Héctor Lucena
Uno de los fenómenos que ha
venido ocurriendo en los
últimos años es el del llamado paralelismo
sindical. Se trata de la coexistencia y funcionamiento de más de un sindicato
en un determinado centro de
trabajo o producción. Si bien no es una manifestación nueva, lo crítico del asunto es su agudización, ylo más grave con consecuencias inéditas en
la historia laboral venezolana,
como es el que este fenómeno ha servido de cultivo para la violencia, que viene
desbordando a las instituciones
que atienden el problema.
Ya desde los orígenes de la
conformación de la estructura
sindical venezolana se facilitó el germen
para que a posteriori la fragmentación sindical se multiplicara. Cuando se
construyó el esquema de
organización sindical en la Ley del Trabajo de 1936, se diseñó una estructura
que facilitaba la organización de sindicatos por
municipios, distrito, por empresa, por profesión. Se circunscribía el ámbito de estas
organizaciones a verdaderos micro-espacios,
a diversos seccionamientos, y
además colocadas en una marcada subordinación al gobiernopara autorizar su creación y funcionamiento.
Las reformas de mayor
relevancia puestas en práctica en los años posteriores no alteraron el fondo de estos gérmenes de la
fragmentación. Incluso el proceso que dio lugar a la vigente Ley Orgánica del
Trabajo, en los últimos años de la década del ochenta y que culminó con su aprobación a fines de 1990, pudo al menos
insertar las organizaciones sindicales de carácter sectorial, las de ámbito nacional, así como
introdujo el silencio administrativo enel
proceso de legalización de los
sindicatos, que en principio se consideraba como una manera de restar fuerza a la tramitación burocrática ante
las instancias ministeriales.
Importa señalar que para este
entonces se pudo al menos conocer de las aspiraciones
del propio movimiento
sindical, aunque no hay que dejar de mencionar que el mismo hecho de la fragmentación existente le dio preeminencia
a la vocería de algunas corrientes sindicales sobre otras. A pesar de este avance en la
estructura sindical, el mismo
ocurre cuando ya la creada y mantenida
por varias décadas había consolidado mecanismos electorales de reproducción de liderazgos, con un ejercicio cuestionable
de la democracia sindical.
Como se ha podido observar,
el esquema diseñado para la organización
de los sindicatos es el germen
inicial que facilita el paralelismo sindical. En manos del Estado y
particularmente del Ejecutivo
ha existido una amplia discrecionalidad para facilitar o entorpecer el desarrollo sindical, por la vía del control de los procesos de legalización.
En
los años que van del siglo XXI, la relación Movimiento Sindical y Poderes
Públicos ha sido difícil. El
hecho de que los poderes públicos fomentaron un Referéndum para intervenir en la vida sindical –año 2000-fue
una de sus evidencias.
Igualmente, el haberle sustraído a los sindicatos
el manejo de sus elecciones internas, al someterlas a la supervisión de un ente
estatal –Consejo Nacional Electoral, CNE-ha dado lugar a nuevas formas de
intervención, ya que los
sindicatos al no contar con la
certificación que este organismo emite, son declarados en mora sindical y se les niega su capacidad
para ejercer sus facultades de representación. Para responder al criticismo local y en foros
internacionales, en la OIT especialmente, el CNE emite
la resolución número 090528-0265, de fecha 28 de mayo de 2009, la cual
rige todo lo concerniente a
los procesos electorales llevados a cabo en los sindicatos para la elección de
sus representantes; y flexibiliza esta intervención, aunque continúa jugando un papel central este ente electoral al “recibir las notificaciones
de convocatoria a elecciones de las organizaciones sindicales”, así como “conocer y decidir los
recursos interpuestos contra los hechos, actos, omisiones
y abstenciones de la ComisiónElectoral,
relativas al proceso electoral de las organizaciones
sindicales”.En el medio
sindical hay antecedentes de bandas armadas para atemorizar a los opuestos. Pero ha predominado que la violencia ha
estado de lado de quienes cuentan con el amparo delas autoridades. Ocurrió en el período de
predominio de los adecos, especialmente en los años sesenta y setenta. Renacen estas prácticas
en los años dos mil al volverse violento el ambiente sindical, como resultante de la
confrontación y el antagonismo político;
y nuevamente la licencia para
actuar con violencia la tienen aquellos que igualmente cuentan con el amparo y protección de las autoridades.
El registro sindical: autonomía o
subordinación
Quienes
observan más virtudes que defectos en el desarrollo del paralelismo, razonan que por
esta vía del paralelismo se recuperaron sindicatos que estaban en poder de una
burocracia autoritaria;
ejemplo de ello lo ubican en el sector automotriz –se supone del Estado Carabobo, donde están instaladas la mayoría de las
plantas ensambladoras y
autopartistas-. La otra virtuosidad era la creación de sindicatos
en donde no los había o se desplazaba a sindicatos patronales.
