Alicia Martínez C.
Tras
años de progresivo declive socioeconómico, Venezuela se ha convertido en el
principal país de origen de
personas migrantes y refugiadas en Surámerica. Las proyecciones no son nada favorables ante la incertidumbre sobre
posibles acciones para evitar el irrefrenable deterioro y el imparable éxodo al que se han visto
abocados muchos de sus nacionales.
Balance y consecuencias del contexto
socioeconómico
En
septiembre de 2010, la Republica Bolivariana de Venezuela
acudía a la Cumbre de la ONU sobre los Obje-tivos
de Desarrollo del Milenio (ODM) con un balance a su
favor por avances logrados hasta entonces para la reducción de la pobreza y la desnutrición,
así como por el acceso
universal para personas afectadas por VIH/SIDA
al respectivo tratamiento y la expansión del acce-so a las tecnologías de comunicación e
información. El entonces
delegado gubernamental anunciaba de hecho la
posibilidad de cumplir con las metas para los ocho ODM antes de 2015, fecha limite acordada
entre todos los países
signatarios.
Pero
para 2015 no solo no se habían logrado dichas metas,
sino que además el país había iniciado una estre-pitosa
caída hacia un panorama mucho más desolador. En
2018, según la Encuesta sobre condiciones de vida en Venezuela1,
realizada por las principales universida-des
del país, el número de hogares en extrema pobreza era del 61,2%, diez puntos más que en 2017;
únicamen-te el 13% de los
hogares son calificados como no pobres. Según
un informe de la Organización Panamericana de la Salud
(OPS), UNICEF y el Programa Mundial de Alimentos (PMA),
Venezuela ocupa el primer lugar en desnutrición en
el continente americano, indicándose que entre 2014 y 2017, 600.000 personas estaban mal
nutridas, y muchas murieron
por la falta de alimentos2.
Según la Federación Farmacéutica
Venezolana, hay un 90% de escasez de los medicamentos
de alto costo para enfermedades como el cáncer
o en el tratamiento de VIH3.
Si
bien desde la llegada de Chávez en 1999 hubo un goteo
de venezolanos y venezolanas huyendo del país, principalmente
por diferencias con el régimen, fue con la
toma de posesión de Maduro en 2013 que el exilio se aceleró ante la degradación de las
condiciones de vida. Además de
haber sufrido Entre los motivos de huida, se combinan
amenazas y atentados por parte de alguna de las
milicias o colectivos existentes, en muchos casos el factor detonante es la precariedad laboral
debido a la devaluación
constante de la moneda y la imposibilidad de
adquirir ni siquiera productos de la canasta básica, y la destrucción del sistema de seguridad
alimentaria y de salud, que ha llevado a que en promedio la población venezolana haya perdido 11 kilos y que la
tasa de mortan-dad infantil
también se haya incrementado en un 30% de 2016
a 2017. Frente al imparable declive socio económi-co, el Estado no ha generado una respuesta
efectiva tras dos décadas de
financiación de programas sociales que no
han generado proyectos auto sostenibles ni apoyado iniciativas de desarrollo económico. Las
escasas ayudas que actualmente
ofrece el Estado son condicionadas a la afiliación
al partido político gobernante, siendo el ejemplo más claro la distribución de bolsas de
alimentos a través de los
politizados Comités Locales de Abastecimiento y Producción
(más conocidos como los CLAPS) bajo la con-dición
sine qua non de contar con el carnet de la patria. Ante este desolador panorama, la
participación y el res-paldo
de la población en los procesos electorales se ha ido contrayendo, habiéndose constatado una
abrumadora abstención en las
últimas convocatorias: en las eleccio-nes
presidenciales de mayo de 2018 hubo un 54% de abs-tención, cuando en procesos anteriores el
promedio de abstención era de
21%; en las elecciones municipales de diciembre
de 2018, la abstención llegó al 72%.
El éxodo en la región
En
2015 tuvo lugar el primer flujo masivo de población desde Venezuela hasta la vecina Colombia
tras el cierre de la frontera
por parte del Presidente Maduro y el des-pliegue
de una operación militar buscando a los autores de
una emboscada contra efectivos de la Fuerza Armada venezolana. Como consecuencia, 1.500
personas de origen colombiano
fueron deportadas, y 18.000 regresaron de manera
forzada por miedo a ser expulsadas ante el inicio de dicha operación. En su huida, muchas
salieron con sus familiares,
la mayoría nacionales venezolanos; el gobier-no
colombiano realizó las correspondientes previsiones legales para facilitar la regularización de
dicha población.
