Revista
Kalinov Most
El ejercicio de propaganda siempre ha estado vinculado a la
política, a la guerra y a la religión, busca la difusión de ideas, transmitir
un mensaje y crear un cambio en el receptor. Pero ¿cuál sería la especificidad
de la propaganda anarquista informal y de praxis?, ¿qué la diferenciaría con
la de cualquier otra agrupación política, llámese partido u otra organización
formal? ¿Es importante la forma del cómo difundimos el conjunto de ideas
antiautoritarias? ¿Existen métodos más validos que otros dentro de la
propaganda?
La
propaganda anarquista en la larga lucha contra la dominación ha tenido
múltiples formas y estrategias. Por ejemplo, podríamos remontarnos a la guerra
civil española donde el uso de carteles fue relevante [1]. En otra época se
optó por la estrategia de la propaganda por el hecho. Los nómadas crotos se
encargaron de difundir, por medio de la palabra, las ideas antiautoritarias.
También periódicos y octavillas han sido y son herramientas habituales, ahora
pueden ser los medios digitales de contra-información, una canción o esta
misma revista.
Por más
que pasen los años el propósito de lxs anarquistas sigue siendo la destrucción
de todas las formas de autoridad, por consiguiente del Estado, entonces lo lógico es que
las formas de llegar a dicho objetivo sean coincidentes. Así que puede
resultar curioso ver que los métodos de propaganda de algunxs anarquistas sean
prácticamente idénticos de quienes perpetúan las relaciones de dominio. Cuando
se ve a los receptores del mensaje de la propaganda como una masa inerte,
dormida, estúpida y que necesita a alguien que los guie se está actuando
exactamente igual que un partido o una religión.
Muchas veces hemos sido testigos
de prácticas lamentables, en donde se usa un lenguaje propio de una vanguardia
iluminada que supuestamente posee la llave para terminar con la dominación, lo
que no es más que pretender poseer la Verdad, como se puede apreciar en un
fragmento de la editorial del periódico La
nueva Humanidad de la ciudad de Rosario, Argentina del año 1899; “…
convencer a los que no estén convencidos, de enseñar a los que no saben o que
saben menos que nosotros”.
Por otra parte, se rebaja o
maquilla el discurso creyendo que así se puede persuadir a más personas,
pensando que éstas son idiotas e ignorantes, que no entenderían las ideas
antiautoritarias o que les asustarían las propuestas que llaman abiertamente al
conflicto, pero ¿cómo se pueden difundir las ideas anarquistas si no es de una
forma clara?.
Pensamos que no existe la
necesidad de usar consignas que rocen posturas socialdemócratas y victimistas,
que utilizan un lenguaje que nada tiene que ver con el nuestro, como por
ejemplo: “no es delito ser anarquista”, “contra el abuso policial”, “falsa
democracia” o “contra la criminalización del anarquismo”. Lenguaje que, a todas
luces, intenta entrar en el ámbito de lo legal, de lo permitido y de lo
políticamente correcto, lo cual corresponde a una manifiesta contradicción si
lo que se pretende es destruir lo existente por todos los medios posibles.
Somos claros en afirmar que, en la confrontación permanente, no hay búsqueda
posible de puntos de encuentros con la legalidad.
En relación a lo anterior,
también hemos podido apreciar diversas iniciativas propagandísticas desde
entornos y espacios anarquistas que apuntan al vecinx, al estudiante, al obrerx
o al presx,... buscando la figura del sujeto revolucionario, entendiendo que la
realidad será cambiada por un grupo puntual de la población, el cual se supone
que será el motor que impulsará la revolución. Reproducir este tipo de propaganda,
creemos, es adoptar alineamientos marxistas leninistas que ven a los obreros
como su sujeto de cambio, forzando situaciones para adecuarlas a su rígido e
inflexible programa. Por otra parte, los llamamientos del tipo “únetenos” o
“síguenos” corresponden a planteamientos vanguardistas propios de partidos
políticos, que priorizan lo cuantitativo por sobre lo cualitativo, e intentan
vender un discurso, no importando el contenido. De lo que se trata, en
definitiva, es de convencer a personas para que se adscriban a tal o cual
proyecto a como dé lugar, entrando en juego la manipulación y el engaño con el
sagrado propósito de engrosar las filas de la organización.
