Un lector desde el Zulia
El actual problema de la producción en picada de la industria petrolera estatal es un mal estructural, producto de desacertadas estrategias, ausencia de visión de conjunto, falta de conocimiento e inexistente de experticia. Es la consecuencia natural del empeño del gobierno en pensar que aprendices de brujo y militares pueden, sin tener el mínimo conocimiento, sacar adelante una empresa de esa magnitud. Cuando en Alemania o Japón, países con una eficiencia industrial de las más elevadas en el globo, es común que directivos/gerentes de empresas privadas y publicas posean en su haber uno o más postgrados en universidades reconocidas, en Venezuela ahora es común que un "charlatán cualquiera" dirija empresas importantes y medulares, por el simple hecho de ser servil, "leal" o compinche, aunque nada tenga en la bola.
Ciertamente, con directivos de esa calaña no se resolverá el problema de la monstruosa deuda de PDVSA, que es la consecuencia natural del mal manejo, es una cuestión de perdida de productividad, de inmadurez gerencial, de falta de enfoque en el negocio medular y de estrategias desacertadas. Pero si el objetivo fuese el intentar evadir responsabilidades contractuales con una simple redenominación como la que algún infeliz arbitrista anda proponiendo, tampoco resolvería el problema de la deuda, ya que la previsión de arrastre de deuda y compromisos Inter-corporación, escapan y van más allá del mero nombre y razón social; caerían sobre PDVSA lluvias de demandas. Aun en el caso negado que en un contrato celebrado entre PDVSA y cualquier otra corporación, no se hayan plasmado las acciones pertinentes en caso de un cambio de nombre o razón social, las obligaciones financieras y mercantiles no podrían ser evadidas solo por un cambio de nombre. Seria una inocentada pensar que se puede evadir deudas solo cambiando de nombre, ya que el contrato y compromisos entre las partes aun prevalecería; al menos ante instancias internacionales; a menos que se declare y compruebe su bancarrota, lo cual expondría a la nación a otro tipo de consecuencias.
En cuanto al problema de la corrupción, es es producto de la génesis de una porción significativa de su actual directiva, alta y media gerencia. Es una especie de conducta que ha sido adoptada en una gran porción de dicha empresa. Corrupción no es solo tomar lo que no le pertenece o valerse del poder para enriquecerse, es también asumir la responsabilidad de un cargo sin estar preparado para ejercerlo.
No es secreto que desde 2006 a la fecha PDVSA se ha empeñado en más del 1.700 %. No es tampoco secreto que desde la entrada de las empresas mixtas (2011/2012) y la catástrofe ‘de Amuay" (2012), la situación de producción, la necesidad de importación de crudo y productos y la situación de refinación se han complicado. Las empresas mixtas son particularmente responsables de gran parte del alza de costos del barril, son también parte importante de la decadencia de la producción propia y han aparecido involucradas y señaladas en hechos de corrupción (https://www.aporrea.org/contraloria/n314022.html) a gran escala, (http://www.vicepresidencia.gob.ve/index.php/2017/11/13/ministerio-publico-desmonto-trama-de-corrupcion-en-pdvsa-oriente/).
No cabe duda que el Plan Siembra petrolera de Ramírez y Eulogio y su ejecución, fueron un gran disparate; una monumental barrabasada. Pero poner en duda que el General Quevedo es responsable de la calamidad que acusa la estatal petrolera también lo es. ¿Cómo explicar este enorme desastre financiero y operativo, que la ha llevado a perder cerca de 40% de su producción de crudo en tan solo unos pocos meses desde Noviembre de 2017? ¿Acaso casi 12 meses no son suficientes como para haber ya dado señales de reacción como se supone que debió haber sido? ¿Es que luego del sabotaje petrolero no se levantó la producción desde 860.000 B/D en 2003 a más de 3.140.000 B/D en 2004?
Esa catástrofe que actualmente acusa PDVSA se destapa cuando cae el barril en junio 2014, pero sin lugar a dudas la muy limitada exposición y escaso conocimiento en materia petrolera y energética de Quevedo y sus uniformados la agudiza y termina de dar el golpe de graci a PDVSAa. ¿Dónde están los 2.000.000 B/D ofrecidos para 2018? ¿En qué han parado los acuerdos con esas empresas de maletín? ¿Cuál es el alcance real del acuerdo gasífero con Trinidad? ¿Quien le pone un "parao" al galopante nivel de accidentalidad e ilícitos ambientales? ¿Cómo puede alguien pensar que se desean hacer bien las cosas en un empresa donde todo es improvisación y malos manejos y donde un elevado porcentaje de esa directiva no sabe ni de que color es el petróleo?
La solución a semejante catástrofe pasa por expulsar cuanto antes a su actual directiva/alta gerencia y sustituirlos por profesionales experimentados, con el suficiente peso específico y delegación de autoridad necesaria como para enfrentar los innumerables retos y entuertos que de seguro tendrán por delante. Desafortunadamente y para no crear falsas expectativas, llevar de vuelta a PDVSA a los niveles de 2008, requerirá al menos de 9 años de trabajo arduo y dedicado, bajo un nivel de actividad realizable, ejecutable y sostenible, de una inversión anual de entre 13 a 15 millardos de dólares, bajo un perfil de ejecución que debe en todo caso exceder el 90 % del presupuesto asignado y con similar nivel de eficiencia operativa. La necesidad de presupuesto y la recuperación de nuestra industria deben mirarse desde una visión holística e integrada y no como un hecho singular y aislado, menos faraónico e irreal.