Desde
entonces, la situación ha seguido deteriorán-dose
con las protestas convocadas en 2017 por los dife entes partidos que
conforman la Mesa de la Unidad Democrática
y con la imparable hiperinflación, que ha impedido
y sigue impidiendo a una parte de la población venezolana
con su salario adquirir muchos de los produc-tos
de la canasta básica familiar, cuando los encuentran, habida cuenta del constante
desabastecimiento, lo que ha
conllevado a que el flujo de venezolanos y venezolanas hacia Colombia se haya incrementado
progresivamente. Tres factores
influyen para que Colombia sea el principal destino:
la frontera con dicho país es la más amplia de las existentes, con 2.200 kilómetros y 5
puestos migratorios oficiales
habilitados, sin contar con los numerosos pasos informales
existentes; la falta de medios para poder adquirir
billetes aéreos, de documentación o de aerolí-neas
en Venezuela para poder viajar a otros destinos; y la existencia de redes sociales que les
pueden apoyar a su llegada, ya
sea por tener familiares o por contar con per-sonas
conocidas entre los colombianos y colombianas que durante años a Venezuela huyendo del
conflicto armado o buscando
oportunidades económicas.
A
fecha de diciembre de 2018, la autoridad migrato-ria
colombiana anunciaba que hay más de un millón de venezolanos
y venezolanas en el país, de los tres millo-nes
estimados a nivel global según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y por la
Organización Internacional
para los Migrantes (OIM). Es decir, en pocos años,
más del 10% de la población ha abandonado el país. Además del tradicional subregistro que
suele haber ante este tipo de
movimientos, debido a que muchos cruces son
por lugares informales, existe otro tipo de subre-gistro: debido al importante flujo
migratorio que en su momento
recibió Venezuela a consecuencia de las Gue-rras
Mundiales y de guerras civiles en Europa, muchos tie-nen doble nacionalidad, siendo España,
Portugal e Italia los
principales países de origen de las personas exiliadas en Venezuela.
Los
principales perfiles que se han constatado en este incesante flujo migratorio son básicamente
tres. Perso-nas venezolanas
que viajan puntualmente, y periódica-mente,
a Colombia para adquirir productos básicos, para visitar
familiares o que son estudiantes al otro lado de la
frontera. Aquellas que se encuentran en tránsito por Colombia hacia otro destino. Si bien una
parte de dicha población puede
viajar en autobús, durante unas 24 horas, muchos
se han lanzado a caminar para poder llegar a su destino
final, lo cual puede conllevar hasta 3 semanas de camino pasando por todo tipo de condiciones
climáticas y sin que exista un
sistema de asistencia establecido de manera
permanente, sobre todo para brindar alojamien-to
temporal o para responder ante el inevitable impac-to en las condiciones físicas, sobre todo
de las personas más
vulnerables, tras tantos kilómetros de camino. Si bien hay apoyos puntuales, los principales
respondientes están siendo
colombianos y colombianas que con su soli-daridad
aportan lo que pueden para atenuar el impacto del
viaje. En la ruta desde Cúcuta, Norte de Santander, a Ipiales, Nariño, o
San Miguel, Putumayo, se puede encon-trar
desde personas que viajan solas, habiendo tenido que dejar a la familia en Venezuela, hasta
familias con bebés. Si bien
algunas solo llevan mochilas, muchas llevan male-tas
con lo que pudieron cargar. Los principales destinos en el cono sur están siendo Perú y Ecuador,
seguidos de Brasil y Chile.
Finalmente, hay personas venezolanas que han
decido instalarse en Colombia, al menos mientras se aclara el panorama en Venezuela.
Las
principales necesidades de dicha población, tanto en tránsito como con intención de
permanecer en Colom-bia, son de
tipo legal, debido a que muchas carecen de pasaporte
particularmente por todas las dificultades que existen
desde hace años para obtener ese documento en
Venezuela o en alguno de sus consulados y, por tanto, no pueden obtener las correspondientes
visas que les permitan residir
y trabajar legalmente en los países de destino;
y de asistencia humanitaria de carácter inmedia-to,
tras meses e incluso años de precaria alimentación y de ausencia de la debida asistencia médica.
El gobierno colombiano ha ido
planteando diferentes esquemas para regularizar a la población que se ha
establecido en el país, y la
cooperación internacional ha ido brindando asisten-cia complementariamente. En el proceso de
integración local, hay una
clara ventaja frente a otras crisis de perso-nas
refugiadas y migrantes: la población venezolana está llegando a países donde las posibilidades de
inserción son cuasi inmediatas
– comparten lengua y costumbres con los
principales países de acogida, cuando no tienen fami-liares o amistades ya instalados en algún
momento desde que inició esta
diáspora.
Las proyecciones a nivel nacional y
regional
Frente
al deterioro de la situación en Venezuela y la llegada
de personas migrantes y refugiadas a los países aledaños,
el denominado Grupo de Lima se ha reunido para
evaluar la situación y emitir declaraciones, así como formular un plan de acción conjunto. En su
más reciente declaración, el
pasado 4 de enero , dieron un paso más en su
posición. Además de desconocer los resultados del pro-ceso electoral en mayo de 2018, plantearon
la necesidad de restablecer el Estado de derecho, ratificando en este sentido su reconocimiento a la Asamblea
Nacional elegida en diciembre
de 2015, y reiteraron su preocupación por la
crisis política y humanitaria y por el impacto en la eco-nomía y seguridad en los países de la
región; así mismo, adoptaron
una serie de medidas que incluyen que cada país
valore sus relaciones diplomáticas con Venezuela, suspender la cooperación militar y
visibilizar las preocu-paciones
por esta situación con otros países.
