Wayne
Price
La principal tendencia reformista dentro
del anarquismo ha consistido en
el intento de construir instituciones alternativas, particularmente cooperativas de productores
y consumidores y pequeñas
comunas (comunidades intencionales). Tales instituciones podrían ser
construidas por varias razones, pero para el
anarquismo reformista una razón es estratégica: construir-las para que crezcan y se federen hasta que
reemplacen al capitalismo y al Estado. Esto fue propuesto por primera vez por Proudhon. Este enfoque no necesariamente
recurre al Estado pidiendo
ayuda (aunque algunas versiones lo hacen) pero se espera que el Estado sea al menos neutral,
permitiendo que las instituciones
alternativas lo reemplacen. Más que confrontar al Estado y al capitalismo, se espera
esquivarlo pacíficamente, sin necesidad de una revolución. Esta visión es
coherente con la de aquellos
que quieren usar la maquinaria estatal. El mismo Proudhon,
durante la revolución de 1848, se postuló y fue elegido para la legislatura
francesa, donde no logró nada.
Las cooperativas y otras instituciones
alternativas son excelentes. Pueden hacer mucho bien por sus miembros y por la comunidad. Es muy difícil encontrar algún
emprendimiento económico que no haya sido manejado exitosamente por una cooperativa de consumidores o productores
(trabajadores). Pueden ser
citadas cuando se argumenta sobre la posibilidad de
una economía democrática y cooperativa. Sin embargo, los revolucionarios rechazan la idea de
instituciones alternativas como
una estrategia.
El principal problema de las
cooperativas, a lo largo de la historia,
ha sido que fallan por su
propio éxito. Funcionan bien y entonces son absorbidas dentro de la
economía capitalista como
formas subsidiarias. Las tiendas cooperativas venden comida saludable pero pueden terminar
explotando a trabajadores no sindicalizados. Las cooperativas de trabajadores
funcionan tan bien que cuesta mucho que entre nueva gente; los miembros más antiguos pueden querer vender
el negocio a una empresa
capitalista por una ganancia enorme. Otras cooperativas simplemente se adaptan.
Yo vivo en una casa cooperativa. Está
manejada por un grupo de hombres de negocios jubilados y directores de escuela; no ha habido
necesidad de contratar un
administrador profesional. Pero, como todas las otras casas cooperativas o condominios, ¡no es ninguna
amenaza para el sistema
capitalista! Los ejemplos de comunidades intencionales más exitosos han sido
los colectivos kibutz de
Israel. Lejos de amenazar al capitalismo, han sido una parte importante del Estado colonial sionista que
expropió a los árabes palestinos.
¿Qué tal si las cooperativas, colectivos
y otras instituciones alternativas
se volvieran una amenaza para el capitalismo? Los capitalistas no son tan estúpidos como para
no darse cuenta de esto a
tiempo. El mercado, aún más que el Estado, es el campo de juego de los capitalistas. Para avanzar,
es necesario adaptarse. Cualquier institución que es demasiado “alternativa” no
conseguirá préstamos,
publicidad, productos que comprar o vender,
etc. Si se vieran suficientemente
amenazados, los capitalistas podrían hacer una campaña de propaganda sobre los
malvados efectos de las cooperativas, que supuestamente socavan la libertad de empresa. El Estado podría sacar leyes
limitándolas o incluso
declarándolas ilegales. Por ejemplo, hace unos años los grandes bancos
comenzaron a quejarse de las cooperativas de crédito.
Éstas son bancos cooperativos sin fines
de lucro, controladas por sus miembros, y muchas veces apoyadas por sindicatos
y otras organizaciones populares. Funcionan muy bien. Los grandes bancos capitalistas afirmaban que las cooperativas de crédito recibían demasiadas exenciones
impositivas y regulatorias. Querían que las leyes fueran más estrictas para las
cooperativas de crédito, y lo consiguieron. Éste es un ejemplo menor.
Las cooperativas y otras instituciones
alternativas tienen muchas
virtudes, pero como estrategia para derribar al capitalismo, no funcionarán. No
hay alternativa a la confrontación directa
y de masas contra el Estado, tarde o temprano.
***
El reformismo anarquista a menudo se
superpone con el pacifismo absoluto. Esto ha sido propuesto por
muchos anarquistas, como León Tolstoi y Paul Goodman. Rechazar el pacifismo no significa
estar “por” la violencia. Más del 99,99 % de la
raza humana cree que hay momentos en que la violencia es, desafortunadamente, necesaria. Lo mismo
piensan los anarquistas no pacifistas.
