Acratosaurio rex
Murió Úrsula K. Le Guin, y puede ser un buen momento para darle un homenaje, y explicar de dónde he sacado mis fundamentos ideológicos y filosóficos: de leer novelas. Hay gente que llega al anarquismo leyendo periódicos, asistiendo a mítines, escuchando música, tras profundas reflexiones o estudiando clásicos. Yo no. En mi caso, lo que más me ha influido, ha sido la lectura de ficción.
Cuando cayó en mis manos Los Desposeídos, ya había pasado una buena época adscrito a las ideas libertarias. En ese tiempo, hacia pongamos, 1983, tenía una mi dosis de ciencia ficción en el cuerpo, y me compro Los Desposeídos. Me lo leí en un pleno soporífero de esos de la CNT, y me resultó muy sugerente. Os lo cuento. Hay spoilers, ojo.
Aunque la señora Le Guin en su cuento considera que los anarquistas odonianos de Anarres, viven una especie de colectivismo de subsistencia, lo que muestra es un comunismo libertario en grado puro doble superior. Para quienes no conozcan las sutilezas del pensamiento libertario, la divergencia entre colectivismo y comunismo, estriba en que en el colectivismo, una vez descontados gastos de mantenimiento e inversiones, hay una parte de la producción que se considera salario, y que el trabajador recibe como pago por lo producido, y que se gasta como le da la gana. Hay dinero, hay economía que calcula costes y beneficios y los representa en dinero, vales, cheques, puntos, tarjetas o cualquier otro medio de pago. A diferencia del dinero normal, no se puede acumular y tiene fecha de caducidad.
Murió Úrsula K. Le Guin, y puede ser un buen momento para darle un homenaje, y explicar de dónde he sacado mis fundamentos ideológicos y filosóficos: de leer novelas. Hay gente que llega al anarquismo leyendo periódicos, asistiendo a mítines, escuchando música, tras profundas reflexiones o estudiando clásicos. Yo no. En mi caso, lo que más me ha influido, ha sido la lectura de ficción.
Cuando cayó en mis manos Los Desposeídos, ya había pasado una buena época adscrito a las ideas libertarias. En ese tiempo, hacia pongamos, 1983, tenía una mi dosis de ciencia ficción en el cuerpo, y me compro Los Desposeídos. Me lo leí en un pleno soporífero de esos de la CNT, y me resultó muy sugerente. Os lo cuento. Hay spoilers, ojo.
Aunque la señora Le Guin en su cuento considera que los anarquistas odonianos de Anarres, viven una especie de colectivismo de subsistencia, lo que muestra es un comunismo libertario en grado puro doble superior. Para quienes no conozcan las sutilezas del pensamiento libertario, la divergencia entre colectivismo y comunismo, estriba en que en el colectivismo, una vez descontados gastos de mantenimiento e inversiones, hay una parte de la producción que se considera salario, y que el trabajador recibe como pago por lo producido, y que se gasta como le da la gana. Hay dinero, hay economía que calcula costes y beneficios y los representa en dinero, vales, cheques, puntos, tarjetas o cualquier otro medio de pago. A diferencia del dinero normal, no se puede acumular y tiene fecha de caducidad.
En el comunismo libertario, no pasa eso: no hay retribución, no hay salario, y cada uno tiene acceso a cualquier tipo de producto existente, sin más límite que lo que haya en existencias. Por supuesto, se calcula. En Anarres pasan, por ejemplo, debido a la sequía, una hambruna, y se racionan los alimentos. Como en Cuba en el Periodo Especial. Normal. Pero más bien más que menos, allí nadie tiene ni idea de qué diablos es eso de tener propiedades. Uno nace, va a una guardería colectiva, es cuidado por personal laboral, crece en la filosofía odoniana carente de egotismo, y se mete en una sociedad en la que cada cual da lo que quiere, y recibe lo que necesita. Curiosamente, casi todo el mundo trabaja duro, casi nadie abusa, a pesar de no haber obligación. Por eso digo que hay comunismo, sin cárceles, sin policía, sin bancos ni gobierno. Un Consejo elegido por sorteo, y al que se accede tras un cursillo de administración, es el que decide las cosas más generales.
