Humberto Decarli
La
perdurabilidad de la naturaleza autoritaria de los administradores de la
violencia del Estado se aprecia en diferentes casos de una manera directa,
subsistiendo a cambios lampedusianos efectuados con la peligrosidad inherente a
una situación como esa. Se trata de mantener a salvo a la institución armada de
los procesos políticos que la precedieron con la circunstancia adicional de
haber sido el eje de prácticas abusivas estructuralmente parte de la coyuntura
anterior.
Ha
ocurrido experiencias en las cuales hubo la necesidad de abortar modelos
políticos insostenibles por haberse desgastado pero uno de sus factores de
poder, los uniformados, perviven en la nueva realidad una vez cumplidos los
cambios de maquillaje. Es una característica repetida con cierta frecuencia
desde el siglo veinte en múltiples países. Vamos a mencionar y a analizar
diferentes casos donde acontece esta anomalía con una excepción honrosa.
La inercia de la Revolución Mexicana
A
la defenestración de la dictadura de Porfirio Díaz siguió una elección donde
resultó triunfador el empresario Francisco Madero. Prescindieron del presidente
desgastado pero el aparato armado continuó igual. Los milicos derrocaron a
Madero y lo asesinaron al igual que a su hermano, ministro del interior, quien
descubrió una conspiración. Las insurrecciones de Pancho Villa, Emiliano Zapata
y Ricardo Flores Magón fueron derrotadas y se instaló un gobierno dirigido por
militares como Plutarco Elías Calle, Victoriano Huerta, Álvaro Obregón y
Venustiano Carranza, quienes gobernaron a sus anchas y crearon una organización
política, el Partido de la Revolución Mexicana llamado posteriormente el
P.R.I., dominando la escena mexicana más de setenta años. Incluso hoy en día,
cuando gobierna un representante de la izquierda, AMLO, sigue la misma
fundamentación de su espantoso pasado y de allí la impunidad existente por las
masacres acaecidas en el país azteca.
Los casos de los militares en la isla de
Santo Domingo
Los
dos países que ocupan esta isla han tenido experiencias similares en cuanto a
la actuación de sus ejércitos. En el caso de Haití, el sucesor de François
Duvalier, su hijo “Babydoc” Duvalier, negoció la salida del poder y se fue a
Francia a disfrutar de un exilio dorado con el dinero sustraído a la nación. No
obstante, el aparato militar continuó y ha sido protagonista hasta la
actualidad de la vida política de la sección occidental de La Española.
En
República Dominicana la situación era parecida. “Chapita” Trujillo se desgastó
luego de tantos años como dueño del país. Los americanos le enviaron un
emisario para convencerlo de irse a Estados Unidos a darse la gran vida pero
rehusó hacerlo. A los pocos meses fue asesinado por sus mismos oficiales en una
carretera. Después de la elección del escritor Juan Bosch se produjo una
confrontación de sus herederos con otro sector militar y al verse complicada la
coyuntura, los marines yanquis intervinieron y a posteriori una fuerza de la
O.E.A. terminó la labor de ocupación. Se produjo la elección reiterada de un
trujillista, Joaquín Balaguer, y los cuerpos castrenses permanecieron con
impunidad incluida.
La experiencia chilena
El
derrocamiento de Salvador Allende por un golpe militar ocasionó una dictadura
de larga duración. Luis Augusto Pinochet, su último ministro de defensa,
presidió una noche oscura en el Estado austral. Fue apoyado por los Estados
Unidos y occidente en el marco de la Guerra Fría pero el tiempo lo erosionó y
fue sacrificado en medio de un acuerdo cuando la pugna Este-oeste había desaparecido.
Pinochet
aceptaba concurrir a un referéndum para consultarle al pueblo si quería
continuar con el gobierno autoritario pero a cambio fue comandante en jefe de
las fuerzas armadas por más de 25 años, designaba a varios senadores
suplantando la voluntad popular y además se le concedía a él y sus asociados
una impunidad por los homicidios y los latrocinios cometidos durante su
mandato. Perdió el mecanismo de veto popular, que intentó desconocer pero los
otros oficiales no lo acompañaron, mas tuvo los mencionados beneficios.
