Humberto Decarli
El 9 de noviembre reciente se cumplieron treinta años de la caída del Muro de Berlín. Es un hecho significante para el mundo contemporáneo porque representaba el derrumbe de una enorme pared divisoria de la ciudad de Berlín y con ella un modelo político, económico y social. Era la edificación de un esquema filosófico fundado en el marxismo-leninismo que llegaba a su agonía por múltiples razones.
Simbolización del cartabón soviético
Las luchas de los obreros en la Europa decimonónica activaron demasiadas esperanzas de un mundo mejor, de la idea inexorable (pero incierta) del progreso. Esasmovilizaciones alcanzaron elaborar niveles organizativos inmensos cuya máxima expresión fue la Primera Internacional del Trabajadores. Empero, las proposiciones socialistas tuvieron dos enfoques distintos: la autoritaria defendida a capa y espada por Karl Marx y Federico Engels y la libertaria por Bakunin, Kropotkin y ErricoMalatesta.Fue una disputa terminada en ruptura por la distancia de sus ideas.
El 9 de noviembre reciente se cumplieron treinta años de la caída del Muro de Berlín. Es un hecho significante para el mundo contemporáneo porque representaba el derrumbe de una enorme pared divisoria de la ciudad de Berlín y con ella un modelo político, económico y social. Era la edificación de un esquema filosófico fundado en el marxismo-leninismo que llegaba a su agonía por múltiples razones.
Simbolización del cartabón soviético
Las luchas de los obreros en la Europa decimonónica activaron demasiadas esperanzas de un mundo mejor, de la idea inexorable (pero incierta) del progreso. Esasmovilizaciones alcanzaron elaborar niveles organizativos inmensos cuya máxima expresión fue la Primera Internacional del Trabajadores. Empero, las proposiciones socialistas tuvieron dos enfoques distintos: la autoritaria defendida a capa y espada por Karl Marx y Federico Engels y la libertaria por Bakunin, Kropotkin y ErricoMalatesta.Fue una disputa terminada en ruptura por la distancia de sus ideas.
La Comuna de París fue el acontecimiento más relevante en ese siglo, específicamente en 1871, donde se batieron las dos posiciones en defensa de París, los trabajadores y la dignidad de Francia ante el asedio prusiano que se dio el lujo de haber desfilado en la ciudad luz. De todas maneras, el episodio terminó en derrota en el contexto de una ingente represión. Marx trató de interpretar esos acontecimientos en su conocida obra la Guerra Civil en Francia, repudiando el espontaneismo y la necesidad de una organización vanguardista para mantener fácticamente el sueño aspirado. En cambio, para los luchadores por la libertad entre quienes se encontraba la líder ácrata Louis Mitchell, detenida y confinada a la Polinesia, fue una experiencia fallida pero con rasgos de manifestación de las bases en contra de cualquier burocracia.
La revolución bolchevique encabezada por Lenin y Trotsky fue el acometido práctico de las ideas del vanguardismo puesto es escena. Una insurgencia en nombre de los trabajadores y sus consejos obreros o soviets, se convirtió en la estructuración de un partido dueño del Estado todopoderoso y con la impronta de la militarización y el culto a la personalidad.
Ese modelo se intentó reproducir en Hungría en la efímera república presidida por Bella Kum, en la Revolución Mexicana y la española, en Paraguay cuando la breve presidente de Rafael Franco luego de finalizar la guerra del Chaco Boreal y en Chile con Marmaduke Grove, con resultados contrarios por múltiples causas. No obstante, con la llegada al poder del nacionalsocialismo en Alemania se pretendió resolver la profunda crisis de la República de Weimar mediante la guerra y Hitler le dio rienda suelta a esa iniciativa propiciando la confrontación luego de la anexión del territorio de los Sudetes y la unión con Austria. Fue la oportunidad esperada por el régimen soviético dirigido por Stalin para firmar el tratado Molotov-Von Ribbentrop para ganar tiempo y aunque el Führer amagaba al final se dio el enfrentamiento en el este.
