Liga de Trabajadores por el Socialismo
Las elecciones de gobernadores debían hacerse a finales del 2016 pero el gobierno de Maduro decidió que no las haría porque no le convenían y punto, así de simple, no las convocó –es decir, no lo hizo el Consejo Nacional Electoral controlado al antojo por el gobierno. En su ofensiva política y de calle de los meses pasados la derecha no logró quebrar a su favor la unidad de mando de las Fuerzas Armadas, la “presión internacional” –es decir, la injerencia imperialista– no fue suficiente para doblegar al gobierno, y fraudes y represión extendida mediante, este logró colocar momentáneamente a la defensiva a la derecha. Solo así decidió convocar, ahora sí, las elecciones regionales, en condiciones antidemocráticas y una campaña express de 15 días.
Las elecciones de gobernadores debían hacerse a finales del 2016 pero el gobierno de Maduro decidió que no las haría porque no le convenían y punto, así de simple, no las convocó –es decir, no lo hizo el Consejo Nacional Electoral controlado al antojo por el gobierno. En su ofensiva política y de calle de los meses pasados la derecha no logró quebrar a su favor la unidad de mando de las Fuerzas Armadas, la “presión internacional” –es decir, la injerencia imperialista– no fue suficiente para doblegar al gobierno, y fraudes y represión extendida mediante, este logró colocar momentáneamente a la defensiva a la derecha. Solo así decidió convocar, ahora sí, las elecciones regionales, en condiciones antidemocráticas y una campaña express de 15 días.
Las elecciones a gobernadores están marcadas por esta nueva correlación de fuerzas que logró establecer el gobierno, tras la imposición de su “Asamblea Nacional Constituyente” como órgano “supraconstitucional” y “plenipotenciario”, conformado exclusivamente por el chavismo oficial. Tras la aguda crisis en que estaba el gobierno por el auge de las nuevas movilizaciones impulsadas por la oposición de derecha desde abril pasado, incluyendo el constante llamado a las FF.AA. para que intervinieran contra Maduro, ha logrado sobreponerse –por lo menos temporalmente–, imponiendo su farsa “Constituyente” y saliendo de escena las movilizaciones de calle.
Esta relativa recuperación del gobierno no es, sin embargo, producto de algún cambio en la correlación de fuerzas a nivel de apoyo de masas, de que haya recuperado apoyo popular o que haya contado a su favor con la movilización mayoritaria del pueblo trabajador, nada que ver. El gobierno de Maduro sigue siendo tan o más impopular que hace unos meses, la superación temporal de su grave crisis es producto de sostenerse cada vez más en las Fuerzas Armadas, llevando adelante su mayor giro bonapartista: el gobierno concentra más aun poderes y facultades en el Ejecutivo, pasando por encima de los mecanismos y disposiciones de la propia democracia burguesa, de sus propias leyes, dejando cualquier cantidad de derechos y garantías democráticas a merced de lo que se le antoja al gobierno, controlando e instrumentalizando para esto al poder judicial (Tribunal Supremo) y el electoral (CNE), arrebata por las malas el poder legislativo –vía la ANC–, todo lo cual no fuera posible si no contara con el respaldo y sostenimiento de los militares.
El gobierno usurpa el poder legislativo y se hace de un órgano plenipotenciario a través de una ANC de la que incluso hoy, más dos meses después, siguen ocultos los resultados oficiales de la elección, ¡no se conocen!, más allá de la cifra global que al gobierno le vino en gana declarar. Tal farsa y fraude “Constituyente” no podría haberse impuesto sino contara con el apoyo y respaldo de la corporación militar. La destitución de alcaldes –dictadas por el poder judicial e implementadas de inmediato por la policía política (SEBIN)–, la inhabilitación de varios candidatos opositores, el impedimento de presentarse a la casi la totalidad de candidatos postulados por organizaciones del chavismo disidente, son otras tantas expresiones de lo que se permite el gobierno gracias a contar con el aval de las FF.AA.
En todo este tiempo la ANC no tomó ninguna medida efectiva para revertir al menos parcialmente la situación catastrófica en la que viven los trabajadores y el pueblo venezolano, lo que deja al desnudo que el objetivo era meramente político, tanto para intentar revalidarse buscando una sobrevida política, como para usarla como instrumento de presión y negociación con la derecha.
Así, este “barniz democrático” de las elecciones a gobernares se dan rigiendo en el país el estado de excepción ya permanente, la imposición de mayores niveles de autoritarismo y militarismo gubernamental, con condiciones electorales y políticas profundamente antidemocráticas.
