Humberto Decarli
Un
nuevo primero de mayo anodino en nuestro país cuando debía ser una fecha de
lucha por la grave situación económico-social. El día del trabajador ha
devenido en la nada por diferentes motivos que inciden en pasarlo por debajo de
la mesa. Un onomástico de los sucesos de Chicago en 1886, cuyo mayor logro fue
la jornada diaria máxima de ocho horas de trabajo, cada vez reviste menos
relevancia. En unas naciones constituyen paradas festivascircenses contrarias a
cualquier acto serio; en otras conforman desfiles militares como en la fenecida
Unión Soviética marcando al evento con el estigma castrense; hay donde sí se
realiza en el entorno de la lucha y la movilización; y también existen las que
no permiten ninguna clase de manifestación.
Los trabajadores en
Venezuela
El
modo de producir capitalista en el territorio venezolano adviene con la
producción petrolera porque fueron empresas transnacionales quienes organizaron
su exploración y explotación a través de concesiones otorgadas por la dictadura
gomecista. Los campos petroleros requirieron un proletariado para poder dar
curso al desarrollo de la extracción del oro negro. Las difíciles condiciones
de trabajo causaron a la postre insatisfacción en los trabajadores quienes
llegaron a la famosa huelga petrolera en 1936.
Durante
los gobiernos militares que sucedieron al gomecismo nunca se permitió la
protesta y menos la sindicalización porque era una manera de mantener las
inicuas relaciones obrero-patronales y además, al ser gobiernos autoritarios
impedían prácticas capaces de alterar la paz social impuesta fácticamente. La
concepción de gobernanza pasaba por la intimidación a la gente con miras a
paralizarla a partir de la sumisión y el miedo.
Enfoque obrerista del
puntofijismo
El
pacto de gobernabilidad efectuado en Nueva York entre los tres líderes de los
partidos políticos más importantes, Rómulo Betancourt, JóvitoVillalba y Rafael
Caldera, concebía a los sindicatos como entes conformantes de un factor de
poder dentro de la pentarquía puntofijista. La gran central, la CTV y las demás,
CUTV. de la izquierda marxista y Codesa socialcristiana, fueron valoradas como
parte del esquema gubernamental. Debían cumplir el rol de contenedores y
conductores de las protestas y las huelgas.
La
confederación del PCV y el MIR mencionada se incorporó a la lucha armada y
luego de la derrota se minimizó. La C.T.V. estaba dirigida por un factótum, el
buró sindical de AD, y coexistió con los demás partidos y tendencias dentro del
movimiento sindical incorporándolos a una estructura oficial. Hasta le
entregaron una entidad bancaria, el Banco de los Trabajadores, el cual fue
destruido en el entorno de una enorme corrupción habiendo sido su fin el
financiamiento de huelgas que nunca se cumplió.
Hubo
una excepción al reformismo típico del puntofijismo, el nuevo sindicalismo. Sutiss,
el sindicato de Sidor, fue ganado por un movimiento emergente, la Causa R y su
estilo fue contrario al tradicional. Las reuniones para discutir la convención
colectiva no era en bares ni restaurant sino en la inspectoría del trabajo, la
sede de la empresa o el sindicato. Las cláusulas socio-económica no eran trabas
como si lo fueron los de seguridad industrial y no había costas extracontrato.
En fin, se inauguró una manera distinta de ordenar el sindicato fuera de los
moldes de la visión economicista. Sin embargo, esta corriente disminuyó y
actualmente tiene escasa fuerza.
El
declive del sindicalismo nacional fue concomitante al modelo adeco-copeyano
porque ambos estaban estrechamente vinculados. La corrupción, la
inconsecuencia, la ineficacia como reformistas, la absorción del sindicato por
los partidos y el desprestigio como representantes de los obreros, fueron
factores incidentes en la decadencia del movimiento laboral durante el lapso
puntofijista.
Rol de los
trabajadores en el populismo militar
Al
triunfar Hugo Chávez en las elecciones de 1998 se perfila un proyecto de
dirección del país fundado en un factor de poder esencial, las fuerzas armadas,
prescindiendo de los demás enjugados con el culto de la personalidad del
presidente y la manipulación popular entendida la población como una masa
amorfa susceptible de ser moldeada. El chavismo pretendió intervenir en la
C.T.V. promoviendo la candidatura de Aristóbulo Istúriz, quien fue derrotado
por el burócrata adeco Carlos Ortega. Frente a ese obstáculo el Estado procedió
a imponer sindicatos complacientes y para ello, desde el ministerio del
trabajo, se inscribían solo los bolivarianos. Asimismo, se apeló a federaciones
tradicionales que suscribieron convenciones colectivas redactadas por el
aparato de dominación. Adicionalmente, con la llegada de la bonanza petrolera,
hubo dinero en exceso apto para tranquilizar las turbulencias laborales
transitoriamente.
