Laura Vicente
«(…) siempre coexiste una sociedad anarquista (una sociedad que se organiza a sí misma sin autoridad) como una semilla bajo la nieve, enterrada bajo el peso del Estado y su burocracia, el capitalismo y su derroche, los privilegios y sus injusticias, el nacionalismo y sus lealtades suicidas, las diferencias religiosas y su separatismo supersticioso» (p. 41).
Si se mira la sociedad humana desde un punto de vista anarquista, «se descubre que las alternativas ya están ahí, en los intersticios de la estructura del poder dominante. Si se quiere construir una sociedad libre, todas las piezas se hallan al alcance de la mano» (p. 45).
Compré este libro hace muchos años cuando salió editado por Tusquets en 1982, entonces apareció publicado con otro título, Esa anarquía nuestra de cada día, que poco tenía que ver con el original, Anarchy in action, respetado ahora, añadiendo un subtítulo. El libro fue publicado en 1973 y en España fue traducido en 1982. No lo leí en su momento, se quedó en mi biblioteca a la espera de otro momento que ha llegado ahora, ya lo tenía seleccionado para leerlo en la edición de Tusquets cuando en una librería vi esta edición. Pensando que era otro lo compré con dudas y cuando llegué a casa comprobé que era el mismo, por supuesto lo he leído en la nueva edición pero pienso conservar ambas.
He explicado esta circunstancia personal, entre otras cosas porque es importante saber que Colin Ward [1924-2010] habla desde 1973 con la actualización realizada en 1982, es decir, hace alrededor de 45 años o casi cuarenta si tenemos en cuenta la edición en español. Pese a la distancia en años, su libro es muy actual, quizás más actual que nunca. Digo esto porque su anarquismo «pragmático» no ha sido bien visto por otras corrientes anarquistas. Quizás esta razón explique que su obra haya sido muy poco traducida al español.
¿En qué consiste su anarquismo «pragmático» muy asociado a Piotr Kropotkin? (echo mano del prólogo del editor, de la Introducción de Stuart White y de la del propio autor). Este anarquismo se nutre de tres ideas básicas (p. 17): el pluralismo, el anarquismo como parte integrante del presente y la preocupación por la resolución de problemas.
Sobre el pluralismo, entiende la anarquía como un espacio social en el que predominan las técnicas mutualistas y de cooperación autogestionada para responder a las necesidades y solventar los problemas de la sociedad en el presente. En ese espacio se puede entrar y salir libremente pero quien entra sabe que las personas se relacionan como iguales y trabajan cooperando para solucionar problemas. El sentido del anarquismo sería impulsar a la sociedad hacia una mayor anarquía en el mundo real, es decir, hacer más anarquistas las sociedades actuales para que las vidas mejoren aquí y ahora.
La anarquía en el presente pretende alejarse de la especulación sobre una sociedad futura para enraizarse en la vida cotidiana demostrando que las formas de autoorganización y de la iniciativa propia son más apropiadas, que las estatales y las del mercado, para afrontar los problemas y las necesidades.
Los planteamientos anarquistas pueden resolver problemas a través de modelos de solución de apoyo mutuo y de cooperativas autodeterminadas, en muchos campos, a Ward le interesa explorar estas posibilidades en la educación, la vivienda, el trabajo, el empleo, el bienestar social o la delincuencia. Por tanto, Ward rechaza centrarse y debatir sobre objetivos infinitamente distantes (como puede ser una posible revolución total anarquista), es una buena manera de despegarse del presente y de refugiarse en un utopismo pasivo que no conduce a nada, para él es un engaño. El anarquismo debe partir de lo existente, del presente (habla, de hecho, de «liberar» el presente), por encima del rechazo total de la sociedad existente o de la prefiguración de una sociedad ideal.
Exige la centralidad del presente liberándolo del Estado y de los medios de comunicación, revalorizando lo mejor que puede haber en él: el apoyo mutuo, la solidaridad, la cooperación, el libre acuerdo, las derrotas a las actitudes dominantes y autoritarias, etc. Y es que para Ward el anarquismo es esencialmente una teoría de la organización que consiste en reafirmar al individuo y a la comunidad optando siempre por soluciones libertarias frente a las soluciones autoritarias.
Ward muestra su convicción, en la que coincide David Graeber y otras/otros anarquistas, de la preexistencia desde siempre de una sociedad anárquica, que se organiza sin autoridad y en la que la acción directa tiene un papel importante. Allí donde a lo largo del tiempo aparece una forma de actuación autónoma, antiautoritaria, solidaria, cooperativa, contraria a la dominación, etc, está la «semilla» anarquista, sean sociedades llamadas primitivas, capitalistas o socialistas. Esa es la única posibilidad de destruir al Estado y otras formas de organización autoritaria, comportándonos de otra manera, no siendo seres dependientes, consumidores, ovejas que se dejan llevar por la publicidad y los medios de comunicación. Solo si las personas rechazan ser gobernadas, adhiriéndose a los mismos valores que sus gobernantes (principio de autoridad, jerarquía y poder), se podrá destruir al Estado.
Partiendo de estas bases el libro está formado por catorce capítulos que repasan múltiples aspectos reales a partir de los cuales se puede ampliar el espacio de la anarquía: el Estado, el liderazgo, la federación, la vivienda, las familias, la educación, el juego, el estado del bienestar y otros aspectos.
[Tomado de http://pensarenelmargen.blogspot.com/2019/11/liberar-el-presente-el-anarquismo.html.]