Especialistas de la propaganda: leninistas, católicos y publicistas
La especialización como fruto de
la división social y sexual del trabajo y de la modernización es contraria al
desarrollo heterogéneo del individuo, al coartar sus capacidades, limitarlx a
solo una actividad y, en definitiva, domesticarlx para la vida civilizada. La
labor propagandística no ha quedado fuera de este proceso, erigiéndose como una
rama específica realizada por expertxs dedicadxs únicamente a ésta.
Por ejemplo, para los leninistas,
la propaganda tiene que ser realizada por personas preparadas para ello,
quienes recibieron una preparación específica y su mensaje está guiado por las
directrices del partido. Lenin exigía, ya en los primeros años de la URSS, la
liquidación de los todos los métodos individuales de propaganda; todo el
monopolio de la información, y por ende de los medios de comunicación, era
estatal. Mostrar el paraíso socialista y la entrega necesaria que tenían que
dar los campesinos y obreros era el mensaje principal, crear consciencia o
“despertar” a quienes aún no han tenido las maravilla de acercarse a las ideas
marxistas.
Algo no muy distinto hizo la
iglesia católica, que, desde sus inicios, creó diversas formas para la
proliferación de la palabra de Dios: Mateo 4:16 “El pueblo asentado en
tinieblas vio una gran luz, y a los que vivían en región y sombra de muerte,
una luz les resplandeció”.
El adoctrinamiento religioso
tiene distintas manifestaciones. La iglesia del Vaticano ha sabido sacar
provecho a la propaganda, desde la arquitectura de sus enormes templos,
imágenes y un largo etcétera. Por su parte, los únicos capacitados para mostrar
la palabra de Dios son los sacerdotes, hombres preparados durante años para
realizar esta labor. Las directrices que marcan el camino de los sacerdotes son
guiadas por el santo padre mediante encíclicas. Por tanto, podemos apreciar que
la iglesia católica posee sus especialistas de la propaganda, labor que no
puede cumplir cualquier creyente de manera oficial, ya que los lineamientos
emanados de la autoridad superior son estrictos e irrefutables.
La forma de cómo hacer un mensaje
más atractivo se tradujo, dentro de la modernidad, en la publicidad, la cual
nace para incentivar el consumismo. El/la publicista es unx especialista
enajenadx cuya única función es mejorar la imagen de una marca para que ésta se
pueda comercializar. Consideran vital que para que una campaña de publicidad
tenga el éxito esperado debe ser impactante, creíble, ante todo, debe repetirse
de diversas formas para que llegue al receptor.
Esta manera de hacer y entender
la propaganda no ha estado ni está ajena a los espacios anarquistas, ya que por
desgracia hemos podido apreciar cómo se reproducen estos mismos patrones al
usar, como si fuese un producto vendible, las ideas antiautoritarias. En
relación a esto, en ocasiones ha surgido la curiosa necesidad de contar con publicistas
o profesionales del diseño para elaborar propaganda, evidenciando que existen
sectores que utilizan estrategias de marketing para difundir sus planteamientos
en donde se prioriza, entre otras cosas, por un buen diseño antes que darle
contenido al discurso.
Cuando las palabras no bastaron… propaganda por la acción
A continuación haremos una breve
referencia a una de las tantas estrategias de la propaganda anarquista, que ha
generado múltiples tensiones y discusiones en distintas épocas.