Al
descender el barril petrolero, aunado al despilfarro y al gasto público exacerbado,
comenzó una crisis profundizada por la incapacidad de extraer el excremento del
diablo al no hacerse las inversiones y el mantenimiento necesarios. Las
convenciones colectivas fueron congeladas y las empresas del Estado, las
grandes empleadoras, se vieron en la necesidad de avenirse con los sindicaleros
de su misma tendencia para prolongar indefinidamente la vigencia de los
vencidos, quid pro quo mediante a
través de bonos.
Paralela
a las centrales tradicionales (CTV, CGT, CODESA y la bolivariana), se han
organizado otras como Unión Nacional de Trabajadores, encabezada por Marcela
Máspero partiendo de sindicatos originalmente chavistas; la corriente C-Cura,
de orientación trotskista, cuya cabeza es Orlando Chirinos; el Fadess
aglutinador de algunos sectores y el grupo dirigido por Rubén González.
La
actitud del gobierno contra los grupos no adictos al oficialismo ha sido de
represión, juicios penales, cárcel y asesinatos. Tienen una visión punitiva
frente a los reclamos salariales, huelgas y demás expresiones de la lucha
típica de la dinámica del derecho social.
Caracterización de las relaciones de trabajo hoy
Venezuela es una economía atípica dentro de un capitalismo de Estado como el vigente por haber sido rentista de los hidrocarburos. El aparato de sumisión es el epicentro de la actividad económica por la dependencia de la monoproducción petrolera, esto es, es un patrono fundamental dada la relevancia de esa materia prima. Las empresas del Estado no pueden responder a las exigencias laborales por las restricciones presupuestarias y criterios obsoletos en materia de inversión.
El
enfoque estatista indica que debe mantenerse a toda costa la estructura de la
siderúrgica del Orinoco. Era solo posible cuando hubo bonanza pero no ahora.
Una acería rentable pasa por su reconversión como ocurrió en el Reino Unido en
los años ochenta del pasado siglo. Se redujo radicalmente el personal, se hizo
una alta inversión en tecnología y lamentablemente la máquina reemplazó el
trabajo humano. Es inimaginable manejar óptimamente aSidor con solo 700
trabajadores cuando tiene en nómina más de 14.000 y otros miles indirectos.
El
criterio del Estado es que siendo socialista no pueden los laborantes perseguir
conquistas sociales para colocarlo en aprietos. Los sindicatos están para
paralizar las reclamaciones porque afectarían a quien supuestamente los
representa. Adicionalmente están auxiliados por los organismos administrativos
del ministerio del trabajo y los tribunales laborales, inclinados
ostensiblemente a la defensa de las empresas públicas y de las privadas
poderosas.
La
tendencia mundial del postcapitalismo es prescindir del factor trabajo a través
de su reemplazo por la tecnología y los procesos de reingeniería destinados a
aprovechar la gestión con el mínimo gasto y máxima labor. La inclinación de las
transnacionales del sector financiero, energético y de telecomunicaciones es hacia
la reducción del staff progresivamente, amén del desempleo generado por la
profunda recesión atravesada acá desde hace tres años. La conocida tesis de
Marx de concebir al desempleo como un ejército de reserva para la rotación del
personal hoy ha recibido un mentís en la realidad porque quien sale del proceso
productivo y de comercio difícilmente pueda volver creándose la exclusión social.
Solo queda como opción la economía informal y la criminal.
La
probabilidad internacional es que haya cada vez menos trabajadores,
cuantitativa y cualitativamente. Mientras más avanzada sea la economía de una
nación será menor el empleo y al contrario al poseer menos tecnología. Las
zonas económicas especiales en China y Cuba, por ejemplo, así como las maquilas
en varias regiones de Asia y América Latina, son muestras de las peores
condiciones de trabajo (largas jornadas, prohibición de protestas, discriminación
con base en el género, trabajo de niños yelderecho a huelga inexistente),
sueldos mínimos e inexistencia de sindicatos, consejos o cualquier forma de
organización de los obreros.