Los
militares chilenos, con su impronta prusiana, se han expresado con espíritu de
cuerpo y se encuentran en el eje de la gestión pública heredando la supremacía
sobre la sociedad desde la junta militar. Hasta las políticas educativas
pinochetistas continuaban hasta la rebelión estudiantil de inicios de la
segunda década de este siglo cuando la presidente Bachelet se vino a dar cuenta
del proceso de privatización y exclusión promovido por los gendarmes.
La Unión Soviética reemplazada por la
Federación Rusa
Con
el advenimiento de la Perestroika y el Glasnot se produjo en Moscú una fórmula
de adecuación a las nuevas realidades una vez sucedido el desplome del modelo y
el imperio soviético. La cúpula del partido comunista fue sucedida por
funcionarios quienes aprovecharon el proceso de privatización y se adueñaron de
las pocas empresas productivas.
Siguió
luego un período de desmoralización porque prescindieron, por razones
económicas, de las repúblicas integrantes de la U.R.S.S. y los países satélites
e incluso entregaron a la República Democrática Alemana a su par occidental
después de la caída del Muro de Berlín, significante diáfano del decaimiento de
la cortina de hierro. Además, sufrieron una humillante derrota en Chechenia,
una república rusa aunque de cultura islámica y se retiraron de Cuba y varios
países africanos.
El
desmoronamiento económico y financiero se produjo debido a la rigidez del
esquema soviético de gobernabilidad, incapaz de insertarse a la sazón en la
Tercera Revolución Industrial, esto es, la economía del conocimiento, la
ciencia y la tecnología. Hubo de acudir a los organismos multilaterales para
oxigenar la asfixia financiera y recuperar la catástrofe acontecida.
No
obstante, con el tiempo lograron levantar en algo la cabeza y masacraron al
pueblo checheno vengando la derrota de la primera guerra, incursionaron en
Georgia logrando secesionar a dos “repúblicas”, Osetia del Norte y Abjasia,
reconocidas por un puñado de países, entre ellos Venezuela y Nicaragua. Además,
la privatización generó nuevos empresarios y surgió una figura formada en la
KGB, Vladimir Putin, quien en forma dictatorial se ha posesionado del poder y
llegó a una alianza con la Iglesia Ortodoxa Rusa.
Actualmente
el régimen moscovita se desenvuelve mediante una dictadura con elecciones
amañadas, asesinatos de disidentes dentro y fuera del país y unas fuerzas
armadas en las cuales se invierte mucho para simular ser una gran potencia
castrense porque es imposible sostenerse sin una economía sólida y una nación
basada en el petróleo y el gas no puede apuntalar una operatividad militar de
consideración.
Sus
grandes logros bélicos se traducen en una separación no exitosa del este de
Ucrania, la ocupación de la península de Crimea con su base naval en Sebastopol
y el apoyo del presidente Bashar Al Asad en Siria, un país arruinado por la
guerra, quien les ha concedidos dos bases, una aérea y otro naval. Fuera de
ello no se puede aseverar que la Federación Rusa es una fuerza militar
formidable.
Después
de la caída de la U.R.S.S., Rusia ha tratado de continuar rememorando las
viejas glorias soviéticas en forma muy limitada pero el ejército, a pesar de
las reformas, se mantuvo incólume y de allí el carácter autoritario del
gobierno presidido por Vladimir Putin.
La ilusión de la Primavera Árabe
La
inmolación de un profesional desempleado dio origen a los acontecimientos
conocidos como la Primavera Árabe. Cayó el gobierno dictatorial tunecino de Ben
Alí, hubo una insurrección social en Bahrein, la confrontación sangrienta en Siria,
la anomia iraquí; la desarticulación en Libia después de la muerte de Gadafi y
el derrocamiento de Hosni Mubarak en Egipto. Fueron vientos de transformación
en sociedades oprimidas ancestralmente.