Negociaciones e injerencia imperialista
Sin embargo, paralelo a la confrontación de los meses previos no dejaron desarrollarse negociaciones secretas entre gobierno y oposición en diversos momentos, incluso días previos a las elecciones de la ANC. Ahora el “diálogo” y las negociaciones se reconocen públicamente, y aunque con los previsibles impasses o interrupciones temporales, se mantienen. Por eso, es probable que la realización misma de las elecciones haya sido parte de los acuerdos entre gobierno y oposición, la amplia mayoría de los partidos de la oposición decidió prontamente participar de los mismos, y ahora discute los términos.
Ante el fracaso de su ofensiva previa al 30-J, la derecha se recuesta en el reforzamiento de la injerencia imperialista, lo que se ha expresado en las nuevas sanciones impuestas por el gobierno de Trump, las declaraciones de la Unión Europea, etc.
El gobierno avanzó en asentar por ahora su giro de mayor bonapartismo, en negociaciones abiertas con una derecha momentánea y relativamente a la defensiva, apoyada en la injerencia imperialista que se redobla. Una crisis económica que se profundiza y se descarga brutalmente sin cesar contra el pueblo trabajador y pobre. Ese es el marco de estas elecciones.
Los intereses de los trabajadores y los sectores populares no están ahí: ¡no nos representan!
Esta elección será un escenario más de la pugna entre la casta burocrática y corrupta cívico-militar que nos gobierna, y la derecha proimperialista que aspira volver a gobernar para imponer un plan económico más antiobrero y antipopular que el actual. En ninguno de esos bandos están los intereses de las mayorías trabajadoras.
Mientras ambos bandos reaccionarios se disputan el control del poder político y de la renta petrolera, los de abajo seguimos pasando las mil y un necesidades, y dramas por la crisis económica que nos descargan. ¿Quién nos descarga la crisis? El gobierno y los empresarios, tanto los empresarios chavistas como los de oposición, tanto los capitalistas nacionales como los imperialistas. Devaluación del bolívar, aumentos imparables de precios, pago de deuda externa a costa de reducir la importación de alimentos y medicinas, fuga de dólares, entrega de recursos naturales al capital transnacional con exoneración de impuestos y liberados de cumplir con los derechos de los trabajadores, coacción y represión a los trabajadores que luchan más allá de lo tolerado por patronos y gobierno, etc., son todas políticas que favorecen la ganancia capitalista, el interés usurero del capital internacional, los negocios de la corrupción estatal, mientras hunden cada vez más nuestras condiciones de vida.
El gobierno administra la crisis garantizando los intereses de los capitalistas y los corruptos, por encima de las necesidades de los trabajadores y el pueblo: mientras se viven verdaderos dramas y tragedias por falta de medicinas y de comida, el gobierno reduce la importación de los mismos para garantizar que millones de dólares sean usados para pagar la deuda externa al capital financiero internacional; pacta regularmente con los empresarios aumentos de precios para garantizar el nivel de ganancia de estos, a costa de golpear el bolsillo obrero y popular; devalúa cada vez más el bolívar, hundiendo el salario y garantizando mano de obra barata a los empresarios –sobre todo al capital transnacional; mientras aquí por falta de esos recursos aumentan dramáticamente la mortalidad infantil y la materna, las muertes por enfermedades curables como el paludismo y la malaria, la infraestructura de las escuelas y liceos públicos está por el piso, la industrias públicas necesitan recursos, incluyendo la industria petrolera, el gobierno no mueve un dedo para obligar a empresarios y a funcionarios corruptos a repatriar la descomunal cantidad de dólares provenientes de la renta petrolera pública que han fugado en casi dos décadas.
El gobierno pretende que el pueblo esté satisfecho con la limitada y mísera bolsa mensual de alimentos distribuida por sus CLAP, con sus promesas de “arranque”, “relanzamiento”, “reimpulso” y cuanta palabra rimbombante se le ocurre sobre la economía. Al tiempo que afianza su autoritarismo, sin tolerar ninguna lucha seria de los trabajadores ni de los sectores populares, respondiendo con coacción y represión ante el malestar y el descontento popular.
La oposición hace demagogia con los padecimientos del pueblo, pero representa un programa de mayor sometimiento a las necesidades de los empresarios por encima de las necesidades de los trabajadores y el pueblo: quiere echar abajo los controles que aún mantiene el chavismo (de precios, de cambio, etc.), dar más “libertad” aún a los empresarios para que aumenten precios y despidan como les venga en gana, reprivatizar empresas, profundizar la dependencia aumentando el endeudamiento nacional y una entrega más acelerada de nuestros recursos al capital transnacional. La promesa de la derecha es el viejo cuento neoliberal: hay que favorecer primero las necesidades empresariales para que luego al país y a los trabajadores les vaya bien.
