Miguel Pérez
Hay una razón relevante para el por qué de la Confederación Internacional del Trabajo (CIT), que es el impulso que se viene dando desde hace unos años, en varias organizaciones anarcosindicalistas y sindicalistas revolucionarias a nivel mundial, para dotar a su práctica de un contenido que alimente dinámicas socialmente transformadoras. En la CNT nos hemos concentrado en la práctica sindical mediante la herramienta de las secciones. En otros, este giro ha tenido un carácter más social. Por ejemplo, la IWW de Estados Unidos y Canadá y su trabajo con personas presas o su importantísima contribución al movimiento antifascista y en contra de Trump, a través de sus Comités de Defensa.
Hay una razón relevante para el por qué de la Confederación Internacional del Trabajo (CIT), que es el impulso que se viene dando desde hace unos años, en varias organizaciones anarcosindicalistas y sindicalistas revolucionarias a nivel mundial, para dotar a su práctica de un contenido que alimente dinámicas socialmente transformadoras. En la CNT nos hemos concentrado en la práctica sindical mediante la herramienta de las secciones. En otros, este giro ha tenido un carácter más social. Por ejemplo, la IWW de Estados Unidos y Canadá y su trabajo con personas presas o su importantísima contribución al movimiento antifascista y en contra de Trump, a través de sus Comités de Defensa.
Pero más allá de la manera en que cada organización se adapta a su realidad concreta, lo que hay es un esfuerzo por ser agentes de un cambio revolucionario sobre esa realidad y por contribuir a éste, en conjunto con otros actores, como no puede ser de otro modo. Se trata en cierto modo de un cambio cultural en nuestras organizaciones. Podemos hablar de una confianza recobrada en nuestras propuestas. Ya no se pasea el discurso, sino que se buscan maneras de llevarlo a la práctica, porque se cree fundamentalmente en su certeza y su conveniencia. Por eso se pasa de un momento de definición negativa, a uno de afirmación. Sí, somos revolucionarios. Sí, creemos que nuestras propuestas son viables. Sí, vamos a construir las herramientas para llevarlas a la práctica.
Los pasos previos
El proceso de constitución de la CIT arranca a partir del acuerdo del XI Congreso de CNT en Zaragoza, en diciembre de 2015, de lanzar un proyecto de refundación de la AIT. Invitamos a todas las secciones de la AIT a participar en este proceso y las más importantes, en tamaño y relevancia histórica, decidieron en sus respectivos comicios, a lo largo de 2016, que se adherían. De este modo FAU (Alemania), USI (Italia) y FORA (Argentina) se sumaron al proyecto y nos han acompañado desde el principio. A grosso modo, estas secciones integraban entre un 80 y un 90% de la afiliación de la AIT.
Después de los primeros contactos, se inició un proceso que tenía dos vías. Una interna, en las organizaciones participantes, para garantizar el más escrupuloso respeto a la democracia interna en cada sección. Y otra externa, de contactos con organizaciones en otros países. Por ejemplo, internamente, en la CNT, entre el Congreso de 2015 y mayo de 2018, se ha tratado el tema en al menos tres plenos (alguno monográfico) y se han debatido y votado ponencias de los sindicatos de Gráficas, Valladolid, Candás o Compostela, entre otros. De hecho, varias de estas ponencias han sido la base de los documentos aprobados en el congreso de constitución de la CIT, en Parma (Italia) en 2018.
A nivel externo, después de los contactos iniciales con las secciones de AIT, se convocó una primera conferencia internacional en Barakaldo, en noviembre de 2016 para presentar el proceso. A partir de ahí se dieron varios encuentros preparatorios más, hasta llegar al congreso de fundación de la CIT en 2018 en Parma.
Organización horizontal
Se ha tenido todo el cuidado de dotar a la internacional de mecanismos que garanticen el respeto escrupuloso a la democracia interna, a la toma de decisiones de abajo a arriba, a la autonomía de las secciones y a la diversidad de estas. Entendemos que cada sección tiene sus propios tiempos y mecanismos de decisión interna y cualquier proceso debe ser respetuoso con estos.
Siempre se procura que los acuerdos de las secciones se tomen con varias alternativas posibles, para facilitar el encaje con los de las demás y poder buscar soluciones consensuadas. Así se ha hecho en prácticamente todos los casos, incluso en Parma. Si en algún caso hay que ir a votación (solamente un punto hasta la fecha, la cuestión del nombre de la internacional), se ha decidido un sistema de reparto proporcional, como el que usa la CNT.
Además, hay un mecanismo interno de referendos, que permite la toma de decisiones desde la base entre congresos, útil para alcanzar acuerdos en puntos en los que no existe un mandato previo. Básicamente, se remiten las cuestiones a deliberar a las secciones y estas disponen de un plazo para expresar su opinión, siguiendo su proceso interno. Con lo decidido por las secciones se busca un consenso, que es la decisión final.