No
obstante, a pesar de haber cambios de gobiernos se mantuvo intacta la
estructura de poder y las fuerzas armadas en muchos Estados. La rebelión en
Bahrein fue sofocada por Arabia Saudita; Ben Alí fue sustituido por otro
presidente mediando una elección y resultó tan autoritario como el anterior; la
guerra en Siria se balcanizó y al final quedó con el sanguinario Bashar Al
Asad; Irak prolongó su estado de caos con predominio chita e iraní; el
conflicto de Libia se vio coloreado por la ejecución de Gadafi pero está
configurada como un Estado fallido: y fuera Mubarak las elecciones las ganó la
Hermandad Musulmana pero el ejército no lo aceptó y terminó tumbando a Mohamed
Morsi.
Empero,
fue una mera ilusión porque han emergido regímenes hasta peores que los
precedentes y el Oriente Próximo y el Magreb africanose convirtieron en pasto
de dictaduras, muertes, violación de derechos humanos y genocidios.
Venezuela: el gendarme necesario
La
dictadura perezjimenista terminó con la última conspiración exitosa en las
fuerzas armadas en Venezuela. El dictador de Michelena hizo mutis al ver
fraccionado al ejército y a pesar de haber derrotado a todas las asonadas tomó
conciencia de la inexorabilidad del incremento de las disidencias. Fue
reemplazado por una junta militar integrada por cinco miembros del sector
castrense y dos de ellos fueron excluidos por presión popular, el “turco”
Casanova y Romero Villarte, y reemplazados por dos miembros de un grupo
empresarial, Eugenio Mendoza y Blas Lamberti. Fue presidida por un antiguo
funcionario de Pérez Jiménez, el contralmirante Wolfgang Larrazábal.
La
administración iniciática de la democracia representativa, presidida por Rómulo
Betancourt, se vio atacada por innumerables alzamientos militares: el
Barcelonazo, el Carupanazo, el Porteñazo, los dos intentos de Castro León (La
Planicie y Táchira) y el de Mamo en la Escuela Naval. Además, sufrió un
atentado en los Próceres promovido por Trujillo desde República Dominicana.
Pero un acontecimiento le vino como anillo al dedo: la lucha armada de la
izquierda buscando reeditar la Sierra Maestra de una forma torpe y a destiempo.
Esa circunstancia lo catapultó como macartista y un cuerpo militar formado en
la Escuela de las Américas en el más sólido anticomunismo, terminó dándole todo
su apoyo para derrotar al movimiento guerrillero que nunca tuvo posibilidades
de ascenderal poder.
Una
vez reducida la insurgencia izquierdista el puntofijismo apeló a la corrupción
y el tráfico de influencias para calmar a los milicos con los ascensos
aprobados para los oficiales de alto rango en la Comisión de Defensa del senado.
Sin
embargo, la vía asumida por los adecos y los copeyanos fue esquiva porque no
trataron el problema en su esencia. El coronel José Machillanda publicó su
tesis de postgrado, Poder Político-Poder Militar, la cual le costó su baja,
donde indicaba que Venezuela tenía unos administradores de la violencia del
Estado cuasipretorianos. Dicho en otras palabras se dejó espacio para el
prusianismo aunque el régimen fuese civil.
Esa
ostensible falla del puntofijismo la estamos pagando ahora cuando ha renacido
el gomecismo en pleno siglo veintiuno. Ante el fracaso de la experiencia
populista, demostrado con la votación del partido perezjimenista en el año
1968, la devaluación con fines fiscalista del viernes negro de 1984, la
insurrección popular del 27 de febrero de 1989 y las intentonas golpistas del
año 1992, configuraron el acta de defunción de la administración del país a
cargo de los partidos político para terminar en un vacío llenado por un mesías
castrense.
Sería
demás contar lo sucedido en Venezuela cuyo resultado ha sido un asalto de los
militares a la sociedad creando un Estado policial y represivo con miras a
garantiza la continuidad del poder. Ahora es palmariamente un exclusivo modelo
pretoriano.
La autocracia de Robert Mugabe en
Zimbabue
Mugabe
fue uno de los líderes de la independencia del imperio británico de la entonces
denominada Rodesia del Sur, junto a Joshua Nkomo y Abel Muzorewa, pero al final
se impuso con una actitud de izquierda. Empero, con el tiempo se convirtió en
una vulgar dictadura en la cual persiguió a todos los demás políticos. Esa
larga noche bien oscura se perpetuó a pesar de la hiperinflación desatada por
varios años.
