Revista Madre Tierra (Chile)
El
proyecto del emprendimiento minero “Montaña de Oro” viene de la empresa
“junior” canadiense Colombus Gold: “descubridores de minas distinguidas”. Su
misión se restringe a estudiar terrenos, buscar ya-cimientos y levantar
barreras jurídicas. Esta empresa se asoció con una empresa “mayor”, la
Nordgold, propiedad del ruso Alexey Mordashov (sexagésimo hombre más rico del
planeta) [7].
Las
dos empresas fundaron una tercera: “Compañía minera Montaña de Oro” (CMO).
Crear una tercera empresa fue una estrategia para conquistar a la población
local por un lado y por otro, para respaldar sus intereses en caso de que un
desastre minero acontezca en la región. Haciendo desaparecer el nombre de la
empresa, saldrían “limpios” y libres para provocar nuevos daños a la tierra en
otros lugares del planeta.
La
CMO prometió 750 ofertas de empleo (y 1500 derivadas) que aún siendo
poquísimas, seducen a la población local que, la mayoría, se encuentra en cesante
(la tasa de cesantía en el oeste guyanés- dónde se encuentra el futuro
emprendimiento- es de 54% y en toda Guyana de 26%). La idea de la compañía
minera es instalarse a 120 kilómetros de la pequeña ciudad de Saint Laurent du
Maroni, en plena selva y allí cavar un pozo de 2,5 kilómetros de largo, 400
metros de ancho y hasta 320 metros de profundo, a cielo abierto.
Más
allá de este agujero gigante en la tierra, sería necesaria la construcción de
una usina llamada de “cianuración” para recuperar el oro usando cianuro (¡más
de 8 toneladas por día!), lo que implica gene-rar millones de metros cúbicos de
basura toxica. Para extraer las rocas, también es necesario utilizar explosivos,
20 toneladas de nitrato de amonio por día. Así, son millones de toneladas de
rocas trituradas y cianurizadas que serán estocadas en forma de barro toxico en
“parques de residuos” (estanques que deberían tener la capacidad de resistir en
el tiempo a las fuertes lluvias de la región).
Más
allá de todo esto, la contaminación de las aguas especialmente con mercurio,
destruiría la vida de muchos de los pueblos ribereños cuya alimentación depende
principalmente de la pesca. Todavía se necesitaría construir una carretera para
el paso de cientos de camiones y de construir también un nuevo puerto en la
ciudad de Saint-Laurent y nuevas centrales eléctricas para alimentar toda esta
iniciativa.
Aún
cuando CMO promete la utilización de nuevas técnicas que “no dañarían al medio
ambiente”, la actividad minera consiste en mover el curso de los ríos y remover
su fondo: no hay forma de que aquello no impacte de forma duradera la vida de
la fauna, flora y humana alrededor. La extracción de las 85 toneladas de oro
que se encuentran a priori en el sitio, debería durar 12 años, después de haber
explotado el suelo y la población guayanesa, los empresarios se irían, dejando
la selva y sus habitantes devastadxs...
Minas “Legales” vs Minas“ilegales”: Un
falso debate
La
actividad minera en Guayana (legal como ilegal) ya destruyó más de 12.000
hectáreas de tierra. Uno de los argumentos más fuerte de la empresa CMO y del
gobierno francés que hasta hace poco aprobaba la instalación de la
multinacional en Guayana, era que este emprendimiento iría a reducir considerablemente
la actividad de los garimpeiros (actividad minera ilegal) en la región. Nada
más equivocado. La actividad minera ilegal en Guyana está muy articulada con
las empresas legales.
Los
garimpeiros se establecen casi siempre al lado (o al interior) de las empresas
legalizadas. La explotación del oro de forma “ilegal” es un trabajo pesado
realizado muchas veces por gente pobre (muchos son inmigrantes sin papeles),
que acaban asumiendo riesgos de enfermedad o muerte para ganar algo de dinero.
Quien se beneficia con esta actividad son los comerciantes que revenden el oro
en su estado modificado y las propias empresas legales que acaban vendiendo
medicinas, alimentos y bienes de primeras necesidades a los trabajadores
“ilegales” a cambio de oro.
Muchos
siendo “extranjerxs” y sin papeles que les permitan residir de forma legal en
la Guayana, lxs trabajadorxs de las explotaciones mineras “ilegales” nunca
serán contratadxs para trabajar en una empresa legal. De esta manera, más que
acabar con la actividad minera “ilegal”, la construcción de una megaempresa
legal simplemente la haría crecer y permitiría a los empresarios rusos y canadienses
llenarse los bolsillos provocando una desigualdad social todavía más fuerte.
