Humberto Decarli
Algunas manifestaciones en el plano internacional han sugerido el resurgimiento de la Federación Rusa y de una eventual reedición de la guerra fría. Son las apuestas de algunos trasnochados que no tienen la más elemental idea de la historia creyendo en la resurrección de épocas pretéritas siempre pensando en la repetición grotesca como lo explicó Karl Marx en _El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte_.
El actual jefe de Estado ruso Vladimir Putin es, además de autócrata y dirigente de la mafia reemplazante del régimen soviético, un hombre con innegables mañas gangsteriles. En ejercicio de este atributo ha logrado ser el centro de atención mundial por encima de todos sus potencialidades (muy escasas por cierto). En efecto, desde la segunda guerra chechena, en la cual se hizo política de tierra arrasada, hasta el espectáculo de los dos aviones bombarderos Túpolev nucleares en Venezuela, pasando por las provocaciones fronterizas y aéreas con los países escandinavos, los envenenamientos con materiales radioactivos de ciertos personajes adversos a la política oficial rusa,la presencia en Ucrania y la anexión de Crimea,la intervención en la guerra siria y en Georgia para sustraerle dos repúblicas reconocidas por muy pocos Estados (entre ellos Venezuela), como lo fueron Abjasia y Osetia del Norte. Fueron acontecimientos que expresan la sensación de una nación poderosa capaz de actuar en el ámbito planetario y que el actual presidente tuvo la iniciativa de generar efectos internos en Rusia para aparentar la vuelta de la gloria soviética. Empero, en el estadio mundial no es así porque es considerada como una economía atrasada sin capacidad bélica como la tuvo antes.
Algunas manifestaciones en el plano internacional han sugerido el resurgimiento de la Federación Rusa y de una eventual reedición de la guerra fría. Son las apuestas de algunos trasnochados que no tienen la más elemental idea de la historia creyendo en la resurrección de épocas pretéritas siempre pensando en la repetición grotesca como lo explicó Karl Marx en _El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte_.
El actual jefe de Estado ruso Vladimir Putin es, además de autócrata y dirigente de la mafia reemplazante del régimen soviético, un hombre con innegables mañas gangsteriles. En ejercicio de este atributo ha logrado ser el centro de atención mundial por encima de todos sus potencialidades (muy escasas por cierto). En efecto, desde la segunda guerra chechena, en la cual se hizo política de tierra arrasada, hasta el espectáculo de los dos aviones bombarderos Túpolev nucleares en Venezuela, pasando por las provocaciones fronterizas y aéreas con los países escandinavos, los envenenamientos con materiales radioactivos de ciertos personajes adversos a la política oficial rusa,la presencia en Ucrania y la anexión de Crimea,la intervención en la guerra siria y en Georgia para sustraerle dos repúblicas reconocidas por muy pocos Estados (entre ellos Venezuela), como lo fueron Abjasia y Osetia del Norte. Fueron acontecimientos que expresan la sensación de una nación poderosa capaz de actuar en el ámbito planetario y que el actual presidente tuvo la iniciativa de generar efectos internos en Rusia para aparentar la vuelta de la gloria soviética. Empero, en el estadio mundial no es así porque es considerada como una economía atrasada sin capacidad bélica como la tuvo antes.
Rusia no es la Unión Soviética
A partir de Yalta emerge la Unión Soviética como uno de los líderes del mundo y en especial de Europa Oriental y el bloque socialista. Entró como protagonista de importancia en el proceso siguiente conocido como Guerra Fría. Se convirtió en una potencia espacial al colocar en el espacio al primer satélite artificial, el sputnik, el primer ser vivo, la perra Laika, el primer humano, Yuri Gagarin, y la primera mujer, Valentina Tereshkova; se expandió hacia otros continentes como China, Vietnam, Laos, Camboya, Mongolia, Corea del Norte, Yemen del Sur, Cuba, Etiopía, Angola, Mozambique, Guinea Bisseau, Burkina Fasso y otros países con regímenes parecidos; lideró a los partidos comunistas convertidos en apéndices de la cancillería soviética, y llegó a ser la segunda potencia en términos militares.
