Donatella Di Cesare
[Nota previa de El Libertario: Ágnes Heller (1929-2019) filósofa y socióloga húngara exponente de una perspectiva heterodoxa del marxismo que siempre ha estado en conflicto con el dogmatismo mayoritario dentro de esa corriente. Fue discípula del filósofo György Lukács y deja una importante obra escríta - con varios textos accesibles en español - y el ejemplo de su compromiso político.]
Murió mientras nadaba en el Lago Balatón, en su querida Hungría. El final de la vida de Ágnes Heller se vio marcado por la misma naturalidad espontánea y alegre que fue su rasgo definitorio. Persona de pequeña talla y apariencia frágil, sobrevivió al gueto de Budapest en 1945. Tenía solo quince años y casi toda su familia fue exterminada: “Libertad siempre ha significado para mí liberación del nazismo”, afirmaba.
[Nota previa de El Libertario: Ágnes Heller (1929-2019) filósofa y socióloga húngara exponente de una perspectiva heterodoxa del marxismo que siempre ha estado en conflicto con el dogmatismo mayoritario dentro de esa corriente. Fue discípula del filósofo György Lukács y deja una importante obra escríta - con varios textos accesibles en español - y el ejemplo de su compromiso político.]
Murió mientras nadaba en el Lago Balatón, en su querida Hungría. El final de la vida de Ágnes Heller se vio marcado por la misma naturalidad espontánea y alegre que fue su rasgo definitorio. Persona de pequeña talla y apariencia frágil, sobrevivió al gueto de Budapest en 1945. Tenía solo quince años y casi toda su familia fue exterminada: “Libertad siempre ha significado para mí liberación del nazismo”, afirmaba.
Esa traumática experiencia le dejó un profundo apego a la vida. Quería vivir cada día al máximo, disfrutando de todas las oportunidades que se le daban, pero sin amedrentarse por la responsabilidad que implicaba. Quizás esa fue la razón por la que su personalidad única como filósofa brillaba a través de cada pequeño gesto, de cada sonrisa, de cada broma y cada respuesta que daba. Su pensamiento era uno con su forma de vida.
Tras su fragilidad exterior, se podía percibir la extraordinaria fortaleza que la llevó a través de un siglo XX extraordinariamente largo, del que casi nada salió impoluto. Tras la Shoah [el Holocausto judio por obra de los nazis], hubo otro acontecimiento más que nunca olvidaría: la Revolución húngara de 1956. En esa época, , Heller era ya ayudante György Lukács. Junto a muchos disidentes, se vio sometida a investigaciones, juicios, ostracismos y rehabilitaciones sucesivas. El clima de hostilidad fue creciendo más y más, hasta que después de 1968 y la Primavera de Praga la situación se volvió insostenible. Acusada de revisionismo junto a otros miembros de la “escuela de Budapest”, en 1977 tuvo que dejar Hungría definitivamente junto a su marido, Ferenc Fehér, con el que escribió varios libros. Así fue como comenzaron lo que ella llamó con cierta ironía bondadosa sus “años de peregrinaje”: primero en Australia, luego en los EE.UU., donde SE desempeñó durante muchos años EN la antigua cátedra de Hannah Arendt en la prestigiosa New School for Social Research de Nueva York.
Se sentía orgullosa de ser mujer, de sentir y pensar como mujer. Precisamente esa es la razón por la que se mostraba crítica hacia las formas que malentendían la “emancipación”, que se comportaban como si la cuestión estribara en tomar el poder imitando a los hombres. La verdadera liberación, además de una relación distinta con el poder, está todavía por alcanzar. En este contexto, sin embargo, se mostró como crítica consistente del dominio político, señalando que la izquierda no se ha confiado al liderazgo de las mujeres, aunque las primeras mujeres con influencia política fueron quienes actuaban en los movimientos socialistas.
Esa es la razón por la que resultaba casi un insulto categorizarla —como algunos se han apresurado a hacer—como “estudiante de Lukács”. No podía soportar la idea de clasificar esmeradamente el pensamiento de acuerdo con etiquetas, y no se identificaba con muchos de los “ismos” que se le han atribuido. Lo más importante de todo es que nunca quiso ser considerada como una mera “disidente” y nunca permitió que la utilizara el neoliberalismo. Quienes hablan de ella en esos términos cometen hoy una injusticia. Intentó presentar la complejidad de su senda intelectual en su libro, de 2010, Breve historia de mi filosofía, publicada en italiano por Castelvecchi en 2016.
Su relación con el pensamiento de Marx influyó profundamente en su propio pensamiento. El resultado fue la trilogía de obras por la que pronto se hizo conocida: Filosofía radical, Teoría de las necesidades en Marx y Hacia una sociología del conocimiento de la vida cotidiana En los años 70, Heller, partiendo de los argumentos de Marx en los Manuscritos, identificó las “necesidades radicales”: una vida plena de sentido, un trabajo provechoso, el estudio, la necesidad de tiempo libre, que son necesidades que no pueden satisfacerse en una sociedad injusta, precisamente porque apuntan a una liberación radical. Las necesidades alienantes son justo lo contrario, del insaciable consumo de bienes al sutil conformismo, que siempre crea una servidumbre adicional. Así pues, ¿qué clase de “libertad” propone en realidad el neoliberalismo?
En esto consiste el giro que puede verse tan claramente en la filosofía radical de Heller: resulta inútil pensar en una revolución imaginada como el asalto del Palacio de Invierno y esperar a que cambie tu vida: la forma de vida debe ya cambiar mientras espera la revolución. Debemos salir de este círculo vicioso de que la filosofía no puede y de que no se le permite hacerse consciente de ello. En aquel entonces, no resultaba en absoluto evidente hablar de “formas de vida”. Se puede entender por qué Heller se encontraba cómoda entre los intelectuales de la Nueva Izquierda: crítica, radical, verdaderamente libertaria, internacionalista. “Hoy decimos con frecuencia y voluntariamente que se ha derrotado a la Nueva Izquierda”, escribió en 2013. “Pero esto no tiene sentido. ¿Cuál es el significado de la ‘derrota’ que esto implicaría? Si no se han realizado los sueños, eso no indica que la idea de la revolución sea mentira”. Hay la esperanza todavía de que sea efectivamente posible alcanzarla.
Nunca rehuía la pelea, ni en la filosofía ni en la política. Tal como escribió en su libro de 1990 Más allá de la justicia: “Pues sí, existe gente recta. ¿Qué es lo que la hace posible?”. Esta pregunta le llevó con los años a desarrollar una compleja filosofía moral. El tercer volumen de la serie, enormemente valioso, Etica de la personalidad, publicado en 1998, lo editó en italiano Mimesis en 2018. De acuerdo con Heller, uno puede escogerse a si mismo gracias al otro: con ello se describe la aventura de la vida de cada persona, entretejida con tantas historias que se reconstruyen cada día. Se podría decir que la vida misma es el hilo conductor que discurre a través de su filosofía radical.
En los últimos años había vuelto a Hungría, donde se convirtió en contundente dirigente de la oposición radical a Viktor Orbán. Escribió artículos, concedió entrevistas, participó en debates y manifestaciones en la calle. Estaba conmocionada por el resurgimiento del antisemitismo, y alarmada por las fuerzas nacionalistas y autoritarias que podrían acabar fracturando el proyecto político y cultural de Europa, en el que nunca dejó de creer.
[Tomado de http://www.sinpermiso.info/textos/agnes-heller-1929-2019-la-filosofa-politica-de-la-vida-cotidiana.]
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