Una de las cuestiones más novedosas es el comité de relaciones, compuesto por un integrante de cada sección y apoyado en su funcionamiento por los grupos de trabajo (de afiliados y afiliadas) que sean necesarios. Este comité es el ámbito en el que se buscan los consensos a partir de las decisiones alcanzadas en las secciones y es, por tanto, de donde emanan los acuerdos de la internacional. De este modo se garantiza que siempre se tiene en cuenta la voluntad de todas las secciones (y de su afiliación) en los acuerdos de la internacional. Por otro lado, sirve como una importante herramienta para fomentar la cooperación descentralizada y directa de las secciones entre sí: si una sección necesita el apoyo de otra en un conflicto o varias quieren colaborar en un proyecto común, sus representantes en el comité de relaciones pueden facilitar el contacto directamente y poner en marcha ese trabajo. Así se multiplican las oportunidades para la colaboración descentralizada y directa.
Finalmente, la secretaría tiene meramente un papel de representación de la internacional y de coordinación. Los espacios decisorios son el referendo o el comité de relaciones. Otros elementos en los estatutos también van en esta línea, para tener una organización menos rígida, más democrática y horizontal.
Identidad anarcosindical
Para poder pertenecer a la CIT un sindicato tiene que definirse como anarcosindicalista o sindicalista revolucionaria. Pero lo importante es que tienen que ser organizaciones que busquen desarrollar o proponer una alternativa revolucionaria en el ámbito laboral. Si bien este es un paso necesario, no es el único, porque nuestras organizaciones son solo un actor más de los muchos que deben concurrir a la construcción de este movimiento. A pesar de su importancia, la lucha laboral es solo uno de los aspectos que esta transformación debe contemplar. Por ello estamos más que abiertos a la colaboración con otras organizaciones que no se consideren incluidas en la definición programática, pero con las que compartamos objetivos de ámbito global.
Por supuesto, nuestra práctica sindical no está orientada solo al logro de mejores condiciones o a prestar servicios de asesoría laboral. Lo que se pretende es conquistar cuotas de control sobre el sistema productivo y de consumo de la sociedad capitalista, hasta estar en disposición de administrarlo. Aunque las formas en las que cada sección de la internacional articula el proyecto en su ámbito es diferente, el empeño que nos une a todas es el mismo: volver a hacer del anarcosindicalismo y del sindicalismo revolucionario una herramienta potente en manos de la clase trabajadora para incidir en una necesaria y profunda transformación social.
La solidaridad internacional como proyecto
Entendemos que el internacionalismo es algo que se construye cuando se ejerce la solidaridad por encima de las fronteras, como contribución al desarrollo del trabajo local de las secciones, para reforzarlo y dotarlo de nuevas herramientas y perspectivas. Para que pueda existir internacionalismo hay que partir de secciones locales fuertes, aterrizadas en su ámbito sindical y social, y es de su cooperación en los temas relevantes de la que surge aquel.
La filosofía que anima a la CIT está centrada en el desarrollo y el crecimiento de las secciones nacionales. No somos internacionalistas porque sí, sino porque creemos que es una herramienta útil y necesaria para la implantación y el crecimiento de anarcosindicatos a nivel global. La actividad de la CIT tiene que partir siempre de las necesidades de las secciones locales y darse de modo que las refuerce. En la medida en que la internacional sea capaz de responder a estas necesidades, la CIT tendrá sentido, más que el número de secciones que la integren o los países en lo que esté presente. Las perspectivas de colaboración que se abren van mucho más allá del consabido piquete de solidaridad o del trasiego de comunicados. Estos también, no cabe duda, son herramientas válidas a las que no renunciamos. Pero además las secciones pueden compartir recursos, conocimientos, desarrollar proyectos conjuntos, coordinar campañas transfronterizas, crear grupos de análisis legal comparado, etc. De momento, se han dado cooperaciones en materia de formación, asesoramiento, intercambios, difusión de contenidos, apoyo a campañas concretas, en conflictos determinados, etc. En la CIT pretendemos explorar todas las posibilidades que podamos imaginar de la solidaridad internacional, y muchas más que vayamos imaginando en el futuro. Esto se puede constatar en nuestra web (www.icl-cit.org) en la que recogemos noticias de actos, campañas o contribuciones de organizaciones de distintas partes del mundo, con las que estamos en contacto o cooperamos.
A parte de las siete secciones actuales que integran la CIT, tenemos contacto regularmente con organizaciones en casi todos los países de Europa occidental, en muchos de América Latina y en otras partes del mundo, como Turquía, norte de Siria o Corea del Sur.
[Tomado de https://www.cnt.es/noticias/confederacion-internacional-del-trabajo-la-internacional-solidaria.]
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