No obstante, como lo aseverara Michael Voslensky en su obra La Nomenklatura, mientras estaba en la cúspide el Estado moscovita en materia coheteril, el ciudadano soviético apenas tenía veintisiete metros cuadrados de vivienda. Era la paradoja ocasionada por una cúpula con ánimo de dominación mundial con apoyo de un formidable aparato militar a costa del nivel de vida de su población. Sin embargo, ocurrió un desliz en materia económica. La Unión Soviética dependía del petróleo, el gas y las piedras preciosas, todos productos de la minería, y al caer en una baja de su precio por oscilaciones del mercado, se vieron obligados a rematarlos.
La rigidez del modelo
Moscú no tuvo la iniciativa de expandirse en ciencia, tecnología, conocimiento, inteligencia ni en industrias del futuro por la mentalidad de la burocracia comunista. Cuando no pudieron ni siquiera cumplir con la operatividad del Estado, hubo de llamar de emergencia a los organismos multilaterales para solventar la situación. Se derrumbó la economía y esa coyuntura generó unos cambios dramáticos en el área política, económica y financiera. Políticamente ocurrió la Perestroika y el Glasnot como nuevos métodos en la conducción del país, hubo restricciones con grandes sacrificios para las mayorías en el plano financiero yse instaló una mafia reemplazante de los comunistas para rematar las alicaídas empresas del Estado en su proceso de privatización. Muchas de ellas quedaron en manos de esa deleznable burocracia.
Luego de una manipulación entre los tres sectores dominantes en el partido comunista, se produjo un golpe de Estado intentado por los sectores conservadores encabezados por Igor Ligachev. Detuvieron a Gorbachov en una dacha donde vacacionaba y emergió la figura encima de un tanque de guerra, del antiguo secretario general del partido en Rusia, Boris Yeltsin, quien disolvió a la U.R.S.S. y obligó a Gorbachov a renunciar. Al desintegrarse la URSS, Rusia se vio disminuida tanto en población como en territorio, prestigio y disminución de influencias.
Yeltsin tuvo problemas de salud por su conocido alcoholismo y afecciones cardíacas que lo apartaron del poder pero dejó a un discípulo antiguo jefe de la KGB, Vladimir Putin, para continuar con el proceso de desmontar el paquidérmico Estado soviético. Con la consolidación del policía mayor nace un proceso autoritario con una conducción terrible mas cumplida con una enorme eficacia.
Nace el nuevo zar
La era Putin arranca en 2000 y está en pleno desarrollo. Su estilo se basa en su indiscutible carisma, una ardua represión para no permitir ninguna disidencia, elecciones fraudulentas y la manipulación de los actos de gobierno como señales de resurrección del pasado glorioso. Inició esta clase de operaciones resarciendo una humillación ocurrida en la primera guerra chechena donde Moscú salió por la puerta de atrás en medio de su crisis económica, política y social. Para ello invadió a este pequeño pueblo del Cáucaso y lo asfixió literalmente mostrando al universo un galardón como si fuera una presea de alto nivel.
Otro tanto hizo con una exrepública soviética, Georgia, cuyo gobernante pretendió llamar la atención del mundo para quitarse el asedio permanente ruso y terminó fragmentada la nación porque Putin los invadió y separó a dos regiones de su territorio, Abjasia y Osetia del Sur, reconocidas por muy pocos países, entre ellos el del régimen venezolano y Nicaragua.
Ya es conocida la anexión de la península de Crimea, el apoyo a los insurgentes pro rusos en Ucrania y el bloqueo del mar de Azov dentro del Caspio hacia las costas del antiguo país granero de Europa. Asimismo, sus constantes provocaciones submarinas y aéreas en la zona escandinava y sus negociaciones gasíferas con la Alemania de Ángela Merkel, rechazadas obviamente por Donald Trump. Adicionalmente tiene excelentes relaciones con el régimen teocrático iraní lo cual lo ha llevado a aliarse con Hizbullah en la guerra de Siria.
Comentario especial requiere su presencia en el Oriente Próximo. Allí pudo concretar una estrecha alianza con el presidente Bashar Al Asad e intervino directamente con la aviación para vencer la resistencia en ese país así como a los fundamentalistas islámicos sunitas, esto es, Al Qaeda, Isis y la miríada de organizaciones musulmanas allí operando. El resultado ha sido la obtención de dos bases militares, una aérea y otra naval, gran premio dado que no tienen más estructuras militares fuera de sus fronteras.
