Humberto Decarli
[Nota introductoria de El Libertario: Lo que sigue es la parte final de la presentación de H.D. en la primera sesión del foro realizado en la UCV, el jueves 8/8/18. agradecemos al autor por la amabilidad en permitirnos este texto.]
El dogmatismo es la explicación del por qué todavía existan fuerzas, autodenominadas de izquierda, apoyando a un esquema político oprobioso como el venezolano. Es autoritario, militarista, ineficaz, violador de los derechos humanos, practicante de un genocidio sistemático contra la población, con políticas económicas y sociales generadoras de pobreza, hiperinflación, recesión, escasez, desabastecimiento, hambre, desempleo y múltiples asuntos donde se ha involucionado al país. Conforma una postura conservadora de la sociedad tendiente, en el caso venezolano, a seguir la saga del militarismo iniciada con el proceso de independencia, refundada en el siglo veinte por Juan Vicente Gómez y apuntalada por el mesianismo militar de inicios del actual siglo.
[Nota introductoria de El Libertario: Lo que sigue es la parte final de la presentación de H.D. en la primera sesión del foro realizado en la UCV, el jueves 8/8/18. agradecemos al autor por la amabilidad en permitirnos este texto.]
El dogmatismo es la explicación del por qué todavía existan fuerzas, autodenominadas de izquierda, apoyando a un esquema político oprobioso como el venezolano. Es autoritario, militarista, ineficaz, violador de los derechos humanos, practicante de un genocidio sistemático contra la población, con políticas económicas y sociales generadoras de pobreza, hiperinflación, recesión, escasez, desabastecimiento, hambre, desempleo y múltiples asuntos donde se ha involucionado al país. Conforma una postura conservadora de la sociedad tendiente, en el caso venezolano, a seguir la saga del militarismo iniciada con el proceso de independencia, refundada en el siglo veinte por Juan Vicente Gómez y apuntalada por el mesianismo militar de inicios del actual siglo.
Son atributos bien conocidos y probados que delatan al chavomadurismo como una manifestación dictatorial sin lugar a dudas y además, es un cartabón conservador en materia política, social, económica y cultural. Asimismo, la otrora chequera petrolera era algo muy atractivo para quienes les gusta la praxis clientelar de la política. Ahora que se encuentra al descubierto y en una fase de implosión por el agujero negro donde se encuentra el país, aún existen sectores cercanos al chavismo haciendo tangible actos de fe propios de convicciones y no de razones. Son las paradojas que manifiestan la asimetría en la cual se desenvuelve el devenir político de la región. Pero hay algo rigurosamente cierto: ante la frustración de la caída del muro de Berlín la izquierda no le ha quedado otra opción que seguir los lineamientos de un modelo autoritario donde se absolutiza el poder en manos de una cúpula aberrante.
"¿Cómo debería ser y qué demandas debería tener una izquierda venezolana después del chavismo?"
Una visión en perspectiva partiendo de la premisa del derrumbe de la experiencia militarista y populista significada por el chavismo, sería preguntarse si los sectores renovadores de la sociedad piensan hacia adelante, hacia el futuroo se limitana reproducir cartabones manidos como es la simbiosis de nacionalismo, corporativismo, con castrismo-guevarismo así como la repetición del clientelismo de la democracia formal. Hasta ahora ha sido una extensión del liderazgo neofascista para poder compartir cuotas de poder pero también son corifeos de una oposición ineficaz.
De lo que se trata es independizar el criterio, romper con la recurrente tesis de la unión cívico-militar para decantarse por un devenir de autonomía social. No estar atrapado entre las ideas delirantes del chavismo pero tampoco con las concepciones neoliberales que encierran a los humanos en modelos matemáticos macroeconómico y cuya alfa y omega es la mano invisible del mercado en un enfoque economicista y por ende, determinista.
Se ha de presionar para estimular los mecanismos de democracia directa, en la calle, en las bases, en la sociedad y en los artilugios tecnológicos capaces de permitir una participación instantánea. Proponer nuevas formas de participación social, política y cultural, prescindiendo del clientelismo pedestre que ha ahogado al país.
En el plano económico, distanciarse del rentismo y el extractivismo, superar la enfermedad holandesa o la maldición de la minería. Incursionar en zonas industriales del futuro, en ciencia, tecnología y efectuar una fuerte inversión en educación. Hacer lo contrario de las imposiciones de los factores mundiales de poder en el sentido de circunscribirnos a ser meros productores de materia prima, como el petróleo, lo cual ha sido una constante de los países de América Latina, donde las élites han alcanzado un contubernio con esos agentes dominantes.