Un “debate público” lleno de hipocresía
Entre
el 7 de marzo y el 7 de julio de 2018 un “deba-te público” fue organizado por
la comisión del debate público [8] pero aún así, al final de los encuentros era la empresa quien tenía que decidir si seguía con
el proyecto y el Estado debía validar o no la decisión después de realizar una
encuesta pública para sondear la opinión de los habitantes.
Percibiendo
tremenda hipocresía, colectividades guyanesas que se informaron sobre el
proyecto de la Montaña de Oro hicieron de todo para boicotear el debate y
corrieron a gritos a los empresarios y a los representantes de la Compañía
Montaña de Oro en la mayoría de los encuentros.
Algunas
organizaciones de protección al medio ambiente se crearon y se unieron para
hacer frente a tal emprendimiento. Entre estas, fue destacado el papel de “Or
de Question” una organización que se declara como “colectivo ciudadano opuesto
a la mega-industria minera en Guyana”, esta entidad asumió un papel fuerte en
la divulgación critica masiva del proyecto, organizó charlas en las escuelas,
centros culturales, así como diversas manifestaciones. Pero, el sector de la
población que hizo más ruido al oponerse fervientemente a la Montaña de Oro fueron
los pueblos originarios que vieron en este proyecto una nueva violación de su territorio.
Cabe
recordar que antes de la colonización, había 30 pueblos diferentes que
habitaban el territo-rio amazónico de esta región guayanesa, hoy en 2019,
solamente 7 etnias pudieron sobrevivir: los Kali ́na, los Wayãpi, los Apalai,
los Lokono, los Palikur, los Teko y los Wayana. Todas tienen su idioma propio,
su cultura -que a pesar de sufrir constantes asedios, siguen resistiendo a los
nuevos procesos colonizadores [9] - y, como en varios países del continente,
luchan para fortalecer sus formas de vida que se oponen a este tipo de
mega-emprendimiento que irían a comerse la tierra.
La lucha de los pueblos indígenas de
Guayana por su tierra y autonomía
La
política etnocida del Estado francés consiste en “incluir” y absorber a estas
poblaciones dentro de un sistema de valor y derechos que les fue históricamente
impuesto. “Nuestros derechos de ciudadano francés nos impiden ser autónomos”
relata una joven Kali ́na. Pues, estos “derechos” son una arma de doble hilo,
el reconocimiento como ciudadanos franceses les impone una serie de
obligaciones que no tiene ningún sentido si se piensa desde una perspectiva de
lucha para la autonomía y la descolonización. A empezar por la escuela de la
república que impone a lxs jóvenes programas escolares direccionados a lxs alumnxs
de la metrópolis más allá de imponerle el uso de la lengua francesa en las aulas
sobre pena de castigo. Es de resaltar también que hasta la Convención 169 de la
Organización Internacional del Trabajo que determina la protección de “los
valores y prácticas sociales, culturales, religiosos y espirituales propios de
los pueblos indígenas” no fue ratificado hasta hoy por el Estado francés. Más
específicamente, en relación a los territorios ancestrales de los pueblos
indígenas de Guayana, Francia consideró estas tierras como terra nullius, esto quiere decir que estas fueron consideradas como
“vacías y sin dueños”, ignorando la relación que los pueblos amerindios
desarrollan con esta y posibilitando su apropiación y explotación sin tener que
rendir cuentas a nadie. Hasta hoy, los derechos sobre la tierra de los pueblos
amerindios de Guayana no son reconocidos por el Estado francés.
A
pesar de ser “socializados” como cualquier “ciudadanx francés”, la educación
que lxs amerindixs reciben en sus pueblos les incita a mirar críticamente al
mundo occidental, esto permite que hasta hoy exista un fuerte movimiento de
autodeterminación autóctono que proviene del movimiento descolonizador y de
emancipación guayanés. Estas luchas ganaron mucha fuerza durante las grandes
manifestaciones de marzo y abril 2017 que estremecieron a las instituciones francesas en Guayana.
El
movimiento nace de lxs trabajadorxs de la empresa de electricidad francesa
(EDF) en protesta contra la venta de un centro médico-quirúrgico a una empresa
privada. Pero luego las reivindicaciones se extienden hacia otras esferas y se
vuelven bastante diversas.
