Maria Cristina López B.
Vivir con pasión obedeciendo a la soberanía y poder de nuestro ser único. Esta tesis puede ser una definición de la anarquía que, convertida en la apuesta política de luchar por la libertad individual, las relaciones solidarias y horizontales se llama anarquismo.
La postura anarquista está lejos de ser un ensalzamiento del desorden o una teoría que tiene como objetivo la eliminación del Estado. Esta singular manera de plantear un esquema social es, ante todo, una apuesta moral que inquiere la autorregulación de cada una de las personas apelando para ello a la capacidad de elegir y actuar en beneficio de nosotros mismos y de los otros. Uno de los padres del anarquismo al desarrollar durante el siglo XIX La moral anarquista en un libro que lleva este mismo nombre, propuso el siguiente planteamiento: hagamos a los otros lo que quisiéramos que hicieran por nosotros en las mismas circunstancias.
Las palabras sencillas y honestas de Kropotkin han llevado a comprender que la anarquía como su etimología lo indica es un sin-principio/sin-orden pues ¿para qué ordenamientos o principios cuando sabemos cómo actuar y convivir con los otros? ¿para qué normativas externas a nuestras deliberaciones más íntimas si sabemos darnos leyes morales a nosotros que, a su vez, ayudan a preservar lo más valioso que tenemos, a saber, la vida?
Nuestras relaciones con amigos, familiares, parejas y cada uno de nuestros seres queridos atestiguan la solidaridad y el hecho de actuar con el otro como nos gustaría que nos trataran. Todo ello lo hacemos, en la mayoría de los casos, sin pensar en las sanciones legales o sociales que conllevarían el comportarnos de manera agresiva con el otro. De aquí que el anarquismo no sea una teoría que intenta acabar con el Estado, esto sería una consecuencia del saber sostener relaciones con el otro sin un intermediario.
El anarquismo es un grito apasionado que reclama la capacidad de vivir conforme a nuestros juicios morales, es la conquista de la solidaridad y el compartir con otro en una relación horizontal donde el poder se ejerce en la medida en que, soy origen soberano de mis decisiones y garante directo de mis acciones –distinto a la definición de poder como capacidad de someter-.
La anarquía es libertad de actuar por y para mí mismo asumiendo que no hay límites para mi acción diferentes a mis propias debilidades e incapacidades. La anarquía es vivir, conocer, conocerme y conocerte en la medida en que existo como individuo gregario. Cabe decir entonces que la mala fama que se ha ceñido sobre el anarquismo desde sus comienzos en el siglo XIX hasta hoy, es solo eso, fama producto del desconocimiento de su propuesta. Esta propuesta parte del reconocimiento del ser moral y del clamor porque cese la explotación del hombre por el hombre.
En mis cursos sobre anarquismo era recurrente entre mis estudiantes la pregunta por “el triunfo del anarquismo”. Al parecer se cree que el triunfo del anarquismo tiene que ver con la realización de una utopía o con la aniquilación de las instituciones sociales, políticas y económicas, pero nada más lejos de ello. El anarquismo triunfa cuando cada uno de nosotros nos asumimos como anarquistas. No me refiero a ir por el mundo portando una A encerrada en un círculo con actitud de “rebelde sin causa”. El simbolismo estético poco importa para la anarquía. Vivir una vida que me pertenezca, una vida en la cual el único protagonista soy yo está más cercano a una forma y tendencia de la anarquía –una forma de las diferentes que existen actualmente como el anarcofeminismo, el anarquismo/ontológico, el anarcoprimitivismo, entre otros como el anarquismo/verde, el anarquismo/antiespecista, etc-
No desconozco que también hay tendencias más radicales dentro del anarquismo que no tengo la necesidad de mencionar porque son más conocidas gracias a los detractores del anarquismo, entusiastas de su mala fama. A mí me es lícito hablar de las virtudes y aciertos que presenta esta propuesta y que, pueden ayudar a dar soluciones a nuestros difíciles y violentos contextos sociales. Considero es a lo que todos, desde nuestras diferentes perspectivas y más acá del discenso, tendríamos que apuntar hoy en día: buscar soluciones.
Permítaseme por favor invitar a cada uno de ustedes a ser anarquista haciendo a los otros lo que quisiéramos nos hicieran a nosotros en las mismas circunstancias, regando el virus de la solidaridad y el apoyo mutuo, asumiendo la autonomía de actuar bajo mis propias elecciones y haciéndome responsable de las mismas, esto es, en otras palabras, una invitación a vivir en anarquía.
En esta medida, invito también a que más allá de buscar culpables de las crisis económicas, política, social y ante todo moral de nuestro horrendo presente en el cual la vida ha cesado de ser valiosa, procuremos dejar la negligencia que esconde el buscar culpables y, desarrollemos soluciones éticas en nuestros entornos más cercanos, porque son estas más efectivas que los castigos legales. Soluciones que nos permitan mejorar la relación con el medio ambiente, con las otras especies, entre nosotros mismos y en general con la vida para devolverle el sumo valor del que la hemos ido despojando –encontrando justificaciones para arrebatarla a otro animal/humano/persona-. En todo caso, como también anotaba Kropotkin al finalizar su escrito sobre La moral anarquista ante la invitación de vivir la anarquía “a ti te toca escoger”.
[Tomado de http://www.udea.edu.co/wps/portal/udea/web/inicio/udea-noticias/
udea-noticia/!ut/p/z0/fY69DoJQDEZfxYWRtCJedSQOJsbBwRi4i6l4o1Vs-bkQH1_Awbi4NN_5ctoULKRghTq-kmcVKnrOrDktV-tomsS4QxMbTMw-ni-izexwRNiC_S_0F_heVTYBm6t49_KQllp7KtqLowCp-aWbPt0nD3Mi6jlnagIct4UvOljfWkuW_tcAz-ykG4UmpLCgkITqqmWC8mGzNxo4UyE!.]
