Camila (enfermera
afiliada a la Sociedad de Resistencia Oficios Varios Capital - F.O.R.A.)
En primera instancia para desarrollar
esta problemática doy lugar al concepto de acoso laboral o acoso
moral en el trabajo, conocido frecuentemente a través del término inglés mobbing
que significa “asediar, acosar, acorralar en grupo”, es tanto la
acción de un hostigador u hostigadores conducente a producir miedo, terror,
desprecio o desánimo en el/la trabajador/a afectadx hacia su trabajo, como el
efecto o la enfermedad que produce en el/la trabajador/a. Esta persona o grupo
de personas reciben una violencia psicológica injustificada a través de actos
negativos y hostiles dentro o fuera del trabajo por parte de grupos sociales externos,
de sus compañeros (entre iguales), de sus subalternos (en sentido vertical
ascendente) o de sus superiores (en sentido vertical descendente.)
Dicha violencia psicológica
se produce de forma sistemática y recurrente durante un tiempo prolongado, a lo
largo de semanas, meses e incluso años, y a la misma en ocasiones se añaden “accidentes
fortuitos” y hasta agresiones físicas, en los casos más graves. Lo que
se pretende en último término con este hostigamiento, intimidación o
perturbación (o normalmente la conjugación de todas ellas) es el abandono
del trabajo por parte de la víctima —o víctimas—, la cual es considerada
por sus agresores como una molestia o amenaza para sus intereses personales
(necesidad de extorsión, ambición de poder, de riquezas, posición social,
mantenimiento del statu quo, etc.).
La incidencia poblacional
del acoso laboral se calcula que se encuentra entre el 10 y el 15 % del total
de lxs trabajadores en activo. Por otra parte para quienes estamos trabajando
con personas constantemente, como enfermeras, docentes, asistentes sociales y
todas aquellas profesiones humanitarias quiero destacar que otra consecuencia
de este tipo de violencia genera una manifestación patológica en el/la
trabajador/a llamado: síndrome de burn-out.
El acoso laboral como dije
anteriormente es un riesgo psicosocial que podría ser confundido con otra
manifestación patológica laboral denominada ‘síndrome del trabajador quemado’,
o burn-out. Sin embargo no representan el mismo fenómeno, por un
lado el burn-out significa ‘estar quemado’ o desgastado por circunstancias
actitudinales o características inherentes a la profesión o el trabajo, el cual
genera en el/la trabajador/a una intensa demanda en el aspecto emocional,
exigencia como dije antes muy común entre maestros o enfermeras, por citar dos
ejemplos.
El acoso laboral puede
desembocar en enfermedad profesional, es decir, derivada del trabajo, aunque
tanto autoridades como empresas se muestran muy reacias a admitir esta
circunstancia como tal, por ejemplo en nuestro país aún es un tema tabú del
cual no se habla ni se investiga frecuentemente. Los últimos índices estadísticos
oficiales fueron levantados entre 2006 y 2008. Los datos sobre el acoso laboral
en nuestro país fueron recolectados por la oficina de asesoramiento sobre violencia
laboral del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social. Este informe del
2008 indica que un 60% de las personas que sufren de mobbing en su ambiente de trabajo
son mujeres, mientras que el 40% restante corresponde a los varones.
El acoso laboral, al
producirse, siempre debe ser comprobable. A pesar de que puede llegar a
utilizar tácticas muy sutiles y que las conductas de acoso llegan a tener un
carácter clandestino, por no dejar excesivas huellas externas, ni contar con
testigos dispuestos a revelar lo que han presenciado, el ámbito de la evaluación
del acoso en el trabajo debe ser prioritariamente algo objetivo y no meramente
subjetivo.
Su definición correcta
implica establecer y objetivar el carácter real y fehaciente de una serie de
comportamientos que, a pesar de que son habitualmente negados por quienes los
practican, se pueden establecer o acreditar externamente por testigos, registros,
grabaciones o documentos a favor del trabajador/a que sufre esta violencia.
Tales indicadores
objetivables muestran que el mobbing no se encuentra tan solo en
una especie de mente paranoide o autorreferencial de las víctimas, sino que las
conductas de hostigamiento que lo originan existen en la realidad, incluso fuera
del espacio laboral, trascendiendo a la familia, el hogar y los círculos
sociales que frecuenta la persona.
