Secretaría de RelacionesInternacionales
de CGT (Península Ibérica)
En
México la pandemia por la
COVID-19 se está ensañando con
especial virulencia. Y es que,
en este territorio, tanto su historia revolucionaria como sus cifras impresionan. Según la OMS a 31 de agosto hay casi 600.000 personas infectadas, más de 64.000 personas fallecidas por el SARS-CoV-2. En el macabro ranking mundial, México ocupa la octava posición.
No obstante, el impacto de una pandemia de estas dimensiones, pone de
relieve la importancia de tener un sistema de
servicios públicos que acabe con
las desigualdades sociales, y en
particular, una sanidad pública
que garantice el derecho a la salud
de toda la población. Ya en 2018
la OCDE denunciaba que millones
de trabajadoras y trabajadores no tenían acceso a la cobertura sanitaria en México. De hecho, situaban al país en los últimos puestos del gasto en salud, un 2,7 del PIB según la OCDE, titulando como “un lujo” el hecho de enfermarse en México y recibir la necesaria atención sanitaria.
Y más allá aún de las cifras, están las personas. En el último viaje que hicimos a México como CGT entre 2018 y 2019 pudimos documentar la
deficiente atención sanitaria de
las personas secuestradas por el Estado
en las prisiones del Estado de Chiapas,
que si bien, cuando así lo
estimaban en la prisión, eran llevados
al hospital público de la capital,
San Cristóbal, donde ni había
en el mismo material de diagnóstico
ni tristemente apósi-tos, menos
aún medicamentos, desinfectantes...
En la acera de enfrente al
hospital, se encontraba uno de
los centros privados que podían
ofrecer los diagnósticos y tratamientos
sanitarios adecuados... pero a precios inalcanzables para el 90% de la
población, mucho menos para la
población recluida que
malamente puede tener una
actividad remunerada.
Aunque un poco más adelante, cuando hablemos de los feudos finqueros que atacan a las comunidades
rebeldes y bases de apoyo
zapatistas, entenderemos también
cómo el capitalismo se sirve de
la violencia paramilitar y el
caciquismo para no permitir que
se desarrollen los servicios públicos
como la sanidad pública y sí la
privada, por falta de presupuesto, pero también por la violencia explícita. Pero esto no sólo se circunscribe a México, de forma más sutil y normalizada ocurre también en la Europa de abajo y el mundo entero. Antes de seguir, queremos destacar la impresionante calidad, actualización y
gratuidad de la atención sanitaria
en los territorios insurgentes zapatistas que pudimos constatar en el mismo viaje. Esta atención no tenía únicamente profesionales, material sanitario sino también tratamiento médico no sólo para las y los zapatistas, si no
para las casi 1.000 personas que
participamos en el Encuentro al
que fuimos convocadas. Todo un ejemplo de lo que
sí es posible cuando se trabaja
por “un mundo en el que quepan muchos
mundos”.
Durante esta pandemia, la explotación
laboral, los secuestros por
parte del Estado, las “desapariciones”, violaciones y feminicidios no se han
puesto en cuarentena. Las cifras
de la violencia resultan terroríficas en
otro país donde portar armas está
amparado por la Constitución. A modo de ejemplo, casi mil mujeres fueron asesinadas en los primeros 4 meses de este año 2020, y precisamente en el mes de abril se superó el lamentable récord mensual de asesinatos, con más de 267 asesinatos de niñas y mujeres según
el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de
Seguridad Pública. Estas cifras
destacan con las que recogimos en
el citado viaje al territorio insurgente donde en los más de 25 años de zapatismo, ninguna mujer había sido asesinada.
Así la violencia y el hostigamiento
que tanto el Estado como los y
las finqueras ejercen contra la
población, y en especial, la indígena y rebelde es continuo. Y así lo están denunciando tanto el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), como el Congreso Nacional
Indígena (CNI) y sus bases de
apoyo y resistencia. La reacción no se ha hecho
esperar para lanzar una Declaración nacional e internacional en solidaridad con las comunidades zapatistas exigiendo ¡Alto a las agresiones contra los Zapatistas!
