Iniciativa "Toma la calle", Madrid
En la era de la conectividad, donde cada vez más, todo tiene que estar relacionado entre sí, gracias al progreso tecnológico, vemos día a día que lo único que cada vez está menos “conectado” es el trato y las relaciones sociales que se producen en la calle.
Y es que, como parte del proceso de burocratización y despolitización de nuestras vidas y de la gestión de todo lo que nos rodea: institucio-nes, trabajo, dinero, familia, conflictos… La calle no iba a ser menos y no podía quedarse fuera de la mediación que realiza el Estado en todos los ámbitos que nos tocan.
En la era de la conectividad, donde cada vez más, todo tiene que estar relacionado entre sí, gracias al progreso tecnológico, vemos día a día que lo único que cada vez está menos “conectado” es el trato y las relaciones sociales que se producen en la calle.
Y es que, como parte del proceso de burocratización y despolitización de nuestras vidas y de la gestión de todo lo que nos rodea: institucio-nes, trabajo, dinero, familia, conflictos… La calle no iba a ser menos y no podía quedarse fuera de la mediación que realiza el Estado en todos los ámbitos que nos tocan.
Desplazándose de lo común hacia lo público se traslada el uso, gestión y el “buen funcionamiento” de las calles (entre muchas otras cosas) hacia las administraciones competentes de dar o no permiso a la utiliza-ción de la calle para según qué o cuál asunto.
No podemos tocar en la calle sin permiso, manifestarnos sin permiso, panfletear sin permiso, difundir actividades sin permiso, pegar carteles… No podemos si no se utilizan los cauces adecuados para ello. No sin seguir las reglas del juego. Mientras sucede todo esto, vemos como cada vez más, las caras de la nueva política nos dirigen hacia la era de la transparencia, la eficacia, la técnica, el ciudadanismo, la regeneración democrática. Y como parte de este proceso, éstas caras amables nos desvían y nos alejan del conflicto que supone ocupar la calle irrumpiendo en la cotidianidad de nuestras vidas.
Conflicto, porque todo aquello que no se ciña a las ordenan-zas municipales, rápidamente será reducido, ocultado o prohibido. Uti-lizando todos los medios que se disponen para ello: multas, requisar material, identificación de las personas, la constante amenaza de la cárcel, coacciones, golpes.
Gracias a la aparición de internet y las redes sociales, cada vez estamos más lejos de la calle. Y actividades o tareas que siempre se habían realizado de manera cotidiana y natural, se presentan ahora como algo a recuperar.
La difusión de las ideas anarquistas en la calle, de material y de propaganda, un simple punto de encuentro donde compartir ideas. Es algo que estamos perdiendo y que vemos necesario recuperar. Por supuesto, materiales provenientes de partidos políticos, sindicatos y asociaciones de vecinos controlados por ellos, grupos ciudadanistas, organizaciones autoritarias… etc, no tienen cabida.
[Publicado originalmente en el periódico Siglo XXI # 35, Madrid, junio 2018. Número completo accesible en https://drive.google.com/file/d/1LakXURsDz9aQzcCukq191E6dEzKDlqgr/view.]
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