Lo demás es historia conocida y la U.R.S.S. emergió como una de las potencias triunfantes e impuso a los partidos comunistas en los países que liberó del nazismo: Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Rumania y una parte de Alemania. Estas naciones se denominaron democracias populares pero en el fondo eran regímenes replicantes del poder bolchevique. Restaron Albania y Yugoslavia, quienes se auto liberaron y por esa razón formaron socialismos a su manera sin interferencia de Moscú. Ulteriormente se expandió en Asia a través de China, Mongolia, Corea del Norte, Vietnam, Laos, Camboya, Afganistán y Yemen del Sur. Cuba y Grenada en el hemisferio occidental, y Angola, Mozambique, Guinea Bisseau e Islas de Cabo Verde y Etiopía en África.
Rasgos identitario de las repúblicas socialistas
Todos los países con el cognomento de socialistas tuvieron muchos denominadores comunes repitiendo la organización soviética. En materia política el partido comunista era el detentador absoluto del poder aunque en las democracias populares europeas se coloreó la situación incorporando a socialistas, campesinos y similares en un frente popular. Las elecciones eran totalmente viciadas y de allí los resultados comiciales cuasi absolutos y previsibles.
Ese modelo se intentó reproducir en Hungría en la efímera república presidida por Bella Kum, en la Revolución Mexicana y la española, en Paraguay cuando la breve presidente de Rafael Franco luego de finalizar la guerra del Chaco Boreal y en Chile con Marmaduke Grove, con resultados contrarios por múltiples causas. No obstante, con la llegada al poder del nacionalsocialismo en Alemania se pretendió resolver la profunda crisis de la República de Weimar mediante la guerra y Hitler le dio rienda suelta a esa iniciativa propiciando la confrontación luego de la anexión del territorio de los Sudetes y la unión con Austria. Fue la oportunidad esperada por el régimen soviético dirigido por Stalin para firmar el tratado Molotov-Von Ribbentrop para ganar tiempo y aunque el Führer amagaba al final se dio el enfrentamiento en el este.
Lo demás es historia conocida y la U.R.S.S. emergió como una de las potencias triunfantes e impuso a los partidos comunistas en los países que liberó del nazismo: Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Rumania y una parte de Alemania. Estas naciones se denominaron democracias populares pero en el fondo eran regímenes replicantes del poder bolchevique. Restaron Albania y Yugoslavia, quienes se auto liberaron y por esa razón formaron socialismos a su manera sin interferencia de Moscú. Ulteriormente se expandió en Asia a través de China, Mongolia, Corea del Norte, Vietnam, Laos, Camboya, Afganistán y Yemen del Sur. Cuba y Grenada en el hemisferio occidental, y Angola, Mozambique, Guinea Bisseau e Islas de Cabo Verde y Etiopía en África.
Rasgos identitario de las repúblicas socialistas
Todos los países con el cognomento de socialistas tuvieron muchos denominadores comunes repitiendo la organización soviética. En materia política el partido comunista era el detentador absoluto del poder aunque en las democracias populares europeas se coloreó la situación incorporando a socialistas, campesinos y similares en un frente popular. Las elecciones eran totalmente viciadas y de allí los resultados comiciales cuasi absolutos y previsibles.
El poder se encontraba centralizado y con un dirigente al cual se le rendía culto. En materia económica había una actividad totalmente estatizada y se eliminaba la autogestión y la inversión privada. En la cultura y las artes se admitía únicamente las permitidas por {a ideología oficial y el desenvolvimiento de la vida era custodiadoy controlado por un formidable Estado policial.
El perfil anterior se contrae a la distopías descritas por George Orwell en su obra 1984. Era el Estado totalitario dueño de la sociedad, competidor de las experiencias fascistas y nazis en la cual degeneraron pensamientos prístinos de cambio. La dictadura del proletariado era un régimen autoritario dirigido por un grupo que se arrogaba la representación de esa clase social pero no era más que la extensión de una mínima parte de los seres humanos de un país.
El perfil anterior se contrae a la distopías descritas por George Orwell en su obra 1984. Era el Estado totalitario dueño de la sociedad, competidor de las experiencias fascistas y nazis en la cual degeneraron pensamientos prístinos de cambio. La dictadura del proletariado era un régimen autoritario dirigido por un grupo que se arrogaba la representación de esa clase social pero no era más que la extensión de una mínima parte de los seres humanos de un país.