Reformas
en torno al sistema educacional (incluyendo una modificación de los programas
escolares y enseñanza de los idiomas locales), al sistema de salud y hasta
pedidos de mejorías de la “seguridad”. El país fue bloqueado durante más de un
mes y al tener solamente una ruta nacional, las actividades económicas fueron
rápidamente paralizadas. Varios vuelos entre Paris y Cayenne tuvieron que ser cancelados
como también lo fue un de lanzamiento del cohete Ariane 5. Las escuelas, las
administraciones y la universidad fueron cerradas. Saqueos en los supermercados
y en las estaciones de gasolinas mostraron también el tono de la protesta: se
estaba luchando contra la pobreza y la desigualdad social.
Es
en este contexto que los pueblos amerindios de Guayana también se movilizan y
hacen escuchar su voz. En el oeste del país, crean la Juventud Autócto-na de Guayana
(JAG) y exigen al Estado francés que le devuelva sus tierras. La efervescencia
colectiva del movimiento social ayuda a la JAG a fortalecerse y a ganar cierta
visibilidad.
En
relación al proyecto “Montaña de Oro”, la JAG y de manera general los pueblos
amerindios de Guayana son tajantes: “¡No pasará!”. Uno de los motivos por el
cual los Kal ́ina son unánimes en relación al rechazo del emprendimiento es que
este conllevaría a la destrucción de un sitio sagrado. Como resalta Christophe
Pierre Yawunawa miembro de la JAG: “Para nosotros, las montañas son vivas, el
agua está viva. El agua tiene un alma. Nosotros no queremos proteger a la
naturaleza, ni siquiera hablamos de naturaleza. Pertenecemos a la tierra, la
tierra nos pertenece...”.
”“Montaña
de Oro” conlleva la destrucción de la vida social, espiritual y económica de
muchos de los habitantes de la región que se esfuerzan por mantener vivos
vínculos ancestrales con la tierra. Para lxs jóvenes autóctonxs de Guayana, es el
concepto mismo del extractivismo y entonces este proyecto se inscriben en una
lógica colonial de usurpación y es totalmente contraria a su búsqueda de
autodeterminación.
Citando
sus mismas palabras: “Las multinacionales nunca emanciparon ningún pueblo de la
dominación colonial.” En el desarrollo de la lucha, la juventud Kali ́na actuó
en diversos frentes. Ocuparon las calles vestidxs de rojo y encapuchadxs,
conociendo muy bien los riesgos que implica una oposición contundente al estado
y a los intereses económicos privados. Hicieron propaganda, hablaron con medios
de prensa independiente. En diversas ocasiones, las ciudades de Cayenne y Saint
Laurent du Maroni amanecieron con las sedes y los carteles publicitarios de la
Montaña de Oro destruidos.
La
batalla también se dio en una esfera más institucional y jurídica. Representantes
de la JAG viajaron hasta Paris a reuniones con autoridades del Estado con la
presencia de representantes de la ONU para visibilizar su rechazo al proyecto y
sus reivindica-ciones. Pero nunca dieron un paso atrás (o al costado) en
relación a su determinación y mostraron en varias ocasiones la disposición de
“ir hasta el final” para defender su territorio. En diversos momentos asumieron
que si fuese necesario, irían a bloquear los camiones de la empresa o
instalarse en el mismo sitio de extracción de oro para detener el proyecto.
Estos
diferentes y complementarios frentes de batalla permitieron cierta “masificación”
del rechazo popular del emprendimiento minero. En julio de 2018, la encuesta
pública realizada por el IFOP (Instituto Francés de Opinión Pública) reveló que
7 guayaneses de 10 rechazan al proyecto.
Una primera victoria
Finalmente,
después de más de un año de propagan-da, reuniones con representantes del
gobierno, debates y manifestaciones, los opositores al proyecto de la Montaña
de Oro obtienen una primera victoria. En febrero de 2019, Macron, el presidente
de Francia que hasta entonces apoyaba la multinacional, afirma que “el proyecto
no está adecuado según el plano ecológico” y agrega que “no podemos permitirnos
lanzar un proyecto que sería destructor de biodiversidad, que no está en las
normas ambientales y con inciertas creaciones de empleo.” El rompimiento de la
represa minera de Brumadinho en el estado de Minas Gerais en Brasil en enero de
2019 ayudó a convencer a las autoridades francesas que el emprendimiento debería
ser cancelado.
Una
primera victoria sí, pero como sabemos, la probabilidad de que el proyecto de
Montaña de Oro encuentre alguna “brecha legal” para iniciar el emprendimiento
es grande. Y, más allá de la CMO, son varias las multinacionales que están sobre
el territorio guayanés. El 9 de abril de 2018, seis pedidos de “permiso exclusivo
de pesquisa” (PER) son colocados a consultación pública. 3 de ellos llevados
por la misma NordGold, los otros 3, por la empresa norteamericana Newmont.