Sin
embargo, su figura se vino al suelo y los militares lo separaron del poder
mediante un golpe incruento. Previamente, unos días antes, una delegación
castrense visitó Beijing, su principal acreedor y máximo comerciante, para
buscar la bendición a objeto de excluir al viejo líder y lo lograron. Fue una
asonada autorizada perviviendo el cuerpo militar como máximo conductor del
país.
Portugal y la revolución de los
claveles: una excepción
La
dictadura de Oliveira Salazar continuó después de su muerte por intermedio de
Marcelo Caetano.La guerra en sus colonias africanas horadó la economía lusitana
y ocasionó una grave crisis a resolverse con la retirada de Angola, Mozambique,
Guinea Bisseau y Cabo Verde. Estalló un levantamiento el día 25 de abril de
1974 conocido como la Revolución de los Claveles porque una mujer le entregó
esa flor a un soldado y se la colocó en el cañón de su fusil. La insurrección
fu exitosa y Caetano hubo de exiliarse en Brasil surgiendo como líder
provisional Antonio de Spínola, general veterano de la guerra africana y
considerado un conservador. La declinación del colonialismo luso fue un factor
externo generador del derrocamiento de la dictadura así como otro agente
inusitado ayudó a concluir la guerra de Vietnam, la publicidad de los féretros
de regreso a los Estados Unidos.
Entró
en pugna el ejército y se vio fraccionado emergiendo una facción izquierdista
encabezada por Otelo Saraiva de Carvalho, jefe del Copcon (tropas de élite), el
“almirante rojo”, Rosa Coutinho y Vasco Goncalves. La confrontación fue con el
grupo de Spínola al comienzo y luego con los moderados. Asumieron la jefatura
del gobierno radicalizaron el movimiento campesino y estatizaron segmentos de
la economía. Pronto se produjo la contención con la derecha y la
socialdemocracia, quienes pudieron abortar a la izquierda del ejército
unificado por el accionar del general Ramalho Eanes quien triunfó en las dos
elecciones presidenciales siguientes.
Fue
un caso excepcional porque de una férrea gestión autoritaria iniciada en 1926
pasaron a una democracia representativa y los personeros comunistas fueron
desplazados y perdieron la perspectiva del poder. Demás está decir que Estados
Unidos y Europa Occidental prendieron las alarmas y ayudaron financiera y con
asesoría a las organizaciones de la centroderecha y la socialdemocracia. Se
asustaron porque pensaron perder con el bloque soviético a un miembro de la
OTAN. Las fuerzas armadas asumieron un espacio institucional y si bien apoyaron
a sectores tradicionales no permitieron una dictadura del proletariado.
Apreciaciones
sobre las anteriores experiencias internacionales
Todos
los ejemplos previamente expuestos, salvo el caso portugués, demostraron que al
existir un cuerpo armado privilegiado cualquier cambio político a efectuarse
podría ser cosmético si no se ataca la naturaleza o estructura de la
configuración de la institución militar. Desarrollar un espíritu de cuerpo
consolida la mentalidad de dominio de los uniformados sobre la sociedad y si
ese atributo se perpetúa por encima de reformas superficiales, queda la
impronta de la bota militar como una espada de Damocles sobre el componente
humano morador del espacio físico sobre el cual ejerce la sumisión y tarde o
temprano puede emerger como la fuerza directa dominante.
En
el caso nuestro cualquier alteración política pasa, por encima de cualquier
estimación, por revisar, rectificar, refundar o disolver el rol de los
uniformados para romper el esquema prusiano estatuido por Samuel Mac Gill
cuando fundó y profesionalizó las fuerzas armadas contemporáneas por encargo
del déspota Juan Vicente Gómez. Si no se efectúa se corre el ostensible riesgo
de repetir el militarismo en una nación gobernada esencialmente por los
administradores de la violencia del Estado como lo evidencia lamentablemente
nuestra historia. Es una oportunidad histórica para cambiar el rumbo del país y
darle un mentís a la tesis del gendarme necesario de Vallenilla Lanz.
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