Colectiva Severas Flores (Bogotá)
La noche del 27 de abril del presente año, cuando una de nuestras flores estaba compartiendo en compañía de su pareja, un par de sujetos les amenazaron. Tal amenaza, acompañada con armas de fuego, se sustentó en la “limpieza social” que estas personas estaba realizando. La flor y su pareja, visiblemente atentando contra la norma heterosexual fueron entonces objeto de dicha limpieza, dispuesta a eliminar cualquier desviación de aquellas buenas costumbres tradicionales que sustentan al patriarcado. Bajo tal señalamiento y viéndose frente a una posible eliminación, la opción mas sensata fue desplazarse del lugar y buscar refugió en otra parte, perdiendo así la posibilidad de ser y estar con quien se quiere donde se quiere.
Este acto tan macabro es sintomático de un momento coyuntural que se esta viviendo en Colombia. La ola reaccionaría que ha surcado el continente tiene repercusiones legales en la persecución de aquellas quienes intentan desestabilizar el orden patriarcal y capitalista. Los discursos de odió, abanderados del fantasma de la ideología de género han legitimado la idea de que esta bien “recuperar las calles”, de que esta bien “eliminar a los enfermos”, de que está bien “matar a los diferentes”. Así como sistemáticamente se eliminan a los líderes y lideresas comunitarias, ahora en las ciudades ha empezado la limpieza de los que incomodan, los que molestan, los que critican, e incluso, los que aman.
La noche del 27 de abril del presente año, cuando una de nuestras flores estaba compartiendo en compañía de su pareja, un par de sujetos les amenazaron. Tal amenaza, acompañada con armas de fuego, se sustentó en la “limpieza social” que estas personas estaba realizando. La flor y su pareja, visiblemente atentando contra la norma heterosexual fueron entonces objeto de dicha limpieza, dispuesta a eliminar cualquier desviación de aquellas buenas costumbres tradicionales que sustentan al patriarcado. Bajo tal señalamiento y viéndose frente a una posible eliminación, la opción mas sensata fue desplazarse del lugar y buscar refugió en otra parte, perdiendo así la posibilidad de ser y estar con quien se quiere donde se quiere.
Este acto tan macabro es sintomático de un momento coyuntural que se esta viviendo en Colombia. La ola reaccionaría que ha surcado el continente tiene repercusiones legales en la persecución de aquellas quienes intentan desestabilizar el orden patriarcal y capitalista. Los discursos de odió, abanderados del fantasma de la ideología de género han legitimado la idea de que esta bien “recuperar las calles”, de que esta bien “eliminar a los enfermos”, de que está bien “matar a los diferentes”. Así como sistemáticamente se eliminan a los líderes y lideresas comunitarias, ahora en las ciudades ha empezado la limpieza de los que incomodan, los que molestan, los que critican, e incluso, los que aman.
Entre el 2013 y el 2018 se han registrado más de 440 asesinatos de personas con sexualidades no hegemónicas en Colombia. Sin contar aquellos casos que no entran en estas estadísticas, esto demuestra la fuerza que han cobrado los discursos homófobos en el país. Paradójicamente, este periodo también coincide con la adquisición de garantías institucionales como el matrimonio y la adopción que algunas organizaciones LGBT han venido impulsando de la mano de algunos partidos políticos. Lo anterior evidencia que aunque las garantías legales tienen un valor intrínseco en la posibilidad de acceso a determinadas instituciones, estos “triunfos” son vacíos si no vienen de la mano con un movimiento fuerte, de base, que cuestione y transforme el machismo imperante en gran parte de la sociedad.
Es en los procesos educativos de base, desde la raíz, donde las flores trabajamos para transformar esa enajenación heteroptatriarcal que sufren los cuerpos todos los días. Creemos que es a través de estas herramientas políticas que es posible enfrentar la violencia machista que vive en el corazón de las personas, incluso en nuestros propios corazones. Aunque tememos por nuestra seguridad, nos rehusamos a ser amedrentadas por tal viles tácticas, que han sido usadas por los machos desde hace muchos años para callar a aquellas que se atreven a vivir de manera diferente y luchar por mundos nuevos.
No nos van a arrancar de este jardín, que paso a paso, poco a poco hemos construido. Invitamos a todas aquellas personas que comparten nuestros sueños a que se unan con nosotras, pues solo juntando fuerzas y rebeldías podremos la construir espacios seguros y dignos para todes.
Tenemos la seguridad que de dicha unión solidaria germinarán selvas que traerán una primavera con aroma a revolución.
[Tomado de http://severasflores.grupovialibre.org/2018/04/30/el-miedo-a-la-primavera.]
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