Periódico El Libertario
* Declaración pública ante los eventos de abril de 2002, difundida en aquellos turbulentos días por vía electrónica y en formato de volante impreso que se distribuyó en Caracas y otras ciudades del país. El texto también fue reproducido por el periódico anarquista ibérico Tierra y Libertad # 165 https://www.nodo50.org/tierraylibertad/167.html
Venezuela: Golpe, mentiras y vídeo
La vertiginosa situación vivida en este país entre el 8 y el 15 de abril sin duda exigirá un prolongado esfuerzo de reflexión para comprenderse en detalle, pero es posible adelantar algunos elementos del análisis que como anarquistas nos corresponde hacer, empezando a desmontar la trama de falsedades, medias verdades, evasivas y coartadas que ya empieza a tejerse sobre los acontecimientos.
* Declaración pública ante los eventos de abril de 2002, difundida en aquellos turbulentos días por vía electrónica y en formato de volante impreso que se distribuyó en Caracas y otras ciudades del país. El texto también fue reproducido por el periódico anarquista ibérico Tierra y Libertad # 165 https://www.nodo50.org/tierraylibertad/167.html
Venezuela: Golpe, mentiras y vídeo
La vertiginosa situación vivida en este país entre el 8 y el 15 de abril sin duda exigirá un prolongado esfuerzo de reflexión para comprenderse en detalle, pero es posible adelantar algunos elementos del análisis que como anarquistas nos corresponde hacer, empezando a desmontar la trama de falsedades, medias verdades, evasivas y coartadas que ya empieza a tejerse sobre los acontecimientos.
Todo evidencia que tuvimos un golpe militar de la derecha pro-imperialista, que intentó aprovecharse de (y justificarse con) la significativa movilización de masas que estaba propiciando la heterogénea unión de sectores adversos a Chávez, con su culminación en la enorme manifestación del 11 de abril en Caracas. Los organizadores del alzamiento -militares de alto nivel, empresarios y algunos políticos de la vieja guardia- estimaban que colocando hechos consumados ante otros actores (especialmente, los demás antichavistas y la mayoría de la Fuerza Armada no vinculada en su trama) podrían contar con su respaldo, o al menos neutralidad, para ejecutar lo que de inmediato se anunció como un programa de liquidación política del chavismo bendecido por Washington, pues al Imperio le agradaría la idea de eliminar con pocos inconvenientes uno de los focos de perturbación en esta Latinoamérica que hoy se muestra tan inquieta.
Pero el cumplimiento del programa golpista implicaba que esos forzados aliados aprobasen y participasen en un furor autoritario del cual ya tenemos terribles ejemplos en la historia continental. Ese papel impuesto originó inmediatas vacilaciones y rechazos; de modo que el 12 de abril, a pocas horas de juramentado el gobierno golpista, anunciadas por decreto sus intenciones dictatoriales y tomadas las primeras medidas represivas, arrancó el contragolpe en Maracay -ciudad donde se localizan los mayores contingentes militares- paralelo al inicio de una gran movilización de calle en distintas ciudades, integrada inicialmente por partidarios devotos del presidente derrocado pero rápidamente acrecentada y respaldada por amplios sectores populares que intuitivamente comprendieron que si Chávez en tres años no había dado más que esperanzas, lo que venía pretendía despojarles hasta de esas ilusiones, pues aún cuando Chávez incurrió en tantas torpezas y desatinos en 38 meses de gobierno, en 38 horas de mandato sus adversarios hicieron el mayor esfuerzo por superarlo en ambos renglones.
A medida que corría el 13 de abril, las circunstancias empezaron a tornarse abrumadoras contra Carmona y sus secuaces de asonada, que en la mañana perdieron la calle, al mediodía el Palacio presidencial y en la tarde la posibilidad de cualquier apoyo militar. Para entonces se trataba sólo de determinar cómo iban a salir del poder y qué hacer con Chávez, aún preso. Se intentó el envite de mandarlo al exterior para posponer o debilitar de alguna manera su eventual regreso a la presidencia, pero la velocidad de los acontecimientos dejaba atrás las posibilidades de jugarretas de esta clase, así que con la entrada de la noche sólo restaba esperar el retorno a Miraflores del vencedor, lo cual ocurre en la madrugada del 14 de abril.
¿Por qué el golpe inicialmente tuvo éxito y pudo hasta presentarse, con cierta verosimilitud, como expresión de un clamor colectivo? Aquí ciertamente deben recordarse los niveles a que había llegado el enfrentamiento entre chavistas y antichavistas en las jornadas previas, donde las facciones más intransigentes de ambos bandos progresivamente asumieron la voz cantante, proceso en el que una responsabilidad indudable le cabe al propio Comandante, que ha sido el primer contribuyente para enrarecer el clima político con sus palabras desmedidas, poses efectistas y actos arbitrarios. Poseído de su demagogia mesiánica, propició y extremó enfrentamientos para los cuales no estaba siquiera preparado, de los cuales el último y más costoso para él fue contra ese poder que por discreto no deja de ser decisivo en Venezuela: la tecnocracia que controla la industria petrolera estatal.
La petulancia autoritaria de Chávez pareció transmitirse -corregida y aumentada- a la pandilla golpista, que igual que él se sentían al timón de un país que debía obedecer sin rechistar las decisiones de los ungidos en el poder. Pero a Chávez el 11 de abril y a los sediciosos el 13, la calle se encargó de darles una contundente lección en cuanto a que ahora este país no es rebaño sumiso ante la arbitrariedad de unos u otros. También esta lección ha sido para buena parte de los grandes medios de comunicación (TV y prensa en especial), a quienes el frenesí antichavista llevó a una aviesa y torpe estrategia de manipulación informativa y autocensura que fue patente a la mirada irónica o indignada de la población.
Chavistas y antichavistas creen, y pretenden hacernos creer, que Venezuela se reparte entre ambas parcialidades, pero estos acontecimientos ratifican que no es así. Ciertamente la realidad socioeconómica indica que hay dos Venezuelas, pero ello no significa que los bandos en pugna las representen cabalmente, pues las agrupaciones sociopolíticas que reúnen unos y otros apenas recogen el sentir de una parte de la población, menor incluso a lo que hace veinte o cuarenta años congregaban los partidos políticos tradicionales, que también alcanzaban entonces mayor adhesión medida en términos de participación electoral. En esas mayorías que al asomar en las calles fueron decisivas para los resultados de estas jornadas, vive la esperanza de transformación a la que apuntamos quienes nos congregamos en la Comisión de Relaciones Anarquistas ellibertario@hotmail.com, con propuestas de reflexión y acción que se encuentran en nuestro vocero El Libertario.
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