En esta contienda, la casi totalidad de los candidatos se inscriben en una u otra de estas opciones alejadas de las necesidades de las mayorías trabajadoras y empobrecidas, ¡ninguno nos representa!
Abstención o voto nulo
El gobierno de Maduro ha avanzado previamente en trabar por distintas vías las posibilidades de expresiones electorales a su izquierda (como negarle la posibilidad de legalidad electoral a Marea Socialista) o que se reivindican obreras y socialistas (como el caso del PSL, que perdió la legalidad por la “renovación de partidos” antidemocrática, hecha a medida de los grandes partidos que gozan de los recursos del Estado o los empresarios).
En este escenario, hay algunos candidatos que responden a sectores del chavismo disidente, que sin embargo no plantean ningún programa que no termine en la misa lógica burguesa de que hay que pactar con los empresarios “productivos” y el capital transnacional para que el país “vuelva a producir” y a partir de allí pensar en “resolver los problemas”. En esa línea, grupos del llamado chavismo crítico como Marea Socialista, lejos de levantar una política de independencia de clase, llaman a participar apoyando algunas de estas candidaturas u otras llamadas “despolarizadas, que no respondan ni a los partidos de la MUD ni al PSUV”, una generalidad sin delimitación de clase, en su defecto, dice, votar nulo “donde no haya candidatos aceptables que tengan un perfil independiente de ambos polos, combatan la corrupción y el burocratismo y defiendan la Constitución del 99”. Así, se trata de apoyar a figurones descontentos del chavismo, que sencillamente se reivindiquen “despolarizados”, o que siguen reivindicando el proyecto del nacionalismo burgués de Chávez que nos condujo a esta situación.
Así, no hay en estas elecciones no hay ninguna expresión de la clase obrera o de una izquierda anticapitalista por la cual llamar a votar para disputar la conciencia y la voluntad política a los partidos que defienden el orden burgués, para hacerle frente a los partidos que buscan por unas u otras vías continuar descargando la crisis del capitalismo rentístico sobre nuestras espaldas.
En estas circunstancias, desde la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS) llamamos a la abstención o voto nulo. Debemos darle la espalda a todos los candidatos actuales y su circo de promesas, su demagogia, buscando al contrario las vías para poner en pie la fuerza de lucha de los trabajadores y el pueblo pobre, para pelear de manera independiente por un programa económico obrero y popular de emergencia que dé respuestas a las necesidades del pueblo. En el caso de aquellos trabajadores y trabajadoras, habitantes de los sectores populares a quienes coacciones y obliguen a ir a votar, que el gobierno chantajee con desmejorar laboralmente o despedir, con la burocracia sindical de cómplice, o con quitarle el acceso a los planes del Estado (como la bolsa de al CLAP), el voto nulo es también una opción para expresar el rechazo a estos candidatos y a este “barniz democrático”.
Como hemos señalado, hay toda una serie de medidas elementales que podrían tomarse para dar solución a muchos de los problemas actuales de los trabajadores, las mujeres y los sectores populares, para evitar que sigamos pagando nosotros la crisis: como el cese del pago de la deuda externa, la repatriación obligada de capitales, la escala móvil de salario y un verdadero control de precios ejercido directamente por los propios trabajadores y las comunidades, reimpulso de las empresas estatales bajo un verdadero control obrero sin militares ni burócratas del gobierno, un plan nacional de construcción y mejora de hospitales, escuelas y vivienda con los recursos del no pago de la deuda, reparto de las horas de trabajo, control de los trabajadores de toda institución o empresa pública y privada que despida o cierre, distribución de alimentos en manos del propio pueblo trabajador, pase a propiedad pública, bajo control de los trabajadores y sectores populares, sin ningún tutelaje militar ni del gobierno, de los principales monopolios y empresas de alimentación.
Estas y otras medidas no se toman porque implicarían poner en primer plano las necesidades obreras y populares, priorizar por los intereses de las mayorías trabajadoras y empobrecidas en contraposición a los intereses empresariales y de la casta corrupta. Ni quienes gobiernan –mal llamados y autodenominados “socialistas”– ni la oposición proimperialista –mal llamada “democrática” –, llevarán adelante estas medidas porque representan a aquellos a quienes hay que afectar para que sus intereses dejen de seguir haciendo estragos en las condiciones de vida el pueblo. Son medidas que solo podremos obtener mediante la movilización y la lucha, con total independencia política y de clase.
[Tomado de http://www.laizquierdadiario.com.ve/Elecciones-regionales-abstencion-o-voto-nulo?id_rubrique=5442.]
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