En el mes de agosto, compas del
Ejido de Tila, de más de 71 mil
habitantes, denunciaban la violencia de los aspirantes al Ayuntamiento
encabezados por Francisco
Arturo Sánchez hijo del
paramilitar Arturo Sánchez, que se están promoviendo para presentarse a las próximas elecciones municipales boicoteando por una
parte el sistema ejidal-comunitario elegido por la población que habita Tila, pero sobre todo destruyendo las barreras que ha
construido la comunidad para autoasilarse y
protegerse, reclutando menores pandilleros
y violentando a la población legalmente reconocida. El ejido está registrado y amparado por la
resolución presidencial del 30 de julio de 1934 y
publicado en el diario oficial de
la federación el 16 de octubre de
ese mismo año y es uno de los municipios
con alta presencia del EZLN. El
pasado 29 de agosto, las y los
compas encontraron asesinado con signos de violencia a un compañero del ejido que asistía a la Asamblea y reuniones de
barrio. El Ayuntamiento paramilitar de Limberg
Gregorio no tiene más límites que
la digna resistencia de los y las zapatistas. Allí, como en el resto del territorio mexicano no hay presencia del discurso y compromiso presidencial de AMLO por proteger a las comunidades indígenas.
La ofensiva organizada contra los pueblos originarios se reproduce en
todos los territorios rebeldes. El CNI recogía y apoyaba el pasado 18 de agosto la denuncia de los
compañeros Miguel Espinosa
Gómez y su compañera Pascuala
Pérez Gutiérrez, pertenecientes al CNI por parte de la comunidad de Nueva Jerusalén perteneciente al Ejido Peña Limonar
municipio de Ocosingo, Chiapas.
Su hijo de 13 años fue herido gravemente
en el tiroteo contra la y el compañero del CNI y
sus hijos intentando expulsarles de su casa mientras trabajaban su tierra.
Y pocos días después, el CNI repudiaba la agresión contras las comunidades y bases de apoyo zapatista en estos términos “El Concejo Indígena de Gobierno-Congreso Nacional Indígena repudiamos el
cobarde ataque de integrantes
del grupo paramilitar llamado
Organización Regional de
Cafeticultores de Ocosingo (ORCAO),
que el pasado sábado 22 de
agosto alrededor de las 11:00
de la mañana robaron y quemaron
las instalaciones del Centro de
Comercio Nuevo Amanecer del
Arcoíris, que se encuentra
ubicado en el sitio conocido como crucero de Cuxuljá, Municipio Autónomo Lucio Cabañas, dentro del municipio oficial
de Ocosingo, Chiapas. La
organización paramilitar ORCAO ha mantenido
desde hace años una presión y violencia
constante sobre las comunidades zapatistas; como es el caso del Municipio Autónomo Moisés Gandhi, para detener la organización autónoma, privatizar las
tierras que han costado la lucha
y organización de los pueblos originarios bases de apoyo zapatistas, para amedrentar y amenazar a las y los compañeros que desde abajo vamos apostando por la
esperanza, como las diversas
agresiones en contra de compañeros
del CNI, que fueron violentados
y secuestrados por paramilitares
de ORCAO, los Chinchulines y
gente del partido MORENA.
Denunciamos la guerra que,
desde arriba, se está desplegando
en contra de la organización de las comunidades zapatistas, al mismo tiempo que arriba los malos gobiernos buscan imponer, por todo el país, mega-proyectos de muerte a los que nos oponemos y nos opondremos, porque no estamos dispuestos a renunciar a nuestros territorios y permitir la destrucción que prometen los
poderosos”.
Ahora, frente a la ausencia de políticas públicas de salud y desarrollo comunitario, se aprovechan de
los autoaislamientos que las
comunidades autoorganizadas llevan a cabo para protegerse de la pandemia por el COVID-19 para ensañarse con violencia, y exponiendo tanto a la clase trabajadora como a las comunidades a la pandemia, continúan desarrollando sus me-gaproyectos de destrucción y despojo en el Plan Integral de Morelos, el
Corredor Transístmico o el Tren
Maya. Igualmente, la Selva de
los Chimalapas ubicada en el sur
de México (istmo de Tehuantepec, Oaxaca) que está amenazada entre otras cosas,
por megaproyectos mineros a
cielo abierto.
Más allá de la pandemia, es momento ahora más que nunca, de mantener la cohesión, el apoyo mutuo y la solidaridad frente a la brutal hidra capitalista y sus
violencias. Es por ello que las
redes de resistencia y
rebeldía, colectivos y organizaciones adherentes a la Sexta declaración de la
Selva Lacandona nacionales e
internacionales nos hemos
reunido el 5 de septiembre para poner en común las diferentes acciones
planificadas para lanzar una
“II acción global contra la
guerra en agravio al EZLN, a
los pueblos originarios y a la
vida, Samir Vive” entre el 16
y 20 de septiembre #Nuestra-Lucha
Es Por La Vida.
[Publicado originalmente en el
periódico Rojo y Negro # 348, Madrid,
septiembre 2020. Número completo accesible en http://rojoynegro.info/sites/default/files/rojoynegro%20348%20septiembre.pdf.]
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