Personal activo y jubilado de la Estación Experimental Caparo,
Universidad de Los Andes
Qué íbamos a pensar los
universitarios ligados a la Estación Experimental Caparo (municipio Andrés Eloy
Blanco, estado Barinas, Venezuela) el 20 de enero de este año, cuando de manera
local y restringida en la ciudad de Mérida conmemorábamos los 50 años del establecimiento
de la misma, que menos de 3 meses después deberíamos darle un carácter nacional
a esos 50 años. Una "celebración" efectuada en medio de la crisis
permanente en la que viven las pocas instituciones sobrevivientes a años de
debacle planificada de la infraestructura social y económica del país,
exitosamente ejecutada desde los entes que se supone deben su existencia a la
institucionalidad.
Desde hace algunos días ha tenido
lugar una campaña de desinformación en diferentes medios de comunicación, promovida
por un grupo de invasores de la Estación Experimental Caparo, en la cual los agresores que han deforestado
cientos de hectáreas en la Estación, se muestran como víctimas de las acciones
de desalojo ejecutadas por los organismos correspondientes, en cumplimiento de
la ley y de procedimientos legalmente sustentados. Además de este torcido
cambio de identidad, de invasores a pobladores desalojados, MIENTEN AL AFIRMAR:
·Que la Universidad de Los Andes posee una concesión para
la explotación maderera en la Reserva Forestal Caparo.
·Que esa concesión concluyó en 2012, y que a partir de
ese año la Bióloga Diana Liz Duque es la nueva concesionaria de la Estación
Experimental Caparo, haciéndola responsable de una presunta tala de árboles y
construcción de un camellón, actuando con el conocimiento de generales, el
gobernador del estado Barinas y el ministro del ambiente (sic), quienes constantemente
visitan la zona.
·Que la madera explotada, especialmente la de las
plantaciones de teca, está comprometida con una empresa india y está siendo
exportada.
·Que estos hechos evidencian el fraude del proyecto
forestal de la Universidad de Los Andes, la violación de los derechos de los
campesinos y el profundo daño que se hace al ecosistema.
·Que ellos son pobladores de la Estación Experimental
Caparo.
La campaña ha sido acompañada de
hechos concretos: el 16 de abril de 2020 ellos han intentado, por sexta vez
este año, una invasión a la Estación Experimental, en esta oportunidad por el
sector de la Pica 5.
En este sentido, quienes suscribimos,
profesionales que hemos estado vinculados a los programas y proyectos
desarrollados en la Estación Experimental Caparo, en calidad de docentes e
investigadores adscritos a la Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales de
la Universidad de Los Andes o como ejecutores de proyectos técnicos en la
Estación, consideramos pertinente y necesario exponer a la colectividad
nacional los hechos reales que han caracterizado los 50 años de fructífera
labor, en este muy especial espacio de la geografía nacional.
La Estación Experimental Caparo,
conformada desde enero de 1970, es un caso raro en el área de conservación y
manejo de la biodiversidad de los bosques estacionales tropicales de tierras
bajas, ha resistido durante 50 años las amenazas de invasión y deforestación y
es, hoy en día, la mayor superficie relictual de los bosques alisios de
Venezuela y Colombia que ocuparon, originalmente, más de 1 millón de hectáreas,
representando aproximadamente el 0,6% del total. Se encuentra localizada en la esquina
noroeste de la Reserva Forestal Caparo, decretada hace 59 años, la cual
constituía, originalmente, una extensión selvática de unas 174.000 hectáreas,
actualmente exterminada por la sobre explotación de los bosques y la ocupación
ilegal de sus territorios para el desarrollo de actividades de agricultura y
ganadería.
Hoy, de toda esa superficie, sólo
los ecosistemas de la Estación Experimental Caparo sobreviven en un lote de un
poco más de 6.000 hectáreas de las 7.000 originales, que al compararlos con el
área total de la Reserva Forestal Caparo se nos antoja muy pequeña, pero es lo
asignado a la Universidad de Los Andes en el contrato de comodato original,
suscrito el 16 de diciembre de1982; es lo único que queda de esa selva gracias
al esfuerzo de varias generaciones de profesores, investigadores, obreros, estudiantes
y técnicos que desde su inicio comenzaron a estudiar, inventariar, clasificar y
manejar los ecosistemas de este rincón de los llanos del Orinoco. La idea
visionaria del fallecido profesor Dr. Luis Enrique Rodríguez Poveda germinó
durante la primera década de trabajo (1970 - 1980) y se logró separar ese
pequeño lote para los estudios del bosque de esta Reserva, con fines de manejo
forestal.
