Periódico Todo por Hacer
- ¿Qué es Bikestein? ¿Cómo surge y dónde
os reunís?
° Como
su nombre indica, Bikestein es un espacio colaborativo y de resurrección de
bicis viejas, maltratadas u olvidadas. Surge hace ya seis años en la Escuela
Popular de la Prospe, de mano de un grupito de ciclópatas que apenas sabíamos
nada de mecánica y queríamos aprender y enseñar, y fomentar el uso de la
bicicleta. La escuela es un espacio vecinal autogestionado, asambleario y
pedagógico, de ahí la orientación del grupo: no reparamos ni montamos bicis
ajenas, enseñamos al visitante a hacerlo, y lo hacemos colectivamente. Para
ello, contamos con material de segunda mano que la gente nos va donando y reciclamos,
tenemos también bastantes herramientas que hemos ido atesorando y gente del
grupo con más o menos nivel mecánico para echar una mano.
Aparte,
una vez al mes damos un taller específico (la mayoría técnicos: aprender a
parchear, a ajustar frenos y cambios, a centrar la rueda, etc.; pero también
hacemos talleres de uso, como por ejemplo, normativa y consejos de
bicirculación urbana, taller de ciclorrutismo, para montarte las vacaciones con
alforjas). E intentamos organizar muchas más cosas: excursiones urbanas o
campestres, algunas de ellas temáticas (el Madrid de la Guerra Civil, la
Operación Madrid Norte, etc.); vídeoforos de pelis sobre bicis o ciclismo;
charlas y debates en torno a la movilidad urbana; carreras de lentos... También
contamos con un “banco de bicis”, es decir: tenemos decenas de bicis viejas que
nos han ido donando y que requieren más o menos trabajo para resucitar, que
ofrecemos a disposición de cualquiera que no tenga bici y quiera montarse y
poner a punto una con nuestra ayuda.
Nuestros
principales objetivos son promover el uso de la bici, mejorar la autonomía del
ciclista, reflexionar y actuar de forma crítica en torno a temas como la
movilidad urbana, el medioambiente, el reciclaje, etc.
- ¿Por qué dar vida a las bicicletas
desde la autonomía y la autogestión colectiva?
La
bici es un vehículo relativamente sencillo, en términos mecánicos y técnicos.
Cualquiera con un poco de paciencia e interés, y la ayuda de alguien que sepa,
puede aprender en poco tiempo lo más básico para tener bastante autonomía. Es
además un vehículo muy económico, sobre todo si nos dedicamos a reciclar piezas
viejas o en desuso. No contamina y nos ofrece salud y placer a raudales. Y en
la gran ciudad, la bici puede convertirse en un “tema generador” de reflexión y
crítica, pues toca ámbitos tan cruciales como la movilidad y el transporte, la
planificación urbanística y el medioambiente. La bici te empodera como
ciudadano, y si se trabaja colectivamente, te empodera sinérgicamente (¡toma
expresión!).
Esto
último es importante: tampoco hay que idealizar a la bici, puedes ser un
perfecto mamarracho que no se baja del sillín, se gasta un pastón en embutirse
en licra, compite con quien se le ponga a tiro y traslada el estrés y la
violencia de la ciudad a los peatones (desgraciadamente, final de “la cadena
trófica” de nuestra selva urbana actual), por eso es importante trabajar a
nivel colectivo, no individual. De hecho, como vehículo la bici también tiene
su reverso tenebroso: tiende a ser bastante individualista, se está generando
cierto fetichismo consumista e identitario a su alrededor y, al ser “tan
física”, tiende a estimular la faceta más testosterónica de muchos ciclistos.
- Es evidente que no pensamos
mayoritariamente la bicicleta como medio de transporte en ciudad, ¿por qué
creéis que sucede esto?
° Actualmente
hemos asumido como natural el hecho de que las modalidades del transporte
urbano sean limitadas e ineficientes. En el caso de una ciudad como Madrid,
esto se reduce a la posesión de un vehículo propio, el uso del transporte
público o a pie.