En el año 1881 en el congreso de
la Internacional Antiautoritaria celebrado en Londres, tomó de forma oficial la
estrategia de “propaganda por el hecho”, en la proclama final se habló de pasar
del periodo de afirmación al de la acción y de unir la propaganda verbal y
escrita a la propaganda por el hecho y a la acción insurreccional. Aunque hay
registros previos a esta proclama de unir la propaganda escrita y verbal a la
acción, como este fragmento del periódico Le
Revolte con fecha 25-12-1880 titulado “La acción”:
“Habiendo engendrado en el hecho
la idea revolucionaria, es una vez más el hecho el que debe intervenir para
asegurar la generalización de aquella […] Es pues, la acción la que
necesitamos, la acción y siempre la acción. Al realizar la acción, trabajamos
al mismo tiempo para la teoría y la práctica, pues es la acción la que engendra
ideas y es ella la que se encarga igualmente de difundir por el mundo […] Pero
¿Qué acción realizaremos? ¿Parlamentos? ¿Consejos municipales? ; ¡No mil veces
no! Nuestra acción debe ser la revuelta permanente, por medio de la palabra,
mediante el escrito, mediante el puñal, el fusil, la dinamita[…] Todo nos
sirve, todo lo que no sea legalidad”.
La propaganda por los hechos
buscaba que la acción individual se hiciera colectiva, que se transformara en
un acto contagioso y repetible que llamase a la insurrección. La época de los
atentados tuvo su auge durante los años 1890-1900 (aproximadamente)
principalmente en Europa, en donde muchos fueron los gobernantes que sucumbieron
a la venganza anarquista. Esta estrategia fue muy cuestionada por varios
antiautoritarios, que la veían poco efectiva en relación a los altos costos
represivos que traía. Esta forma propagandística se ha expandido hasta hoy en
día y, aunque no tiene el mismo impacto que en sus inicios, busca más o menos
los mismos objetivos.
Vemos la propaganda por el hecho
como lo que es: una forma más de difusión de ideas en la que se intentó unir la
palabra y la acción, establecer una coherencia entre el dicho y el hecho. Sin
embargo, somos claros en afirmar que no buscamos realizar un fetiche de la
actividad armada, eso sería caer en las patéticas posturas militaristas propias
de la izquierda. Cuando una forma de propaganda está por encima del mensaje,
ésta ya perdió su validez. Entendemos también que el discurso anarquista
necesariamente debe ir acompañado de la práctica, de nada nos sirve la
grandilocuencia con un exceso de consignas rimbombantes si no va acompañado del
actuar.
Una breve mención a la propaganda armada.
Esta estrategia de propaganda ha
sido utilizada principalmente por organizaciones político – militares de la
extrema izquierda en diferentes partes del mundo, como ETA en el País Vasco, el
IRA en Irlanda del Norte, el PKK en barrios urbanos de diversas ciudades de
Turquía, el ERP en Argentina o los Tupamaros en Uruguay.
En las tierras dominadas por el
Estado chileno esta forma de propaganda nació de los grupos políticos militares
de izquierda, que poseían una fuerte presencia en distintas poblaciones de las
principales ciudades del país, en donde contaban con militantes, bases y
realizaban diversas actividades, entre las que se encontraba la propaganda
armada, que consistía en hacer una proclama de forma pública haciendo
exhibición de armas. Esta estrategia de propaganda estaba ligada estrechamente
al control territorial que ejercían estas organizaciones políticas en dichas
poblaciones, lo cual les posibilitaba un resguardo efectivo y la complicidad de
gran parte de la población. Hoy, aunque existe presencia de organizaciones y
grupos políticos en varias poblaciones de Chile levantando diversas
iniciativas, creemos que resulta imposible hablar de control territorial por
parte de éstas, debido, entre otros muchos factores, a que la complicidad de
lxs pobladorxs ahora generalmente está con la policía y con lxs
narcotraficantes.
En los últimos años grupos
anarquistas han comenzado a llevar a cabo la propaganda armada emitiendo
discursos con armas en mano en actividades públicas de una u otra población
[2]. Creemos que este tipo de propaganda, levantada ahora por anarquistas, abre
un espacio para generar un enriquecedor debate sobre la pertinencia o no de
este tipo de actividad, sobre su trasfondo y sentido, siempre desde una
perspectiva anárquica, rompiendo con toda la posible influencia militarista de
la extrema izquierda. ¿Las palabras valen más por las armas? ¿Las armas valen
por las palabras? ¿El objetivo es buscar una demostración agitativa para la
confrontación o resguardar la seguridad de la manifestación?