En el social el combate contra el racismo, luchar por la igualdad de género, el respeto a las manifestaciones sexuales alternativas, una visión alimentaria diferentes como el vegetarianismo, la defensa de los derechos de los animales, una justa distribución de los bienes y servicios en la población con base en criterios científicos, enfrentar al machismo y la misoginia propios de la cultura hispánica potenciada en el tiempo republicano.
En ámbito político, destruir el culto a la personalidad y el caudillaje porque son expresiones del autoritarismo más ramplón y liquidan la discusión, pasando la gente a ejecutar las órdenes del BigBrother. Desbaratar la concentración de poder permitiendo la autonomía a instancias locales y regionales incluyendo la creación tributaria progresiva y además, la asunción de contratación exterior como se dio en Brasil con algunos estados en una muestra de real federalismo.
Una fuerza renovadora trataría de coadyuvar en la panacea para la catástrofe nacional la cual pasa por la salida del gobierno del chavomadurismo mediante diferentes formas de lucha. No se debe repetir las experiencias anteriores, vale decir, colocar como una meta el paso al costado del gobierno para buscar desesperadamente un reemplazo. Chávez encarnó en el pasado la figura para reemplazar al puntofijismo en agonía y el resultado fue una escogencia peor como los hechos así lo confirman categóricamente. El militarismo no es la solución para un país con un urgente requerimiento de institucionalidad democrática y un cambio absoluto de rumbo en la conducción de Venezuela.
Se debe partir de la premisa de la dificultad creada por todas las experiencias de nuestra historia, plagada de autoritarismo, montoneras, arbitrariedades y dominio de los administradores de la violencia del Estado sobre la sociedad venezolana. Habrá que marcar una senda con una discursividad fundada en la libertad y en la democracia, amén del fortalecimiento de las instituciones demasiado frágiles ante el funcionariado dominante como lo corroboran los resultados. Después de la guerra civil por la independencia entre una población oprimida que defendía los intereses de Fernando VII Rey de España en contra de los criollos quienes gobernaban en los cabildos y pretendían liberarse de la tutela de la monarquía española, surgieron las guerras civiles más atroces que la primera por el control del continente de la América hispana y Venezuela no escapó de tal situación. El militarismo surge, en Venezuela, después de la pérdida de la primera república encabezada por el General. Bolívar, donde los civiles estaban doblegados mientras solamente los generales eran los protagonistas.
El mundo de desarrollo sostenido avanza en el proceso denominado Cuarta Revolución Industrial donde la inteligencia artificial, los algoritmos y la automatización de la producción y el consumo, el tren bala levitador, los vehículos eléctricos sin conductor, vienen reemplazando al estadio de la Tercera Revolución, caracterizada por la redes informáticas, las computadores y los teléfonos celulares.
Pues bien, la Venezuela “potencia” y con las reservas petroleras más grandes del mundo, está ajena a todo el precedente avance de progreso a pesar de haber transitado cinco enormes bonanzas económicas y financieras. La de 1918 gracias al café y el cacao cuyos precios se elevaron al infinito por la Gran Guerra, la de 1927 cuando por primera vez se comenzó a exportar el oro negro como fuente energética, las de 1973 y 1978 por la subida de precios del barril de crudo consecuencia de la guerra del Yonkipur y la de Irak e Irán, respectivamente; y la última en este siglo por diferentes factores capaces de haber elevado considerablemente el valor de los hidrocarburos.
La clase política venezolana ha demostrado no tener sentido del país al despilfarrar las mencionadas cinco situaciones que otorgaban al Estado venezolano la disponibilidad para hacer las inversiones necesarias con miras a industrializar al país, desarrollar la industria petroquímica y en general, incorporarnos al despegue hacia niveles superiores para elevar la calidad de vida de nuestra población al resolver los problemas básicos, de vivienda, educación, salud, seguridad social y servicios.
Las cúpulas, en las cuales estaba integrada la autodenominada izquierda, se limitaron a despilfarrar y apropiarse del excedente petrolero y hacer un coro de cumplimiento de los planes de los factores mundiales de poder que consideran a Venezuela como un mero proveedor de materia prima para la economía internacional que ellos controlan. Gómez, Pérez Jiménez, el puntofijismo y el chavomadurismo fueron los ejecutores de los designios antes señalados. Incluso, muchas transnacionales energéticas están apoyando a la dictadura nacional porque hay coincidencia de intereses.
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