Giuseppe Ciancabilla
No podemos concebir que los anarquistas puedan llegar a establecer puntos que, de forma sistemática, deban ser seguidos como dogmas fijados, sencillamente porque a pesar de que la uniformidad sobre las líneas generales respecto a tácticas a seguir resulte algo asumido, estas tácticas pueden llevarse a cabo de cientos de formas diferentes, cada una de ellas con miles de particularidades. A pesar de ello, lo cierto es que no queremos programas tácticos, consecuencia de que no queremos organización.
Habiendo establecido el objetivo, el fin que debe ser alcanzado ha de quedar a elección de cada anarquista de modo tal que, con total libertad, pueda elegir los métodos que su sentido, educación, temperamento, o su personal espíritu de lucha le sugieran.
No podemos concebir que los anarquistas puedan llegar a establecer puntos que, de forma sistemática, deban ser seguidos como dogmas fijados, sencillamente porque a pesar de que la uniformidad sobre las líneas generales respecto a tácticas a seguir resulte algo asumido, estas tácticas pueden llevarse a cabo de cientos de formas diferentes, cada una de ellas con miles de particularidades. A pesar de ello, lo cierto es que no queremos programas tácticos, consecuencia de que no queremos organización.
Habiendo establecido el objetivo, el fin que debe ser alcanzado ha de quedar a elección de cada anarquista de modo tal que, con total libertad, pueda elegir los métodos que su sentido, educación, temperamento, o su personal espíritu de lucha le sugieran.
Esto es debido a que no pensamos en la creación y mantenimiento de programas fijos, ni en la formación de grandes o pequeños partidos, pero sí que nos unimos espontáneamente (sin que aparezca siquiera la necesidad de un criterio permanente) en función de a finidades momentáneas para un propósito específico, disolviendo esos grupos tan pronto como el propósito por el cual nos hemos asociado ha desaparecido. No obstante, no tardan en aparecer nuevos objetivos y otras necesidades por las cuales desarrollamos y buscamos nuevas colaboraciones, con personas que piensen como nosotros en circunstancias concretas.
Cuando alguno de nosotros deja de preocuparse porla creación de movimientos ficticios de individuos simpatizantes y débiles de conciencia, para dedicarse a crear un fermento activo de ideas que nos haga pensar, se podrá oír decir a menudo a esos presuntos amigos que, durante años han estado acostumbrados a otros métodos de lucha, y que con esa “nueva” forma de actuar lo que se consigue es un trasvase hacia el individualismo, por lo tanto esa persona se convierte para ellos en individualista, o en un teórico puro del anarquismo.
No es cierto que seamos individualistas, entendidaesta palabra en términos de elementos aislados, que eluden cualquier asociación dentro de la comunidad social mientras que suponen que el individuo puede ser su ficiente por si mismo. Lo que sí apoyamos es el desarrollo de iniciativas libres de individuos libres, ¿dónde está el/la anarquista que no quiere ser culpable de este tipo de individualismo? Si un/a anarquista es aquel o aquella que aspira a la emancipación de todo tipo de moral y autoridad material, ¿cómo podría no estar de acuerdo con la a firmación de la propia individualidad, libre de obligaciones e in fluencias autoritarias externas? Esto no sólo es absolutamente benigno, sino que es la indicación más clara de la conciencia anarquista.
Tampoco es cierto que seamos teóricos puros del anarquismo por el mero hecho de creer en la e ficacia de la idea .¿Cómo se deciden las acciones, sino a través delpenamiento? Ahora, producir y mantener un movimiento de ideas, es para nosotros, el método más efectivo de determinar el curso de las acciones anarquistas, tanto en la lucha práctica como en la lucha por la realización del ideal.
No nos oponemos a los organizadores. Pueden continuar, si quieren, con sus tácticas. Sí, como yo creo,no puede traer nada realmente bueno, tampoco puede hacer un gran daño. Pero creo que se han retorcido lanzando sus gritos de alarma, más, cuando se siente en exceso una preocupación desmesurada (debida a su afán discriminatorio) por tacharnos tanto de salvajes, como de soñadores teóricos.
[Públicado originalmente en el periódico Emancipación Libertaria # 13, Valencia (Esp.), 2019. Número completo accesible en https://la-dahlia.org/sites/default/files/adjuntos/mac13-bklt.pdf.]
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