El
10 de enero de 2019, Nicolás Maduro tomaba posesión como Presidente de la República Bolivariana
de Venezuela hasta 2025. El
evento tenía lugar en la sede del Tribunal Supremo
de Justicia, afín al ejecutivo, en lugar de en la Asamblea Nacional, como dicta la
Constitución, ya que el ejecutivo
la considera en desacato tras lograr la oposición la mayoría en diciembre de 2015, habiéndole
despojando abruptamente de sus
poderes. Cuatro mandatarios, de los países
cercanos al régimen, asistieron al evento: Bolivia, Cuba, Nicaragua y el Salvador. Las
proyecciones durante este
nuevo mandato no son nada alentadoras, y se estima que el número de personas migrantes y
refugiadas vene-zolanas
continúe aumentando durante 2019 .
El
mayor reto para restaurar el Estado de derecho no
va a ser solo reconstruir la efectiva separación de poderes, sino, en particular, reconstruir
país, inclu-yendo asentar las
bases económicas para relanzar la productividad,
y especialmente el tejido social. Rever-tir
la impactante hiperinflación, prevista para 2019 en un 10.000.000%, va a requerir de medidas
drásticas con un minucioso
plan de reconstrucción económico y financiero.
La devastación y esquilme de los recursos existentes,
principalmente del crudo y de las explota-ciones
de minería a manos de terceros, y la ausencia de productores
de materia prima incluso de artículos bási-cos
como carne o productos lácteos, han dejado al país sin los cimientos para poder plantar
proyectos propios y
sostenibles. La intermitencia en el funcionamiento de los centros educativos debido a huelgas y a
la falta de recursos para que
el profesorado y los y las estudiantes puedan
acudir a las clases diarias ha dejado a una gene-ración
huérfana a nivel educativo. La ausencia de insu-mos
para poder atender incluso enfermedades básicas, y
las precarias y estresantes condiciones en las que se ha visto sumido el personal médico, han
dejado un esca-lofriante saldo
de personas en la diáspora.
¿Quién
lo liderará, habida cuenta del desgaste sufrido por
los partidos de la oposición después de 20 años de acoso, con la inhabilitación, detención y
exilio de varios de sus
líderes y figuras más relevantes? ¿Con qué recursos se iniciará todo el proceso de
reconstrucción y asenta-miento
de bases socioeconómicas después del gasto des-controlado
de los recursos que se obtuvieron durante los años
dorados del boom petrolero? Las respuestas solo las podrá ir dando la población venezolana con
las estructu-ras organizativas
de las que se doten para ello y con un plan
que siente las bases con indicadores medibles y rea-listas, según los recursos que se puedan
lograr. La comu-nidad
internacional debería coadyuvar para ello a través de asistencia técnica y apoyo económico y,
especialmen-te Europa, en
respuesta a la deuda histórica que hay con Venezuela
por toda la población que recibió y acogió durante
décadas huyendo de conflictos o simplemente a la
búsqueda de mejores oportunidades.
Notas
[1] El País,
“La pobreza extrema se dispara en Venezuela”, febrero de 2018, disponible en https://www.elpais.com.uy/mundo/pobreza-extrema-dispara-venezuela.html
[2] PMA, La desigualdad agrava el hambre, la
desnutrición y la obesidad en América
Latina y el Caribe, noviembre de 2018, disponible en http://es.wfp.org/La-desigualdad-agrava-el-hambre-la-desnutricion-la-obesidad-en-America-Latina-y-el-Caribe
[3] El
Espectador, “Pacientes con cáncer, destinados a morir por falta de medicamentos en Venezuela”, junio de 2018,
disponible en https://www.elespectador.com/noticias/el-mundo/pacientes-con-cancer-destinados-morir-por-falta-de-medicamentos-en-venezuela-articulo-796046
[4] Los países que componen el Grupo de Lima
son Argentina, Brasil, Canadá, Chile,
Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía.
[5] La declaración está disponible en https://www.cancilleria.gov.co/newsroom/news/declaracion-grupo-lima-1
[6] Ver Plan Regional de Respuesta a
Migrantes y Refugiados Venezolanos, publicado
en diciembre de 2018: https://www.acnur.org/noticias/press/2018/12/5c13bcf14/se-lanza-plan-de-emergencia-para-refugiados-y-migrantes-de-venezuela.html
[Artículo
publicado originalmente en revista Libre
Pensamiento # 97, Madrid, invierno 2018-2019. Número completo accesible en http://librepensamiento.org/wp-content/uploads/2019/06/LP-N%C2%BA-97.pdf.]
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