Confederación General del Trabajo (CGT)
No
nos ha pasado desapercibido el lenguaje
bélico, patriarcal y al fin y
al cabo, violento, que ha llenado
los discursos y palabras tanto
del Gobierno, como de los
diferentes partidos políticos y
la esfera pública en general. El
incumplimiento de leyes a este
respecto es bien extenso, la Ley
integral contra la violencia machista,
los currículos escolares que prescriben la Educación en Valores, el pacifismo y la resolución no-violenta de los conflictos...
Pero, la cuestión es más grave y viene de muy lejos. En primer lugar, porque es bien conocida la evidencia científica que el
psicolingüista Noam Chomsky
lleva demostrando desde 1956 en su Teoría Lingüística, mostrando cómo el lenguaje crea pensamiento y
referencias psicolingüísticas que programan a los
bebés durante el proceso de adquisición del lenguaje y persisten durante toda
la vida de las personas. Es por
ello que resulta tan importante tanto las
elección del vocablo como del contenido.
Experiencias feministas demuestran que, cuando
a las mujeres no se nos nombra, resultamos invisibles y actuamos en
consecuencia. Pero en todo
caso, al menos el Gobierno y el resto de marionetas políticas debieran, qué menos, respetar las leyes que promulgan y aprueban
en torno a la educación en
valores, el currículo oculto y la socialización,
evitando tanto el lenguaje sexista como el racista, fascista o bélico.
¿Cómo puede ser posible aunar una actitud de superación,
comunitaria y de respeto con el
belicismo, el patriotismo y la
guerra? Aunque aparentemente pudiera sorprender, éste es el discurso estatal de los diferentes
gobiernos por los que pasa la pandemia
del COVID-19. Las personas de
bien, familias con menores
confinadas o simplemente con sentido de la humanidad, rechazamos fuertemente el lenguaje militar que se ha institucionalizado para hacer frente a una alerta sanitaria. Quizás interese en este momento apuntar
que, mientras la península
Ibérica se confinaba para
“ganar la batalla” sanitaria contra
el virus permitiendo únicamente
la actividad esencial para la vida, al mismo
tiempo, el Gobierno del Estado español
seguía permitiendo la fabricación,
venta y transporte de armas.
Hay más aristas en la industria
de las armas y la muerte de la
clase trabajadora que atañen incluso
a la monarquía, a los paraísos
fiscales y a sus relaciones de Estado, y para todas tenemos la misma respuesta, nosotras y nosotros ponemos los muertos. Nuestra respuesta y acción son y serán siempre antimilitaristas y contra la guerra.
Cuando además, el discurso se acompaña de una pérdida de derechos y libertades radical y una fuerte represión por parte del Estado hacia el ejercicio de los derechos más fundamentales como el de
reunión, expresión o movilización (aunque se
respeten las distancias sociales
y las medidas de prevención prescritas),
debemos dejar de lado el “es
tiempo de quedarse en casa”
para exigir que, si respetamos las medidas de seguridad frente a la pandemia del coronavirus, no está justificada ninguna merma a nuestros derechos, y mucho
menos la represión del Estado bajo la
alarma sanitaria. Al mismo tiempo,
queremos señalar la clara
intención por parte del Estado
de normalizar la militarización de las calles o de los Servicios Públicos. Lo que ha puesto esta pandemia en evidencia es que
nos faltan empleos, recursos públicos e
investigación, no ejércitos ni armas
en las calles ni en los medios
de comunicación.
Máxime cuando a día de hoy se siguen diagnosticando cientos de
personas y otras tantas continúan
muriendo por el COVID-19 en el
Estado español. ¡La guerra debe ser contra
el capitalismo que nos enferma y
mata, y contra los gobiernos que
nos reprimen, no contra las personas
infectadas!
Tampoco resulta tan complicado
utilizar un lenguaje coherente, baste seguir la defensa de un lenguaje respetuoso como el que se lleva años defendiendo desde la respuesta al VIH/Sida, a la diversidad funcional o contra la lacra
del machismo, por poner algunos
ejemplos.
Desde CGT denunciamos que esta utilización de un lenguaje que valide y refuerce al Estado como agente de violencia o al Ejército y demás Fuerzas y cuerpos de
represión estatal, ni es gratuita ni está justificada.
¡Dejad de normalizar y validar la
violencia del Estado y las Guerras!
Sigamos construyendo conjuntamente
una respuesta comunitaria al COVID-19.
Contra el lenguaje bélico, las fuerzas y cuerpos de represión y la violencia del Estado.
[Publicado originalmente en el
periódico Rojo y Negro # 345, mayo
2020. Número completo accesible en http://rojoynegro.info/sites/default/files/rojoynegro%20345%20mayo_0.pdf.]
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