Anarres, es la Luna de Urras, el planeta del Propietariado. En Urras en algún momento hay una revolución de la cual es inspiradora Odo, una anarquista. Sus seguidores, los odoniandos consiguen tambalear las estructuras capitalistas y autoritarias, y se les ofrece un trato: emigrar a Anarres, colonizarla, vivir allí a su antojo, y a cambio de materias primas, obtener otro tipo de suministros de Urras… Es decir, los anarquistas llegan a un cambalache con los arquistas. Y, efectivamente, los odonianos emigran y montan allí su utopía, que como digo es un comunismo libertario, en el que –esa es la tragedia–, los anarquistas tienen que enfrentarse a las miserias de un mundo libertario, en el que siguen apareciendo parásitos, aprovechados, ventajistas, trepas… No al nivel que tenemos aquí, claro está, porque Anarres no es ningún caramelito. Es un planeta desértico, pobre, donde el agua escasea, los terremotos son frecuentes y la ayuda mutua imprescindible. Os lo estoy contando de memoria, puedo equivocarme.
Una de las cosas más curiosas de ese planeta libertario, es el právico. Influida por las teorías lingüísticas de los años sesenta y setenta, en las que se pensaba que la palabra influía o determinaba el resultado del acto, la señora Le Guin hace que los anarquistas de Anarres, partiendo de cero, inventen un idioma en el que no existen desigualdades ni palabrotas. Está claro que de haberse topado Odo con españoles, el právico no se hubiese implantado, y en Anarres se hablaría lo que quiera que fuese, y castellano. Porque a los españoles eso de los idiomas…
Y allí nos encontramos a Shevek y al grupo de disidentes. Shevek es un anarquista cabal. Educado en el estricto igualitarismo odoniano en un pueblito de provincias, pero siendo un genio de la física, marcha a la capital de Anarres, donde están los mejores cerebritos, y allí se encuentra con un panorama de desigualdades que no le entra en la cabeza. Hay habitaciones individuales. Disponen de papel para escribir. Hay estudiantes que hacen el vago. Y el jefe del Departamento de física firma su obra como si fuese suya (eso no lo quitará ni el anarquismo). Surgen contradicciones en el paraíso anarquista, cuando recibe una invitación de los físicos de Urras para ir a recoger una especie de premio Nobel por sus trabajos teóricos sobre el espacio tiempo, que ni idea de cómo explicarlos. Simplemente esas teorías son la base del ansible, un aparatejo muy conocido por los amantes de la ciencia ficción. Si colocas un ansible, por ejemplo, a diez años luz, y tú dispones de otro, puedes chatear en tiempo real, sin necesidad de esperar diez años la respuesta. Es un transmisor muy útil de cara a mantener una red de relaciones interplanetarias, al menos hablando.
Bueno, pues van varios temas tratados: el del idioma como creador de realidad; el del comunismo como modo deseable de organización social; el de los problemas y conflictos en dicho sistema; y otro más que se me ocurre, el del choque cultural.
El choque cultural, es cuando se produce el encuentro entre dos culturas, una de las cuales es más poderosa que la otra en dinero y armamento, por ejemplo. La cultura más débil, es siempre destruida, y por eso en Anarres tienen prohibida la entrada los urranos.
Pues Shevek, el anarquista, es invitado a Urras por los arquistas, y tras muchas discusiones, los odonianos le dan la visa de salida para Urras, pero dejándole bien claro que no vuelvas traidor hijo de puta (palabra inexistente en právico). Pues una de las condiciones del tratado de relación entre Urras y Anarres, es que nadie que venga de Urras puede entrar en Anarres. Así que si Shevek se va, será como exiliado, para siempre. Y aún así, Shevek emigra lleno de curiosidad.