A
lo que hay que sumar, en nuestra opinión, la identificación de estas distintas
formas de transporte con determinadas ideas enraizadas en el capitalismo y que
la bicicleta cuestiona. Asociamos la posesión de un vehículo privado, sea el
que sea, pero si es caro y grande, mejor, con la libertad y la capacidad
económica. Y las comparaciones con el transporte colectivo son muy
interesantes. No ya solo porque, casi de manera inmediata, nos cueste imaginar
a políticos o empresarios cogiendo el Metro, Cercanías o el autobús; sino que
al ir bajo tierra, no se ve la precariedad. Incluso el ir a pie tiene una serie
de implicaciones similares. El capitalismo nos expulsa de nuestros barrios. Nos
obliga a alejarnos de nuestras amistades y seres queridos porque nos dificulta,
cuando no impide, la vida. Y, sin embargo, vemos al ciclista con desdén. Sin
entender que la bici nos libera. Y todo esto se palpa en cómo se han
desarrollado las ciudades. En cómo gestionamos un espacio urbano limitado que
hemos cedido, casi por completo, al vehículo privado.
Además,
en el caso de Madrid creo que cuesta ver la bicicleta como medio de transporte
habitual por la cantidad de tráfico, las numerosas cuestas que tenemos y por la
falta de carriles-bici segregados. Sin embargo, desde que existen experiencias
(con todas las críticas que deben hacerse a cómo se realizan las mismas) como
BiciMad, y se han empezado a hacer algunos carriles-bici, parece que ha pasado
a ser una presencia mucho más habitual y normalizada en las calles. Sin
embargo, sigue habiendo mucho trabajo por delante, también de educación vial,
tanto de los coches para que respeten a las bicicletas como vehículos de pleno
derecho, como de los ciclistas, que en no pocas ocasiones ignoran las reglas
más básicas del código de circulación, enfadando a conductores y peatones.
- ¿Consideráis que la ciudad está
adaptada al transporte en bici? ¿Y las zonas rurales o de montaña actualmente?
° La
ciudad moderna está diseñada para el coche, y encima es que es algo que nos
parece “natural”, es así desde siempre y en todas partes; pero cuando te
decides a moverte en bici, lo notas enseguida. La misma señalización viaria lo
es; por ejemplo: aparte de las innumerables vías de un solo sentido, que pueden
limitar y complicar mucho tus recorridos, los semáforos están secuenciados y
temporalizados para el ritmo de los coches, así que como ciclista, o te saltas
algunos (con el peligro que esto supone) o te eternizas y te agotas. Y lo peor
es que todo el discurso ‘guay probici pseudoecologista’ de la mayoría de los
ayuntamientos actuales se queda mayormente en eso, un discurso, y siguen
desarrollando la ciudad para los coches, incluso cada vez más.
La
cosa es sumar kilómetros de carriles-bici, traducibles en votos y prestigio
modernete. El caso es que parece que las bicis estamos aquí “de prestados”,
como “pidiendo permiso” por circular, como si la ciudad no fuera también
nuestra. Esto es algo incluso interiorizado por muchos ciclistas, que se pegan
a la derecha en los carriles “para no molestar” y dejar pasar a los coches (lo
cual es mucho más peligroso que circular por en medio del carril y obligar a
que te adelanten cuando puedan, en vez de rebasarte), o que invaden las aceras
generando conflictos con los peatones, etc. Por eso creemos que es prioritario
empoderarnos y tomar el asfalto, ser siempre bien visibles, circular en medio
de la vía y tener claro que aquellos conductores que se molestan porque los
frenamos en sus prisas, tienen que ir acostumbrándose a ralentizar, compartir
vía y no coger tanto el coche para todo. Como ciclista, no solo tienes tanto
derecho como un conductor a usar las vías de forma segura y a tu ritmo, sino
incluso más, pues tú por lo menos no estás contaminando, pero sí tragándote a
pleno pulmón sus malos humos. Si te paras un minuto a fijarte en los coches que
pasan por una calle, más de la mitad solo llevan a una persona, el conductor, y
otra cuarta parte a dos personas... ¿hay algo más absurdo que movilizar
constantemente un vehículo que pesa toneladas, consume hectólitros de
combustible no renovable y contaminante, para desplazar a una persona de entre
50 y 80 kilos durante unos pocos kilómetros? (Mal) Vivimos instalados en el
sinsentido.