Decadencia del modelo estalinista
Luego del término de la segunda guerra surgió el período conocido como guerra fría, en la cual pugnaba occidente en contra del bloque soviético con enfrentamientos locales y regionales pero no generales inferidos de la peligrosidad de las armas nucleares. Esa confrontación se vio agudizadacon la guerra de Vietnam, el conflicto interno en Irán y en Grecia, la invasión a Afganistán, la de Grenada, la lucha intestina en Nicaragua frente la contra y muchos casos de intercambio armado en varias partes del orbe.
Sin embargo, la fragilidad del estalinismo se vio en materia económica. Con una visión centralizada y estatista, la rigidez no les permitió cambiar de acuerdo a los tiempos. Se quedaron fijos en el desarrollo de la industria pesada y nada más. Corea del Norte fue un ejemplo de ello mientras la del sur invertía en microelectrónica y circuitos integrados y China se estancaba y retrocedía con el adefesio del Gran Salto hacia adelante, eje de la ruina de esa nación.
Se hacía presente la Tercera Revolución Industrial con las computadoras, la informática y las redes sociales. La Unión Soviética no alcanzó ese nivel y hubo de compensarlo aprovechando el auge de valor de las materias primas (petróleo, gas, oro y piedras preciosas), para importar los productos del nuevo salto cualitativo pero se desplomó cuando el precio de los conmodities se vino al suelo. Moscú estaba quebrado y necesitó el auxilio de los organismos multilaterales para subsistir. Gorbachov, en un ejercicio de realismo, promovió la perestroika y el glasnot para aflojar la severidad del mundo estalinista y así pervivir. Una implosión generó el colapso del socialismo autoritario.
El Muro de Berlín, una vergüenza como el de Israel en Cisjordania, el de Estados Unidos con México ahora morigerado con el chantaje de Trump sobre López Obrador trasladándolo a Guatemala, fue una abyección. Para impedir la huida a Berlín Occidental se erigió causando innumerables muertes a quienes osaban cruzarlo para dejar atrás la miseria y esa construcción se convirtió en un significante de la opresión así como de la liberación. Gorbachov entregó la República Democrática Alemana a la federal, quien la absorbió a cambio de créditos concedidos a Moscú. La debacle del mundo socialista era una realidad incuestionable, un fracaso en clave de desmoralización.
Mundo post soviético
Derribada la barrera tedesca se pensó en reemplazar el statu quo mediante dos opciones. La primera de ellas era que se perfeccionaba el mundo con la democracia representativa y la economía de mercado como lo preconizó Francis Fukuyama en su texto El fin de la historia y el último hombre. La otra se concentraba en los nacionalismos y las religiones, como lo sostuvo Samuel Huntington en su obra Choque de Civilizaciones, donde radicaba en la fe las diferencias entre grupos de sociedades. Hablaba de civilización occidental, sina, japonesa, latinoamericana, islámica, judía, ortodoxa, etc, siempre fundada en las religiones.
Ambas hipótesis no se han cumplido en la realidad. La democracia formal ha demostrado su gran crisis en el plano de la representación, su pilar básico de funcionamiento desde la revolución liberal burguesa así como ha fallado también, en el ámbito social marcadamente, la mano invisible del mercado o la visión determinista del ser humano bajo el prisma económico. Detrás de la fachada religiosa subyace la preterición cometida por el poder mundial, tal y como lo asevera Manuel Castell en la Era de la información. El neoliberalismo no resuelve los problemas sociales sino incrementa la rentabilidad del capital. Es menester la emanación de posiciones ideológicas distintas a las anteriores para estatuir una referencia que pueda rescatar a la humanidad.
El estalinismo aún pervive
Mientras la URSS se disolvía y convertía en una dictadura de nuevo cuño, las democracias populares del este europeo se transformaban en varias clases de regímenes, incluyendo Albania y las antiguas repúblicas de Yugoslavia, otras naciones se mantenían incólumes a través de sendas específicas.