Si a todo lo anterior le agregamos su estrecha amistad con el presidente americano en coincidencias de autoritarismo, apreciamos un aumento de su imagen internacional, muy por encima del poder real ruso. Incide también haber organizado impecablemente los juegos olímpicos de invierno en Sochi y el mundial de fútbol en julio del presente año.
Valoración del poder de la Federación Rusa
Rusia no es un país sólido en el ámbito económico porque es una economía primaria dependiente de las fuentes energéticas fósiles de la cual provienen sus divisas de exportación. Una nación con esa base material tan pobre es incapaz de poder organizar una fuerza militar formidable pero todo ese esfuerzo para hacerse notorio en múltiples aspectos tiene un efecto interno para atraer a las personas en Rusia y apoyar el modelo ultraautoritario de Putin, hasta ahora bien logrado gracias a la represión, a la alianza con la jerarquía ortodoxa rusa y la relación internacional con regímenes militaristas como Venezuela, Nicaragua, Cuba, Corea del Norte, Irán y Siria.
De tal manera que su presencia en Venezuela se debe al formidable comercio armamentístico y minero y a la solidaridad de Maduro en cuanto a Abjasia y Osetia del Sur, seudos países reconocidos por este régimen. No es un apoyo ideológico ni militar sino de complicidad en diferentes materias políticas y económicas. Rusia jamás daría un paso como el hecho en Cuba cuando la crisis de cohetes entre otras cosas porque Venezuela no significa una gema apetecible sino una nación arruinada.
Ya es conocida la anexión de la península de Crimea, el apoyo a los insurgentes pro rusos en Ucrania y el bloqueo del mar de Azov dentro del Caspio hacia las costas del antiguo país granero de Europa. Asimismo, sus constantes provocaciones submarinas y aéreas en la zona escandinava y sus negociaciones gasíferas con la Alemania de Ángela Merkel, rechazadas obviamente por Donald Trump. Adicionalmente tiene excelentes relaciones con el régimen teocrático iraní lo cual lo ha llevado a aliarse con Hizbullah en la guerra de Siria.
Comentario especial requiere su presencia en el Oriente Próximo. Allí pudo concretar una estrecha alianza con el presidente Bashar Al Asad e intervino directamente con la aviación para vencer la resistencia en ese país así como a los fundamentalistas islámicos sunitas, esto es, Al Qaeda, Isis y la miríada de organizaciones musulmanas allí operando. El resultado ha sido la obtención de dos bases militares, una aérea y otra naval, gran premio dado que no tienen más estructuras militares fuera de sus fronteras.
Si a todo lo anterior le agregamos su estrecha amistad con el presidente americano en coincidencias de autoritarismo, apreciamos un aumento de su imagen internacional, muy por encima del poder real ruso. Incide también haber organizado impecablemente los juegos olímpicos de invierno en Sochi y el mundial de fútbol en julio del presente año.
Valoración del poder de la Federación Rusa
Rusia no es un país sólido en el ámbito económico porque es una economía primaria dependiente de las fuentes energéticas fósiles de la cual provienen sus divisas de exportación. Una nación con esa base material tan pobre es incapaz de poder organizar una fuerza militar formidable pero todo ese esfuerzo para hacerse notorio en múltiples aspectos tiene un efecto interno para atraer a las personas en Rusia y apoyar el modelo ultraautoritario de Putin, hasta ahora bien logrado gracias a la represión, a la alianza con la jerarquía ortodoxa rusa y la relación internacional con regímenes militaristas como Venezuela, Nicaragua, Cuba, Corea del Norte, Irán y Siria.
De tal manera que su presencia en Venezuela se debe al formidable comercio armamentístico y minero y a la solidaridad de Maduro en cuanto a Abjasia y Osetia del Sur, seudos países reconocidos por este régimen. No es un apoyo ideológico ni militar sino de complicidad en diferentes materias políticas y económicas. Rusia jamás daría un paso como el hecho en Cuba cuando la crisis de cohetes entre otras cosas porque Venezuela no significa una gema apetecible sino una nación arruinada.
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