Según el psicólogo y
especialista en el tema Iñaki Piñuel
son estrategias habituales en el acoso laboral:
-Gritar, avasallar o
insultar a la víctima cuando está sola o en presencia de otras personas.
- Asignarle objetivos o
proyectos con plazos que se saben inalcanzables o imposibles de cumplir, y
tareas que son manifiestamente inacabables en ese tiempo.
- Sobrecargar
selectivamente a la víctima con mucho trabajo. (Por ejemplo: sobrecarga de
pacientes, de tareas, de horas de clases en una escuela, en sí, explotar al máximo
al trabajador o trabajadora.)
- Amenazar de manera
continuada a la víctima o coaccionarla.
-Quitarle áreas de
responsabilidad clave, ofreciéndole a cambio tareas rutinarias,
sin interés o incluso
ningún trabajo que realizar («hasta que se aburra y se vaya»).
- Modificar sin decir nada
al trabajador las atribuciones o responsabilidades de su puesto de trabajo.
- Tratarle de una manera
diferente o discriminatoria, usar medidas exclusivas contra él, con vistas a
estigmatizarlo ante otros compañeros o jefes (excluirle, discriminarle, tratar
su caso de forma diferente).
-Ignorarle (hacerle el
vacío) o excluirle, hablando sólo a una tercera persona presente, simulando su
no existencia («ninguneándolo») o su no presencia física en la oficina, o en
las reuniones a las que asiste («como si fuese invisible»).
-Retener información
crucial para su trabajo o manipularla para inducirle a error en su desempeño
laboral, y acusarle después de negligencia o faltas profesionales.
- Difamar a la víctima,
extendiendo por la empresa u organización rumores maliciosos o calumniosos que menoscaban
su reputación, su imagen o su profesionalidad.
- Infravalorar o no valorar
en absoluto el esfuerzo realizado por la víctima, negándose a evaluar
periódicamente su trabajo.
- Bloquear el desarrollo o
la carrera profesional, limitando retrasando o entorpeciendo el acceso a
promociones, cursos o seminarios de capacitación.
- Ignorar los éxitos
profesionales o atribuirlos maliciosamente a otras personas o a elementos
ajenos a él, como la casualidad, la suerte, la situación del mercado, etc.
- Criticar continuamente su
trabajo, sus ideas, sus propuestas, sus soluciones, etc.
- Monitorizar o controlar malintencionadamente
su trabajo con vistas a atacarle o a encontrarle faltas o formas de acusarle de
algo.
-Castigar duramente o
impedir cualquier toma de decisión o iniciativa personal en el marco de sus
responsabilidades y atribuciones. - Bloquear administrativamente a la persona,
no dándole traslado, extraviando, retrasando, alterando o manipulando documentos
o resoluciones que le afectan. - Ridiculizar su trabajo, sus ideas o los resultados
obtenidos ante los demás trabajadores, caricaturizándolo o parodiándolo. -
Invadir la privacidad del acosado interviniendo su correo, su teléfono, revisando
sus documentos, armarios, cajones, etc.
-Robar, destruir o sustraer
elementos clave para su trabajo. - Atacar sus convicciones personales, ideología
o religión.
-Animar a otros compañeros
a participar en cualquiera de las acciones anteriores mediante la persuasión,
la coacción o el abuso de autoridad.
Por otra parte el psicólogo
nombrado anteriormente también habla de un perfil de la víctima como personas
que tienen mayor probabilidad de ser atacadas ya sea por sus características
personales, sociales o familiares según el autor, el mobbing suele
afectar a trabajadorxs perfectamente válidxs y capaces, bien valorados y creativos.
Otro perfil es el de
aquellos que presentan un exceso de ingenuidad y buena fe y que no saben hacer
frente desde el principio a aquellos que pretenden manipularlos o perjudicarlos.
También se elige a la víctima debido a su juventud, orientación sexual, ideología
política, religión, procedencia geográfica, etc.