La República Popular China, de la mano de DengXiao Ping se orientó hacia el capitalismo de mercado mientras acentuaba el autoritarismo marcado con la masacre de la Plaza Tianamen. China es hoy un país con una economía pujante cuyo crecimiento la coloca solo detrás de los Estados Unidos y la Unión Europea pero arrastrando una inequidad social impresionante como lo demuestra el empleo de gente traída de regiones remotas a la provincia de Guandong en la desembocadura del río Las Perlas en Cantón y Shenzhen para conjugarse con Hong Kong en el emporio delas industrias del futuro.
La persecución de los islámicos de Sin Kiang y los budistas de Tíbet así como a varios grupos religiosos y a la sociedad civil hongkonesa, los impone como un régimen militarizado y policial. Además, la expansión de islas artificiales en el Mar de la China y el Océano Índico, la ha colocado en conflictos fronterizos vía marítima con Vietnam, Taiwán y Filipinas, al igual que con Japón por las islas Senkaku o Diaoyu.
Las naciones indochinas, Vietnam, Laos y Camboya, al igual que Mongolia, han apostado al modelo chino elaborando una política de maquilas y manteniendo la rigidez del esquema estalinista. Corea del Norte es peor, tiene una dinastía desde Kim IlSung con una economía extractivista del carbón sin mucho progreso con hambrunas incluidas. En Europa todavía hay la llamada última dictadura de Lukashenko en Bielorrusia, un gran amigo de Hugo Chávez.
Cuba, con la perestroika, sufrió una caída del setenta y cinco por ciento de su comercio exterior pero gracias a la existencia de un liderazgo todavía en vigencia y un excelente control y represión de la población, pudo superar el llamado período especial y advino la providencial ayuda venezolana para extender su vida. Alcanzó armar el Foro de Sao Paulo como referencia socialista autoritaria en América Latina y gracias a la chequera petrolera venezolana pudo expandir su influencia. En un momento dado, Venezuela, Nicaragua, Paraguay, El Salvador, Bolivia, Ecuador, Brasil, Surinam, Argentina, República Dominicana y Cuba, formaban una entente poderosa en la región. Han perdido El Salvador, Paraguay, República Dominicana, Brasil, Bolivia y Ecuador pero recuperaron México y Argentina.
El marxismo leninismo se mantiene aún en América Latina. Cuba, Venezuela y Nicaragua son ejemplos de ello. Son regímenes profundamente autoritarios y represivos que han inundado de hambre y necesidad a la población y apelan a subterfugios imaginarios para sostenerse en una ideología justiciera socialmente hablando aunque los hechos arrojen otros resultados. En el caso venezolano hay una hiperinflación y una depresión que ha ocasionado el éxodo millonario de la población hacia el exterior para escapar del hambre y la inanición.
Razones para explicar la subsistencia del socialismo autoritario
Ahora bien, ¿Cómo explicar que a treinta años de la caída del Muro de Berlín como muestra del fracaso de un sistema político, todavía existan esta clase de regímenes? Hay muchas repuesta para analizar esta situación recurrente.
En primer lugar, en la región existen mucha desigualdad social y pobreza. Es el caldo de cultivo para buscar ideologías justicieras que prometan paraísos perdidos. Se traduce en una simbiosis de la historia tradicional con ideas del eurocentrismo, la combinación de la Escuela Romántica de la historia con el pasado prehispánico y el marxismo, tesis de naturaleza excluyentes. Se trata del populismo en su versión criolla, es decir, con las características de los latinoamericanos. En segundo término, la subjetividad social de nuestros pueblos es conservadora y busca salidas mágicas a los problemas. Tercero, como consecuencia de lo anterior, su autoestima es baja y aspiran mesías para resolver las vicisitudes sin tener en cuenta su participación en el desarrollo de ellas. Cuarto, el proceso de secesión del imperio español dio lugar a reemplazos fácticos donde el funcionario o el líder estaba por encima de las organizaciones, esto es, la institucionalidad democrática es precaria. Quinto, los administradores de la violencia del Estado sustituyen a la voluntad popular al ser el principal factor de poder. Sexto, las experiencias democráticas de la zona son endebles y se quedan en el nivel electoral, también discutible por las martingalas de las cúpulas. Séptimo, el impulso tanático del ser humano hace acto de presenciaen estos esquemas de poder como una opción existente a la cual no se puede despreciar o subestimar. Los espartaquistas alemanes decían que Hitler era un payaso a lo cual León Trotsky le salió al paso indicando que era un payaso pero trágico y no se equivocó.
