Toni Iero (revista Cenerentola, Italia)
Ya desde los primeros números de Cenerentola [en el año 2002], hablamos sobre la comparación, naturalmente en términos de perspectiva, entre el poder dominante (Estados Unidos) y el emergente (China). En qué punto estamos hoy, después de más de quince años a partir de esas reflexiones.
La evolución de los equilibrios internacionales presenta, en este momento, un marco geopolítico muy irregular. La "dialéctica" geopolítica no solo involucra a dos actores, ya que la fragilidad del marco internacional a menudo ha puesto de manifiesto nuevos protagonistas, en la mayoría de los casos, a nivel regional.
Ya desde los primeros números de Cenerentola [en el año 2002], hablamos sobre la comparación, naturalmente en términos de perspectiva, entre el poder dominante (Estados Unidos) y el emergente (China). En qué punto estamos hoy, después de más de quince años a partir de esas reflexiones.
La evolución de los equilibrios internacionales presenta, en este momento, un marco geopolítico muy irregular. La "dialéctica" geopolítica no solo involucra a dos actores, ya que la fragilidad del marco internacional a menudo ha puesto de manifiesto nuevos protagonistas, en la mayoría de los casos, a nivel regional.
Sin embargo, no hay duda de que los estados que pueden aspirar a un papel mundial son, en la actualidad, solo tres: Estados Unidos, Rusia y China. Puede ser interesante echar un vistazo, necesariamente superficial, a los recursos bélicos que los tres protagonistas de la política mundial pueden poner en práctica. La tabla al comienzo de este artículo muestra algunos datos útiles para comprender el potencial de los tres estados [2].
Una mirada a los datos económicos es suficiente para darse cuenta de que China será el verdadero futuro antagonista de los Estados Unidos. El tamaño del producto interno bruto de Rusia parece insignificante en comparación con el de los otros dos países. Es bien sabido que el alcance y la duración del poder militar están estrechamente vinculados a la capacidad económica de un Estado. Desde su punto de vista, Rusia está haciendo milagros para desempeñar un papel de gran poder, pero es un desafío que logra llevar a cabo, en gran parte, gracias a la capacidad de sus líderes (políticos y militares) y a los errores de los adversarios. (La evolución de la guerra en Siria es un buen ejemplo). Otro aspecto obvio es el atraso de China en términos de desarrollo económico, señalado por el bajo nivel del PIB per cápita [3]. La incidencia de la deuda pública en el PIB muestra el margen disponible para cada Estado en aumentar el gasto público, incluido el gasto militar. Los Estados Unidos habrían agotado sus posibilidades si no hubieran sido la potencia dominante, una condición en la que aún logran imponer su moneda (el dólar) al resto del mundo como moneda de cambio internacional.
La dimensión numérica de las fuerzas armadas también debe interpretarse a la luz de su nivel de entrenamiento y motivación. Sin embargo, no hay duda de que China, gracias a su tamaño demográfico general (1.400 millones de habitantes, con 1.6 soldados por cada mil habitantes), tendría una reserva de soldados mucho mayor que los Estados Unidos (3.9 efectivo cada mil habitantes). Desde este punto de vista, Rusia ya se encuentra en una condición crítica (7 soldados por cada mil habitantes).
Incluso teniendo en cuenta la capacidad de gasto militar, Rusia parece estar en problemas. El presupuesto disponible para el ejército de los Estados Unidos parece ser inalcanzable por otros estados. Esto le da a los Estados Unidos una superioridad estratégica extraordinaria. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que el peso del gasto militar supera el 3,3% del PIB en los Estados Unidos, el 3% en Rusia y solo el 1,25% en China, aunque muchos observadores creen que Beijing oculta parte de gastos propios en este campo. El esfuerzo por mantener la superioridad militar a nivel mundial le cuesta mucho a Estados Unidos y Rusia y representa un factor en el desgaste de su sistema económico que tarde o temprano manifestará sus efectos.
La superioridad de Rusia (y en parte de China) en el número de vehículos blindados no es casual: es el efecto de su condición básica de poderes militares terrestreses. En el número de aviones y en la calidad del poder naval, la dominación militar estadounidense se manifiesta plenamente. Estados Unidos, como Gran Bretaña antes que ellos, es una potencia marítima. Los portaaviones en los que se basan los 11 grupos de batalla navales estadounidenses representan una formidable herramienta de proyección del poder militar estadounidense. Por ahora, es difícil imaginar a alguien capaz de enfrentarse a esta fuerza.
Hay poco que decir sobre el arsenal nuclear. Más allá de cierto umbral, uno no puede ir más allá de destruir el planeta. Y los tres contendientes en cuestión tienen el potencial de alcanzar este demencial objetivo.
No hay duda de que el desafío chino a la hegemonía estadounidense aún sería prematuro, si se tomara a nivel militar. Y, por cómo se comportan, los líderes políticos de Beijing parecen estar muy conscientes de ello. Sin embargo, el mundo nunca se detiene. Por un lado, la dinámica económica china hará sostenible un aumento progresivo de los gastos militares del Celeste Imperio. Por otro lado, la elección estadounidense de confrontar agresivamente con China y Rusia (y sus aliados) corre el riesgo de consolidar una alianza estratégica entre las dos potencias terrestres. En ese punto, Estados Unidos tendría que "luchar" en dos frentes, una situación que históricamente ha llevado a la derrota.
Por supuesto, el mundo es grande y complicado. Estados Unidos también puede contar con aliados y hay otras potencias locales emergentes (entre todas, India y Brasil) cuyas elecciones afectarán el resultado de esta confrontación global.
Para coronar este breve e incompleto análisis, me gustaría expresar solo un par de consideraciones. Primero, la victoria del capitalismo globalizado contra el estatismo soviético no ha traído la paz. De hecho, la presencia de una superpotencia capaz de imponer su voluntad ha hecho del mundo un lugar más peligroso que cuando estaba en vigor el llamado "equilibrio del terror". En segundo lugar, ante las aventuras militares cada vez más frecuentes e imprudentes de nuestros "aliados" (ataque a Libia, bombardeo de Siria, sanciones contra Irán, etc.), ¿no sería apropiado proponer que la República Italiana adopte el estado de neutralidad?
Notas:
[1] Un segundo, construido completamente en astilleros chinos, se lanzó a flote recientemente y probablemente entraría en servicio en 2018. Mientras tanto, ya se ha comenzado a trabajar en la construcción de un tercer portaaviones chino.
[2] Los datos fueron tomados de: Fondo Monetario Internacional, www.globalfirepower.com; www.armscontrol.org y se relacionan con la situación en 2017.
[3] Incluso considerando un indicador más correcto, como el PIB per cápita en términos de paridad del poder adquisitivo, el ingreso promedio chino sigue siendo menos de un tercio del estadounidense.
[Publicado en la revista libertaria Cenerentola # 218, Bolonia, junio 2018. Texto original en italiano en https://www.cenerentola.info/index.php/guerra/1671-il-confronto. Traducido al castellano por la Redacción de El Libertario.]
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