°-°-°-°-°-°-°-°-°-°
De los alegatos expuestos (descritos
en detalle en la versión en extenso de este documento, accesible en http://desarrollosustentableve.com/wp-content/uploads/COMUNICADO-CAPARO_final.pdf),
se desprenden las siguientes conclusiones aclaratorias:
1. La Universidad de Los Andes no
es una concesionaria maderera en la Reserva Forestal Caparo; tiene una Estación
Experimental establecida hace 50 años y maneja el área con fines de
investigación, docencia y extensión, sustentada en un contrato de COMODATO
suscrito con la República, el cual fue renovado en el año 2006. La madera
extraída por la Universidad ha sido producto de las plantaciones hechas por
ella. El aprovechamiento comercial del bosque natural, en la Estación
Experimental Caparo, cesó en 1996.
2. Las 7.000 ha a las que hacen
referencia los invasores, son precisamente el área de la Estación Experimental
Caparo y son el único relicto boscoso continuo (a pesar de los invasores) de
las 174.000 ha originales de la Reserva Forestal Caparo y de las más de 1
millón de ha que conformaban este ecosistema en los llanos venezolanos y
colombianos.
3. La zona protegida -sobre todo
la Estación Experimental- es hogar de al menos 248 especies de aves, 30
anfibios y 60 mamíferos, entre ellos el jaguar (Panthera onca), el puma (Puma
concolor), el ocelote (Leopardus pardalis), el oso hormiguero gigante
(Myrmecophaga tridactyla) y la danta (Tapirus terrestris). Aquí viven tres
especies de primates: el capuchino de frente blanca (Cebus albifrons), el mono
aullador rojo (Alouatta seniculus) y el mono araña marrón o multicolor (Ateles
hybridus); este último, registrado en Peligro Crítico de Extinción en la Lista
Roja de la UICN y en la Lista Roja de Venezuela de especies amenazadas.
4. No explican los invasores algo
rotundamente evidente, que sólo el área que ha estado bajo la administración y
el manejo forestal de la Universidad de Los Andes es la que se ha conservado en
sus condiciones naturales originales; el resto de la Reserva Forestal Caparo
fue pasto de las acciones de quienes han actuado como depredadores del bosque,
enarbolando la bandera de la justicia social, impunemente por décadas.
5. La producción técnica y
científica de la Estación está respaldada por 335 publicaciones que abarcan 52
años de trabajo en el área. Un listado preparado por el Profesor Omar Carrero
Araque registró 99 trabajos entre los años 1967 y 1999; el mismo fue
actualizado por el Profesor José Lozada para incluir los 236 producidos entre
los años 2000 al 2019.
6.La Biól. Diana Liz Duque no
posee alguna empresa maderera, no ha suscrito un contrato de concesión con la
República y no está involucrada en la explotación de los bosques. El proyecto
MONO ARAÑA que dirige, es una investigación sobre la ecología del mono araña, especie
en peligro de extinción que tiene, en la Estación Experimental Caparo, una de
las pocas áreas de distribución que le restan para su supervivencia. El
proyecto es una iniciativa de conservación a largo plazo, que desde el 2012
realiza investigaciones y acciones para proteger a este primate, es financiado
internacionalmente y es, hoy en día, el único proyecto con sustento propio en
la Estación Experimental Caparo, acorralada y amenazada.
7. La Biól. Diana Liz Duque
desarrolla las actividades del proyecto Mono Araña con pleno conocimiento de la
Universidad de Los Andes, institución a cargo de la administración y manejo de
la Estación Experimental Caparo.
8. Estos invasores no pueden
considerarse pobladores tradicionales de la RFC, han intentado establecerse
allí de manera ilegal, razón por la que su desalojo ha sido acordado y
ejecutado desde diferentes instancias de Poder Público.