En la actualidad la mayoría de los
anarquistas rechazan el “terrorismo”,
esto es, el uso de la violencia contra los políticos, los ricos, la policía o las muchedumbres.
Hubo un tiempo, en el siglo XIX, antes de la Primera Guerra Mundial, en
el que una minoría de
anarquistas utilizó estos métodos, matando a algunas cabezas coronadas de Europa. En nuestro
tiempo, el Unabomber, que se
identificaba a sí mismo como
anarquista, se hizo tristemente conocido por enviar cartas bomba para volar
personas (la mayoría gente de
bajo nivel; los ricos tienen empleados para abrir su correspondencia). Tales actos a menudo
hacen que la gente común
reaccione apoyando la represión del Estado (algo que sucedió en los Estados
Unidos después del 9/11). En 1891 Kropotkin resumió
la experiencia del siglo xix con el anarquismo terrorista, “... No son estos actos heroicos los que
hacen revoluciones. La revolución
es sobre todo un movimiento de masas... Instituciones enraizadas en siglos de historia no pueden
ser destruidas por unos kilos
de explosivos. El tiempo para tales acciones ha pasado y el tiempo para la idea anarcocomunista de
penetrar en las masas ha llegado”.
El rechazo al “terrorismo” no justifica, sin embargo, el pacifismo absoluto. Los métodos no violentos son a
menudo útiles, incluso durante
las revoluciones, tales como abandonar el trabajo en una huelga o usar la
“propaganda” para persuadir a las
tropas del otro lado. Pero hay límites a la no violencia. La no violencia podría funcionar en situaciones
en las cuales los conflictos son limitados. Así fue que Gandhi pudo
expulsar a los británicos de la
India, pero porque ellos sabían que podrían continuar
invirtiendo capital británico en una India independiente. Pero algunos conflictos son irreconciliables; deben ser luchados para terminarse. O bien la clase
capitalista seguirá mandando o
bien la clase trabajadora la derrotará y tomará las
riendas. No hay puntos intermedios. Ni tampoco funcionará la no violencia contra un enemigo sin
misericordia, como los nazis.
Las campañas no violentas pueden ser aplastadas por un enemigo que esté preparado para matar y
matar y matar a los manifestantes
no violentos. Esto sucedió con la lucha no violenta por la libertad en
Sudáfrica en los años cincuenta, después de
lo cual hubo un vuelco hacia una lucha armada. De manera similar los kosovares intentaron la
resistencia no violenta por años
contra los serbios antes de volverse una fuerza armada. Si el movimiento de Martin Luther King hubiera
sido confrontado solamente por
los blancos establecidos al sur de EE.UU., sin la
intervención de la clase dominante nacional de EE.UU., éste hubiera sido ahogado en sangre. La no
violencia usualmente usa las
noticias nacionales e internacionales para propagar sus historias; un régimen suficientemente represivo podría suprimir todas las noticias de las luchas no
violentas.
La no violencia también depende de la
violencia, aunque más no fuere
como trasfondo. Los británicos no pudieron reprimir el movimiento de Gandhi porque estaban
debilitados por la Segunda
Guerra Mundial. El ejército japonés los había ablandado para Gandhi. Los
imperialistas británicos sabían que si Gandhi
fallaba, tendrían que enfrentarse a una violenta lucha de liberación nacional. Era mejor llegar a un
acuerdo con el Partido del
Congreso. De manera similar, el movimiento por los derechos civiles de King descansaba sobre un
trasfondo amenazante de violencia
de masas (simbolizado por Malcolm X). Esto eventualmente explotó y se hizo
realidad con las rebeliones de los ghettos del Norte (llamadas “revueltas”), que
ganaron las leyes nacionales antidiscriminación... Una vez que las leyes por
derechos civiles fueron
aprobadas, por supuesto, fueron implementadas por el gobierno, usando las cortes y la policía,
esto es, por la violencia estatal.
La no violencia hubiera sido en vano sin esta violencia.
[Texto extraído del libro La
abolición del Estado, que en versión completa es accesible en https://praxislibertaria.files.wordpress.com/2012/11/la-abolicion-del-estado-perspectivas-anarquistas-y-marxistas-wayne-price.pdf.]
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.