Vivir con pasión obedeciendo a la soberanía y poder de nuestro ser único. Esta tesis puede ser una definición de la anarquía que, convertida en la apuesta política de luchar por la libertad individual, las relaciones solidarias y horizontales se llama anarquismo.
La postura anarquista está lejos de ser un ensalzamiento del desorden o una teoría que tiene como objetivo la eliminación del Estado. Esta singular manera de plantear un esquema social es, ante todo, una apuesta moral que inquiere la autorregulación de cada una de las personas apelando para ello a la capacidad de elegir y actuar en beneficio de nosotros mismos y de los otros. Uno de los padres del anarquismo al desarrollar durante el siglo XIX La moral anarquista en un libro que lleva este mismo nombre, propuso el siguiente planteamiento: hagamos a los otros lo que quisiéramos que hicieran por nosotros en las mismas circunstancias.
Las palabras sencillas y honestas de Kropotkin han llevado a comprender que la anarquía como su etimología lo indica es un sin-principio/sin-orden pues ¿para qué ordenamientos o principios cuando sabemos cómo actuar y convivir con los otros? ¿para qué normativas externas a nuestras deliberaciones más íntimas si sabemos darnos leyes morales a nosotros que, a su vez, ayudan a preservar lo más valioso que tenemos, a saber, la vida?
Nuestras relaciones con amigos, familiares, parejas y cada uno de nuestros seres queridos atestiguan la solidaridad y el hecho de actuar con el otro como nos gustaría que nos trataran. Todo ello lo hacemos, en la mayoría de los casos, sin pensar en las sanciones legales o sociales que conllevarían el comportarnos de manera agresiva con el otro. De aquí que el anarquismo no sea una teoría que intenta acabar con el Estado, esto sería una consecuencia del saber sostener relaciones con el otro sin un intermediario.
El anarquismo es un grito apasionado que reclama la capacidad de vivir conforme a nuestros juicios morales, es la conquista de la solidaridad y el compartir con otro en una relación horizontal donde el poder se ejerce en la medida en que, soy origen soberano de mis decisiones y garante directo de mis acciones –distinto a la definición de poder como capacidad de someter-.
La anarquía es libertad de actuar por y para mí mismo asumiendo que no hay límites para mi acción diferentes a mis propias debilidades e incapacidades. La anarquía es vivir, conocer, conocerme y conocerte en la medida en que existo como individuo gregario. Cabe decir entonces que la mala fama que se ha ceñido sobre el anarquismo desde sus comienzos en el siglo XIX hasta hoy, es solo eso, fama producto del desconocimiento de su propuesta. Esta propuesta parte del reconocimiento del ser moral y del clamor porque cese la explotación del hombre por el hombre.
En mis cursos sobre anarquismo era recurrente entre mis estudiantes la pregunta por “el triunfo del anarquismo”. Al parecer se cree que el triunfo del anarquismo tiene que ver con la realización de una utopía o con la aniquilación de las instituciones sociales, políticas y económicas, pero nada más lejos de ello. El anarquismo triunfa cuando cada uno de nosotros nos asumimos como anarquistas. No me refiero a ir por el mundo portando una A encerrada en un círculo con actitud de “rebelde sin causa”. El simbolismo estético poco importa para la anarquía. Vivir una vida que me pertenezca, una vida en la cual el único protagonista soy yo está más cercano a una forma y tendencia de la anarquía –una forma de las diferentes que existen actualmente como el anarcofeminismo, el anarquismo/ontológico, el anarcoprimitivismo, entre otros como el anarquismo/verde, el anarquismo/antiespecista, etc-
No desconozco que también hay tendencias más radicales dentro del anarquismo que no tengo la necesidad de mencionar porque son más conocidas gracias a los detractores del anarquismo, entusiastas de su mala fama. A mí me es lícito hablar de las virtudes y aciertos que presenta esta propuesta y que, pueden ayudar a dar soluciones a nuestros difíciles y violentos contextos sociales. Considero es a lo que todos, desde nuestras diferentes perspectivas y más acá del discenso, tendríamos que apuntar hoy en día: buscar soluciones.
Permítaseme por favor invitar a cada uno de ustedes a ser anarquista haciendo a los otros lo que quisiéramos nos hicieran a nosotros en las mismas circunstancias, regando el virus de la solidaridad y el apoyo mutuo, asumiendo la autonomía de actuar bajo mis propias elecciones y haciéndome responsable de las mismas, esto es, en otras palabras, una invitación a vivir en anarquía.
En esta medida, invito también a que más allá de buscar culpables de las crisis económicas, política, social y ante todo moral de nuestro horrendo presente en el cual la vida ha cesado de ser valiosa, procuremos dejar la negligencia que esconde el buscar culpables y, desarrollemos soluciones éticas en nuestros entornos más cercanos, porque son estas más efectivas que los castigos legales. Soluciones que nos permitan mejorar la relación con el medio ambiente, con las otras especies, entre nosotros mismos y en general con la vida para devolverle el sumo valor del que la hemos ido despojando –encontrando justificaciones para arrebatarla a otro animal/humano/persona-. En todo caso, como también anotaba Kropotkin al finalizar su escrito sobre La moral anarquista ante la invitación de vivir la anarquía “a ti te toca escoger”.
[Tomado de http://www.udea.edu.co/wps/portal/udea/web/inicio/udea-noticias/
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