Es muy frecuente que se
seleccione a las víctimas entre personas que presenten un factor de mayor
vulnerabilidad personal, familiar o social (inmigrantes, discapacitados,
enfermos, víctimas de violencia doméstica, mujeres...). En estos casos la
posibilidad de hacer frente a los acosadores disminuye, viéndose facilitada la
impunidad de éstos. Las víctimas, suelen ser personas con elevada ética,
honradez y rectitud, así como con un alto sentido de la justicia. Personas con
alguna característica que los distingue, como las ya apuntadas (jóvenes,
mujeres, minorías...). Personas altamente capacitadas. Personas populares, líderes
natos, con una elevada capacidad empática, sensibilidad o comprensión del sufrimiento
ajeno; Porque personas así en una empresa terminan siendo delegadxs elegidxs por
sus propios compañerxs debido a su empatía y conocimiento de la situación
laboral y eso les molesta a quienes tienen cargos y quieren seguir ejerciendo
no solo este tipo de violencia sino también mantener la empresa en las condiciones
que a la patronal le conviene, ya que como dije desde un principio, la idea es
que la persona se canse y termine renunciando.
Otras consecuencias que no
favorecen para el trabajador/a que vive esto a diario es traerle graves
problemas con su entorno familiar o espacios por fuera del trabajo, ya que la
persona puede aislarse o minimizar la situación, además la estigmatización social
de pedir ayuda psicológica o psiquiátrica en estas situaciones, ya como dije
anteriormente sobre el tabú del mobbing en Argentina.
El desenlace habitual de la
situación de acoso laboral suele significar la salida de la víctima de la
organización de manera voluntaria o forzosa. Otras consecuencias pueden ser el
traslado a otra sucursal, o cambio de turno. La recuperación definitiva de la víctima
suele durar años y, en casos extremos, no se recupera nunca la capacidad de
trabajo. Lo ideal es que la persona que vive acoso laboral busque rápidamente
herramientas legales para asesorarse y empezar a actuar, y por otro lado
herramientas emocionales propias para poder sobrellevar cada vez que se presente
el acosador a ejercer la violencia cual sea. Otra herramienta es la contención dentro
del mismo trabajo, es decir, organizarse con lxs mismxs compañerxs para hacerle
frente al agresor.
En 2017 se hicieron públicas
muchas denuncias por acoso alrededor del mundo y la discusión sobre la
violencia en el ámbito laboral llegó a los grandes medios. En la actualidad no
hay vigente una ley específica contra la violencia laboral a nivel nacional,
aunque la problemática tiene reconocimiento en la Ley de Protección Integral a
las Mujeres. El Estado como empleador reguló la violencia laboral a nivel
nacional; también en la Ciudad, contra la violencia en el trabajo en un
concepto amplio; y en la Provincia de Buenos Aires, contra el acoso sexual.
Según el Ministerio de
Trabajo los más jóvenes “denuncian menos o se van más rápido de los lugares
donde los tratan mal; y entre los mayores de 56 se encuentran aquellos que están
cerca de la jubilación, son poco proclives a la denuncia”. En cuanto a las
consultas ocurridas el último año, se trata en la mayoría de situaciones de violencia
psicológica y en menor medida a las de tipo física y sexual. Los señalados como
acosadores, por su parte, son en su mayoría hombres de una jerarquía superior.
También la violencia
laboral, como pasa en otras modalidades de las violencias contra las mujeres,
es un problema que hasta hace poco tiempo estaba naturalizado. Por eso, ciertas
conductas, como los comentarios indebidos o las insinuaciones, no eran consideradas
como manifestaciones de la violencia, sino que se entendían como parte de lo ‘esperable’
dentro de los espacios de trabajo.
Es por esto que con nuestra
lucha día a día y desde la construcción propia que hagamos en nuestros espacios
de trabajo o dentro de la organización (Comisión de género de la S.R.O.V.
Capital) o afrontamientos internos cuando no hay apoyo desde lxs mismxs
compañerxs en el trabajo esta problemática se empieza a visibilizar y de alguna
manera nos plantamos y hacemos frente al maltrato laboral ejercido por quienes
tienen cargos. Esto forma parte de ponerle fin a las conductas violentas de
nuestra vida cotidiana especialmente a las trabajadoras mujeres quienes
sufrimos la doble explotación. Y de un cambio real emancipador que pretende la
organización!
[Publicado originalmente en
el periódico Organización Obrera #
80, Buenos Aires, julio-agosto 2019.]
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