Humberto Decarli
Recientemente se cumplieron treinta años de la ejecución del dictador Nicolás Ceaucescu y su esposa Elena en el contexto de una rebelión popular y del ejército en contra de tan tenebrosa pareja. Fue el fin de un modelo estalinista de la más pura cepa en el país latino de Europa oriental. Rumanía supo sortear la vigilancia de los soviéticos y del Pacto de Varsovia para impedir un curso nuevo pero gracias a la decadencia del bloque moscovita se mantuvo con sendero propio.
Recientemente se cumplieron treinta años de la ejecución del dictador Nicolás Ceaucescu y su esposa Elena en el contexto de una rebelión popular y del ejército en contra de tan tenebrosa pareja. Fue el fin de un modelo estalinista de la más pura cepa en el país latino de Europa oriental. Rumanía supo sortear la vigilancia de los soviéticos y del Pacto de Varsovia para impedir un curso nuevo pero gracias a la decadencia del bloque moscovita se mantuvo con sendero propio.
La experiencia rumana no fue nada excepcional porque el socialismo autoritario mantuvo regímenes diferentes pero rígidos en esencia. Mao en China rompió con Stalin, Yugoslavia, encabezado por el mariscal Tito, se apartó de la cortina de hierro desde la finalización de la segunda guerra, EnverHoxade Albania se alejó de Moscú para acercarse a China y Rumanía dio también un paso al costado.
Hay que hacer notar que el líder de Bucarest trató de abrirse al exterior para exportar su liderazgo y encontró algunos receptores como el caso del partido venezolano MAS, organización que mantuvo una estrecha vinculación con el dictador del mencionado país de la región balcánica. Asimismo, hubo buena relaciones con la última versión de la socialdemocracia, el Eurocomunismo y con el Movimiento de los No Alineados. Además, con el subterfugio de criticar al armamentismo en sus dos vertientes, la OTAN y el Pacto de Varsovia, y predicar en contra de cualquier respiro de balcanización nueva en su región, buscaba abrirse paso en el plano mundial. Visitó a Venezuela varias veces, la última con el primer gobierno de C.A. Pérez, tratando de establecer vínculos petroleros.
No obstante, cada uno de esos caudillos alejados de Moscú compitió por despotismo con Stalin porque su distanciamiento no era ideológico sino coyuntural buscando zafarse de la asfixia soviética. Todos terminaron ejerciendo el poder de manera centralizada estimulado por el culto a la personalidad del líder, el régimen de partido único y las fuerzas armadas a la orden del gobierno.
La sorpresa en Bucarest
El final del mandato y de la vida de los esposos Ceausescu fue una reacción que venía acumulándose desde hacía cierto tiempo. La rebelión y la masacre de la ciudad de Timisoara fue una campanada de alerta presagio del declive de la tiranía. En respuesta, la pareja gobernante llamó a una movilización cuyas resultas fueron un búmeran porque la gente los rechazó y las fuerzas armadas aprovecharon para detenerlos y fusilarlos el día de navidad. Había una marmita en ebullición estimulada por una chispa, la insurrección de la referida ciudad del interior del país de los Cárpatos. Y el gobierno de reemplazo no necesariamente fue el mejor, integrado por los antiguos comunistas, pero era una reacción contra una severidad estructural del poder.
El totalitarismo se reproduce
A tantos años de la caída del déspota rumano han surgido en el mundo regímenes totalitarios reproductores de los efluvios fácticos de estas tiranías. Uno de ellos es Venezuela con procedimientos y características peculiares aunque el terreno estaba abonado por la tradición militarista de la nación desde la independencia hasta los actuales momentos.
La separación venezolana del poder colonial español fue violenta y los entes armados asumieron el dominio del país prescindiendo de cualquier institucionalidad democrática por más elemental que fuera. El militarismo forma parte de la tradición nacional porque el cuerpo armado es un histórico factor privilegiado de poder. Hugo Chávez no fue un accidente histórico, era la lógica del devenir venezolano luego del fracaso de la democracia clientelar que tampoco supo resolver el problema de los uniformados. Testimonio de esta situación la narró y definió el coronel José Machillanda quien en su libro Poder Político Poder Militar señaló nuestra ubicación como una sociedad cuasi castrense porque si bien era cierto que el gobierno no ha había nacido de una asonada las fuerzas armadas tenían preferencia sobre el resto de la sociedad. Esa tesis de grado le costó el retiro de la institución.
Después del triunfo electoral del teniente coronel y con un barril petrolero bajo en valor, subsistió basado en su carisma hasta el golpe del 22 de abril de 2002 cuando varios grupos castrenses concomitantemente pretendieron monopolizar el poder y fracasaron. Ulteriormente tomó la plena asesoría cubana y el oro negro se elevó como nunca. Esta hipertrofia financiera repitió las mismas experiencias de Gómez, Carlos Andrés Pérez y Herrera Campins: despilfarro, gasto superfluo, corrupción, rentismo petrolero y extractivismo. Lo demás es conocido por todos. Por vez primera hay una hiperinflación y una recesión espantosa rayana en la depresión. El éxodo de nacionales pasa de varios millones, se ha dolarizado muchos rubros de la economía (menos los salarios, las pensiones, las jubilaciones y las prestaciones sociales), hay una lavado espectacular de divisas, lanzando a la inmensa mayoría de los venezolanos hacia la pobreza.
El año 2020
La gente amanece el primero de enero con una carga derrotista. Todas las aberraciones de la dictadura se están aplicando generando una mayor fuga de personas al exterior ante la imposibilidad de vivir medianamente. De paso, en una iniciativa de emisión de dinero inorgánico se anuncia regalos en Petros para incrementar la hiperinflación aunque pretenden con una política restrictiva de incremento del encaje legal disminuirla y lo que han conseguido es la limitación del crédito para generar mayores pesares sobre la población.
El anterior panorama acompañado de pagos del Estado a las empresas quienes de inmediato lo convierten en divisas generando una mayor devaluación y la prórroga del decreto que elimina el impuesto a las importaciones ocasionando una mayor dependencia de los productos y servicios del exterior reforzando la economía de puertos.
La oposición parece no aprender porque repite el antecedente de su fracaso. El puntofijismo descendió en su momento gracias al ejercicio indiscriminado del clientelismo y la corrupción y su socia la impunidad. Esos rasgos incidieron en un vacío político llenado por un outsider, el militar de Sabaneta. El espectáculo llevado a cabo en Colombia con las denuncias del embajador Calderón Berti ha sido una muestra de reedición de esas prácticas del pasado que seguramente han afectado las simpatías de Juan Guaidó.
Ante una administración estalinista y una oposición incapaz integrada por los mismos partidos políticos con sus ostensibles vicios se hace necesario, si se quiere cambiar al país, el surgimiento de un nuevo liderazgo con una visión de profundidad apto para orientar la resistencia. Es la única manera de salir del marasmo macabro en el cual nos encontramos.
A tres décadas de la desaparición del dictador rumano, en un país del tercer mundo se ha posicionado el modelo militarista. Bajo el signo petrolero como la nación de Nadia Comaneci y Panait Istrati, de nuevo emerge el cartabón totalitario. La sombra de Ceaucescu se hace presente en un país de ancestral tradición autoritaria.
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