La libertad individual y
la confrontación permanente: elementos
centrales en el contenido de la propaganda anarquista
Lejos y contrarixs a posturas que
entienden la propaganda como una actividad específica realizada por
especialistas y/o profesionales del rubro, que pretenden “vender” o promocionar
una imagen, priorizando por sumar adherentes a su “iluminada” causa, apostamos
por una propaganda cotidiana cuyo énfasis necesariamente debe estar en el
desarrollo cualitativo de nuestra práctica rupturista, por tanto lo expresado
en la propaganda y los medios para difundirla deben, inevitablemente, ir
ligados con todo nuestro quehacer. En este sentido, no buscamos guiar,
persuadir, ni convencer a nadie, lo que se pretende es incidir en la realidad (o
realidades) social mostrando un conjunto de ideas y prácticas que alienten y
promuevan la confrontación contra lo existente. Al no maquillar ni rebajar
discursos, al no transformar nuestros planeamientos (asumiendo que la
manipulación es una estrategia de la coerción) para que sean bien recibidos por
la “masa”, en definitiva, al intentar ser sinceros y claros en nuestras
propuestas, entendiendo al receptor del mensaje como un equivalente que tiene
la capacidad de decidir sobre su vida, estamos viendo la libertad individual
como un aspecto central e inseparable de nuestra actividad propagandística. Por
tanto, no se intenta generar compromisos con el individuo receptor, ya que éste
aplicará o no el mensaje de la propaganda según sus motivaciones e intereses
personales. Malatesta es preciso en este sentido: “Que cada uno pruebe los
caminos que crea mejores y más adaptados a su propio temperamento.”
Por otro lado, creemos que la
propaganda anarquista necesariamente debe ser la propagación y la agudización
del conflicto. Un llamamiento a utilizar toda la imaginación y los medios
disponibles para destruir el poder en todas sus expresiones, y no existen
ambigüedades en este sentido: “La propaganda de nuestras ideas se debe hacer
no solamente mediante la palabra
y la pluma, sino también y sobre todo mediante la acción”. - Kropotkin, Le Revolte 1879.
No vemos las ideas
antiautoritarias alejadas de la insurrección y la revuelta, éstas son
inseparables y constituyen un complemento indispensable que llena de contenido
tanto nuestros discursos como nuestra práctica. Por lo tanto, nos distanciamos
de la propaganda que no busca agitar, que no busca la confrontación y sólo se
dedica a ensalzar los aspectos positivos del anarquismo, pudiendo llegar a
entablar una coexistencia pacífica con el dominio. Generar espacios, instancias
y momentos de desborde caótico, ese es, para nosotros, el principal propósito
de la propaganda anarquista, el cual evidentemente está ligado a procesos de
reflexión y desarrollo cualitativo.
Por último, resulta importante
visibilizar la propaganda en la calle, tener una constante presencia en ésta
para que se vea y se sienta nuestro discurso, no importando si se le da o no
importancia a éste. Al tomar los espacios para realizar tal o cual actividad estamos
uniendo la palabra y la acción, lo que representa un aspecto fundamental de la
propaganda anarquista.
Notas:
[1] Los carteles,
principalmente de la CNT-FAI, representaron importantes herramientas de
propaganda no solo para rechazar al fascismo, sino que también para llevar a
cabo el proceso revolucionario en el plano colectivo e individual.
[2] En
Grecia podemos apreciar también expresiones de propaganda armada por parte de
grupos anarquistas en manifestaciones realizadas contra narcotraficantes de
barrios específicos. En éstas las armas tienen como utilidad la protección de
la manifestación de los ataques de grupos de narcos.
[Artículo publicado originalmente
en la Revista Kallinov Most # 2, abril 2018. Número completo accesible en http://www.mediafire.com/file/lunuft07t7mvkhz/Kalinov2Cuerpo.pdf/file.]
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