Urras es un planeta exuberante, lleno de vegetación y de agua, saludable, rico, con diversos sistemas políticos: dictatoriales, democráticos, comunistas es Estado al estilo soviético… Mientras que Anarres es parecido al desierto de Almería, solo que sin mar. Shevek creo que es recibido por una democracia o algo parecido, A-IO si mal no recuerdo, y queda impresionado por el lujo a su alrededor, por el empleo del dinero, por las fiestas… Y por la presencia del proletariado. Las desigualdades turban muchísimo a un tipo que se ha pasado la vida realizando trabajos colectivos y siendo igual que un picapedrero. Las mujeres en Anarres, son señoras fuertes, fibrosas, con manos de cantero, tostadas por el sol, botas de seguridad y sin ortodoncia. En Urras se maquillan, llevan trajes raros… Shevek flipa. Por si fuera poco, la llegada de Shevek levanta ampollas, porque los trabajadores, esperanzados con la venida de un odoniano de verdad, realmente existente, se levantan y se lía la del tigre. Por supuesto, Shevek está a la altura de las circunstancias y sabe claramente cuál es su sitio en el bochinche y quiénes son los suyos.
Así que finalmente, el gobierno de A-IO decide que el invitado es non grato. Y por si fuera poco, entran en danza otros alienígenas, los hainianos, que son la matriz de toda la Humanidad, una civilización antiquísima que está de vuelta de todo y que impulsan una confederación de planetas. Los hainianos son individuos suaves, tolerantes, no quieren imponer nada, y vuelven con Shevek a Anarres, a pesar de la expresa prohibición de regresar. Y encima, no solo desobedece: vuelve con un hainiano. Así que en el puerto de atraque, espera una multitud (mil personas en Anarres es una multitud que te cagas). Unos con malas pulgas, dispuestos a lapidar a los intrusos para defender el anarquismo; otros, los del Sindicato de Iniciativas, dispuestos a impulsar el anarquismo creando problemas. Y el bueno de Shevek, retornando a su mundo sin equipaje, deseando ver a lo único que tenía, sus amigos, su hija, su pareja, volver a ver el desierto, participar en la decena (uno de cada diez días se dedica a un trabajo manual) y hablar en právico.
En fin, largo va siendo el resumen, y recapitulo el por qué este libro fue para mí importante. A mí lo que más me llamó la atención, fueron los problemas que podían crearse en una sociedad anarquista, por parte de los propios anarquistas. Uno de los episodios más penosos para mí, es un comentario de un párrafo en que se menciona cómo un artista que hacía obras de vanguardia en Anarres, acaba majareta por la Coacción Moral, la presión social de Ricardo Mella. Y a pesar de ello, a pesar de haber ubicado la autora de la fantasía nuestra utopía en un desierto, y mostrar al desnudo sus heridas, a mí me pareció la descripción la de una vida mil veces más deseable que las nuestras: igualdad entre hombres y mujeres, ni pobres ni ricos, todos arrimando el hombro, apenas unos cuantos chalados en la universidad. Por supuesto, todos los habitantes, muy dogmáticos con la defensa de la identidad y las costumbres. Y los anarquistas, disidentes, cuestionadores, siempre dispuestos a dar la lata. La novela me enseñó que un anarquista, es, sobre todo, una persona dispuesta a arriesgar, a investigar, a meterse en líos, porque esa es la base de la libertad: poder elegir lo que hacemos, hacer lo que deseamos, y no lo que debemos. Joder, ¿cuánta gente hay que afirma que para ser libres debemos de hacer lo correcto? Eso es un error: la libertad nace de las tripas, del sentimiento, del deseo, de las pasiones, y lo que nos enseñan Los Desposeídos [1], es que siendo libres, no hemos de temer a nuestras pasiones. Porque todos nacimos, producto de una pasión.
NOTA
[1] En realidad no sé que cojones enseña _Los Desposeídos_. Lo he puesto así al final, porque me ha salido libremente, y de alguna manera hay que acabar este mitin… Detesto las frases profundas. Leeros el libro, –si os sale de las narices–, y sacad vuestras conclusiones –si os da la gana–. Que los herederos de la señora LeGuin tienen que comer en el mundo del Propietariado. En el grupo de facebook de anarquismo en pdf, lo podéis bajar gratis. https://www.facebook.com/juanfrancisco.herediasaldana/posts/1016865535030723.
[Tomado de http://www.alasbarricadas.org/noticias/node/39571.]
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