Nelson
Méndez
«Nosotros, “los utopistas”, deberemos ocuparnos del pan
cotidiano. Tenemos la audacia de afirmar que cada uno debe y puede comer tanto
como necesita.»
Piotr Kropotkin, La Conquista del Pan
Haciendo alusión al título de dos de los
libros más importantes entre la obra escrita que en el siglo XIX contribuyó a
cimentar el anarquismo moderno, el interés libertario en lo gastronómico es
inherente a su condición de “Filosofía de la Miseria” cuyo objetivo primordial
es orientar la lucha por “La Conquista del Pan” para los oprimidos. Y es
precisamente la obra así llamada donde –a nuestro entender- mejor y con más
profundidad se expone lo que el anarquismo decimonónico tenía que decir acerca
del hecho gastronómico integral.
La Conquista del Pan[1], del ruso Piotr
Kropotkin, surgió de una compilación de artículos periodísticos que dieron
origen al libro publicado en Francia en 1892, el cual ha conocido hasta
nuestros días múltiples ediciones en distintos idiomas, siendo una de las obras
que afianza la posición de su autor como voz fundamental, entre otras, del
ideal ácrata, sitial que se ha consolidado al pasar de los años pues las
reflexiones y propuestas del “Príncipe Anarquista” tanto en el tópico que nos
interesa acá como en otros conservan plena actualidad y son estimulantes para
su consideración y debate. Nos detendremos en este libro, en tanto establece
elementos básicos y aún vigentes para comprender la relación entre gastronomía
y anarquismo. Esto es patente en el capítulo 5 de la obra, que justamente se
titula “La alimentación”, pero también en los capítulos 14 – “Consumo y
producción”- y 17 –“La agricultura” donde examina otros ángulos del tema que
nos interesa.
Lo esencial de la
propuesta de Kropotkin, y que desde la publicación de la obra en adelante será
asumido por la mayor parte del anarquismo, se condensa en los siguientes
párrafos:
«Nosotros somos los utopistas, ya se sabe. En efecto,
somos tan utopistas, que llevamos nuestra utopía hasta creer que la revolución
deberá y podrá garantizar a todos el alojamiento, el vestido y el pan, lo que
disgusta enormemente a los burgueses rojos o azules, porque saben perfectamente que un pueblo que comiera
satisfactoriamente sería muy difícil de dominar.
Pues bien, nosotros persistimos en ese propósito: es
preciso asegurar el pan al pueblo sublevado, es menester que la cuestión del
pan prive sobre todas las demás. Si se resuelve en interés del pueblo, la
revolución estará bien encaminada; porque para resolver la cuestión de los
alimentos hay que aceptar un principio de igualdad que se impondrá por encima
de cualquier otra solución.»[2]
Pero no se queda sólo en esto que podría
tal vez ser interpretado como una expresión genérica de buenos deseos para un
futuro indeterminado. En radical oposición a quienes ven la revolución social
como una suerte de sufrida travesía que necesariamente implicará someter al
pueblo a las penurias de la escasez, las cocinas centralizadas y menú determinado
por burócratas que no lo comen, Kropotkin propugna lo que llama un comunismo de
la variedad o comunismo libertario, donde los víveres se repartan de acuerdo a
la necesidad de las personas e, incluso, reconociendo las diferencias que la
predilección y la sazón propias introducen a la hora del consumo de los
alimentos. Precisamente en las páginas del capítulo 5 de la obra comentada[3], expresa una posición
sobre este asunto que en aquel entonces, y aún hoy, es el mejor desmentido a
quienes pretenden convencernos que la vía para construir la felicidad
socialista pasa por el miserable rancho cuartelero, el sufrido ascetismo de
monjes en ayuno o la libreta de racionamiento (así sea en formato digitalizado,
como ese “Carnet de la Patria” que el autoritarismo rojo le ha impuesto al
pueblo venezolano).
Contrario a lo que conjetura el desdeñoso e
ignorante rechazo a un ideario etiquetado de utópico en el peyorativo sentido
de irreal que algunos dan a este término, lo que propone Kropotkin en La
Conquista del Pan está signado por una evidente preocupación por los
aspectos prácticos que, por ejemplo, se muestra al tratar el tema de cómo
serían las relaciones entre el campo abastecedor de alimentos y la ciudad que
los consume, lo que emprende en los apartados V y VI del citado capítulo 5[4] y en donde plantea la
necesidad de establecer términos para un intercambio justo en el cual la ciudad
a su vez provea al campo de los artículos manufacturados y servicios que está
en capacidad de suministrarle. También hay una gran confianza tanto en lo que
se puede lograr como producto de la iniciativa y capacidad creadora de las
colectividades, liberadas del yugo de opresión, explotación e ignorancia al que
las someten el Estado y el Capital, como de los resultados de unir esta
potencialidad constructiva con el desarrollo científico-tecnológico, en cuyo
aporte positivo tiene el anarquista ruso una enorme confianza.
Precisamente uno de los puntos prácticos a
los que Kropotkin ve en los términos más halagüeños para un porvenir
anarquista, donde encontramos la expresión de esa gran fe tanto en la ciencia y la técnica como en los
poderes creadores del pueblo, es en el eventual desarrollo de la agricultura urbana,
que discute en un lenguaje de resonancia muy actual[5]. Finalmente, también se
expresa sentido práctico cuando aborda lo referido a alimentos que vienen del
exterior, cuyos suministros cesarían casi por completo durante una revolución y
en un período posterior, así que se impone contar mucho menos con ellos, por lo
que en caso de su necesidad, las colectividades revolucionarias deben
desarrollar o retomar soluciones alternativas que quizás el habitual acceso a
lo importado hicieron descartar en otros tiempos[6].
* * *
Concluimos estas consideraciones apuntando que
La Conquista del Pan de Kropotkin es un hito de partida esencial para
comprender la evolución histórica de la relación anarquismo-gastronomía_, más
no debe verse como una suerte de “libro sagrado” que impuso pautas inamovibles
para abordar las cuestiones gastronómicas desde el anarquismo, donde solo vale
dilucidar y comentar sin poner en tela de juicio los principios canónicos. Fue
y sigue siendo, a casi 140 años de su publicación original, un texto sugerente
e indispensable en torno a un tema para el cual la teoría y la práctica
requieren continua reelaboración, como la propuesta posteriormente por otros autores
libertarios, en lo que sigue siendo un tópico activo de reflexión y creación.
Notas
[1] Consultamos acá la
edición en castellano de Edit. Anarres, Buenos Aires, que en Internet es
accesible en http://www.fondation-besnard.org/IMG/pdf/Kropotkin_La_Conquista_del_pan_PDF.pdf.
[2] Kropotkin, Op.
Cit., pp. 65-66.
[3] Ver en específico
ibid., pp. 72-76.
[4] Id., pp. 76-81.
[5] Id., pp. 81-84.
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