La
militarización de las empresas del Estado incide en una mayor disciplina
fundada en la intimidación por la presión policial y militar. Se dan los casos de
Hidrocapital y Corpoelec, donde el Sebin hostiga a los trabajadores para
obligarlos a trabajar y prohibirles las renuncias por considerar ser miembros
de entes estratégicos. La vinculación de los militares que la dirigen con sus
laborantes es cuartelaría porque están acostumbrados a ordenar y no a dialogar.
Se obedece so pena de sanción.
Por
otro lado, las organizaciones sindicales están pasando un mal momento porque no
se ven sus dirigentes como representantes sino burócratas persuadidos por un
Estado omnisciente. Se deslegitima un sindicato por no haber hecho elecciones
pero sin permitirle ser un sujeto activo procesalmente hablando porque no
pueden efectuar sino simples actos de administración. Pero a la hora de
requerirlos para suscribir convenciones colectivas limitadas apelan a la figura
de la coalición sindical, vale decir, al estar fuera de ley una determinada
federación se designan a sus directivos como representantes de sindicatos que
sí están activos como ocurrió con los avenimientos de C.A.N.T.V. y Corpoelec.
Desde
que las elecciones sindicales las monitorea y autoriza el Poder Electoral se ha
convertido en una verdadera ordalía la celebración de comicios internos. Por
supuesto, manipulan para favorecer a los oficialistas a la hora de materializar
esos eventos como sucedió con el sindicato del metro de Caracas y el sindicato
eléctrico del Táchira. El colmo de los personeros sindicales es que muchos de
ellos son oficiales de la milicia con lo cual se descalifican como
representantes de los trabajadores ya que al pertenecer a un cuerpo de los
administradores de la violencia del Estado están ejerciendo intereses
contrapuestos. El Estado es el patrón y el sindicalista, la contraparte en la
ecuación obrero-patronal, es un funcionario disciplinado y obediente del mismo,
fungiendo ser las dos partes. Esta situación se encuentra denunciada ante la
Organización Internacional del Trabajo.
Otro
aspecto a analizar es la consideración de la clase trabajadora como sujeto
histórico de un cambio social. Prima
facie, esa valoración se ha discutido enormemente y desde las conclusiones
de la Escuela de Frankfurt, quienes consideraban a los obreros como integrados
al sistema, hasta las investigaciones sobre el poder de los posestructuralistas
concluyen en la inexistencia de un eje de transformación, más bien el existente
es el del poder, el Estado. En el caso venezolano ese estamento social, en el sentido
ortodoxo del marxismo, no tiene un lugar especial a la hora de metamorfosis
porque ha tenido una praxis conservadora como lo demuestra su conducta en estos
momentos de grave crisis al asumir una posición escapista y domesticada por el
hambre. Difícilmente alcance un lugar estelar cuando se intente resolver la
actual coyuntura de muerte y asfixia.
Día del trabajador en
el año 2018
El
presente año nos dibuja un triste día del trabajador a pesar de haber múltiples
causas económicas y sociales para protestar. La convocatoria a participar es
variopinta y fragmentada. El oficialismo tendrá su marcha típica del carnaval
adeco enmarcada dentro de la apagada campaña electoral presidencial. Las
grandes centrales (Fades, Uenete, CTV, CGT, Codesa)lo harán hacia el estadio
universitario. La corriente C-Cura efectuó un acto en el auditorio de la
Federación Petrolera. El sindicato de trabajadores eléctricos de Caracas hará
una movilización el lunes 30 de abril llamando a elecciones y a discutir la
convención colectiva demorada. Seguramente el Frente Amplio, nueva fachada de
la MUD, irá con las confederaciones mayores siempre marcado con el tinte
partidista.
Nuevas
frustraciones traducen un día que podía ser de otra manera. Independientemente sobre
cuál será el desenlace de esta terrible crisis que nos aprisiona en todos los
órdenes, se puede apreciar el estado de debilidad del movimiento sindical el
cual podría ocupar un espacio estelar pero ha perdido credibilidad ante una
masa de laborantes solo pendientes en emigrar o arrodillarse más ante los
planes disciplinarios del hambre ejecutados por la dictadura. El valor de la
representación se encuentra absolutamente decaído y el segmento de los
trabajadores no es una excepción.
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