«(…) siempre coexiste una sociedad anarquista (una sociedad que se organiza a sí misma sin autoridad) como una semilla bajo la nieve, enterrada bajo el peso del Estado y su burocracia, el capitalismo y su derroche, los privilegios y sus injusticias, el nacionalismo y sus lealtades suicidas, las diferencias religiosas y su separatismo supersticioso» (p. 41).
Si se mira la sociedad humana desde un punto de vista anarquista, «se descubre que las alternativas ya están ahí, en los intersticios de la estructura del poder dominante. Si se quiere construir una sociedad libre, todas las piezas se hallan al alcance de la mano» (p. 45).
Compré este libro hace muchos años cuando salió editado por Tusquets en 1982, entonces apareció publicado con otro título, Esa anarquía nuestra de cada día, que poco tenía que ver con el original, Anarchy in action, respetado ahora, añadiendo un subtítulo. El libro fue publicado en 1973 y en España fue traducido en 1982. No lo leí en su momento, se quedó en mi biblioteca a la espera de otro momento que ha llegado ahora, ya lo tenía seleccionado para leerlo en la edición de Tusquets cuando en una librería vi esta edición. Pensando que era otro lo compré con dudas y cuando llegué a casa comprobé que era el mismo, por supuesto lo he leído en la nueva edición pero pienso conservar ambas.
He explicado esta circunstancia personal, entre otras cosas porque es importante saber que Colin Ward [1924-2010] habla desde 1973 con la actualización realizada en 1982, es decir, hace alrededor de 45 años o casi cuarenta si tenemos en cuenta la edición en español. Pese a la distancia en años, su libro es muy actual, quizás más actual que nunca. Digo esto porque su anarquismo «pragmático» no ha sido bien visto por otras corrientes anarquistas. Quizás esta razón explique que su obra haya sido muy poco traducida al español.
¿En qué consiste su anarquismo «pragmático» muy asociado a Piotr Kropotkin? (echo mano del prólogo del editor, de la Introducción de Stuart White y de la del propio autor). Este anarquismo se nutre de tres ideas básicas (p. 17): el pluralismo, el anarquismo como parte integrante del presente y la preocupación por la resolución de problemas.
Sobre el pluralismo, entiende la anarquía como un espacio social en el que predominan las técnicas mutualistas y de cooperación autogestionada para responder a las necesidades y solventar los problemas de la sociedad en el presente. En ese espacio se puede entrar y salir libremente pero quien entra sabe que las personas se relacionan como iguales y trabajan cooperando para solucionar problemas. El sentido del anarquismo sería impulsar a la sociedad hacia una mayor anarquía en el mundo real, es decir, hacer más anarquistas las sociedades actuales para que las vidas mejoren aquí y ahora.
La anarquía en el presente pretende alejarse de la especulación sobre una sociedad futura para enraizarse en la vida cotidiana demostrando que las formas de autoorganización y de la iniciativa propia son más apropiadas, que las estatales y las del mercado, para afrontar los problemas y las necesidades.
Los planteamientos anarquistas pueden resolver problemas a través de modelos de solución de apoyo mutuo y de cooperativas autodeterminadas, en muchos campos, a Ward le interesa explorar estas posibilidades en la educación, la vivienda, el trabajo, el empleo, el bienestar social o la delincuencia. Por tanto, Ward rechaza centrarse y debatir sobre objetivos infinitamente distantes (como puede ser una posible revolución total anarquista), es una buena manera de despegarse del presente y de refugiarse en un utopismo pasivo que no conduce a nada, para él es un engaño. El anarquismo debe partir de lo existente, del presente (habla, de hecho, de «liberar» el presente), por encima del rechazo total de la sociedad existente o de la prefiguración de una sociedad ideal.
Exige la centralidad del presente liberándolo del Estado y de los medios de comunicación, revalorizando lo mejor que puede haber en él: el apoyo mutuo, la solidaridad, la cooperación, el libre acuerdo, las derrotas a las actitudes dominantes y autoritarias, etc. Y es que para Ward el anarquismo es esencialmente una teoría de la organización que consiste en reafirmar al individuo y a la comunidad optando siempre por soluciones libertarias frente a las soluciones autoritarias.
Ward muestra su convicción, en la que coincide David Graeber y otras/otros anarquistas, de la preexistencia desde siempre de una sociedad anárquica, que se organiza sin autoridad y en la que la acción directa tiene un papel importante. Allí donde a lo largo del tiempo aparece una forma de actuación autónoma, antiautoritaria, solidaria, cooperativa, contraria a la dominación, etc, está la «semilla» anarquista, sean sociedades llamadas primitivas, capitalistas o socialistas. Esa es la única posibilidad de destruir al Estado y otras formas de organización autoritaria, comportándonos de otra manera, no siendo seres dependientes, consumidores, ovejas que se dejan llevar por la publicidad y los medios de comunicación. Solo si las personas rechazan ser gobernadas, adhiriéndose a los mismos valores que sus gobernantes (principio de autoridad, jerarquía y poder), se podrá destruir al Estado.
Partiendo de estas bases el libro está formado por catorce capítulos que repasan múltiples aspectos reales a partir de los cuales se puede ampliar el espacio de la anarquía: el Estado, el liderazgo, la federación, la vivienda, las familias, la educación, el juego, el estado del bienestar y otros aspectos.
[Tomado de http://pensarenelmargen.blogspot.com/2019/11/liberar-el-presente-el-anarquismo.html.]
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