Nuestra
apreciación del problema difiere de lo anterior, hemos venido identificando el fomento del paralelismo como resultante de una política oficial. En un
principio de la presente etapa
política, se anunció que la política laboral venía con el interés en la
democratización del funcionamiento
del movimiento sindical. En los primeros años del presente proceso político, 1999 y2000,
el registro sindical se mantuvo en los mismos parámetros previos, es decir, el registro de nuevos sindicatos se ubicaba
alrededor de 300 anualmente.
La
prioridad era que los trabajadores, en un espacio plural, activaran mecanismos democratizantes en los sindicatos existentes. Pero ya en el
2001 en el proceso de establecimiento
de las nuevas institucionalidades, el registro se disparó a más de 500 sindicatos. Recuérdese que este fue el año
del Referéndum Sindical, que obligó a la celebración
de elecciones bajo la
autoridad del Consejo Nacional Electoral. Luego vino la turbulencia política de los años 2002 y
2003 (golpe de estado, paros nacionales y huelga petrolera),
en la cual la CTV, al lado del empresariado, se comprometió abiertamente en la confrontación
más política que laboral contra el gobierno.
De
lo anterior derivó que entre el 2002 y el 2005 se agregaban más de quinientos
nuevos sindicatos anualmente.
Importante tener presente que en los conflictos del 2002-2003, el sindicalismo
oficial se deslindó totalmente
de la CTV, en la que hasta entonces existían algunas
organizaciones afectas al oficialismo; y simultáneamente se inició la
construcción de una central
nacional –UNT-con sus ramificaciones regionales. Esta
central disfrutó de la ventaja
de la cercanía con el
gobierno, para que su registro no implicara todas las exigencias burocráticas que el interventor sistema
venezolano impone a este tipo de organizaciones.
En
los últimos años, del 2006 para acá, el registro ha seguido in crescendo,
puescada año se registran más de seiscientos nuevos
sindicatos. Importa destacar que se aplica explícitamente
una política oficial vía del Ministerio del ramo, dirigida a lo que en sus postulados llama eufemísticamente “impulsar
la democratización y orientación
de los sectores laborales del
país... consolidando la democracia participativa y protagónica” (MPPTSS, 2009). Es así que cada año el Ministerio se
fija metas de registro de nuevos sindicatos. La meta fijada para el 2007 fue cumplida, se
registraron 623 nuevos
sindicatos; para el 2008 la meta fue
sustancialmente incrementada, no obstante el registro alcanza a 604 nuevos
sindicatos. En el 2009, se
alcanzan 790 nuevos registros, aproximándose a la meta fijada.
En
los dos últimos años se ha experimentado una reversión
del proceso de paralelismo. En el
2010 y en el 2011, se registraron 321 y 242 nuevas organizaciones sindicales, respectivamente. Estas moderación y
normalización del registro, luego de la saturación experimentada en una década, se explica por
el interés en la fusión de
empresas que han sido estatizadas,
y el interés en que los trabajadores se organicen en sindicatos nacionales o al
menos regionales. Este proceso
se adelanta en petróleo, electricidad, teléfonos y empresas básicas.
Hay
que advertirque tanto los
patronos como el Estado no deben intervenir en la vida sindical. Por tanto, es un contrasentido
que el Gobierno fije metas de registro sindical, mucho más cuando hay tantos espacios desatendidos
en el ámbito laboral. Metas convendría fijarse,
para empezar, en la creación
de empleos productivos y decentes; en el fomento de la negociación y acuerdos colectivos de
trabajo.
En
cuanto a recursos para el proceso de registro, llaman la atención los
cuantiosos recursos que se
destinan a tal fin; en el 2009
se destinaron más de veintidós millones de bolívares para los 790 registros. Realmente es una cifra
monumental para una actividad interventora.
Regresando
al análisis de la supuesta virtuosidad del paralelismo sindical, el
ejemplificar como virtuoso el paralelismo en el sector automotriz
del Estado Carabobo, peca de no advertir que
se trató desafortunadamente de fracturar una organización por rama, que
aglutinaba a casi todo el
sector tanto de ensambladoras como de autopartistas, y que fue sucedidapor organizaciones
de empresas que representan la figura organizacional sindical más débil ante los poderes patronales y estatales. Un
sindicato de rama extiende sus facultades en amplio número de organizaciones productivas y
limita la emergencia de organizaciones
estructuralmente débiles y de
fácil control.
Lo
realmente virtuoso corresponde en ganar electoralmente y con procesos
democráticos las organizaciones
existentes, y no tener que recurrir a la protección estatal, que brinde
privilegios para registros, que luego comprometen y limitan.
[Fragmento
extraído del capítulo titulado “Fragmentación
en el movimiento de los trabajadores”, incluido en la obra de varios
autores Libro homenaje al Padre José I. Urquijo, Caracas, UCAB, 2013.
Texto completo accesible en https://documents.tips/documents/libro-homenaje-al-padre-jose-i-de-urquijo-1-caracas-y-como-caso-particular.html.]
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