Para sepultar estas proposiciones distópicas es necesario asumir con seriedad y consecuencia las respuestas a las grandes interrogantes de nuestros pueblos. No prometer orientaciones fantasmagóricas del futuro, luchar con ahínco contra la pobreza y la desigualdad; abandonar el populismo así como la extravagancia del mercado como panacea automática; intensificar la democracia fueradel nivel electoraldando respuesta a la crisis de la representación mediante la democracia directa apuntalada por las redes sociales y la abundancia de opciones informáticas; propiciar una economía con rasgos de una justa redistribución de los bienes y servicios abandonando los criterios extractivistas y rentistas empleados por los gobernantes de izquierda y de derecha como condición sine qua non para entrar en la autopista de la Cuarta Revolución Industrial.
Ese descomunal esfuerzo significa apartarse de mentalidades electoreras y sobre todo, clientelares, reproductoras de todo ese pasado lesivo a los intereses de las grandes mayorías. De lo contrario ocurrirá lo dicho por el pensador de Tréveris en el Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, cuando sostuvo ratificando a Hegel, que la historia se presenta primero como una gran tragedia y luego como una miserable farsa.Eso es lo que hoy está ocurriendo a lo largo y ancho de América Latina.
En primer lugar, en la región existen mucha desigualdad social y pobreza. Es el caldo de cultivo para buscar ideologías justicieras que prometan paraísos perdidos. Se traduce en una simbiosis de la historia tradicional con ideas del eurocentrismo, la combinación de la Escuela Romántica de la historia con el pasado prehispánico y el marxismo, tesis de naturaleza excluyentes. Se trata del populismo en su versión criolla, es decir, con las características de los latinoamericanos. En segundo término, la subjetividad social de nuestros pueblos es conservadora y busca salidas mágicas a los problemas. Tercero, como consecuencia de lo anterior, su autoestima es baja y aspiran mesías para resolver las vicisitudes sin tener en cuenta su participación en el desarrollo de ellas. Cuarto, el proceso de secesión del imperio español dio lugar a reemplazos fácticos donde el funcionario o el líder estaba por encima de las organizaciones, esto es, la institucionalidad democrática es precaria. Quinto, los administradores de la violencia del Estado sustituyen a la voluntad popular al ser el principal factor de poder. Sexto, las experiencias democráticas de la zona son endebles y se quedan en el nivel electoral, también discutible por las martingalas de las cúpulas. Séptimo, el impulso tanático del ser humano hace acto de presenciaen estos esquemas de poder como una opción existente a la cual no se puede despreciar o subestimar. Los espartaquistas alemanes decían que Hitler era un payaso a lo cual León Trotsky le salió al paso indicando que era un payaso pero trágico y no se equivocó.
Para sepultar estas proposiciones distópicas es necesario asumir con seriedad y consecuencia las respuestas a las grandes interrogantes de nuestros pueblos. No prometer orientaciones fantasmagóricas del futuro, luchar con ahínco contra la pobreza y la desigualdad; abandonar el populismo así como la extravagancia del mercado como panacea automática; intensificar la democracia fueradel nivel electoraldando respuesta a la crisis de la representación mediante la democracia directa apuntalada por las redes sociales y la abundancia de opciones informáticas; propiciar una economía con rasgos de una justa redistribución de los bienes y servicios abandonando los criterios extractivistas y rentistas empleados por los gobernantes de izquierda y de derecha como condición sine qua non para entrar en la autopista de la Cuarta Revolución Industrial.
Ese descomunal esfuerzo significa apartarse de mentalidades electoreras y sobre todo, clientelares, reproductoras de todo ese pasado lesivo a los intereses de las grandes mayorías. De lo contrario ocurrirá lo dicho por el pensador de Tréveris en el Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, cuando sostuvo ratificando a Hegel, que la historia se presenta primero como una gran tragedia y luego como una miserable farsa.Eso es lo que hoy está ocurriendo a lo largo y ancho de América Latina.
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