Esclarecedoras son las palabras del primer ministro francés el 25 de marzo de
2019 en el periódico France-Guyane
(prensa amarilla) en relación a la explotación minera en Guayana: “el futuro
del sector aurífero en Guyana no puede depender del destino de un solo
proyecto.” Los luchadores de Guayana lo saben bien, la pelea no acabó. Alexis
Tiouka, militante Kali ́na sigue alertando: “Seguiremos movilizados, iremos
hasta el final. Mismo si, para ganar, tenemos que ir ocupar los lugares e
instalar ahí una Zona a Defender (ZAD) [10].”
¿Más allá de una victoria... unos pasos
adelante en el camino decolonial?
Como
lo dijimos en el inicio, Guayana sigue siendo de hecho una colonia. No es que
fundamentalmente la estructura social sea distinta de los otros países de
América Latina dónde la vieja matriz colonial sigue conformando los matices de
la sociedad, pero, existe sí una diferencia contundente en la relación que la
población mantiene con el Estado.
Para
los pueblos de Guayana, el Estado francés es el “otro”, el colonizador, el
invasor; las articulaciones y el diálogo que se mantienen con él y sus representantes
son permeados por una conflictividad permanente. Sigue siendo, por ahora y
debido a una dependencia económica y social generada por años de
asistencialismo y desposesión colonial, un “mal necesario”. Delante de este
proceso de inclusión inacabado - porque lxs guayanesxs se reconocen más como guayanés,
Kali ́na, Lokono, Saramaka etc. que como ciudadanos franceses- son otras
posibilidades y otros caminos de emancipación que permanecen abiertos.
Hasta
los años 90, era importante el número de indígenas en la Guayana que rechazaban
adoptar la ciudadanía francesa, esto, por el hecho de preservar su identidad
étnica pero también política y social. La batalla contra la multinacional
Compañía Montaña de Oro, es sin duda el inicio de una serie de luchas contra
una nueva onda de explotación de su territorio, en cada lucha, se van
perfilando horizontes y construyendo caminos mediante la acción. Si el proceso
descolonizador tomará el rumo de la construcción de un Estado guayanés que
reactualizará procesos de subjetivación de las poblaciones históricamente
oprimidas y su misma dependencia económica y política, o si se buscará una
inclusión cada vez mayor de las pautas y reivindicaciones relativas a cada población
dentro del cuerpo del Estado francés, o si se abrirá la posibilidad de autonomía
para los diversos pueblos del territorio es una pregunta a la cual solo la
continuidad de las luchas podrá responder.
Entre
tanto, desde nuestro lugar y nuestras experiencias, la solidaridad con quien
lucha por defender a la tierra de las manos de los capitalistas se entrelaza
con las batallas llevadas a cabo por los pueblos que buscan, mediante diversos
caminos, su autonomía. Y como anarquistas podemos aprender de estas luchas como
también podemos hacer que nuestras ideas y nuestras prácticas se contagien,
transformándose en impulsos de rechazo total a cualquier forma de poder
estatal...
Notas
[7]
Su capital se estima a 18 mil millones de dólares. La empresa Nordgold tiene
muchos proyectos mineros en marcha. Solo para dar un ejemplo, en Burkina Faso,
destruyó muchos pueblos y desplazó alrededor de 3.000 personas contaminando el
agua de toda la región de su emprendimiento.
[8]
La comisión del debate pública nace en 1995 mediante la creación de la “ley
Barnier”. Tiene por responsabilidad cuidar que los ciudadanos participen al
proceso de elaboración de nuevos emprendimientos que podrían tener cualquier
tipo de impactos socioeconómicos o sobre el medio ambiente. Pero no puede
pronunciarse sobre “el fondo de los proyectos”. Sirven pues de mediación entre
los empresarios, el Estado y la población local.
[9]
La escuela se constituye hasta hoy en la Guayana como una de las herramientas
más poderosas de la colonización. No es permitido a lxs alumnxs el expresarse en
su idioma y siguen los mismos programas escolares de Paris. Así, en Guayana, se
enseña a lxs niñxs sobre Luis XIV antes de incentivarlos a conocer la historia
y la geografía de su propia tierra...
[10]
Recordamos que la ZAD de Notre Dame des Landes en el oeste del territorio
francés consiguió parar el proyecto de un nuevo aeropuerto en la región.
[Parte
final del artículo “Una “montaña de oro” en la Guyana francesa: Colonialismo,
espoliación y resistencia milenaria”, publicado originalmente en la publicación
anárquica Madre Tierra # 3, Chile,
mayo 2019.]
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