Carlos Taibo
Este libro obedece, si así se quiere, a un doble impulso. El primero de sus estímulos lo aporta una impresión personal: la de haber prestado, en la última década, una atención limitada a lo que, en el ámbito del mundo anarquista/libertario, sucedía aquí mismo, delante de nuestros ojos. Aunque en el transcurso de esos años he entregado a la imprenta un puñado de trabajos que se ocupaban por una u otra dimensión de ese mundo, creo que salta a la vista que mis intereses me conducían casi siempre lejos, en el tiempo o en el espacio. En 2010, y para empezar, publiqué una antología de pensamiento libertario que, por razones supongo que obvias, otorgaba preeminencia al anarquismo clásico. Tres años después, y en Repensar la anarquía, mi esfuerzo se encaminó a buscar unas cuantas claves que permitiesen adaptar la propuesta de aquél al momento en que estamos. En 2017 –el centésimo aniversario de las revoluciones rusas de febrero y de octubre- le hinqué el diente al papel desempeñado por anarquistas y afines en los procesos correspondientes. De forma más reciente, y ya en 2018, entregué a la imprenta un ensayo sobre la relación entre anarquismo, indigenismo y descolonización –Anarquistas de ultramar-, y un texto breve que pretendía rescatar pedagógicamente la historia del anarquismo español –Los olvidados de los olvidados-. Aunque es verdad que este último libro incluía algunas consideraciones, forzosamente rápidas, sobre el escenario presente entre nosotras, esas consideraciones quedaban un tanto diluidas en la propuesta general. También es cierto, en fin, que en 2015 vio la luz un breve ensayo que, titulado Tomar el poder o construir la sociedad desde abajo, recogía el contenido de una charla que, organizada por la CNT de Córdoba, se proponía reflexionar, en voz alta, sobre algunas de las prioridades del momento, en el buen entendido de que lo hacía antes en la perspectiva de contestar las querencias de quienes nos rodean que en la de sopesar las nuestras. Ninguno de esos trabajos aspiraba, de cualquier modo, y a esto voy, a poner negro sobre blanco en lo que se refiere al escenario más próximo y al momento actual.
Este libro obedece, si así se quiere, a un doble impulso. El primero de sus estímulos lo aporta una impresión personal: la de haber prestado, en la última década, una atención limitada a lo que, en el ámbito del mundo anarquista/libertario, sucedía aquí mismo, delante de nuestros ojos. Aunque en el transcurso de esos años he entregado a la imprenta un puñado de trabajos que se ocupaban por una u otra dimensión de ese mundo, creo que salta a la vista que mis intereses me conducían casi siempre lejos, en el tiempo o en el espacio. En 2010, y para empezar, publiqué una antología de pensamiento libertario que, por razones supongo que obvias, otorgaba preeminencia al anarquismo clásico. Tres años después, y en Repensar la anarquía, mi esfuerzo se encaminó a buscar unas cuantas claves que permitiesen adaptar la propuesta de aquél al momento en que estamos. En 2017 –el centésimo aniversario de las revoluciones rusas de febrero y de octubre- le hinqué el diente al papel desempeñado por anarquistas y afines en los procesos correspondientes. De forma más reciente, y ya en 2018, entregué a la imprenta un ensayo sobre la relación entre anarquismo, indigenismo y descolonización –Anarquistas de ultramar-, y un texto breve que pretendía rescatar pedagógicamente la historia del anarquismo español –Los olvidados de los olvidados-. Aunque es verdad que este último libro incluía algunas consideraciones, forzosamente rápidas, sobre el escenario presente entre nosotras, esas consideraciones quedaban un tanto diluidas en la propuesta general. También es cierto, en fin, que en 2015 vio la luz un breve ensayo que, titulado Tomar el poder o construir la sociedad desde abajo, recogía el contenido de una charla que, organizada por la CNT de Córdoba, se proponía reflexionar, en voz alta, sobre algunas de las prioridades del momento, en el buen entendido de que lo hacía antes en la perspectiva de contestar las querencias de quienes nos rodean que en la de sopesar las nuestras. Ninguno de esos trabajos aspiraba, de cualquier modo, y a esto voy, a poner negro sobre blanco en lo que se refiere al escenario más próximo y al momento actual.
El segundo de los impulsos invocados llega de la mano de los debates, a menudo agrios, que se registran en las redes sociales. Debo subrayar que rara vez participo en ellos. En parte porque quedé curado de espanto con respecto a esos recintos bastantes años atrás, y en parte porque me atraen poco las licencias que se toman quienes, cómodamente, prefieren discutir, en su caso pontificar, desde el anonimato. Que no participe en esos debates no quiere decir, sin embargo, que no los siga. Y menos quiere decir que no sean para mí, en lo bueno y en lo malo, una eventual fuente de inspiración. En ese orden de cosas, este librito recoge el aliento que nace de muchas de mis lecturas en los más diversos foros, unas veces al calor del propósito de glosar ideas y percepciones ajenas, y otras con el objetivo, más prosaico, y seguro que menos interesante, de caracterizar a sus enunciadores.
El producto de ese doble impulso es, como el lector podrá apreciar inmediatamente, un texto breve que incorpora cinco capítulos. El primero retoma una discusión que está en el origen de muchas de mis percepciones sobre las tareas que nos incumben en el momento presente. Hablo de la que, al amparo de la distinción entre anarquistas y libertarias, sugiere que hay que prestar singular atención a quienes, no siendo, o no sintiéndose, anarquistas, sin embargo despliegan decorosamente prácticas de autogestión, de acción directa y de apoyo mutuo. El segundo procura rescatar la memoria de dos figuras que tienen cierta presencia, infeliz, en nuestro mundo anarquista. Las he retratado, con un punto de ironía, de la mano de los conceptos de anarcotestosteronismo –o anarcozorrocotrismo- y anarcobolchevismo. El tercero, a tono con el propósito central que he atribuido a esta obrita, aspira a levantar un balance de lo que, a mi entender y a vuelapluma, ocurre hoy, o no ocurre, en nuestro mundo anarquista/libertario. El cuarto se interesa por una materia, la cuestión catalana en su relación con el mundo que acabo de mencionar, que preferí esquivar un par de años atrás. El quinto y último de los capítulos, en fin, pretende, de manera muy modesta, extraer algunas conclusiones de todo lo anterior. Más que satisfecho me sentiría si estas páginas sirviesen para estimular algún debate de interés, alejado, eso sí, del tono bronco y descalificatorio que acompaña –ya lo he señalado- a tantas intervenciones en las redes sociales.
[Tomado de http://www.carlostaibo.com/articulos/texto/?id=603.]
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