lo que aquí describo es una acción realmente pedagógica, educativa y
mucho menos anda el gobierno en las calles repartiendo tapabocas y gel
antibacterial con charlas educativa para educar, valga la redundancia, sobre
las medidas a tomar para prevenir el virus o qué hacer en caso de contagio.
En los inicios de la
cuarentena -mes de marzo- unos adolescentes transitaban por una calle de
Altamira, en la ciudad de Caracas pues el decreto los agarró en la calle y el
FAES pedagógicamente introdujo el fal en la boca de estos menores de edad como
medida correctiva. Estas prácticas no han cesado, peor aún, han tomado más
fuerza. Actualmente vimos como personas con chalecos (que pueden ser policías,
colectivos armados, parapolicías o cualquier órgano represor del Estado, porque
aquí cualquiera tiene chapa para ejecutar a civiles) golpean con bate a
transeúntes que se desplazaban por las calles de su barrio. ¿Esta es la manera de educar y
explicar la necesidad de permanecer en casa? ¿Toda persona que sale de su casa
es un violador de la cuarentena? Creo que no.
Ni hablar de la
irresponsable matriz de opinión que se ha generado desde el alto gobierno y sus
adeptos hacia las personas venezolanas que se han tenido que devolver, a
quienes se les trata de armas bacterológicas de guerra, bio terroristas en
lugar de darle la atención que merecen. Si se fueron y se regresaron eso no es
lo importante. La importancia está en que son ciudadanos y al pasar la frontera
hacia acá ya son responsabilidad del Estado venezolano. Es verdaderamente surreal escuchar a
Nicolás Maduro y su gabinete decir que ellos han venido haciendo un buen trabajo
y que quienes empeoraron la situación del COVID-19 fueron tales compatriotas,
es vomitivo. En un país donde se lo robaron todo, no hay agua,
ni electricidad, ni gas doméstico, ni medicinas, tú me dirás.
Ahora, volviendo al
punto inicial. Si llegas a contagiarte del virus o a sospechar si quiera que lo
tienes, lo ideal es que vayas a un centro de salud más cercano para que te
hagan el despistaje, y de tenerlo, te atiendan como un paciente que padece de
una enfermedad temporal y que puede complicarse según sus antecedentes médicos.
En Venezuela los
hospitales no se dan abasto porque como ya comenté, están en su peor momento, y
las clínicas ya están abarrotadas. Recordemos que el virus llega a nuestro país
en plena emergencia humanitaria compleja, las instituciones están desmanteladas
y nosotras en plena precarización de la vida. Queda pues, improvisar
espacios para la atención, sin embargo, tales espacios no han sido debidamente
acondicionados para la atención de pacientes con covid-19, aunado a la grave situación
económica y la colosal corrupción que ha impedido que el sector salud tenga los
insumos necesarios para la atención, pasando a ser personas con alto riesgo de
contagio, incluso existen denuncias de que han fallecido médicos que
contrajeron la enfermedad mientras cumplían sus labores profesionales. Ni
hablar de la falta de agua en todos los rincones del país que hace imposible
tener una higiene adecuada, así como la ausencia de gas doméstico.
De ser positivo en
Covid-19 el aislamiento es necesario, pero no debe serlo la incomunicación con
tus familiares más cercanos, pero en Venezuela todo derecho es un privilegio,
peor aún es cercenado. Como no hay lugar en hospitales ni en clínicas te llevan
a un local, estadio, en condiciones nada aptas. Así lo manifestó, Richard
Rodríguez director de Radiomanía en Carúpano, Edo Sucre, que junto a su esposa
los llevaron a un local en condiciones deplorables y que además por hacer dicha
denuncia, le dieron mal trato y que lo trasladaron por castigo a una habitación
anexa a una morgue sin la ventilación adecuada.
De tan solo pensarlo
me da escalofrío
El haber estado
enferma y con miedo a ser positiva de Covid-19 me llevó a hablar con personas
conocidas que tuvieron el virus y lo pasaron en sus hogares con todas las
medidas de resguardo. Ninguna de estas personas se atrevieron a decir que
estaban enfermas, pues todas ellas son cabeza de familia con niños pequeños que
no pueden estar fuera de casa quince días incomunicadas. ¿Irresponsabilidad?. Puede
ser, Pero ante la no garantía de una adecuada atención por parte de los
organismos de salud la opción es pasarla en casa siempre y cuando la situación
no empeore.
En mi caso soy madre
soltera, cabeza de familia y sostengo a mi padre de 75 años y mi hija. Me
negué comentarle a mis vecinos que me sentía mal, temía que me sacaran de
mi hogar y me llevaran a quién sabe dónde, y si yo no produzco, literalmente mi
familia no come.
Afortunadamente, no tuve ni fiebre, ni perdí el olfato ni el gusto y mucho
menos tuve dificultades respiratorias, quizá contraje cualquier virus que está
en el ambiente y que por las lluvias siempre aparecen. Me mantuve en contacto
con personas que podían articular con médicos por si acaso ameritaba una
atención de ese tipo, como ya dije afortunadamente fueron 4 días de fuertes
síntomas, mucho reposo y tomé pastillas para los dolores.
Finamente me siento
mejor, continúo con las medidas de protección en casa hacia mi familia, las que
todos sabemos: vaso, plato y cubiertos solo para mi uso, constante higiene de
las manos, cuerpo, limpieza del hogar de manera extrema y que nadie entre para
mi cuarto. Hoy puedo decir que lamentablemente tengo miedo a enfermarme porque
quien debería cuidarnos y garantizar la efectiva atención a nuestra salud: el
Estado, más bien, nos agrede.
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