El actual problema de la producción en picada de la industria petrolera estatal es un mal estructural, producto de desacertadas estrategias, ausencia de visión de conjunto, falta de conocimiento e inexistente de experticia. Es la consecuencia natural del empeño del gobierno en pensar que aprendices de brujo y militares pueden, sin tener el mínimo conocimiento, sacar adelante una empresa de esa magnitud. Cuando en Alemania o Japón, países con una eficiencia industrial de las más elevadas en el globo, es común que directivos/gerentes de empresas privadas y publicas posean en su haber uno o más postgrados en universidades reconocidas, en Venezuela ahora es común que un "charlatán cualquiera" dirija empresas importantes y medulares, por el simple hecho de ser servil, "leal" o compinche, aunque nada tenga en la bola.
Ciertamente, con directivos de esa calaña no se resolverá el problema de la monstruosa deuda de PDVSA, que es la consecuencia natural del mal manejo, es una cuestión de perdida de productividad, de inmadurez gerencial, de falta de enfoque en el negocio medular y de estrategias desacertadas. Pero si el objetivo fuese el intentar evadir responsabilidades contractuales con una simple redenominación como la que algún infeliz arbitrista anda proponiendo, tampoco resolvería el problema de la deuda, ya que la previsión de arrastre de deuda y compromisos Inter-corporación, escapan y van más allá del mero nombre y razón social; caerían sobre PDVSA lluvias de demandas. Aun en el caso negado que en un contrato celebrado entre PDVSA y cualquier otra corporación, no se hayan plasmado las acciones pertinentes en caso de un cambio de nombre o razón social, las obligaciones financieras y mercantiles no podrían ser evadidas solo por un cambio de nombre. Seria una inocentada pensar que se puede evadir deudas solo cambiando de nombre, ya que el contrato y compromisos entre las partes aun prevalecería; al menos ante instancias internacionales; a menos que se declare y compruebe su bancarrota, lo cual expondría a la nación a otro tipo de consecuencias.
En cuanto al problema de la corrupción, es es producto de la génesis de una porción significativa de su actual directiva, alta y media gerencia. Es una especie de conducta que ha sido adoptada en una gran porción de dicha empresa. Corrupción no es solo tomar lo que no le pertenece o valerse del poder para enriquecerse, es también asumir la responsabilidad de un cargo sin estar preparado para ejercerlo.
No es secreto que desde 2006 a la fecha PDVSA se ha empeñado en más del 1.700 %. No es tampoco secreto que desde la entrada de las empresas mixtas (2011/2012) y la catástrofe ‘de Amuay" (2012), la situación de producción, la necesidad de importación de crudo y productos y la situación de refinación se han complicado. Las empresas mixtas son particularmente responsables de gran parte del alza de costos del barril, son también parte importante de la decadencia de la producción propia y han aparecido involucradas y señaladas en hechos de corrupción (https://www.aporrea.org/contraloria/n314022.html) a gran escala, (http://www.vicepresidencia.gob.ve/index.php/2017/11/13/ministerio-publico-desmonto-trama-de-corrupcion-en-pdvsa-oriente/).
No cabe duda que el Plan Siembra petrolera de Ramírez y Eulogio y su ejecución, fueron un gran disparate; una monumental barrabasada. Pero poner en duda que el General Quevedo es responsable de la calamidad que acusa la estatal petrolera también lo es. ¿Cómo explicar este enorme desastre financiero y operativo, que la ha llevado a perder cerca de 40% de su producción de crudo en tan solo unos pocos meses desde Noviembre de 2017? ¿Acaso casi 12 meses no son suficientes como para haber ya dado señales de reacción como se supone que debió haber sido? ¿Es que luego del sabotaje petrolero no se levantó la producción desde 860.000 B/D en 2003 a más de 3.140.000 B/D en 2004?
Esa catástrofe que actualmente acusa PDVSA se destapa cuando cae el barril en junio 2014, pero sin lugar a dudas la muy limitada exposición y escaso conocimiento en materia petrolera y energética de Quevedo y sus uniformados la agudiza y termina de dar el golpe de graci a PDVSAa. ¿Dónde están los 2.000.000 B/D ofrecidos para 2018? ¿En qué han parado los acuerdos con esas empresas de maletín? ¿Cuál es el alcance real del acuerdo gasífero con Trinidad? ¿Quien le pone un "parao" al galopante nivel de accidentalidad e ilícitos ambientales? ¿Cómo puede alguien pensar que se desean hacer bien las cosas en un empresa donde todo es improvisación y malos manejos y donde un elevado porcentaje de esa directiva no sabe ni de que color es el petróleo?
La solución a semejante catástrofe pasa por expulsar cuanto antes a su actual directiva/alta gerencia y sustituirlos por profesionales experimentados, con el suficiente peso específico y delegación de autoridad necesaria como para enfrentar los innumerables retos y entuertos que de seguro tendrán por delante. Desafortunadamente y para no crear falsas expectativas, llevar de vuelta a PDVSA a los niveles de 2008, requerirá al menos de 9 años de trabajo arduo y dedicado, bajo un nivel de actividad realizable, ejecutable y sostenible, de una inversión anual de entre 13 a 15 millardos de dólares, bajo un perfil de ejecución que debe en todo caso exceder el 90 % del presupuesto asignado y con similar nivel de eficiencia operativa. La necesidad de presupuesto y la recuperación de nuestra industria deben mirarse desde una visión holística e integrada y no como un hecho singular y aislado, menos faraónico e irreal.
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