9.Tratar de convertir los
intentos de ocupar ilegalmente la Estación Experimental Caparo en un proceso de
carácter político, acusando a mansalva a cualquiera que se oponga a sus
acciones ilegales y depredadoras, da una idea clara del carácter de sus
protagonistas y la abierta intención de crear un estado de confusión que les
permitiría encontrar los modos de concretar sus intenciones.
Como resultado de la invasión
ocurrida en 2018, a la Ciudadana Herminia Díaz, quien dirigió esos hechos, le
fue impuesta la sanción de efectuar trabajos comunitarios consistentes en el
establecimiento de viveros para la reforestación de las áreas intervenidas,
sanción que no se está cumpliendo con los parámetros técnicos mínimos que
garanticen el logro exitoso de los propósitos que se le asignaron.
Este año, en medio de la
cuarentena, continúan los ataques al bosque; ya van hasta la fecha 6 intentos
de invasión que han sido impedidos con la actuación del Ejército, del personal
de la Estación y del Proyecto Mono Araña. En el intento del 6 de abril, amenazaron
de muerte a los guardabosques; sin embargo, la estación no está sola y se
continúa trabajando aunque siguen recibiendo amenazas. El jueves 16 de abril se
dio el último intento de invasión por el sector de la Pica 5, siendo repelidos
por los funcionarios del Ejército destacados para la protección de la Estación
Experimental, aunque no se descartan nuevas tentativas en los próximos días.
De acuerdo con la Ley de Bosques
(Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N° 40.222 del
16.08.2013) los terrenos donde se localicen bosques naturales no podrán ser
considerados ociosos o incultos. Las Reservas Forestales se establecen en
terrenos baldíos, ejidos y otros propiedad de la Nación, destinadas al
aprovechamiento del patrimonio forestal ya la generación de productos y
beneficios ambientales mediante un plan de manejo. En la misma se declara de
utilidad pública e interés social la conservación, aprovechamiento y manejo
sustentables de los bosques y el patrimonio forestal; y se declara de orden
público las disposiciones que rijan la conservación de especies y ecosistemas
forestales de especial valor ecológico, la prevención y control de ilícitos
contra el patrimonio forestal, y la investigación e innovación tecnológica para
el desarrollo forestal sustentable.
Por estas razones, las
aspiraciones de los invasores carecen de viabilidad jurídica, a menos que la
Reserva Forestal Caparo sea desafectada de su condición legal de Área Bajo
Régimen de Administración Especial. En las décadas de 1960 y 1970, con la
finalidad de detener las invasiones en la Reserva Forestal Ticoporo, cercana a
la de Caparo, se adelantaron sendos procesos de desafectación parcial para
establecer asentamientos campesinos; el resultado, las tierras desafectadas
terminaron en manos de terratenientes y las invasiones continuaron. Hoy, los
bosques de Ticoporo prácticamente desaparecieron, las invasiones asolaron la
Reserva Forestal Caparo y de ésta sólo quedan en pie los bosques de la Estación
Experimental Caparo.
La Ley antes citada manda a las
Universidades a incorporar en sus programas y líneas de investigación, estudios
y proyectos relacionados con el conocimiento del bosque, la conservación,
manejo y uso sustentable del patrimonio forestal. En esta materia la
Universidad de Los Andes, desde la década de 1950, ha tenido entre sus líneas
docentes, de investigación y extensión comunitaria la conservación del ambiente
y, especialmente, el campo forestal, ámbitos en los que ha sido pionera en Venezuela
y Latinoamérica.
La ocupación ilegal de los
espacios universitarios destinados a docencia, investigación y extensión se ha
convertido en práctica corriente en Venezuela; en el caso de la Universidad de
los Andes, además de la Estación Experimental Caparo, han sido objeto de
intentos de invasión la Estación Experimental El Irel (Barrancas, municipio
Cruz Paredes, estado Barinas) y la finca Judibana (El Vigía, municipio Alberto
Adriani, estado Mérida).
La Estación Experimental Caparo
es motivo de orgullo para los venezolanos, los barineses y los pobladores del
municipio Andrés Eloy Blanco. Su defensa es materia del más elemental sentido
nacionalista, no sólo para quienes transitamos las sendas del ambientalismo y,
especialmente, del manejo forestal sustentable, sino para cualquier ciudadano
que entienda el valor ecológico y social de la conservación de estos espacios,
dónde se asienta nuestro patrimonio natural, el que debemos legar a las
generaciones por venir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.