Luis Camnitzer
Yo
me eduqué en el siglo pasado en una época en que estaban de moda los
manifiestos. Fiel a la tradición que me educó, cada tanto me salgo con algún
manifiesto propio y el siguiente manual que paso a exponer es un ejemplo:
1
) Todo lo que está en orden tiene que ser desordenado para entender la razón
que informa su orden.
2)
El arte tiene que ser utilizado como un instrumento para el aprendizaje de los
demás y no para adoctrinarlos.
3)
Para evitar abusos y poder responsabilizarse de su obra, el artista tiene que
identificar en donde se ubica el poder.
4)
El poder puede estar en uno mismo, en la obra, o en el público, y hay que
tratarlo de acuerdo a su ubicación.
5)
Las recetas artísticas introducen falsos órdenes y no desarrollan la conciencia
sino que la erosionan.
6)
La obra de arte debe activar la creación de los demás, no frenarla.
7)
Endulzar las obras de arte no mejora su gusto.
8)
El arte placentero es demagogia.
9)
Si la forma no apoya el contenido narrativo y no se integra con ella, la obra
de arte es hipócrita.
10)
El arte ordenado está para ser desordenado y reordenarlo mejor.
11)
Todos tenemos el derecho al desorden, siempre que sea constructivo.
12)
La verdad no es, ni una cosa fija, ni una propiedad privada del artista
13)
Generalmente, las obras de arte de los demás son tan buenas o mejores que las
de uno.
14)
La fama en el arte no es sinónimo de calidad.
15)
El arte competitivo ayuda a fijar los precios pero destruye la cultura.
16)
El que se venda o no se venda la obra no tiene nada que ver ni con la obra ni
con el público.
17) Cuanto menos visible la autoría del artista,
más espacio queda libre para el cambio social.
18)
El fin no justifica los medios, por lo tanto la expresión del material merece
tanto respeto como todo lo demás.
19)
La transparencia no solamente es material
sino es también un concepto y forma parte de la rendición de cuentas del
artista.
20)
Sin transparencia no hay arte. Solamente hay magia de pacotilla y el
consiguiente abuso de poder.
21)
La mirada crítica es tanto parte de la creación de la obra como lo es de su
recepción.
22)
La mirada crítica a veces es más importante que la obra.
23)
El autor tiene que ser su propio público primero, para que luego todo el
público llegue a ser autor.
24)
El artista, como todos los demás, necesita libertad de pensamiento y de
expresión, pero no por eso es un ciudadano con coronita.
25)
El efecto final de una obra exitosa tiene que ser que el público termine
educando al público.
El
manual obviamente está dirigido al artista profesional o a quien lo va a ser, y
refleja una serie de dudas sobre la formación que, sin muchos cuestionamientos,
lleva a la profesionalización. A esta altura tengo que confesar que también
tengo mis dudas sobre el significado y la importancia de la profesionalización
del artista. No es que quiera negar la existencia de las escuelas de arte o el
derecho a ser un artista profesional. Pero en el día de hoy, estamos trabajando
en el marco de un sistema educativo muy particular que pienso que no solamente
es anacrónico sino también anti-social. Como en todas las profesiones, se
entrena al educando para sobrevivir dentro de un mercado en lugar de educarlo
para contribuir a la maduración individual y a la construcción de una cultura
colectiva.
Esta
prioridad del entrenamiento para el mercado nos hace aceptar, como si fuera una
pauta normal, la noción que el artista es un individuo que tiene que
establecerse con una marca comercial llamada “originalidad”. Y esa marca,
obligadamente, tiene que competir con las marcas comerciales de los otros artistas
para así poder establecerse. Una consecuencia de esto es que, en lugar de
construir cultura, se favorecen los mitos individuales y la fabricación de
íconos deseables y adquiribles. La otra consecuencia es que, después de largos
años invertidos en estudiar, las probabilidades de supervivencia económica del
graduado son mínimas. Esto obliga a cuestionar un poco el sentido que pueda
tener este tipo de entrenamiento. Quizás sea hora de alterar rumbos y convertir
la educación del artista en una educación integral, en algo que sea aplicable a
cualquier actividad y que esté integrada con ella. Este cambio en parte ya está ocurriendo en la
cultura empresarial. El problema, sin embargo, es que allí esta creatividad se
produce en forma limitada. Si bien genera lucro, no genera conocimientos.
Con
esto de generar conocimientos en mente, el arte es mucho más importante que
como mero medio de producción. Pero aún si, tal como se hace hoy, aceptamos al
arte como un campo de producción y de profesionalización especializada, todavía
tenemos que hay fallas en la preparación del estudiante. Uno de los puntos que
me parecen claves en la formación del artista en ese sentido, y que en parte me
llevaron a escribir el manual/manifiesto, es la extraña ausencia de los temas
éticos relacionados a la expresión artística y sus consecuencias.
[Sección
inicial del texto de una conferencia del autir, que en versión completa está
disponible en http://esferapublica.org/nfblog/manual-anarquista-de-preparacion-artistica.]
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