- ¿De qué maneras y con qué acciones podríamos
readaptar los espacios urbanos a un transporte a escala humana como es la
bicicleta?
° Creo
que habría que hacer una buena red de carriles coches, y el resto que pasará a
ser reino (o, mejor dicho: república) de los peatones, bicis, patines, patinetes,
etc. No bromeamos: sería necesario, claro, mantener una mínima infraestructura
para vehículos motorizados (principalmente colectivos, pero también de
transporte de mercancías), pero el modelo imperante tendría que ser el no
motorizado, al revés de lo que ocurre actualmente. Y en todo caso reforzar el
transporte colectivo eléctrico (metro y trenes de cercanías), que no solo no
interfiere con las bicis sino que puede y debería ser perfectamente combinable
con las mismas. A esto se le podría sumar un buen sistema de coches eléctricos
públicos compartidos, de usar y dejar. Las ciudades son ya desde hace tiempo y
de forma creciente inhabitables, irrespirables, antihumanas. Otra medida
imprescindible, a más largo plazo tal vez, tendría que ser reducir el tamaño de
las ciudades, lo que no solo las haría mucho más accesibles y amables para
moverse en bici y otros medios sostenibles, sino que solucionaría otro gran
problema actual, que es la despoblación rural.
Ciudades
de millones de habitantes son sencillamente ingestionables a escala humana, son
inherentemente agresivas, deshumanizadoras y liberticidas. En cuanto a los
espacios urbanos, habría que dedicar la mayor parte de los mismos al peatón, y
“ruralizarlos” en forma de zonas verdes; que andar y ciclar se nos haga siempre
mucho más atractivo y práctico que arrancar el motor. También sería muy
provechoso poder repensar la distribución de los espacios urbanos para
facilitar los desplazamientos menos contaminantes. No es sólo reorganizar el
tráfico, pasa también por acercar los servicios básicos a los barrios o
facilitar el comercio de proximidad.
- Hay quienes afirmamos que aquellas
personas que nos movemos en bicicleta somos una pequeña piedra en el zapa-to
del sistema capitalista, ¿pensáis esto mismo?, y ¿por qué?
° El
coche es uno de los pilares de la industrialización y del capitalismo, desde
Ford hasta hoy. No solo mueve un enorme capital, su fabricación es considerada
una industria nacional que se protege y subvenciona, condiciona la existencia y
planificación de las grandes megalópolis, constituye una de las mayores fuentes
de consumismo y simbólicamente concentra lo más lindo del modelo patriarcal,
consumista y fetichista (no hay más que ver un poco los anuncios).
Competitividad, individualismo, velocidad, mucha testosterona y narcisismo.
Todo lo que cuestione este modelo, industria y way of life, pues fastidia, y la
bici como medio de transporte puede hacerlo directamente. Por sí sola tal vez
no vaya a ser la tumba del capitalismo, pero si podemos echar una paletada
sobre el ataúd, pues eso que ganamos. Pero ojo, insistimos, la bici como medio
de transporte, como opción política (también en el sentido literal del término,
opción en la polis) y dentro de una comunidad y de un imaginario colectivo y social,
no como objeto de consumo para machos alfa. La bici no es más que un
instrumento, que lo usemos bien depende de todo el mundo.
- ¿Qué consejos podéis ofrecer a alguien
que no sepa nada de mecánica ni mantenimiento de una bicicleta y esté dudando
si hacerse con una?
° Pues
que no lo dude, por todo lo comentado anteriormente. Y para aprender, que se
acerque al taller social más cercano, o que intente montar uno en su espacio de
referencia. Y, por descontado, que calcule lo que gasta anualmente en el coche
o el transporte público y lo que podría gastar yendo en bicicleta.
[Publicado
originalmente en el periódico Todo por
Hacer # 99, Madrid, abril 2019. Número completo accesible en https://www.todoporhacer.org/wp-content/uploads/2019/04/Todo-por-Hacer-no-99-abril-2019.pdf.]
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